lunes, 29 de agosto de 2011

El largo camino de un artista que traza todo el dolor y las esperanzas


En coincidencia con el 40º aniversario de su primera muestra individual, se inauguró en el Museo Quinquela Martín de La Boca la nueva exposición antológica del gran plástico santacruceño Aníbal Cedrón, compañero y amigo del alma, comentada aquí por Lidia Fagale, en Tiempo Argentino.

"Mis cuadros miran a la cara. Estoy cautivo de emoción en ellos como un animal. Soy militante de la liberación social. Para la libertad, mis ojos y mi vida, este lugar donde me pongo el pantalón, en donde me quito la camisa en alta voz, y donde tengo suelo, un alma, un mapa de mi Argentina y el mundo.” Es Aníbal Cedrón quien habla, escribe y pinta y quien, tras 40 años de plástica, apostó a mirarnos otra vez con su obra en el Museo de Bellas Artes Quinquela Martín.

Luis Felipe Noé, su colega y amigo en las artes, considera un privilegio hablar no sólo sobre el plástico sino también de un Aníbal Cedrón que “se atreve a encarar las dos escrituras, la de la palabra escrita y el dibujo, en igual paridad y con la mayor solvencia en ambos casos” para decir, luego, desde el tuteo de la confianza, la admiración y el conocimiento: “Sos tanto del lenguaje de las artes visuales como del de las palabras. Esas palabras que te cuesta comunicar oralmente porque la emoción se atraganta y te embarga y se emocionan. Pero cuando las escribís, motorizan la emoción, y cuando pintás o dibujás se transforman con la exactitud de un cirujano en la vibración del alma dolorida…ciertamente no hay retórica en lo tuyo. Hay toda la sensibilidad en el medio que empleás. Sí es cierto, hay memoria también.”

Pero para la periodista y escritora, María Seoane, Cedrón “insiste en que esta aldea que pinta en su miserias y en sus utopías es una Humanidad en tránsito hacia la nada o, en todo caso, hacia un lugar aún desconocido pero añorado y que, tal vez, queda más cerca de lo que suponemos. A la vuelta de la esquina. Pero que, al mismo tiempo, queda tan lejos, en territorios que abarcan el planeta, el universo Fatalmente Global, nos dice Cedrón porque son mundos, países, abarcados, sometidos a los experimentos más crueles en los cuerpos de su gente.” Palabras que dichas en el pasado, en oportunidad de la muestra La Nación Inconclusa de 2004, vuelven a interpretar el sentido del arte de Cedrón, su decir, en este presente. Y así la obras del artista miraron a sus invitados, los interpelaron desde la historia, sumando al turbador frío de ese mediodía, el estremecimiento que produce conjugar todos los verbos en un solo tiempo.

Como señala Cedrón: “Cada mañana es la batalla por el hoy, entre el pasado y el futuro. No me rindo. En tiempos de cultura de anomia y mentalidad sepulturera, que proclaman el fin de la historia y eternidad capitalista, mi obra es tan realista como surrealista, tan llena de metáforas y poesía (…)”.

Y el viento frío que acompañó la inauguración de la muestra artística venía del río, del mismo río que recibió en sus aguas impunes decenas de cuerpos de desaparecidos, a los que Cedrón pinta, les escribe porque insiste, él tiene otros vientos, “vientos de historia.”

Y sobre “el sospechador de universos”, dice el pampeano Miguel Ángel Rodríguez, también prologuista del hermoso catálogo que recorre la obra: “El ojo de Aníbal Cedrón está simétricamente cruzado por el nosotros. Es evidente en su poética abierta a las gestas populares, se observa en trabajos como el homenaje al Cordobazo en La mar estaba serena..., de 1999, Donde ardía la marea de 2002, El vuelo de las cacerolas y Bombardeo a Plaza de Mayo de 1955, creado en 2006. Son su vida, que insistentemente se ubica por delante de su estética, y la intransigente reflexión sobre la realidad, las fuentes de donde brota la sensibilidad que le caracteriza.” Expresiones todas ellas, que lo pintan al artista que nos mira desde su obra, o como señala uno de los dibujantes más importantes de la Argentina, Eduardo Stupía: “Cedrón respira aire puro del dibujo que, distraído, habla con fruición de sí mismo, mientras la escena que tan fastuosamente ha constituido también nos habla, pero de otras preocupaciones, denuncian tragedias.” Hasta el 18 de septiembre la muestra espera mirarnos, desde casi el borde del río en la Ciudad de la Boca, donde él y su familia desembarcaron después de un viaje desde la provincia de Santa Cruz para desembocar en los primeros trazos de su obra, de su vida, de nuestra historia. Así como lo viene haciendo desde hace 40 años

1 comentario:

  1. La exposición antológica "Argentina volver a vivir" de Aníbal Cedrón se presenta en el Museo de Bellas Artes Quinquela Martín, en el barrio de la Boca, en coincidencia con el 40 aniversario de su primera muestra individual.

    En esta retrospectiva el artista revisa su propia obra que reelabora en nuevas composiciones, a manera de un revisionismo histórico.

    Se destacan los dibujos desprendidos de una tradición gráfica, algunos nos remiten a grabados antiguos, otros nos revelan la apropiación del ritmo en un sistema de líneas inspiradas en Van Gogh que el artista produce a partir de su propia huella digital.

    Esta textura visual le da cuerpo a hombres solitarios que atraviesan espacios vacíos castigados por el viento, corporiza los tremendos dibujos de -la presencia de lo ausente-, o diversos retratos y autorretratos, como el del Quijote o el de Claude Monet en retrato de un rechazado.

    Trazos, pinceladas e impresiones que el artista manipula fotocopia, corta y aumenta para dar lugar a un cielo tormentoso que amenaza al toro argentino o un río revuelto que se convierte en trama.

    Este pensador visual reflexiona siempre acerca de nuestro país y el mundo mientras destila imágenes de tinta china y las confronta con escenas de gestas populares.

    Siempre sensible al dolor con mayúsculas, masacres como el bombardeo a Irak pasan por sus pinceles para vomitar una obra de 2003 que con un realismo casi surreal, inunda el cielo de monstruosas aves que amenazan Bagdad con rojo fuego, o la ilustración para la revista Encrucijada -La migración de los pueblos y el Eternauta- donde con lápices de colores reúne la tragedia de todos los éxodos.

    A pesar del dramatismo de imágenes como el bombardeo a Plaza de Mayo en la pintura - Entre la espada y la cruz- de 2006 o el magnífico dibujo donde cita a Carlos Alonso en la figura de un hombre desnudo y maniatado con la cabeza entre las piernas de - La humanidad acosada- del 98, Cedrón también propone toques de humor como en -Pájaro atrapado en claro de luna- que es un dibujo sobre partitura de Beethoven.

    Incandescencia de un discurso que viene de los 70, de cuando Aníbal Cedrón fue dirigente estudiantil y secretario general de la FUBA entre 1970 y 72, y que empuña como medallas de combate sus expulsiones de la facultad de arquitectura y filosofía y letras.

    Su obra emerge de esas luchas, marcado para siempre como parte de una generación Cedrón no abandona la posición, el deseo de cambio, la denuncia. Escarba la tierra con sus manos y saca estos dibujos atravesados de dolor.

    El artista interpela siempre desde un diálogo febril con la realidad vernácula y la global. Se atraganta a veces de impotencia con ese candor para decir sin eufemismos, las cosas por su nombre, otras logra extraer una hermosa línea que dibuja las peores cosas, siempre desde dentro, como uno más de tantas víctimas.

    Y desde el catálogo se confiesa: "porque pertenezco a una familia de revolucionarios repelentes, sospechadores de universos, de contrabandistas metidos de perfil en la cultura, de esos incómodos, malditos e indeseables hurgadores del dedo en la llaga, si se quiere de aguafiestas, que transitan a contramano de las avenidas asfaltadas por el poder establecido" Como escribe María Seoane, el artista da cuenta de la vida infeliz que tuvimos, pero en Argentina volver a vivir esta muestra antológica, reconoce una sintonía del hoy con esos tiempos de utopías, mientras nos muestra una paloma de alas abiertas que sobrevuela un cielo crepuscular, encendido por la presencia de un pueblo.

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