Seguimos con nuestra selección dominical de Tres
mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor
Zimmerman, Editorial Aguilar.
Los teólogos de la Edad Media
encontraron gran dificultad para decidir dónde debían ir las almas de los
nacidos antes de la llegada de Cristo. Los patriarcas de la Antigüedad –Sócrates, e
incluso Adán y Eva– ¿qué lugar debían ocupar en el Más Allá?
Por no estar bautizados, la entrada al Cielo les debía ser negada,
sostuvieron varios concilios. Finalmente, la iglesia acabó por asignarles a los
no bautizados un lugar separado del Infierno. Allí, como lo muestra Dante en la Divina Comedia, esas ánimas
aguardan el Juicio Final en un estado de beatitud que, sin llegar a la suprema
felicidad del Paraíso, los exime del pecado y sus castigos.
Mucho más terrenal es el significado que ha tomado la frase en la
conversación cotidiana. Según ella, “estar” o “vivir en el limbo” consiste en
permanecer distraído o atontado; no enterarse de lo que pasa y se dice
alrededor. Como quien se encuentra siempre en la sala de espera de la eternidad
celestial.
Nota:
Un dato controvertido de
la entrada en el libro de Zimmerman es la afirmación de que el Limbo era un
lugar dentro del Infierno. La cuestión estuvo debatida.
En la época medieval, y
aun en la etapa del Humanismo pre-renacentista de Dante, la mayoría de los
teólogos lo consideraba de este modo; y así el poeta lo ubica en el Primer
Círculo del Infierno, debajo del lago Aquerón.De hecho, para estos teólogos existían dos Limbos: el de los Patriarcas y el de los Infantes.
No obstante, etimológicamente, “Limbo” proviene del latín
“limbus”, que literalmente es “en el borde”. Para varios teólogos el Limbo no
estaba en el Infierno, sino que era un espacio espiritual “en el medio”, en la
frontera entre el Cielo y el Infierno. Muy cerquita, pero separado, tanto de
uno como de otro.
Por otro lado, no todos los
nacidos antes de Cristo iban automáticamente al Limbo. Para poder acceder a
él, los no bautizados debían estar libres de pecado (el caso típico era el de
los recién nacidos; tanto antes como después de Cristo) y los virtuosos que habían muerto antes de la
llegada de Jesús; esto es, quienes, sin estar libres de pecado, habían muerto
“en amistad con Dios”.
Como corolario, vale la pena resaltar que el Limbo nunca fue parte
de la doctrina oficial de la Iglesia
Católica. Pero la situación de los recién nacidos no bautizados fue objeto de debate hasta el presente siglo. El último documento
emitido en este sentido por la Comisión Internacional
de Teología, a pedido de Juan Pablo II, sostuvo que no había forma de obtener
salvación divina sin el bautismo. Pero, dado el infinito amor de dios por todos
los seres humanos y su deseo de salvación para todos, cabía confiar en que la piedad de Dios determinaría la salvación de los niños no bautizados.
El nuevo Papa, Benedicto, adhirió al documento. De modo que para
la teología católica moderna, no existe el limbo, y es imposible acceder al
Cielo si no se está bautizado. Aunque cabe tener esperanzas en la piedad
divina…
Si existe
ResponderEliminares dificil afirmarlo
Eliminarlabarcadaniel12@hotmail.com
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