lunes, 28 de febrero de 2011

Las uvas de la ira: revuelta popular en Estados Unidos


En medio del silencio casi absoluto de la prensa local, miles y miles de estadounidenses, en toda la Unión, salieron a las calles para expresar su apoyo a la protesta frente al Capitolio de Wisconsin, donde ayer se concentraron 70.000 personas, en el decimosegundo día de la medida de lucha, para reclamar contra una legislación antipopular y antisindical que impulsan los republicanos. Norberto Emmerich, licenciado en Relaciones Internacionales, doctor en Ciencia Política, y sobre todo amigo, cuenta algunos entretelones de lo que nadie cuenta.


En 1939 John Steinbeck escribió “Las uvas de la ira”, una novela que relata las penurias y el heroísmo de los trabajadores norteamericanos bajo la gran depresión. El libro fue prohibido, censurado y quemado mientras su autor fue perseguido y hostigado.

Es un libro optimista, que rescata el valor de la clase trabajadora en su peor momento: “...y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, tomando peso, listas para la vendimia”.

En esta nueva crisis, 80 años después de aquella, la clase trabajadores norteamericana paga las consecuencias de la fiesta que los banqueros nunca dejaron de celebrar. A la hora de pagar los gastos, el recientemente elegido gobernador republicano de Wisconsin, Scott Walker, propuso una iniciativa de ley en el sector público que anula pensiones, eleva los gastos de seguro médico, elimina la contribución sindical automática y limita el derecho de las negociaciones colectivas solo al punto salarial.

Walker asumió en enero de 2011 como representante del sector moderado del partido Republicano. Su primera medida fue una amnistía fiscal a empresas multinacionales y estatales que costó al fisco 170 millones de dólares. Para reducir un déficit presupuestario de 130 millones de dólares en el ejercicio fiscal que termina el 30 de junio, intenta paralizar la actividad de los sindicatos del sector público como parte de una ofensiva antisindical a nivel nacional. La legislación norteamericana delega en cada estado las regulaciones del mercado laboral estatal.

Además el gobernador notificó a la Guardia Nacional para que estuviera alerta por las medidas que fueran a tomar los empleados tanto del gobierno estatal, como del condado y los municipales. Harold Meyer, columnista del Washington Post, dijo que “ahora que el gobernador de Wisconsin ha emitido sus órdenes de marcha a la Guardia, podemos discernir un nuevo patrón de solidaridad represiva, desde el faraón del Medio Oriente al faraón del Medio Oeste”.

El lunes 14 de febrero casi 30 mil trabajadores paralizaron inmediatamente las actividades y prácticamente tomaron el capitolio (Congreso) estatal en Madison, capital del Estado de Wisconsin. El martes 15, cientos de manifestantes marcharon por la ciudad. Maestros, trabajadores de la salud, empleados de mantenimiento, empleados de las cárceles, enfermeras, apoyados por trabajadores privados se concentraron luego en el centro de la capital, rodearon el capitolio durante dos días y miles de ellos ingresaron al recinto gritando: “libertad, democracia, sindicatos”. Estudiantes y profesores suspendieron sus clases en las universidades estatales en protesta contra la iniciativa. También los maestros de las escuelas públicas se reportaron masivamente “enfermos” y se sumaron a las protestas, obligando al cierre de las escuelas públicas no solo en la capital sino también en varias ciudades del estado. Los estudiantes de preparatoria y secundarios se sumaron a las marchas y protestas gritando “apoyamos a nuestros maestros, apoyamos la educación pública”. Al llegar a la plaza del Capitolio fueron recibidos por miles de estudiantes universitarios.

En algunas de las pancartas se podía leer “Hosni / Walker”, en referencia a la revolución egipcia. Otras decían: “esta es nuestra plaza Tahrir”, o “si Egipto puede obtener la democracia ¿por qué no Wisconsin?”.

El viernes 18 maestros y profesores de todo el Estado declararon la huelga por tiempo indeterminado. El equipo local de los empacadores de Green Bay, reciente ganador del Super Bowl, emitió una declaración expresando su apoyo a las protestas. 80 mil personas marcharon al Capitolio de Madison el sábado 19 y durante ese fin de semana la protesta se trasladó a la cercana ciudad de Milwaukee.

Ante el tamaño de la movilización, la iniciativa no pudo ser tratada por el senado estatal. La bancada demócrata dejó la sesión sin quórum, emprendiendo una serie de viajes por el país, lo que les otorga licencia legal para faltar a las sesiones.

Con mucha razón John Nichols, de la conocida revista The Nation advertía que las medidas del gobernador podrían tener implicancias a nivel nacional: "si el gobernador Walker logra quitarle los derechos de negociación colectiva a la Federación Estadounidense de Empleados del Estado, del Condado y de la Municipalidad (AFSCME), que fue fundada en Wisconsin en la década de 1930, (que fue el primer sindicato de empleados públicos del país en obtener el derecho a la negociación colectiva en 1959), si acaba con el Consejo de la Asociación de Educación de Wisconsin (WEAC), uno de los sindicatos de docentes más fuertes y eficaces del país, entonces seremos testigos de cómo esto se extiende por todo Estados Unidos".

Iniciativas similares a las de Wisconsin se debaten en Ohio, Indiana y Tennesee. Pero también en estados gobernados por demócratas como Nueva York y California. Las protestas ya se extendieron a Indiana, Ohio, Minnesota, Michigan y Pennsylvania.

Alrededor de 10 mil trabajadores se manifestaron en el capitolio de Columbus, capital de Ohio, el 23 de febrero contra el intento del gobernador republicano John Kasich de golpear a las organizaciones sindicales. En Indiana la bancada demócrata también se ausentó de la sesión donde debía tratarse el tema. En otros 14 estados del país se realizaron manifestaciones y vigilias en apoyo de la lucha de los trabajadores de Wisconsin.

Los gobiernos buscan reducir sus déficits presupuestarios que se han visto erosionados por la crisis económica y los paquetes de rescate a Wall Street. Así trasladan los costos a los trabajadores del sector público. En los conflictos que vemos hoy en Wisconsin y Ohio hay un trasfondo semejante. Es la gran recesión de 2008 que ingresó en su trigésimo séptimo mes sin señales de detenerse.

Por su parte los sindicatos nacionales están ofreciendo recursos y personal para apoyar las huelgas en sus secciones estatales, previendo la extensión del conflicto en el tiempo y en el espacio.

Algunos analistas sostienen que es exagerado comparar la situación en Egipto con el proceso de protesta en Estados Unidos, un proceso del atrasado tercer mundo, con 30 años de dictaduras. Los activistas sindicales y estudiantiles que protagonizan ambos procesos no parecen entenderlo así: el ingeniero Muhammad Saladin Nusair levantó una pancarta en la Plaza Tahrir, ya famosa entre los manifestantes de Madison, que decía: “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin - un mundo, un dolor”. En Wisconsin se enarbolan banderas similares que dicen: “de Egipto a Wisconsin nos levantamos; gobernador Walker, nuestro Mubarak”.

Lo que se juega en Wisconsin, al igual que en el mundo árabe, es mucho más que un asunto laboral de carácter local. Es probable que el movimiento sindical norteamericano haya decidido terminar con la guerra contra la clase obrera iniciada hace tres décadas bajo la presidencia de Ronald Reagan y sostenida desde entonces por los presidentes republicanos o demócratas de la Casa Blanca. El gobernador Walker parece tener conciencia de la importancia de esta coyuntura cuando afirmó en una entrevista telefónica que está en la misma situación que enfrentó Ronald Reagan en ocasión de la huelga de los controladores aéreos de 1982. En aquel entonces la derrota y el despido de los controladores que mantuvieron cerrado el espacio aéreo norteamericano por varias semanas convirtió a la ideología neoliberal, que era apenas un argumento ideológico y un tema de debate en el mundo académico, en un programa de gobierno en todo el mundo.

Como bien dice Noam Chomsky: “tal vez es el inicio de lo que verdaderamente necesitamos en Estados Unidos, un levantamiento de democracia”, exactamente lo mismo que sucede en el mundo árabe.

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