domingo, 30 de diciembre de 2012

La economía argentina entre el 2012 y el 2013



El balance
Culmina el 2012 con desaceleración de la economía y crecimiento de los precios (inflación), afectando más a los sectores vulnerables de la sociedad, producto de magros ingresos percibidos, sea por salario o por subsidios.
En el cuadro de beneficiarios con grandes ganancias aparecen los bancos, el sector de mayor rentabilidad en el mundo empresario. Completan el cuadro de ganadores el sector extractivo, con la minería y la soja principalmente, producto de precios internacionales en alza (promedio del año) y ampliación de la esfera productiva. También el sector automotriz, la siderurgia y metalurgia puede hacer balance positivo, aún con la merma respecto al récord del 2011.
Todos los sectores productivos mencionados asocian sus resultados a la inserción global subordinada (exportadora), pese a la crisis mundial. Los pronósticos a fines del 2011 anticipaban un año de bajo o nulo crecimiento. La ausencia de estadísticas confiables no permite identificar con certeza el nivel de caída del producto en el país, siendo el principal dato la pérdida neta de empleos, por primera vez en la década.
La desaceleración supone menor producto e ingreso y por la tanto, agudiza la disputa por su apropiación. Eso explica la presión patronal y de la política económica por intentar frenar la demanda de mejores ingresos de los trabajadores empleados y los perceptores de planes sociales. Además, la inflación contribuyó a deteriorar la capacidad de compra del ingreso de la mayoría de la población. El resultado es un crecimiento de la conflictividad laboral y territorial, puesta de manifiesto en grandes movilizaciones sobre el final del año.
Esa situación de merma en la capacidad de generar riqueza de la economía en la Argentina tiene impacto en las cuentas nacionales (el registro de la economía). Así se puede percibir un menor consumo, una baja en la inversión y menores resultados del intercambio comercial con el mundo.
Por el lado del consumo y la inversión, el esfuerzo continuó por el lado del sector público, limitado por restricciones estructurales definidas por el agotamiento del superávit fiscal que acompañó la gestión gubernamental en la década transcurrida.
El 2012 es el año que registra modificaciones en los regímenes tributarios provinciales (impuesto inmobiliario, rural y urbano; patentes, sellos, otros) para mejorar la ecuación de ingresos propios ante los problemas de financiamiento, tanto como el regreso de los estados provinciales al mercado de deuda, con alto costo de intereses e hipoteca de las finanzas provinciales, anticipando problemas en el futuro cercano.
Las restricciones externas por menor saldo comercial y fuga de capitales, determinaron que se profundizaran algunas medidas sobre la disponibilidad de las divisas (monedas externas) que se anticiparon al final del 2011. Es importante en ese sentido la férrea administración sobre las divisas, restringiendo su utilización para el Estado, especialmente en el sostenimiento de la política de cancelación de la deuda, y aquellas actividades del sector privado que fueran imprescindibles en las relaciones con el exterior.
Así comprobamos como las reservas internacionales se redujeron de los 47.000 millones de dólares a fines del 2011 a los 43.000 millones de fines del 2012. En paralelo surgieron cotizaciones de las divisas muy por encima del precio establecido oficialmente, algo que impacto en cierta franja de productos importados que se comercializan en el mercado interno, afectando capacidad de gasto de consumidores.
La novedad del 2012 fue la expropiación parcial de YPF, ampliamente aceptada por la sociedad. Las razones de la medida se encuentran en el déficit energético, del orden de los 10.000 millones de dólares por año entre 2011 y 2012, esperando reproducir la situación en el 2013 y quizá los próximos años. La gestión estatal se concentró este año en acercar socios con tecnología para la extracción de hidrocarburos no convencionales, el fracking, altamente depredador y contaminante, destacando los acuerdos con Chevron (EEUU) y el grupo Bridas (nacional asociado a capitales chinos). La actividad también transitó por la búsqueda de financiamiento a pequeños inversores, y principalmente a dependencias del Estado, especialmente ANSES.
La perspectiva
La economía en Argentina estará condicionada por la evolución de la crisis mundial del capitalismo, especialmente por la de los principales socios comerciales: China y Brasil.
El gigante asiático es gran comprador de soja y en los últimos tiempos discontinuó compras masivas y privilegió el uso de su stock para inducir reducción de precios. Es una incógnita el impacto que pueda generar respecto del ingreso de divisas y el estimulo a la producción.
Por su parte, el Brasil crece muy lentamente, y una evolución más favorable estimulará la producción industrial de nuestro país, especialmente de automotores, el sector más dinámico del ensamblado local.
Además, en el vínculo con el exterior pesará el déficit energético, lo que insumirá cuantiosas divisas para la importación. Seguirá siendo una incógnita el ingreso de inversores asociados a YPF, del mismo modo que el financiamiento externo adecuado para los planes de producción de la petrolera de gestión estatal.
El sector externo continuará ocupando la agenda por las negociaciones asociadas al endeudamiento, siendo previsible una mayor carga financiera la potencial reapertura del canje y las negociaciones con el Club de Paris. El FMI intentará condicionar la política económica local, vía monitoreo de las cuentas públicas o por lo menos observando la metodología del organismo oficial de estadísticas.
En una mirada más local, el acento estará en la capacidad de sostener la expansión del nivel de actividad y el empleo, luego de un año de escaso crecimiento y de pérdidas, por primera vez en la década, de puestos de trabajo.
Para ello se promoverán políticas activas del Estado Nacional en el sector productivo y financiero, intentando inducir que los bancos canalicen sus depósitos en créditos a la producción, especialmente de pymes.
Un problema puede presentarse desde el consumo, por el impacto de la inflación en los sectores de menores ingresos y el intento renovado de amenguar la demanda de actualización de ingresos, sea por salarios o por subsidios. El conflicto social agudizado resulta esperable en ese escenario.
El angostamiento de la disponibilidad de recursos fiscales puede limitar el gasto y la inversión pública, dificultando la necesaria ecuación inversora en el PBI ante la falencia inversionista del sector privado.
En síntesis, los problemas externos e internos sumados en un año electoral, incidirán en la disputa social por el ingreso y la riqueza.
Corolario
La propaganda oficial se sustenta en los datos del crecimiento económico desde el 2003, que en rigor comenzó en el segundo semestre del 2002. Los años 2009 y 2012 son la excepción, y en general se asoció el tema a la crisis mundial.
En realidad, con crecimiento o no, siempre está la crisis, puesto que se crece por la crisis y se decrece, también por la crisis.
Los precios de las comodities (soja u oro) crecen por la crisis y eso impacta en el crecimiento argentino. La recesión europea, o la desaceleración china y brasileña generan disminución de compras externas de productos argentinos y por eso la crisis gesta la desaceleración local.
Es complejo pero es así, la crisis propicia el ciclo de crecimiento o el contrario. Es que la Argentina es parte del sistema capitalista y como tal participa de la crisis capitalista en curso.
El interrogante es si la sociedad argentina está condenada a surfear en la crisis capitalista o si puede pensar más allá del capitalismo.
Esto requiere de un sujeto social y político que luche por políticas anticapitalistas y antiimperialistas, algo necesario y posible por lo que vale la pena luchar, y es el camino elegido por pueblos que buscan su independencia en la región Nuestramericana, desde el socialismo cubano, al socialismo siglo XXI propuesto por venezolanos o el socialismo comunitario sustentado por bolivianos.
Como el próximo es un año electoral, el debate político concentrará buena parte de la discusión civilizatoria en la Argentina y en ese sentido parece pertinente discutir el rumbo del país.
El gobierno defenderá su “modelo” de un “capitalismo serio o normal”, contra el “anarco capitalismo” tal como definió oportunamente la Presidenta.
La oposición sistémica, pro capitalista insistirá en las recetas del aperturismo neoliberal y el “libre comercio” en tiempos de transnacionalización.
¿Será posible que emerja una propuesta alternativa, más allá del sostenimiento del orden capitalista?
Ese es nuestro horizonte cuando formulamos los deseos de felicidades para el 2013. Julio Gambina (Doctor en Cienias Sociales de la UBA. Titular de Economìa Política en la Universidad de Rosario. Presidente de FISYP).


domingo, 16 de diciembre de 2012

"Sigo apostando a un sociedad post capitalista"

Reportaje de Miguel Russo, domingo 16 de diciembre en Miradas al SUR


El dirigente del Partido Comunista hasta 1990 publicó el libro Secretos en rojo. Un militante entre dos siglos donde revela datos desconocidos del marxismo-leninismo en el país.
Alberto Nadra fue miembro del Comité Central del Partido Comunista argentino hasta 1990, cuando renunció. Hijo de Fernando, reconocido dirigente del PC y también renunciante ante lo que denominó “la imposibilidad de desestructurar desde adentro el profundo estalinismo en que había caído el Partido”, Alberto acaba de publicar Secretos en rojo. Un militante entre dos siglos, libro donde revela historias casi desconocidas del marxismo-leninismo vernáculo: entre otras, la guerrilla chaqueña que lideraron entre 1938 y 1942, las operaciones de sabotaje a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, el descubrimiento de la “Operación Cóndor”, las decisiones “traicionadas” del XVI Congreso. Un libro donde, como dice, trató de aprender de las derrotas para continuar con la militancia. Un libro que resalta, sin olvidar los 1.500 militantes comunistas secuestrados durante la dictadura, una certeza: “La posición política pública del Partido era indigerible para los luchadores”.
Abandonar el PC parece una vieja constante en el devenir político nacional: tanto que podría decirse que, de existir, el “Ex P.C.” sería el partido mayoritario por excelencia. Claro que no todos salieron de las filas rojas abrazando al capitalismo. “Sigo siendo marxista –dice–, sigo creyendo en la necesidad de una sociedad poscapitalista, que no se base en los principios de explotación.”
–¿Se puede dejar de ser marxista?
–Se puede dejar de ser marxista como uno puede dejar de ser de Boca o de River. Diría que, en algunos aspectos, los que dejaron de ser marxistas, en el sentido que no practican el marxismo como militancia, si se formaron en la filosofía, en la dialéctica, en esa sistematización que es la única manera de entender al mundo, lo que hicieron fue dejar de ser militantes para convertirse en grandes empresarios y ejecutivos.
–¿No es lo mismo?
–No. Utilizan una visión que la formación empresaria clásica en el mundo y en la Argentina (neoliberal, ortodoxa, neoclásica) no tiene: la dialéctica. Y con ella como centro, vienen los grandes saltos del capitalismo desde el punto de vista de innovaciones importantes como la calidad total y los conceptos de organización de empresas modernos. Todo eso viene del marxismo y de los conceptos dialécticos que tiene que ver con el concepto de sistema, la intervinculación, con los elementos subjetivos, la identificación, la mística. Hay muchas cuestiones que tiene una visión marxista aunque el que la practique no sepa que es una técnica marxista o un enfoque marxista del problema. Se incorporaron a los mejor logros y, paradójicamente, sirvieron para que el capitalismo derrotara en términos económicos al socialismo, que no los aplicó en elementos teóricos.
–Cambiemos la pregunta, entonces: ¿Se puede ser marxista y seguir estando en el Partido Comunista Argentino?
–Yo no le quito el derecho a nadie de sentirse marxista y estar en cualquier lugar. En el Partido Comunista, en el Partido Obrero, en el trotskismo, donde sea. Particularmente, yo creo que buena parte de la dirigencia del comunismo argentino dejó de ser marxista porque perdió su capacidad de análisis concreto de la realidad concreta. Perdió la capacidad de evaluar la relación de fuerzas más allá de su voluntarismo, de sus sentimientos personales. No tuvimos nunca en la Argentina un marxismo que realmente pudiera abrevar en las raíces culturales, históricas, filosóficas de nuestro país y en la Patria Grande latinoamericana. Es decir tantos hombres como el peruano José Carlos Mariátegui o el cubano Julio Antonio Mella, que aportaron tanto para una visión del marxismo que expresara nuestro origen e identidad no europea, fueran tan ignorados por estos sectores.
–Tomemos como ejemplo, el caso de Mariátegui: ¿por qué estuvo casi prohibida su lectura en el Partido Comunista argentino?
–Hay problemas anecdóticos y de fondo. Anecdóticos podrían ser que en la primera reunión de la Internacional en Suramérica, Orestes Ghioldi, un cuadro duro de la Internacional, tuvo un fuerte enfrentamiento con Mariátegui sobre la cuestión latinoamericana. Es una parte de la explicación. ¿La explicación de fondo? Yo creo que se sustentan en las concepciones profundas del marxismo de Mariátegui, en su enraizamiento con nuestra cultura. El desarrollo de ese pensamiento hubiera implicado un distanciamiento de la Unión Soviética. Si el Partido Comunista se distinguió por algo fue por el alineamiento automático y cerrado. Era el mismo entramado de la Internacional, superior incluso a la de algunos soviéticos. Nos mató el dogma. Sin embargo se repetía la frase hasta el cansancio: “El marxismo no es dogma sino una guía para la acción”. Lo concreto que hacíamos era repetirla. Venía de las academias de ciencias, los manuales de filosofía, del materialismo histórico y dialéctico y forzábamos las categorías para ver cómo las adecuábamos a la realidad.
–Sin embargo, hubo quienes dijeron no a esos clichés, muchos que pensaban de otra manera o tenían intenciones de hacerlo...
–Y así hubo muchos en el Partido que se fueron. Y muchos otros que nos quedamos. Los que se fueron fue porque sintieron que no había un camino que se desarrollara dentro del PC. Y los que nos quedamos sentíamos que no podíamos apartarse de lo único que era la realización real del mundo que soñábamos. Parecía como el abandono del gran barco de la revolución que, con todas sus contradicciones, finalmente se abriría camino. Muchas veces, esa forma de pensar y resistir nos sirvió para sobrevivir, ya que estando en la cárcel, perseguidos o sufriendo la muerte y el dolor de tantos compañeros, funcionaba esa inclaudicable fe del viejo topo de la historia como impronta positivista. Esa fe ciega en el progreso era una ley científica.
–¿Entonces?
–Y entonces, que ahora sabemos que el mundo está abierto para las posibilidades de cambios revolucionarios y que en algún momento se volverá a plantear la construcción de una sociedad no capitalista. Yo sigo apostando por una sociedad no capitalista. Llámese socialismo o no. Pero también sabemos que estamos abiertos para las peores pesadillas. No es que el mundo va a avanzar indefectiblemente. Puede retroceder y hasta desaparecer, como ocurrió en algún momento. Entonces, todo depende, mucho más que cuando teníamos esa fe ciega, del compromiso, de la participación, de ser consecuentes con esa creencia de que la militancia es el instrumento de cambio de la sociedad para avanzar.
–¿Cómo entiende las políticas de apoyo y alianzas realizadas por el PC a lo largo de los últimos 70 años?
–Básicamente, creo que la relación entre el Partido Comunista y el peronismo siempre fue muy compleja, entre los que planteaban apoyos incondicionales y los que planteaban el gorilismo más extremo. La compresión de la historia argentina no se hace al margen del peronismo realmente existente, y eso es algo que el PC finalmente incorporó. Mi padre fue uno de los primeros en observar este fenómeno, y lo pagó caro. Podía avanzar en un sentido mayor aun más de lo que hizo. Había sufrido la parte represiva del peronismo, algo que reconocieron los mismos peronistas. No es ninguna novedad. A su vez no vio nunca cuáles eran sus propios errores. Es falso lo que dice un sector de la historiografía nacional, que el PC apoyó el golpe de 1955. Es más, se calla que llamó a tomar las armas para enfrentarlo. También es cierto que no todos los militantes estaban de acuerdo con semejante decisión.
–Saltando mucho en el tiempo, la alianza con el Justicialismo para las elecciones de 1983 disparó no pocas discusiones dentro del PC…
–Discusiones que continuaron y, entre otros temas, definieron la escisión del PC y el PC Congreso Extraordinario. Los que se agruparon en esa parte que se separó años después de mi renuncia no fueron precisamente los protagonistas de la renovación para democratizar y dar un sentido más nacional y popular. Pero sí se reunían allí muchos de los que opinaban que se debía apoyar al peronismo en toda condición y circunstancia. En aquel 1983 quedó claro que había que apoyar muchos de los candidatos peronistas. No había que apoyarlo a Raúl Alfonsín porque era una cosa muy light para lo que veníamos planteando nosotros desde el golpe de Estado del ’76. El planteo del preámbulo de la Constitución Nacional era volver a 1853. Era muy revolucionario para enfrentar al genocidio, pero para alguien que aspira a una sociedad justa, soberana y económicamente independiente, obviamente no alcanzaba. Pero era más retrógrado apoyar a un Luder que no sólo tenía los antecedentes conocidos previos al golpe sino que se estableció la condición de no aceptar ningún acuerdo de alguna de las concesiones programáticas de los comunistas. Aquel justicialismo planteaba aceptar la autoamnistía que habían declarado los milicos.
–De acuerdo, pero con el primer peronismo, la alianza fue en la Unión Democrática…
–La unión democrática fue un gran triunfo de la derecha porque logró ubicar una falsa antinomia, que fue que de este lado venía la democracia y del otro lado el fascismo. Tanto desde allí, como desde el peronismo, favorecieron a la derecha y el pueblo quedó partido al medio. El fascismo de aquel peronismo prohijó tipos como Queraltó, Osinde, años después, López Rega y otros personajes en el conurbano que más vale no recordar. Esos tipos quedaron allí disimulados entre lo mejor del peronismo. El socialismo y el comunismo que participó en la Unión Democrática tenían intenciones de transformaciones democráticas de la Argentina y defensa de los derechos de los trabajadores. Pero la oposición fue hegemonizada por la derecha conservadora oligarca, la misma que hegemonizó, en última instancia, la etapa de mando del peronismo. Esa derecha plantó sus bases, a pesar de la oposición de algunos partidos, a pesar de enfrentar el golpe de Estado, a pesar de las críticas por los fusilamientos y la masacre. Hoy, la derecha está buscando lo mismo, que de nuevo se parta el país, el campo popular. Si bien creo que el campo popular siempre va estar definido por un sentido que favorezca o no a los intereses de la clase obrera y los sectores más desprotegidos, es indudable la alternativa a favor de este gobierno. Y eso es lo que define históricamente de qué lado está el movimiento nacional y popular. ¿Por qué se lo tenemos que regalar al enemigo? No son lo mismo los organismos agrarios tradicionales apoyando el paro patronal por la 125 que los movimientos como Barrios de Pie que también apoyaron, pelearon y discutieron cuestiones que no fueron reconocidas. La política tiene esa dinámica. Eso es lo que tenemos que comprender los que queremos que este proceso avance y se profundice.
–¿En las culpas de los errores del PC incluye a dirigentes y a militantes?
–A ver, si lo tomamos desde un punto de vista marxista, de clases, lo primero que tenemos que pensar es que un partido que se reivindica, aunque no logre serlo, el partido de la clase obrera, no es de ninguna manera un partido de la burguesía. Hay una larga historia de persecución al Partido Comunista con gobiernos militares y democráticos hasta la última apertura. Hubo sesenta años de ilegalidad del PC. La burguesía siempre atacó lo que era la idea del socialismo y ni hablar de la Unión Soviética. Lo que pretendemos es el cambio de régimen social por más que estuviésemos equivocados. Eso le servía a la burguesía y nos aislaban cada vez más: nos perseguían porque éramos un peligro concreto. Y como no fuimos un partido burgués tampoco fuimos un partido del gobierno. De nuestro lado, debemos asumir la incapacidad de haber tenido figuras de relieve suficiente que excedan a la militancia común. Si se le pregunta a cualquier argentino por algún héroe del partido comunista o por cualquiera de los nombres de los 150 comunistas asesinados durante la dictadura, no va a saber ninguno. Y esos tipos fueron y son héroes de la lucha popular de todo el pueblo argentino. No los van a conocer porque no hubo oportunidad, nunca aparecieron en los diarios. No se puede llegar a ser un ícono de un partido marginado, perseguido. La ideología reinante, siempre, fue hacer pensar mal de los comunistas.

viernes, 7 de diciembre de 2012

"Los rojos tenemos secretos"

Connmovido reproduzco la nota publicada por Lira Evangelista, escritora, poeta, militante,  a veces bajo el seudonimo de "La niña soviética", en su  blog, altamente recomendable, pleno de recuerdos, retazos de vida en la literatura y el cine que marcó a generaciones, junto a su exquisita prosa.
 
Pocas cosas leo con más voracidad que lo que se escribe acerca del Partido Comunista Argentino. ¿O debería precisar, de lo que fue el PCA? Matriz de identidad familiar amoroso /política /simbólica, el Partido es eso que me parió como la Niña Soviética que fui , pero también es la foto de un paisaje en ruinas que no es sólo político sino también afectivo. 
Acabo de terminar Secretos en Rojo, de Alberto Nadra y esto que escribo, más que una lectura crítica, es una confesión. Lloré durante gran parte de la lectura, y no precisamente en el recuento de heroísmos militantes, ni en la semblanza de viejos y desconocidos cuadros del partido (y va con minúscula a propósito, la minúscula de lo que fue cercano y querido), ni  cuando Alberto recorre -- con mucha inteligencia--los desafíos políticos de los últimos años. Aquello donde quedo fijada, perturbada por lo que parece ser un duelo que nunca terminó y a lo que vuelvo obsesivamente, es al relato de lo que fue una esperanza y terminó en fracaso.  Nadra, hijo de Nadra--pura cepa de tradición bolche y de Comité Central--sabe y cuenta. Y yo, Niña Soviética de entonces, hija de Miguelito el mecánico de Villa Urquiza, que nunca militó en otra parte que en su círculo del barrio, dejo que me cuenten lo que no sabía pero que la mirada sobre la derrota y los años me hicieron intuir. 
                   Me afilié a la Fede en el año 75, en una fiesta del local de Bahía Blanca. Mi mamá no quería, mi papá sí. Y ahí firmé la ficha. Recuerdo que tocó Pugliese. Recuerdo un enorme cartel con una frase de Aníbal Ponce que olvidé pero tanto ese recuerdo como ese olvido todavía me emocionan. Después el 76 rompió todo: país y familia. Los viejos se divorciaron, y empezó el silencio. Mi viejo escondía cosas que los compañeros le daban adentro de los lavarropas que arreglaba y bajaba la línea del informe de Arnedo, esa que alertaba sobre militares pinochetistas que no eran Videla. Más de una vez cruzamos los controles de la General Paz, temblando con la prensa del partido escondida abajo del asiento. En el 79 estábamos en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Recuerdo unas reuniones, recuerdo unos bonos que había que colocar para conseguir ayuda para los presos políticos. Ni una sola vez se me cruzó la posibilidad de objetar la sacrosanta línea del partido.  Jamás. Se hacía lo que mi viejo decía que el partido decía. Y Sanseacabó.
                 Murió mi viejo en diciembre del 80, unos días después de Lennon, y me arruinó las navidades por el resto de mi vida. Después el amor entró como una tromba y cuando se fue era el 81 y vino otro amor y más militancia. Voté obedientemente la listas 2 y 12 y agradecí vivir en Capital. Mi novio, en cambio, tuvo que votar a Herminio Iglesias. Me eligieron delegada de base en Aerolíneas Argentinas y aprendí a repartir mi tiempo entre el gremio y la Fede de Filo. Era cada vez más difícil predicar la Santa Palabra. El Verbo no se hacía Carne. Compañeros de otras agrupaciones se burlaban, objetaban lo del gabinete cívico militar y contaban los desaparecidos de cada uno. Dolían esos números, inobjetables, un poco perversos. 
             Y se marchaba. Ay, cómo se marchaba: contra el Fondo, con la Conadep, contra el Plan Austral, contra la Obediencia Debida, contra el Punto Final. Alconada gorilón. Había algo en falsa escuadra y entraron a tallarme nuevas preguntas primero, y la decepción después. En el 84? 85? Se va la Brigada a Nicaragua.  Se abre la promesa del “viraje histórico”. Por primera vez se hace algo más que repetir la línea del último informe. Por primera vez se dice lo que duele, lo que no se entiende, lo que no se sabe. Algo empieza a oler a podrido. Y no es Dinamarca. Es ese ámbito familiar que se hace espacio embrujado, sitio de locura.  Sin saber. Yo miro y tengo mis sospechas, aunque aún no tengo las palabras para decirlas. Siento de manera muy potente el desajuste histórico de muchas de las nuevas consignas. Parece que estamos llegando muy tarde a todas partes. Y sin darnos cuenta, estamos, nosotros también, pateando basura en el callejón. Y es ahí cuando un poco me echan y otro poco decido irme. Pegar el portazo para ir a vomitar en soledad tanto desencanto. Yo, como cuenta Jorge Sigal en El día que maté a mi padre, también tuve que matar al mío para poder escaparme. A veces vuelve, el viejo vuelve, y yo le cuento todo lo que aprendí en esos años de vagar huérfana por el mundo de los gulags, de los poetas rusos, de los anarquistas en la Guerra Civil, de los peronchos asesinados en los basurales y en los campos. Alberto, en su libro, logra caminar el camino opuesto: devolverle la vida a su padre y a tantos compañeros que no merecían el destino que tuvieron.
           Le debo a La Fede, el mamotreto de Isidoro Gilbert que recorrí anhelante para reconocerme en una tradición compleja y poderosa, para encontrar viejos conocidos que me fueran diciendo quién era y quién soy yo, haber sistematizado históricamente ese lugar de pertenencia que aún me emociona y me duele en el recuerdo. Y le debo a Secretos en Rojo, con su historia de traiciones, agachadas y minusvalías teóricas y personales varias, haber constatado que aquellas intuiciones y punzadas que me llevaron a rechazar y a abandonar mi propia historia familiar y política, habían tenido un trágico anclaje en la realidad. 
 Hijos del Comité Central, hijos de militantes del barrio, compartimos ese viaje a la orfandad al cual hoy, después de tanto,  le estoy agradecida. El desencanto habilitó primero la mirada sobre el dolor y después la reflexión sobre las condiciones de ese dolor. Personalmente, de esa tradición de la que vengo, de esa historia que es la historia de mis viejos y de parte de mi vida, rescato eso que estuvo en el origen: la fidelidad a los condenados de este mundo, la pasión por las causas que parecen perdidas y el amor por ciertos libros que hace rato nadie lee. ¿Cómo podría ser de otro modo?  Un par de años después de que mi viejo muriera me animé a volver a Chacarita, a dejarle unas flores. Y ahí paradita ví que sin que yo ni nadie de la familia lo supiera, en su tumba manos anónimas habían puesto una placa de madera pintada a mano que decía “a Miguelito, sus compañeros del Partido”.
http://liriaevangelista.blogspot.com.ar/

domingo, 2 de diciembre de 2012

ARGENTINA: Revelan como se desenmascaró la Operación Condor

El siguiente es un cable de ANSA, la agencia italiana de noticias, del día de hoy. Fruto de la lectura de la contundente informaciòn que contiene el libro SECRETOS EN ROJO, y de una conversación telefónica, se deslizan algunas imprecisiones o errores, pero nada que afecte lo esencial, y en todo caso mayor razón para recurrir a la fuente: el libro, donde esta increíble historia, de la que un amigo me dice que merece no solo libro sino película, es narrada casi por completo.

BUENOS AIRES, 2 (ANSA) - El periodista ruso Valentín Mashkin fue el primero en el mundo que sistematizó y publicó información sobre el operativo represivo de las dictaduras de América Latina en la década del 70 conocido como "Operación Condor", revela un ensayo recientemente editado en Argentina.
El ensayo, titulado "Secretos en Ro

jo", fue realizado por el periodista y ex militante del Partido Comunista Alberto Nadra, quien trabajó en la agencia soviética Tass de Buenos Aires durante la dictadura militar (1976-1983).
Nadra, en declaraciones a ANSA, también reveló que un "alto oficial del Ejército paraguayo y comunista encubierto fue quien informó al activista de derechos humanos de ese país Martín Almada el lugar en que estaban guardados los Archivos del terror de la dictadura de Asunción sobre la 'Operación Condor'".
El periodista eludió precisar el nombre del oficial paraguayo por "elementales razones de seguridad", ya que se encuentra vivo y reside en la capital paraguaya.
Mashkin publicó por primera vez un informe sobre la Operación Condor en 1983, y dos años después fue traducido al castellano, convirtiéndose en el primer informe sobre la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur, recordó Nadra.
El periodista ruso recibía "la información que enviamos desde las oficinas de Tass en Buenos Aires a través de los viejos Telex y que en la central de Moscú tiraban al tacho de la basura", ya que la entonces Unión Soviética no confrontaba con la dictadura argentina, dijo Nadra.
Sin embargo, copias de esos despachos periodísticos de Tass, más los informes de los partidos comunistas de América Latina y de otras fuerzas de izquierda "eran recolectados por los servicios de inteligencia y en especial por la sección América Latina del Partido Comunista de la Unión Soviética", explicó.
"El libro de Mashkin fue el resultado de la inteligencia coordinada de los servicios soviéticos que recibían la información desde nuestra oficina, que era la boca de salida", recordó el periodista argentino.
La oficina de Tass en Buenos Aires montó una red de informantes en las que participaron los poetas paraguayo Elvio Romero, el chileno Hernán Miranda Casanova (Premio Casa de las Américas 1976), los argentinos Jorge Aulicino y Daniel Freidemberg, el periodista chileno Luís "Lucho" Córdoba, el documentalista chileno Jose Madlavsky y el militante uruguayo Nicko Scwartz, actual embajador en Vietnam.
"Donde no había forma de conseguir información confiable era en Brasil, porque la dictadura había destrozado la resistencia de izquierda", recordó Nadra.
"El compromiso de denuncia sobre las violaciones en Argentina era más débil a diferencia de lo que ocurría con Chile" por parte de Tass, porque la Unión Soviética había roto relaciones con la dictadura de Augusto Pinochet y no con los militares que detentaban el poder en Buenos Aires, con quienes mantuvieron un flujo comercial intenso.
Nadra revela en "Secretos en Rojo" que el Partido Comunista de Argentina -con el consentimiento de Moscú - brindó "apoyo subterráneo y logístico" al Frente Patriótico Manuel Rodríguez para el atentado frustrado contra Augusto Pinochet conocido como operativo "Siglo XX".