No dudamos en considerar positivo que la Presidenta haya ratificado en la apertura de las sesiones ordinarias del Parlamento su opción por un “modelo” productivo y de más justa distribución de la riqueza y su compromiso de acentuar la intervención del Estado en la economía, así como concretar el envío a ese ámbito de una nueva ley de Radiodifusión, que --interpretamos-- no haga concesiones a los monopolios de la comunicación y, sí eco de los 21 puntos reclamados reiteradamente por la amplia y plural "Iniciativa Ciudadana por una Ley de Radiodifusión para la Democracia"
Tampoco podemos eludir la dosis de razonabilidad en críticas como las que, en ese camino, ponen en duda la cifra 43,6% de participación de los trabajadores en el reparto de “la torta”, o el Producto Bruto Interno, que no se compadece con las cifras, aún con las que dan cuenta de la baja lograda en los índices de indigencia, pobreza y desocupación. También, es evidente, que el rumbo emprendido en 2003, a tono con la crisis mundial, exige una continuidad superadora y no un simple continuismo, si se quiere cumplir con los objetivos de mejorar los niveles de empleo, la calidad de vida de los trabajadores y el protagonismo estatal para empujar su el conjunto de sus objetivos, que en este cuadro internacional no aparecen con posibilidades ciertas de poder avanzar en tiempos adecuados a las urgencias de los que menos tienen. Es necesario profundizar algunas líneas de acción y encarar otras, nuevas y audaces, no simple continuismo.
Sin embargo, no son estos los elementos que preocupan a la oposición, desesperada en el cálculo electoral, y menos que a nadie a la inefable pitonisa Elisa Carrió, que cuenta en su haber con el record de haber pronosticado, con día y hora, varias catástrofes que jamás se produjeron y omitir la que si ocurrió: el 19 y 20 de diciembre de 2001. Como dijimos en un post en este mismo blog, ya deseó una feliz viudez a la Presidenta, comparó a Néstor Kirchner con Hitler, Stalin, el “gordo Valor”, y ayer volvió a la carga en la equiparación con el matrimonio de Nicolás Ceasescu y su esposa.
Es esa obsesión la que, como denunciamos, la llevó semanas atrás a comparar al actual gobierno constitucional donde ella puede emitir este collar de disparates con el régimen de Stroessner, y “cuesta abajo en su rodada” llegar a la aberración de negar los crímenes de ese Estado terrorista, justificándolo.
Aunque nuestra prensa “seria” e “independiente” se encargó de no publicar una línea, las declaraciones provocaron una ola de indignación en Asunción, latinoamericana y la comunidad paraguaya en nuestro país, como puede chequearse por Internet. Las víctimas sobrevivientes, la bandera de la memoria de los miles de asesinados de ese régimen de horror que aún hoy levantan su familiares, y nosotros sin duda, seguimos esperando que Carrió pida perdón. Todavía esperamos….
Tampoco podemos eludir la dosis de razonabilidad en críticas como las que, en ese camino, ponen en duda la cifra 43,6% de participación de los trabajadores en el reparto de “la torta”, o el Producto Bruto Interno, que no se compadece con las cifras, aún con las que dan cuenta de la baja lograda en los índices de indigencia, pobreza y desocupación. También, es evidente, que el rumbo emprendido en 2003, a tono con la crisis mundial, exige una continuidad superadora y no un simple continuismo, si se quiere cumplir con los objetivos de mejorar los niveles de empleo, la calidad de vida de los trabajadores y el protagonismo estatal para empujar su el conjunto de sus objetivos, que en este cuadro internacional no aparecen con posibilidades ciertas de poder avanzar en tiempos adecuados a las urgencias de los que menos tienen. Es necesario profundizar algunas líneas de acción y encarar otras, nuevas y audaces, no simple continuismo.
Sin embargo, no son estos los elementos que preocupan a la oposición, desesperada en el cálculo electoral, y menos que a nadie a la inefable pitonisa Elisa Carrió, que cuenta en su haber con el record de haber pronosticado, con día y hora, varias catástrofes que jamás se produjeron y omitir la que si ocurrió: el 19 y 20 de diciembre de 2001. Como dijimos en un post en este mismo blog, ya deseó una feliz viudez a la Presidenta, comparó a Néstor Kirchner con Hitler, Stalin, el “gordo Valor”, y ayer volvió a la carga en la equiparación con el matrimonio de Nicolás Ceasescu y su esposa.
Es esa obsesión la que, como denunciamos, la llevó semanas atrás a comparar al actual gobierno constitucional donde ella puede emitir este collar de disparates con el régimen de Stroessner, y “cuesta abajo en su rodada” llegar a la aberración de negar los crímenes de ese Estado terrorista, justificándolo.
Aunque nuestra prensa “seria” e “independiente” se encargó de no publicar una línea, las declaraciones provocaron una ola de indignación en Asunción, latinoamericana y la comunidad paraguaya en nuestro país, como puede chequearse por Internet. Las víctimas sobrevivientes, la bandera de la memoria de los miles de asesinados de ese régimen de horror que aún hoy levantan su familiares, y nosotros sin duda, seguimos esperando que Carrió pida perdón. Todavía esperamos….
Me parece que a las criticas tendría que agregar algunasa cosas más que se olvidó, o no quiso tratar la Emperatiz: (in)seguridad, energía, transporte, impuesto a la renta financiera, etc. etc.etc. De paso,podría haber inaugurado las sesiones.
ResponderEliminarAlejandro Siker
PD: Coincido en que lo de Carrió es repudiable.