Datos públicos y privados muestran de manera fechaciente que la economía ha recuperado el nivel de actividad anterior a la crisis internacional. El crecimiento previsto para este año es de alrededor del 7% del PBI. Esto significa que sobre un producto de u$s 340 mil millones, el 7% son casi u$s 24 mil millones, o u$s 2 mil millones por mes. Esa es la riqueza que el país habrá pruducido entre enero y diciembre de 2010. Además, en el primer semestre las multinacionales batieron el récord de utilidades giradas a sus casas matrices, con más de u$s 2.300 millones. Y el sector automotriz, íntegramente compuesto por grandes empresas extranjeras, está por batir la cifra histórica de producción (600 mil unidades), venta y exportación de vehículos. En este escenario creció el empleo y también el empleo en blanco. Aumentó notoriamente el nivel de escolaridad primaria tras la aplicación de la asignación universal por hijo y se incrementó el consumo.
Ahora bien, estas noticias que alegran a la gente, ¿son buenas también para los grandes medios? Aunque se impone una pregunta previa: ¿son noticia? Para responder esta pregunta basta recorrer las páginas de los principales diarios y tratar de encontrar alguna nota que refleje con objetividad el crecimiento que se ha registrado practicamente en todos los sectores de la economía, incluido el agrícolo-ganadero, ya que este año la cosecha de granos andará cerca de los 100 millones de toneladas.
No pierda el tiempo, lector; no las encontrará. Lo que hallará por todas partes son las malas noticias que todo país tiene: asaltos y robos, asesinatos, tomas de rehenes, salideras bancarias y, sobre todo, las quejas de los empresarios nativos, en particular los del campo, que ya constituyen el cuarto deporte nacional detrás del fútbol, el automovilismo y el básquet. Curiosamente las multinacionales no tienen inseguridades ni quejas. Baten recordes de producción, ganan buen dinero con el que reinvierten y/o giran utilidades a sus casas matrices.
En Estados Unidos un joven desequilibrado mató a 8 de sus ex compañeros de trabajo, pero la prensa norteamericana no le echó la culpa al gobierno de Obama, y eso que estas masacres son habituales en el país del norte. ¿Se imagina, lector, las coberturas que habría hecho la prensa corporativa si aquí hubiera ocurrido una tragedia semejante?
Si la realidad fuera la que reflejan estos medios la Argentina sería un país invivible, pero si lo fuera no continuaría aumentando el turismo extranjero año a año, y no seguirían llegando inmigrantes de los países hermanos. Tampoco crecerían la economía, el empleo y el consumo. Literalmente invivible fueron la Argentina de la dictadura y la de la crisis de principios de siglo, aunque estos mismos medios apoyaron tanto el golpe del 76 como la convertibilidad de los 90. Autocrítica, cero. Definitivamente, la realidad es un obstáculo para los medios de comunicación opositores, que la retuercen, la maquillan, la ocultan, la deforman o la ningunean a voluntad.
Por su influencia intimidatoria, paralizante, siempre listos a defender el proyecto minoritario del que son portavoces, alguien definió a los medios como los tanques del siglo XXI, pero la metáfora no es afortunada porque son de papel. Sin el respaldo de los tanques de verdad, la derecha es apenas un matón de barrio.
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