Adios a la amiga

"Recuerdo cuando partíamos al exilio la melena y los bigotes tuyos y de tu hermano (Roodolfo) acompañándonos hasta que salió el vuelo. Es algo que me llevaré en mi corazón el día que me vaya", me dijo "Chiquita" el 27 de agosto pasado. Casi una despedida, que hoy, desde estas teclas no puedo devolver. Tomo, más allá de cualquier matiz, la crónica publicada hoy por un matutino, para decirle adios, querida, entrañable Chiquita.

Cuentan que en 1964 fue a cubrir la histórica conferencia que el Che Guevara realizó en Punta del Este. Chiquita Constenla le hizo un largo reportaje. Y tras conversar con el Che, lloró durante toda una noche. Como presintiendo tragedias y frustraciones. O simplemente, manifestando esa sensibilidad que la caracterizó siempre.

Julia Constenla murió como quería. Lúcida y en plenitud intelectual, productiva hasta el fin, y con proyectos que no cesaban, a pesar de sus 83 años. Será enterrada cerca de su esposo, el notable escritor y ensayista Pablo Giussani, autor de “Montoneros, la soberbia armada”, un libro admirablemente sincero sobre los 70.

Fue gran amiga de la madre de El Che Guevara, Celia Guevara de la Serna, y su biógrafa. El Che aparece observado en ese texto desde un ángulo insustituible y crucial.

Su amigo, el lúcido escritor y periodista Isidoro Gilbert, cuenta hechos que son como espejos de su audacia. Cuando en los 60, el propio Gilbert, Chiquita y Giussani deciden embarcarse en la aventura de sacar una revista, titulada “Che”, ella y su marido deciden vender su casa. Así lo hicieron, y todo lo perdieron –en términos económicos– por la aventura.

Se mudó al lado del mitológico Rogelio García Lupo, uno de los fundadores de la Agencia Prensa Latina, y a pocas cuadras de Gilbert también. Ellos y otros referentes culturales se juntaban a almorzar desde hace décadas todos los martes. Intercambiaban opiniones y las diferencias políticas los enriquecían. Antes de partir a la sala de operaciones, le pidió a una de sus hijas que avisara que no podría estar presente esta semana.

También fue biógrafa de Sabato, de Michelle Bachelet y ahora, (sus amigos le hacían algunos chascarrillos al respecto), planeaba hacer una biografía de Marcelo Tinelli.

Fue interventora de Radio Belgrano entre 1985 y 1989. Chiquita ya no existe, pero si su obra. Y su sonrisa, que la muerte no podrá borrar. Será velada en la cochería Napolitano (Córdoba 3.677), hoy desde las 17. A las 12.30 del viernes será trasladada al Jardín de Paz.