C on F irmeza y K onvicción, en este día trascendente, seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar.
De la Edad Media, las disputas sobre teología y metafísica arrojaron luz sobre importantes puntos de doctrina. Pero no faltaron amantes de la retórica que se ocuparon de asuntos triviales y disparatados. Fueron famosas, por ejemplo, las largas controversias acerca de cuántos granos forman un montón (¿cuatro, diez, una bolsa entera?). Los pseudosfilósofos de aquella época se empeñaron también en dilucidar a partir de qué número de pelos un hombre llega a ser calvo. Tampoco las mujeres escaparon a esas batallas: mientras algunos sostenían que Dios no les había concedido alma, otros abogaban por que se les reconociera una… pero chiquitita. Entre tanto absurdo, el sexo que poseen los ángeles motivó escritos y debates. ¿Se los debía concebir como masculinos o asexuados, hermafroditas o inmateriales? Hoy el asunto ha quedado de lado. “El sexo de los ángeles” se refiere a cualquier derroche de sutileza con patente de erudición. En palabras más simples: un divague “al cohete”.
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