domingo, 26 de agosto de 2012

Vivir en el Limbo




Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar.

Los teólogos de la Edad Media encontraron gran dificultad para decidir dónde debían ir las almas de los nacidos antes de la llegada de Cristo. Los patriarcas de la Antigüedad –Sócrates, e incluso Adán y Eva– ¿qué lugar debían ocupar en el Más Allá?
Por no estar bautizados, la entrada al Cielo les debía ser negada, sostuvieron varios concilios. Finalmente, la iglesia acabó por asignarles a los no bautizados un lugar separado del Infierno. Allí, como lo muestra Dante en la Divina Comedia, esas ánimas aguardan el Juicio Final en un estado de beatitud que, sin llegar a la suprema felicidad del Paraíso, los exime del pecado y sus castigos.
Mucho más terrenal es el significado que ha tomado la frase en la conversación cotidiana. Según ella, “estar” o “vivir en el limbo” consiste en permanecer distraído o atontado; no enterarse de lo que pasa y se dice alrededor. Como quien se encuentra siempre en la sala de espera de la eternidad celestial.

Nota: 
Un dato controvertido de la entrada en el libro de Zimmerman es la afirmación de que el Limbo era un lugar dentro del Infierno. La cuestión estuvo debatida. 
En la época medieval, y aun en la etapa del Humanismo pre-renacentista de Dante, la mayoría de los teólogos lo consideraba de este modo; y así el poeta lo ubica en el Primer Círculo del Infierno, debajo del lago Aquerón.De hecho, para estos teólogos existían dos Limbos: el de los Patriarcas y el de los Infantes.
No obstante, etimológicamente, “Limbo” proviene del latín “limbus”, que literalmente es “en el borde”. Para varios teólogos el Limbo no estaba en el Infierno, sino que era un espacio espiritual “en el medio”, en la frontera entre el Cielo y el Infierno. Muy cerquita, pero separado, tanto de uno como de otro.
Por otro lado, no todos los nacidos antes de Cristo iban automáticamente al Limbo. Para poder acceder a él, los no bautizados debían estar libres de pecado (el caso típico era el de los recién nacidos; tanto antes como después de Cristo) y los virtuosos que habían muerto antes de la llegada de Jesús; esto es, quienes, sin estar libres de pecado, habían muerto “en amistad con Dios”.
Como corolario, vale la pena resaltar que el Limbo nunca fue parte de la doctrina oficial de la Iglesia Católica. Pero la situación de los recién nacidos no bautizados fue objeto de debate hasta el presente siglo. El último documento emitido en este sentido por la Comisión Internacional de Teología, a pedido de Juan Pablo II, sostuvo que no había forma de obtener salvación divina sin el bautismo. Pero, dado el infinito amor de dios por todos los seres humanos y su deseo de salvación para todos, cabía confiar en que la piedad de Dios determinaría la salvación de los niños no bautizados.
El nuevo Papa, Benedicto, adhirió al documento. De modo que para la teología católica moderna, no existe el limbo, y es imposible acceder al Cielo si no se está bautizado. Aunque cabe tener esperanzas en la piedad divina… 


 

viernes, 24 de agosto de 2012

Los problemas de la democracia (II y fin)

Segunda parte de una sugestiva nota de Guillermo Rodríguez Rivera, que nos hace llegar Sivio Rodríguez.

El propio Rafael Correa ha precisado con claridad que en Latinoamérica estamos viviendo no una época de cambios, sino un cambio de época.

Todos estos representantes de los nuevos gobiernos de la región, reconocen que el antecedente de ese cambio es la Revolución Cubana de 1959, encabezada por el comandante Fidel Castro.

El momento de la violencia revolucionaria contra el imperialismo y las oligarquías no fructificó. El continente lloró sus muertos, los muertos del pueblo. Es un rosario de nombres: Fabricio Ojeda, Luis Augusto Turcios Lima, Javier Heraud, Carlos Fonseca Amador, Camilo Torres, Jorge Ricardo Masetti, Francisco Caamaño, Roque Dalton, y cuyo epítome es la figura de Ernesto Che Guevara.  

Esos muertos, los héroes de aquellas luchas que parecían acabadas, han emergido en este nuevo momento de la historia americana. Es curioso y es hermoso como se mueve la historia. Tengo un amigo que dice, ironizando que, hoy por hoy, todos estos nuevos gobernantes de izquierda se quitan el sombrero ante Cuba, pero que ninguno se pone el sombrero de Cuba. Y es cierto. Ninguno ha seguido el modelo socioeconómico del gobierno cubano.

El de la Revolución Cubana fue el primer gobierno latinoamericano que logró iniciar una transformación de la vida de su país a despecho de la voluntad del poderoso vecino del norte.

Cuba empezó llevando a cabo una radical reforma agraria que estaba estipulada en la Constitución de 1940 en la que un artículo establece que “se proscribe el latifundio”, pero ningún gobierno se había atrevido a implementar la ley que complementara el precepto constitucional, porque el principal latifundista en Cuba eran los Estados Unidos. El gobierno del general Eisenhower, el mismo bajo cuya égida la CIA, dirigida por Allen Dulles, organizó el derrocamiento del gobierno reformista de Jacobo Árbenz en Guatemala, hizo repetir minuciosamente aquel esquema contra Cuba. La acusación de “comunista” que, en medio de la guerra fría se esgrimió contra el presidente guatemalteco, fue esgrimida otra vez, ahora contra una revolución popular que acababa de derrocar una dictadura militar y en cuyo país subsistía plenamente el capitalismo.

No es este el sitio para volver a contar la sabida historia de la invasión de Bahía de Cochinos, derrotada en menos de 72 horas por los combatientes revolucionarios cubanos.

Al año siguiente a la invasión, Cuba fue expulsada de la OEA por desarrollar una alianza con una potencia extracontinental, empezó a funcionar el llamado plan “Mangosta”, la nueva alternativa violenta contra la Isla. Se decretó, oficialmente, el embargo económico contra Cuba. Desde 1960, la burguesía cubana había cerrado filas junto a los Estados Unidos contra el gobierno de su país y lo abandonó, acaso confiando en que un gobierno enfrentado por los norteamericanos, no podía sobrevivir en Cuba, como nunca había sobrevivido en América Latina. A excepción de México, todos los países de América Latina rompieron sus vínculos diplomáticos y comerciales con Cuba. 

Cuba no tuvo entonces, entidades como son hoy el ALBA o la CELAC en la que encontrar amparo político, económico y militar. Sólo la Unión Soviética decidió venderle el petróleo para que el país no se paralizara, y las armas con las que defenderse. Era la Unión Soviética que había sido regida por Stalin, que había dejado su huella en el modelo socialista que se conocía, pero era la única tabla a la que la Revolución Cubana consiguió aferrarse para salvarse.

Los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana, no son en ningún caso regímenes que hayan puesto fin al régimen de democracia representativa con que ascendieran al poder.
       
Venezuela había nacionalizado su petróleo bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero PDVSA, la entidad estatal que asumió su control y administración, devino casi un coto privado. El gobierno de Chávez tuvo que renacionalizar PDVSA, para convertirla en el poderoso instrumento para el desarrollo de Venezuela. La oligarquía venezolana se resintió ante un gobierno que se apoyaba en los de abajo y creaba en ellos su gran masa sostenedora.

Liquidado el sambenito de “comunista”, el nuevo mote lanzado contra el presidente fue el de “populista”. El “populismo” chavista consistió en usar los recursos de la nación para favorecer a los sectores venezolanos más humildes. Cuba le prestó una ayuda enorme en la conformación de un sistema de salud que favoreciera y amparara a esos sectores, y en la eliminación del analfabetismo.

Quizá aleccionada por la experiencia de su homóloga cubana, la burguesía venezolana ha preferido permanecer en su país y el impulso económico del estado coexiste con el régimen capitalista venezolano, acaso moderado por las leyes implementadas. Chávez ha ganado todas las elecciones que se han efectuado desde su arribo a la presidencia, en 1999.

En Venezuela, como en otros países de esta nueva izquierda, el descrédito de los partidos tradicionales ha hecho que los periódicos burgueses y los grandes canales de televisión privados, casi se convirtieran en los nuevos partidos de oposición: hacían una agresiva campaña contra los nuevos regímenes que, sin embargo, no lograba convencer a la mayoría que apoyaba al gobierno.

Me parece importantísimo que, sustituyendo la idea leninista de dictadura del proletariado[1], estos gobiernos de izquierda hayan preservado la existencia de la democracia representativa, pero hayan acentuado el desarrollo de lo que cabría llamar una “democracia participativa”, en la que otros mecanismos complementan la voluntad expresada en las urnas. No es rasgo sin importancia de esta participación que, cuando fuerzas de la reacción antidemocrática hayan actuado para aplastar la voluntad popular, los propios ciudadanos que habían dado el voto a sus gobernantes, salieran a las calles para motivar su regreso al gobierno, como en el caso de Chávez, o la liberación del presidente, como en el secuestro policial de Rafael Correa.

El pueblo no solo expresa su voluntad, sino que la defiende en las calles, si es necesario.

Venezuela ha introducido un elemento novedoso y esencial: el  referendo revocatorio, que a la mitad del mandato del dirigente electo puede traerlo nuevamente a las urnas, si se considera que no debe seguir ocupando el cargo para el que se le eligió.

No hay financiamientos millonarios a las campañas electorales, que comprometen de antemano a los políticos. Las elecciones son “observadas” como nunca lo han sido, por ejemplo, las de México o de los propios Estados Unidos.

A mí me parece que esa vigilante preservación de la democracia es un rasgo importantísimo del que algunos líderes han llamado “socialismo del siglo XXI”, que es un socialismo que coexiste con un capitalismo que en estos casos, ya no avanza libremente por un camino depredador, sino que tiene el control del estado popular.

De alguna manera, parece empezar a conseguirse la definición que el notable pensador de la izquierda brasileña, Buenaventura de Sousa Santos,  da de la sociedad socialista:
             
                     Una sociedad socialista no es aquella en la que
                     todos los mecanismos e instituciones que existen
                     son socialistas, sino en la que todos son
                    dirigidos a contribuir a los intereses socialistas
                    de la sociedad.

Acaso estos países de nuestra América, estén llamados a conformar la posibilidad – no me gusta llamarle “modelo”, porque da la idea de esquema, de receta – de una renovada y más completa democracia.

Cuba fue el inicio de este “cambio de época”, de esta segunda independencia que está conmoviendo al continente. Cuba fue la que educó a muchos países de nuestra América y a sus líderes, cuando la realidad que hoy está ante nosotros parecía imposible de conseguir. Creo que está llegando el momento en que tengamos que aprender de ellos. Me parece que es ese el camino que se abre ante Cuba.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Los problemas de la democracia (I)

Una nota de Guillermo Rodríguez Rivera

El nombre del régimen seguramente se remonta a la Atenas del siglo VI a. d. C., cuando el aristocrático gobierno de los eupátridas fue reemplazado por el de los ciudadanos de Atenas. Clístenes, de origen aristocrático, se enfrenta al tirano Pisístrato, a quien apoyaban los nobles y eso le hace buscar apoyo en los ciudadanos comunes, en lo que se llamaba el demos. Aparece entonces el gobierno del pueblo, del demos: la democracia.

Tanto Clístenes como su gran sucesor, Pericles, que gobernó casi todo el siglo siguiente, que se conoce en su honor como siglo de Pericles, buscaron la mayor participación posible de los ciudadanos. Una y otra vez, Pericles fue reelegido como estratega, que era el ateniense que guiaba los destinos de la ciudad-estado.

La democracia ateniense fue una democracia esclavista que, además, discriminó a las mujeres. Atenas aumentó su poder a partir de la opresión a otras ciudades.

Los Estados Unidos reclaman ser los fundadores de la primera democracia moderna pero, en verdad, su democracia se ha parecido mucho a la antigua democracia esclavista e imperial.

La Declaración de Independencias de las trece colonias proclamó que “all men are created equal”, pero debió especificar “all white men are created equal”, porque esa democracia mantuvo la esclavitud de los negros por casi un siglo y hubo que librar, para abolirla, una asoladora guerra que devastó la nación.

Como los antiguos atenienses que tuvieron entre ellos a grandes escritores como Esquilo, Sófocles, Heródoto, Eurípides, Aristófanes, los norteamericanos vieron florecer el genio de Mark Twain, Walt Whitman, Theodre Dreiser, Scott Fitzgerald, Eugene O’Neill, John Dos Passos, William Faulkner, Ernest Hemingway.

Como los atenienses, los Estados Unidos, se enriquecieron explotando a sus vecinos más débiles que, como en Grecia, se convirtieron en sus súbditos.

América Latina fue el gran campo de saqueo de los Estados Unidos. Los recursos naturales de nuestros países se convirtieron en propiedades estadounidenses y cuando aparecieron gobiernos que quisieron recuperar lo que le pertenecía a su tierra, fueron simplemente derrocados.

Los gobernantes norteamericanos promovieron en América Latina todas las dictaduras militares que saquearon y ensangrentaron a  nuestros pueblos: fueron férreas defensoras de los intereses norteamericanos, y arrasaron cualquier vestigio de democracia, que los Estados Unidos reclamaban para sí pero que eliminaron en una multitud de países.

En Latinoamérica fueron promovidos y/o sostenidos por los Estados Unidos, gobernantes como Rafael Leónidas Trujillo, Anastasio Somoza y su descendencia, Juan Vicente Gómez. Jorge Ubico, Castelo Branco, Marcos Pérez Jiménez, Fulgencio Batista, François Duvalier, Augusto Pinochet, Rafael Videla, Alfredo Stroessner, Carlos Castillo Armas, Efraín Ríos Montt, que de pronto recuerde. 

El demócrata Franklin Delano Roosevelt tuvo la sinceridad de hacer claro que a los Estados Unidos – al menos con respecto a América Latina – no los movía la moral, sino sus intereses materiales. Cuando le preguntaron por qué apoyaba a Anastasio Somoza que era un hijo de puta, fue meridianamente claro: “Yes, he’s a son of a bitch” – dijo –, “but he’s ours”.

Lo que fue pasando en una sociedad como la norteamericana, donde el valor central es la riqueza, fue que ella fue, poco a poco, secuestrando la democracia.

Ya los candidatos electos no responden a quienes los eligen, sino a los grandes bancos, las grandes corporaciones que financian las multimillonarias campañas electorales que les permiten ser electos. Cada vez, las elecciones son más costosas en los Estados Unidos.

La existencia de la URSS y el campo socialista conformado tras la II Guerra Mundial, hizo a los grandes países capitalistas de occidente, generar una estrategia que quiso demostrar que el socialismo no era necesario, que en el capitalismo vivían mejor no solo los burgueses, sino los mismos trabajadores.

A partir de las teorías del economista inglés John Maynard Keynes y de la inteligente política de Roosevelt, se generó lo que luego ha sido llamado el “estado de bienestar”, que estableció altos impuestos a los ricos y garantizo a los que menos tenían, empleo y subsidio por desempleo, pensiones por vejez e incapacidad y atención médica en todos los órdenes.

La primera vitrina del “bienestar” fue Berlín occidental, en frontera directa con la RDA. Pero el “estado de bienestar” se fue extendiendo en toda Europa.

Desde los años ochenta la línea dura del capitalismo, que representaban entonces los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher optaron por – y promovieron – una linea económica antikeynesiana, generada por el economista norteamericno Milton Friedman, lo que se ha llamado después “neoliberalismo”, que cree en la suficiencia del mercado como entidad reguladora de la vida económica, por lo que la intervención del estado en la economía ha de minimizarse. Los impuestos han de cobrarse al ciudadano común y desgravarse las grandes fortunas.

Una vez desaparecida la Unión Soviética y el socialismo en Europa oriental, a lo cual acompañó un debilitamiento enorme de la izquierda radical y una movida  a la derecha de las socialdemocracias, la doctrina neoliberal ha promovido una sistemática liquidación del llamado “estado de bienestar”, que se considera el fruto de una intromisión del estado en la dinámica del mercado. Como ya no hay socialismo que enfrentar, se vuelve a los tiempos del capitalismo puro y duro, prerooseveltiano y prekeynesiano, en el que los ricos no pagan grandes impuestos y se grava mucho más el consumo popular. Se reducen los puestos de trabajo, lo que crea un ejército juvenil de desempleados. La normativa de eliminar el déficit fiscal – abultado porque las grandes fortunas no pagan impuestos – conduce a la liquidación de múltiples programas sociales y la reducción de beneficios como son la educación y la salud gratuitas.

La realidad ha ido demostrando los evidentes agujeros  de los postulados neoliberales. Se ha hablado de la gran crisis del año 2007. La imprudente conducta de los bancos hizo quebrar a muchos de ellos. El mercado no fue capaz de autorregularse y fue el intruso estado quien debió acudir a rescatar los bancos con miles de millones de dólares de los contribuyentes.  La depresión del empleo deprimió a su vez el consumo: la economía no salía de la crisis. 

En el último año los Indignados se han lanzado hacia el centro del poder: han ido a “ocupar Wall Street”, a acosar el aparato del capital que está detrás de los políticos que se eligen, pero que no responden a sus electores sino al gran capital. Inundan las calles de New York, de Atenas, de Madrid, de Londres, protestando contra el programa económico de sus gobernantes.

Porque la democracia está padeciendo como una mal formación, una especie de tara de la que no está siendo posible prescindir: los políticos que aspiran a ser electos tienen un programa que cumplir antes de que se sepa la votación en las urnas. Es el compromiso con el sistema, con los que los financian, pero como sus votantes quieren lo opuesto a lo que quieren los hombres del dinero, sólo queda la posibilidad de mentir.

Mariano Rajoy acaba de ser electo con un programa que sabía que no iba a cumplir; en realidad, iba a hacer lo opuesto a lo que prometió en la campaña electoral, pero necesitaba esos votos, que implicaban el imprescindible sostén democrático para su gobierno. Unos años antes, el presidente de la gran potencia había dado la clase magistral. Barack Obama prometió un cambio que no podía hacer, al menos sin serias consecuencias. No lo hizo.

Quizás porque fue la apertura de la estafa electoral, la primera de este ciclo, fue más sutil que su discípulo: Rajoy ha hecho lo contrario de lo que prometió, Obama únicamente ha dejado de hacer lo que prometió.

En un Perú donde los electores, después de los impopulares gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García votaron por un cambio hacia la izquierda, Ollanta Humala ha desconocido públicamente el programa por el que lo eligieron presidente.

Hay otro grave problema que tiempos atrás no parecía existir en los países serios sino en las que se motejaban, con desdén, como “repúblicas bananeras”: el fraude electoral.

Cuando yo era niño o adolescente, el día de noviembre en que tenían lugar las elecciones en los Estados Unidos, uno podía, sobre las nueve de la noche de ese mismo día, sintonizar con toda confianza  The Voice of America y enterarse cual de los candidatos había sido electo. Eso, hasta las elecciones del año 2000, en las que contendían Al Gore y George W. Bush. 

Pasó un mes y no había resultados de las elecciones. El vicepresidente había obtenido más votos que su rival que, decían, había obtenido mas compromisarios que Gore. El estado de Florida había decidido las elecciones a favor del aspirante republicano pero había acusaciones de urnas robadas en West Palm Beach, de votantes demócratas negros que fueron impedidos de votar en varias ciudades del estado. Se impugnaron los resultados electorales en Florida, favorables por una minimez a George W. Bush en un estado en el que, además, el gobernador era su hermano Jeb. Semanas después, fue la Corte Suprema, por la mayoría de un voto de uno de los jueces republicanos, la que sancionó la elección de George W. Bush.

El entonces presidente en funciones de México, Miguel de la Madrid, ha confesado que en las elecciones de 1988, en las que se declaró presidente electo a Carlos Salinas de Gortari, el verdadero ganador había sido el candidato de la izquierda, Cuauthémoc Cárdenas. En el año 2006, el también candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, impugnó los resultados que, a contrapelo de todos los sondeos, proclamaron presidente al candidato del derechista PAN, Felipe Calderón.

Cuando las dictaduras militares acababan de asolar América Latina y habían asesinado y desaparecido decenas de miles de jóvenes izquierdistas en Chile, en Argentina, en Uruguay, en Guatemala, en El Salvador, el buen gobierno de James Carter inauguró una era de respeto a los derechos humanos y de repudio a los golpes de estado militares. Parecía que, como ya no había izquierda, podía renacer la democracia.

Pero he aquí que el ave Fénix de la izquierda renació de sus cenizas y empezó a triunfar en las elecciones pluripartidistas que antes siempre ganaban los partidos burgueses. Sucesivamente, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, elegían gobiernos con diversos matices en su inclinación a la izquierda, pero todos desmarcados de la tradicional subordinación latinoamericana a los Estados Unidos.

Se daban casos interesantísimos: el hondureño Manuel Zelaya, electo presidente bajo los emblemas del partido liberal, de pronto desarrollaba una política de corte popular e ingresaba en la Alternativa Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), integrada por Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y varias islas del Caribe anglófono. Era el colmo: los jefes del ejército hondureño fueron a buscar una madrugada al presidente Zelaya a su casa, lo sacaron de ella en pijama y lo depositaron en otro país centroamericano, tras una breve escala en la base norteamericana de Palmerola. Fernado Lugo, un exobispo electo presidente en Paraguay, fue depuesto por un congreso integrado por militantes de los partidos tradicionales, los que sostuvieron la tiranía de Strossner.

Tanto el golpe militar hondureño como el legislativo paraguayo han tenido la aquiescencia de los Estados Unidos. Pero no han sido los únicos casos: previamente, se intentó el fallido golpe de estado contra Chávez, el intento secesionista en Bolivia y el golpe policial contra Correa.

Rafael Correa, en un gesto insólito unas décadas atrás, ha concedido asilo político en la embajada ecuatoriana en Londres al australiano Julian Assange, a quien la Gran Bretaña iba a extraditar a Suecia para ventilar una acusación de acoso sexual presentada por una ciudadana sueca que acababa de acostarse con él[1]. La mujer – más coincidencias – había visitado Cuba años atrás, acompàñando a Aron Modig, el dirigente de la juventud demócratacristiana sueca que acaba de protagonizar junto Angel Carromero (uno de los cachorros de Aznar y Esperanza Aguirre, en la más ultraderechista vertiente del Partido Popular español) el accidente de tránsito que costara la vida a los opositores cubanos Oswaldo Payá  y Harold Cepera. Modig vino a entregarle a Payá una donación de 4 mil euros destinados al Movimiento Cristiano de Liberación, que él dirigía, y a asesorarlo en la constitución del movimiento juvenil de esa organización.  

domingo, 19 de agosto de 2012

Yo Sé Dónde Me Aprieta el Zapato





Después de una ausencia prolongada, retomamos nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar. Que la disfruten...

La frase se basa en una anécdota popular en Roma, en lo primeros siglos de nuestra era.
Se relata allí la historia de de un conocido patricio que estaba casado con una mujer de fortuna; muy hermosa e inteligente. Un día en que se hallaba bebiendo con sus amigos el hombre declaró su intención de divorciarse.
La noticia asombró a los presentes, quienes siempre habían envidiado su matrimonio. Con insistencia trataron de disuadirlo ponderando las muchas virtudes de su joven esposa.
Él los escuchó en silencio largo rato. Cuando acabaron de hablar, sorprendió a todos quitándose un zapato. “¿Ven este zapato?”, les preguntó. “Es nuevo, está hecho con los mejores materiales, por el mejor zapatero en Roma. A la vista no presenta el menor defecto. Pero nadie que no sea yo mismo puede saber dónde me aprieta al caminar”.
La parábola es clara: sólo en a intimidad de cada uno se esconden los motivos profundos que lo llevan a actuar. Todos tenemos algún punto débil que, como el zapato de la historia, hace doler, y a veces, sin que los demás puedan sentirlo en carne propia.

lunes, 13 de agosto de 2012

El mapa de la memoria, como reverso de lo que fue el mapa del exterminio

Imprescindible nota de Oscar Taffetani

Con la instalación de un nuevo cartel, de grandes dimensiones, sobre la ruta 33 conocida como La Carrindanga, en Bahía Blanca, para señalizar los terrenos en donde alguna vez funcionó el centro clandestino de detención llamado “La Escuelita”, ya suman 36 los espacios públicos del país afectados al programa de educación democrática conocido como “Memoria, Verdad y Justicia”. No es poca cosa, sobre todo si se tiene en cuenta que dicho programa va acompañado de una acción inédita, sin precedentes a nivel mundial, para acelerar los juicios y lograr que en la Argentina los delitos de lesa humanidad no queden sin castigo..
¿Por qué se afirma en el encabezado que el mapa de la memoria es el reverso de lo que fue el mapa del exterminio? Porque  su trazado y los puntos que se señalan van copiando, a casi cuatro décadas de los hechos, el trazado y los puntos que eligieron los genocidas de la última dictadura cívico militar para llevar adelante su plan.


Instructores galos y yanquis

A partir de una investigación del historiador Gabriel Peries que trascendió el ámbito académico y que dio origen a un par de libros, no es un secreto que los cursos y el entrenamiento en contrainsurgencia a militares y policías argentinos comenzaron a mediados de los ’50, coincidiendo con los años de la Libertadora y con el fin de la guerra colonialista de los franceses en Argelia. Porque aunque ese país árabe del África alcanzó su independencia en el albor de los ’60, la guerrilla urbana del FLN fue aniquilada varios años antes en la “guerra sucia” diseñada y ejecutada por los oficiales de la OAS francesa.

Tampoco es un secreto que la otra gran academia de la represión ilegal y el terrorismo de Estado fue la SOA (Escuela de las Américas) que funcionaba en la zona norteamericana del Canal de Panamá en los años ’60 y ’70.  Según datos verificables, antes del año 1976 pasaron por esa escuela 600 oficiales de las fuerzas armadas argentinas. Once se graduaron en “contrainsurgencia”; siete en “contrainsurgencia urbana”; trece en “operaciones en el monte”; cinco en “inteligencia militar” y seis en “interrogatorio militar”.  Podría decirse que esos oficiales, extraviados de la tradición sanmartiniana, se diplomaron en tortura.

El cóctel pedagógico de la acción anticomunista mundial y la “guerra antisubversiva” en la Argentina tuvo como aportes privilegiados la misión de los paracaidistas franceses en el país (con oficinas en el mismísimo Edificio Libertador, atendida por los generales  Paul Aussarès y Jean Nouguès) y los cursos anti guerrilla de los boinas verdes y marines norteamericanos que actuaban en Vietnam y otros escenarios, al compás de la Guerra Fría. De ambas vertientes se nutrieron los represores argentinos, quienes no obstante, y como reconoce Peries, hicieron sus propios aportes en materia de procedimientos para combatir al “enemigo interno”.

El primer trabajo práctico para los alumnos argentinos de esas oscuras escuelas llegó en los tiempos de Frondizi, con la aprobación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado). Militantes peronistas de la Resistencia, obreros huelguistas del puerto, los ferrocarriles y los frigoríficos, más aquellos jóvenes que en 1959 sintieron el llamado de la revolución cubana, fueron el blanco y las víctimas precisas del CONINTES. Entre 1960 y 1961, desfilaron por los tribunales militares y fueron víctimas de los “interrogatorios” a las maneras francesa y norteamericana, más de seis mil trabajadores y estudiantes
argentinos.

“Fue a partir del Plan CONINTES –opina el sociólogo Sebastián Chiarini, estudioso del tema-- cuando, bajo la influencia de los franceses, la división territorial trasmutó. El territorio ya no fue sólo un concepto geográfico, sino que se extendió a la mente de la población, de todos los habitantes, predominando desde entonces el aspecto político-ideológico”. Según Charini, fue entonces cuando comenzó a imponerse el concepto de guerra preventiva, “no sólo contra la resistencia peronista, sino contra el conjunto del movimiento obrero”.


De la Escuela de las Américas a la Escuelita de Famaillá

La escuela rural tucumana “Diego de Rojas” (un gobernador genocida de Charcas a principios del siglo XVI, quien había sido primero ayudante de Hernán Cortés y luego de Francisco Pizarro) se hallaba todavía en construcción en febrero de 1975, cuando el recién ascendido general de Infantería Adel Edgardo Vilas –-que por su adscripción al peronismo fascista se había ganado el favor de la presidenta Martínez de Perón y de su consultor de cabecera, el comisario y ministro José López Rega-- tomó posesión de ella e instaló allí, a sólo cinco cuadras del COF (Comando Táctico de Famaillá) el primer centro clandestino de detención y tortura del país.

La administración de la escuela fue utilizada como oficinas de ingreso al CCD. Sus ocho aulas fueron convertidas en calabozos para los detenidos. Frente a la última había una sala de juegos que pasó a servir como sala de tortura. Alrededor de la Escuelita se tendió un cerco de alambre. El predio contaba con vigilancia armada y perros entrenados para detectar y eventualmente atacar a posibles prófugos (tal como se estilaba en los “stalags” de los nazis)

En su diario personal (que el Ejército nunca le permitió publicar, ya que implicaba una confesión de los ilícitos), el general Vilas –quien falleció demente en julio de 2010-- consignó que en la Escuelita de Famaillá estuvieron detenidas 1.507 personas. La estimación de los organismos de derechos humanos y de la comisión bicameral tucumana dice que fueron 2.000. Al margen de las llamadas batallas y de las acciones de combate en el monte, se comprobaron 123 secuestros de personas en las ciudades, de las cuales 77 desaparecieron, 14 fueron asesinadas y sólo 32 liberadas.

Para combatir un foco insurgente rural (la Compañía de Monte del ERP) que según diversas fuentes nunca contó con más de un centenar de combatientes, el Estado utilizó una fuerza de 1.500 efectivos al mando de Vilas. Y participaron en la tarea de “aniquilar” el foco guerrillero  muchos hombres más, porque, como señalan quienes reivindican todavía hoy ese ensayo general de la represión que se ejecutaría en prácticamente todo el territorio nacional a partir del golpe de marzo de 1976, la acción
del Estado involucró “un efectivo cercano a los 6.000 hombres del EA, la GNA, la FAA, la ARA y las policías Federal y Tucumana, y desplegaría tres fuerzas de tareas y un escuadrón de Gendarmería adicionales: Las FT Cóndor, Águila e Ibatín y el Escuadrón Villa María en San Javier” (cfr. “Aeromilitaria”, blog hecho por veteranos de la Fuerza Aérea).

Comprobado que el CCD “Escuelita de Famaillá” formó parte central del dispositivo represivo del Operativo Independencia, resulta obvio que todas las acciones del citado operativo militar pueden ser tipificadas como Terrorismo de Estado.


De la Escuelita de Famaillá a la Escuelita de Bahía Blanca

El 18 de diciembre de 1975, Adel Vilas fue reemplazado por el general Antonio Domingo Bussi en el frente de batalla tucumano. Su siguiente misión sería comandar, como segundo comandante del V Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca, las acciones contrainsurgentes (antisubversivas) en esa ciudad del sur bonaerense, comprendida en la subzona militar 51 y con influencia en toda la cabecera de la región patagónica.

Vilas asumió el 16 de febrero de 1976 (cinco semanas antes del golpe de Estado, valga la acotación) y de inmediato comenzó a diseñar su “Operativo Independencia” bahiense. Al igual que había hecho en Tucumán, estableció su comando no en una dependencia militar –que las tenía-- en el centro de la ciudad, sino el Batallón 181 de Comunicaciones y en el generoso predio del V Cuerpo de Ejército, limitado por las calles Mariano Reynal, El Resero, Luis Vera y el camino La Carrindanga, en las afueras del casco urbano de Bahía Blanca.

Si bien ese predio del V Cuerpo ocupa –todavía hoy– casi 200 hectáreas, el LRD (Lugar para Reunión de Detenidos, en la eufemística jerga del Ejército) fue situado, lo mismo que en Famaillá, unos 500 metros afuera, utilizando una casona con terrenos aledaños, que pronto fueron alambrados y puestos bajo vigilancia armada.

¿Y cómo podía bautizarse a aquel nuevo centro clandestino de detención y torturas, construido como réplica de la Escuelita de Famaillá? Con el mismo nombre, agregando así Bahía Blanca a las ciudades del país que compartieron el dudoso honor de ser laboratorios del Terrorismo de Estado.

El 12 de agosto de 1976, el diario La Nueva Provincia dedicó un editorial, presuntamente escrito por Federico Massot, a exaltar la figura del general Vilas y a elogiar su método fuera de la ley para combatir al “marxismo”. Transcribimos un párrafo, elocuente: “Y al enemigo, el vencedor de Tucumán lo comprende mejor que nadie, debe tratárselo como tal. ¿O es que todavía vamos a creer que, mientras se conspira para destruir a la Patria, los delincuentes subversivos merecen acogerse al Tratado de Ginebra? Créanlo los cobardes, los cómplices... No lo cree así, afortunadamente, quién venció en Tucumán y hoy se empeña en limpiar a Bahía Blanca de elementos subversivos”.

La megacausa V Cuerpo, que ya está arribando a sentencia en el Tribunal Oral Federal bahiense, termina de explicar y de poner en evidencia cuáles eran los métodos del general Vilas, de sus jefes y sus subordinados y de sus colaboradores civiles. Se trataba –como reconoce el editorial de LNP— de combatir al enemigo por fuera de las leyes y hasta de las convenciones de guerra vigentes.

La demostración palmaria de que el mismo esquema de represión ilegal era aplicado en todo el país, fue la creación (con innegable intervención del general Vilas) de un tercer LRD (léase CCD)  en la subzona 52, CCD que sería conocido como “La Escuelita de Neuquén”.

Situada en las lindes del Batallón de Construcciones 181, sobre la ruta 22 y a cuatro kilómetros del aeropuerto, la Escuelita neuquina tenía las mismas “comodidades” que los otros CCD: un área de admisión y administración, baño con lavatorio chico, letrina y ducha, y celdas con cuchetas para los detenidos. No faltaba, por supuesto, la sala para violación y torturas (descripta en testimonios de la causa Escuelita II), ni tampoco la senda, apenas separada por una tranquera, que comunicaba con la citada unidad militar.

Las escuelas que mandó a construir el general Manuel Belgrano en el Noroeste del país, con los sueldos y premios otorgados por una batalla, todavía no habían sido construidas. Y el Estado en manos de los golpistas utilizaba construcciones escolares y civiles para la detención y tortura de ciudadanos.


Más semejanzas. Y diferencias

Los helicópteros modelo UH1 Huey fabricados por la compañía Bell de los Estados Unidos, comenzaron a ser utilizados en la guerra de Vietnam, en 1962. Diez años después, habían sido incorporados por la mayoría de los ejércitos latinoamericanos para la lucha contra la “insurgencia”. En el Operativo Independencia se utilizaron helicópteros UH1 Huey, tanto para atacar posiciones terrestres y trasladar efectivos como para martirizar detenidos, del mismo modo que los estadounidenses habían hecho hasta hacia poco en Vietnam.

También a partir de 1962 fueron utilizados, en ciudades de Vietnam del Sur y por el Ejército de los Estados Unidos, automóviles Ford Falcon de color verde. Diez años después, fabricados en la planta de Pacheco (hoy marcada como sitio de memoria), los Falcon comenzaron a ser el vehículo preferido para trasladar a grupos de tareas de la represión ilegal y para secuestrar personas, por lo general, metiéndolas en el baúl.

Las semejanzas no son casuales, sino causales, ya que el mismo centro mundial de la lucha contra el “marxismo” era el que proveía la doctrina, los cursos de entrenamiento, los helicópteros y hasta los automóviles.

Si se examina el mapa de la represión ilegal en la Argentina, sus zonas y subzonas, áreas y subáreas, se verá que coincide en gran medida con el mapa de los sitios de memoria, ésos sitios que hoy trabajosamente se van inaugurando en el país, con apoyo del Gobierno nacional y con la participación militante de organizaciones populares.

Los ingenios azucareros del NOA. Las fábricas automotrices del Conurbano bonaerense. Las comisarías, las cárceles y los regimientos que alguna vez se convirtieron en CCD. Las bases aéreas, navales y aeronavales. Las estancias o chacras donde se torturó y se desapareció a detenidos. Las veredas en donde se los secuestró. Las paredes contra las que se los fusiló, pueden y deben convertirse en sitios de memoria.

De 1983 a la fecha, mucho es lo que la sociedad civil ha tejido y construido para afianzar la democracia y dar sentido a la palabra república. La formalmente disuelta Escuela de las Américas fue oportunamente denunciada y señalada como usina del terrorismo de Estado. Hoy, las guerras internas provocadas por la Guerra Fría son materia de estudio y discusión en las aulas.

A la fecha, las escuelas de todos los distritos del país se encuentran abocadas a su función específica, que es educar al soberano. Y sólo de manera excepcional sirven a otros fines, siempre democráticos, como la recepción de evacuados de los temporales, las campañas de salud pública o la habilitación de las mesas de votación los días de comicio.

A la red de la memoria, la conciencia ciudadana y la solidaridad, se opone otra red, menos visible,  que propone el olvido como sucedáneo de la justicia, y que aspira a que la Argentina, como aquella esposa de Lot, quede atrapada por un oscuro pasado.

El final de esta historia es tan previsible como alentador: los dinosaurios van a perecer (algunos, debidamente condenados) y en los sitios de memoria de la patria nuevas miradas y nuevas voces construirán el futuro que soñaron nuestros mejores próceres.

Europa, la Argentina, crisis y después

Una reflexión de Norberto Colominas.

La Argentina no podía tener el mismo tipo de cambio que Estados Unidos, por las mismas razones que España, Portugal, Italia y Grecia no pueden tener el mismo tipo de cambio que Alemania. Esta es una verdad sistemáticamente ignorada, porque la mayor parte de la información que circula enmascara una realidadla burguesía europea utiliza la crisis para defender sus intereses de clase.

Abatido el comunismo, tanto la burguesía alemana como la española, la griega como la italiana, la belga como la francesa entendieron que el estado de bienestar fundado por la socialdemocracia era anacrónico, caro e innecesario; por eso lo están desmontando hasta reducirlo a su mínima expresión.

En promedio, los salarios de Europa son diez veces mayores que los de China y el Asia-Pacífico y cinco veces superiores a los del Mercosur. En la perspectiva de esas burguesías, Europa necesita volver a ser competitiva, es decir que los salarios de sus trabajadores y profesionales deben ser reducidos sustancialmente.

El objetivo que la crisis posibilita es dejar poco y nada del viejo estado de bienestar --introducido después de la segunda guerra mundial para enfrentar la amenaza soviética-- y reducir los salarios. Esa es la cuestión. Lo demás son los intereses de los bancos, el desprecio por el ciudadano de a pie --igual que aquí durante el corralito-- y los ocultamientos de cierta prensa, que pretende ignorar la crisis al tratarla como una cuestión de suma y resta, meramente económica.

La presencia del euro significa la imposibilidad de manejar una moneda nacional (ya sea la peseta, la lira, el escudo o el dracma) para enfrentar la crisis. España, Italia, Portugal y Grecia no tienen ya sus monedas nacionales, pero sí todos los problemas de una virtual convertibilidad. Inglaterra, en tanto, mantuvo la libra esterlina y tiene unos cuantos problemas menos.

Europa del sur tiene dos caminos: renuncia al euro o renuncia al equilibrio social. Todo indica que lo primero no ocurrirá, porque la extinción del estado de bienestar y la reducción de los salarios están en el interés de esas burguesías. Y conocemos el precio que esos pueblos deberán pagar: desempleo extraordinario, deterioros en salud y educación, salarios en caída libre y recesión por una década. España es un botón de muestra. Al decir de Mariano Rajoy, "estamos mal pero vamos bien". De eso se trata.