viernes, 31 de mayo de 2019

Cordobazo: seis puntualizaciones para una nota

Nota/mail dirigida al periodista e historiador Fabián Bosoer, autor junto con su colega
Santiago Senén González de una nota publicada el 29/5 en el suplemento El Observador, del matutino Perfil, con motivo de los 50 años del Cordobazo.

Estimado Fabián:

He leído la nota que escribiste sobre el Cordobazo para Perfil, con el querido –y ahora galardonado- Senén, y como supongo que no será la última me permito compartirte algunas reflexiones, sin otra pretensión que acercarnos al rigor en el tratamiento de un hecho trascendente.

1)      Aunque no resulte simpático al peronismo combativo, y a mí mismo por caso, el papel de Atilio López fue secundario, aunque como bien subrayan ustedes luego “adquiriría pronto un decisivo protagonismo en la provincia”.

2)      No se explica el cambio del “participacionista” y vandorista Elpidio Torres sin tener en cuenta la fuerte represión a la asamblea del gremio en Redes Cordobesas, y sobre todo el papel fundamental del dirigente de la UOCRA Jorge Canelles, para convencer a Tosco que lo hable para pedirle transformar el paro “matero” en activo.

3)      Mucha presunta historiografía habla del “estudiantado” pero no de su central estudiantil, la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), convocando a numerosas asambleas en las que participaron casi 10.000 estudiantes. Sólo en Medicina lo hicieron más de 4.000, y sólo se pierde la votación a favor de la participación en el paro en Filosofía y Letras, y Arquitectura, pues el FAUDI (Partido Comunista Revolucionario), el trotskismo y los sectores influenciados por el grupo de Pasado y Presente, se oponen a la convocatoria.

4)      Dentro de la subestimación al papel del estudiantado organizado, cabe señalar que es éste, a pocos meses del golpe de 1966, el que inicia la resistencia a la dictadura, que culminaría en el Cordobazo: el 18 de agosto de ese año es baleado por la policía el estudiante de Medicina Alberto Cerda, se toma el Hospital de Clínicas y se inicia una huelga que se extendería hasta fin de año, dentro de una lucha que se cobra la vida de Santiago Pampillón el 12 de septiembre. Ahí se reinicia la colaboración del movimiento obrero y estudiantil, sobre todo por la solidaridad de Foecyt (Correo, que justamente por ello fue intervenido) y de Luz y Fuerza.

5)      Creo que en el “ninguneo” del papel del movimiento estudiantil, que luego se naturaliza, tiene originalmente dos fundamentos: a) jerarquizar el papel del justicialismo e intentar reducir el Cordobazo (como se hizo con la histórica toma del Frigorífico Lisandro de la Torre) a una expresión de la Resistencia peronista, del “Perón vuelve”, disimulando la amplitud de la convocatoria y la aún mayor pluralidad del acontecimiento, sin desmerecer el papel protagónico del peronismo. Es la posición de Garzón Maceda, e incluso, aunque atenuada, la de Feinmann o Laclau. Una visión tan sesgada como la de cierta izquierda que pretende apropiárselo; b) El anticomunismo que se mantiene pese a la desaparición del PC: Canelles era comunista, la dirección de Foecyt también, y la FUC era dirigida por la juventud comunista (FJC- Fede).

6)      Ultima referencia, y ésta en virtud de un recuadro destacado del diario, que no veo en el cuerpo de la nota: Tosco no fue condenado a tres años, sino a 8 años y 3 meses; Elpidio Torres y el estudiante comunista Miguel Ángel Miró a 4 años y 8 meses, mientras Jorge Canelles (es obvio que por poderosas razones) a 10 años, la pena más alta de los Tribunales Militares.

Espero que estos datos y sintéticas reflexiones, acerca de las cuales mucho se puede hablar y escribir, te sean útiles.

Un gran abrazo para vos y Senén, cuyo mail debo tener desactualizado…

 

Alberto Nadra

domingo, 19 de mayo de 2019

Fernández-Fernández: el día después

    A 24 horas del terremoto político que causó la decisión de CFK, puede concluirse, aún con una cuota de incertidumbre, que ya impulsa una ampliación de la base política del Frente Patriótico, ahora para las futuras elecciones y, en su dinámica, como sustento para que un futuro gobierno popular pueda enfrentar la crítica situación en que el macrismo ha hundido al país.
    Con ese objetivo, ya descolocó al oficialismo y al denominado “peronismo alternativo”, pero ante todo puso en evidencia que la ex presidente optó por un liderazgo estratégico, lo que supera ampliamente una decisión electoral.
    El macrismo recibió la noticia con evidente desconcierto, al que siguió una suerte de triunfalismo con frases para su propia interna, al estilo de “no cambia nada” o, incluso, es “un regalo para nosotros”.
    Más experimentada en profundizar las grietas y realizar el trabajo ajeno, la UCR oficial mostró su preocupación e inició una campaña de terror de la mano de Alfredo Cornejo y Hernán Lombardi. El primero, gobernador de Mendoza, afirmó que estamos ante “una trampa”, que “Es Cámpora al gobierno, Perón al Poder”, una “época nefasta en la que se incubó el Rodrigazo, la hiperinflación, una mega devaluación, un destrozo del aparato productivo y terminó en el golpe militar” El segundo, titular del Sistema de Medios, terminó de falsear la cronología y la historia: “terminamos en Isabel, Videla y la catástrofe”.
    Clarín y La Prensa repiten estos argumentos, sin pudor alguno por haber sido los que impulsaron la proscripción de Perón, apoyaron la orientación neoliberal y la subordinación externa que la acompaño; como luego fueron voceros de la dictadura y, ahora, promotores del olvido de sus crímenes y el indulto a los genocidas.
    Estos medios aportan sus propios enfoques para engrosar los oficialistas, y entre ellos destaca el ninguneo de la potencia política de la decisión de CFK: desvían la atención hacia “la difícil situación judicial”, que ellos mismos promueven, y le añaden “motivos personales”, como la enfermedad de su hija o la muerte de su madre. También se esfuerzan por impulsar versiones con las que esperan sembrar desaliento en el propio kirchnerismo, como recordar las conocidas diferencias que mantuvo Alberto Fernández, afirmar falsamente que “es” el Grupo Clarín, o anticipar un “segundo renunciamiento” que alejaría en forma definitiva a la ex presidente.
    Si omitir que estamos ante el inicio del proceso, hay señales de un reacomodamiento en los agrupamientos políticos.
    Massa eludió una definición clara pero dejó entreabierta la puerta para participar en las PASO frentista o, en caso de no hacerlo, para apoyar a su fórmula en una eventual segunda vuelta. Si eso ocurriera, podría mantener su “diferenciación” para los propios, a la vez que reduciría parte de las prevenciones kirchneristas, con lo que podría reservar para otra oportunidad sus inciertas ilusiones presidenciales. Schiaretti, pese a su proclamada posición centroderechista y su pertenencia al “peronismo alternativo”, en un ballottage puede considerar un apoyo implícito, o aún explícito, sobre todo si la se triunfa en la primera vuelta y las conveniencias le indican privilegiar una buena relación para su gestión provincial. Por otra parte, entre los gobernadores peronistas ya comenzó un alejamiento de Alternativa Federal y predomina la valoración de la fórmula de Alberto y Cristina Fernández.
    Si pensamos en términos de ciudadanía, o electorado global, entre los seguidores de CFK la respuesta mayoritaria es de una aceptación esperanzada de la iniciativa. En forma minoritaria, aparecen dos reacciones extremas y diferenciadas. Por un lado, el entusiasmo forzado entre los más fieles, mientras en el opuesto, la desilusión, y hasta cierto enojo, por el renunciamiento de quien no solo visualizan con el mayor caudal electoral, sino como única garantía del rumbo político. Es posible homogeneizar las tres posturas, si se convoca al protagonismo y control de la militancia, en base a los ejes discursivos del mensaje de la ex presidenta.
    No hay que esperar reflexión, menos aún cambios, entre los que odian, primorosamente, e irresponsablemente, alimentado por el oficialismo y los medios. El 25/30% del electorado que históricamente rechazó las expresiones populares, desde el yrigoyenismo hasta el peronismo, es un bloque hegemonizado por el minoritario poder real, incluidos los medios periodísticos que le sirven en la construcción de “sentido común”. Mediante este mecanismo llegan y cooptan a ese porcentaje de la población que, en definitiva y para su perjuicio, abraza a sus victimarios.
    En los tiempos que vienen, hasta agosto y en la recta final que lleva a octubre, el poder tratará de dinamizar a los cooptados para volcar a su favor a los indecisos, esa franja del electorado que no quiere a Cristina, pero tampoco la odia, menos aún cuando empiezan a comparar su situación actual con la vivida durante su gobierno. Entre ellos hay una desconfianza inicial, que tanto el macrismo como los medios hegemónicos intentan potenciar, sembrando miedo al anticipar caos e inestabilidad por el “doble comando” de “Alberto chirolita de Cristina” y el recuerdo de la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, que citamos al comienzo de este análisis.
    No son líneas de acción para subestimar, confiando en lo forzado y hasta ridículo de esas comparaciones y afirmaciones. En la franja que tienen como objetivo ya tuvieron cierto eco las acusaciones que ubicaban a Kirchner como “chirolita de Duhalde”, luego a Cristina como “mascara” de Néstor. Recientemente, logró fuerte impacto el ataque a Zannini, supuestamente “comisario político” de Scioli.
    Por el contrario, el mensaje del Frente Patriótico puede disputar un porcentaje de estos indecisos, tal vez escaso pero quizá definitorio. El renunciamiento de CFK, su convicción para superar aquello de que sin ella no se puede, pero con ella no alcanza, abre camino a un amplio acuerdo para definir la correlación de fuerzas en las PASO, despeja los argumentos prejuiciosos y permite disputar conciencias e, incluso, inclinarlas electoralmente a favor de la única alternativa real para cambiar el rumbo ruinoso del macrismo.
    Una parte de las cartas, no todas, están echadas. Siempre es tiempo de reflexión, pero ahora también de acción.

Cristina, Perón y el diálogo

    Cristina Fernández de Kirchner propuso a los argentinos la construcción de un nuevo Contrato Social y lo vinculó con las propuestas de acuerdos promovida por Juan Perón durante su última presidencia, lo que permite reflexionar acerca de la revalorización de este aspecto de su legado político.

    A su regreso, luego de ser perseguido y proscripto por casi 20 años, Perón concretó el más importante intento de sellar la "grieta" que falsamente dividió al país entre peronistas y antiperonistas, una brecha que fue irresponsablemente alimentada para cuestionar la gestión kirchnerista, y ahora para sostener al macrismo.

    Frente a la difícil situación económica que dejó la dictadura de Onganía/Lanusse, Perón concretó la llamada Acta de Compromiso con los productores agrarios. Era el cierre de un lineamiento iniciado con el Pacto Social, durante el gobierno de Héctor Cámpora, que tuvo como protagonistas al ministro de Economía, José Ber Gelbard, el sindicalismo y el empresariado.

    Ambas iniciativas recibieron rechazos dentro y fuera del Frejuli, pero no hubo cuestionamientos ante la mayor audacia de la etapa: la convocatoria presidencial para un diálogo, sin temario previo, con los ocho partidos que entonces tenían representación parlamentaria. En concreto la UCR, el Intransigente (PI), Comunista (PC), Demócrata Progresista (PDP), Revolucionario Cristiano (PRC), Socialista de los Trabajadores (PST), Socialista Popular (PST) y UDELPA.

    El primero de los encuentros, realizado en abril de 1974 en la Quinta de Olivos, fue presidido por el propio Perón y permitió elaborar un documento en que las fuerzas participantes se pronunciaron por la defensa y consolidación del proceso democrático frente a "los poderes que desde antiguo han venido sometiendo a la República"; a favor del federalismo y de la integración latinoamericana, entre otros puntos. Otros dos ejes fueron la ratificación de la individualidad e independencia de cada partido y el compromiso de mantener una comunicación fluida, permanente.

    Estas reuniones, de un estilo inédito, para dialogar francamente entre el gobierno y las fuerzas que no participaban de él, se mantuvieron regularmente, e incluso fueron ampliadas con la participación de distintos ministros del Gabinete que debían responder inquietudes o encarar soluciones a los problemas planteados. No volvieron a repetirse tras la muerte de Perón.

    Tiempos difíciles entonces y ahora, aunque por razones distintas.
Entonces, junto a la ola de atentados y crímenes de militantes populares por bandas parapoliciales y paramilitares se empujaba el desabastecimiento, el sabotaje, la especulación y la desestabilización golpista por parte de los grupos concentrados, en sintonía con las ambiciones externas.
    Este segundo aspecto fue el que motivó la convocatoria del presidente Perón a la acción organizada del pueblo en su último discurso, pronunciado el 12 de junio de 1974. Aquella pieza, una suerte de testamento político, dejó claro que había regresado "para lanzar un proceso de liberación nacional y no para consolidar la dependencia".

   

Ahora, con tres décadas con democracia formalmente consolidada, pero con sus conquistas en peligro, el desafío es superar el brutal endeudamiento, la destrucción del aparato productivo y el saqueo al bolsillo popular que prosigue la gestión de Cambiemos.
Plantear, hoy, un "contrato social" es asumir el reclamo de la hora. Implica retomar aquel legado político y profundizarlo, con una amplia participación y un protagonismo imprescindible, pero hasta ahora nunca logrado.

viernes, 3 de mayo de 2019

"El Canca", el amigo, el compañero


Tenía solo 25 años cuando lo conocí. Yo, apenas cinco menos, que en aquellos años equivalían a un siglo.

No fue fácil en el arranque.

Él era orgulloso dirigente de la JP. Yo, un no menos altivo militante de la Fede.

No teníamos dudas.

No era tiempos de dudas, sino de liberación.

Junto a otros, con distintos orígenes, pero similares convicciones, compartimos la construcción de las Juventudes Políticas.

Algunos arrugaron.

Otros se quebraron.

Muchos redoblaron la apuesta. Juan Carlos Dante Gullo fue uno de ellos.

La dictadura secuestró y desapareció a su hermano y a madre, Ángela, en los días en que reclamaba por la libertad del Canca, preso en Sierra Chica.

Era uno de nosotros. Yo sigo siendo uno de ellos, los que no dejan de combatir.

Chau amigo, compañero de lucha.