sábado, 7 de agosto de 2010

Combatiendo al Capital...más concentrado


Otro aporte del Colo, esta vez para entender un poco mejor los ultimos movimientos de las centrales patronales


Si la oposición es un espacio donde conviven paisanos de varios pueblos, hermanados por una vocación de poder tan lábil que les impide ganar votaciones parlamentarias, ese no es el caso del gremialismo patronal (Unión Industrial Argentina -UIA- y Asociación Empresaria Argentina -AEA), que en las últimas semanas se ha erigido en el estado mayor del capital más concentrado.

Pero la paja no es trigo. Mientras que las multinacionales no le reprochan nada al gobierno porque ganan buen dinero, no tienen ningun problema jurídico y acaban de batir el record semestral de giro de ganancias a sus casas matrices, por valor de u$s 2.725 millones, el gran empresariado nacional reclama un montón de cosas: seguridad jurídica, solidez republicana, previsibilidad en las reglas, garantías para invertir y un largo etcétera. Son los mismos que hace dos décadas apoyaron la convertibilidad que desfondó al país, y que antes respaldaron a la última dictadura, esa que garantizó como nadie la seguridad jurídica, la solidez republicana, etc. Si bien entonces no había ninguna regla y sobraban las garantías para invertir, esos empresarios fugaban capitales. Por aquellos años dos multinacionales del sector automotriz se marcharon de la Argentina.

¿Acaso alguien puede pensar hoy que las retornadas Fiat y General Motors, más Renault, Mercedez Benz, Peugeot, Toyota y Wolkswagen, que están a punto de batir el triple record histórico de producción, venta y exportación anual de automotores, podrían conseguir ese logro en un mar de inseguridad jurídica, de fragilidad democrática, de ausencia de reglas y de falta de garantías?. A otro perro con ese hueso.

Si se recuerda que Arcor --la nave insignia de AEA-- es propiedad de los Pagani, y que esta familia cordobesa creó la Fundación Mediterránea, que fue el trampolín de Domingo Cavallo, entonces es posible ir descubriendo la verdadera naturaleza del reclamo. Súmese que la Mesa de Enlace, entre otros, viene pidiendo reiteradamente una devaluación qué beneficiaría sus bolsillos pero repartiría penurias entre la gran mayoría de la población, y entonces empezará a entenderse qué piden realmente los empresarios cuando reclaman "seguridad", “reglas claras”, “garantías”.

Si se adevierte que Clarín es la segunda empresa más influyente en AEA, y que la tercera es Bagó (industria farmacéutica) es posible entender un poco más. Clarín viene peleando para trabar la aplicación de la ley de medios, que en unos años podrá desarticular la corporación mediática. Bagó respira desconfianza cuando imagina el desembarco de laboratorios chinos especializados en la producción de genéricos en gran escala, cuya llegada a la Argentina permitiría abaratar sensiblemente el costo de los medicamentos, uno de los principales gastos de la salud pública. Y la cultura, que es el más concentrado de los capitales, explica por qué dos obispos influyentes, Bergoglio y Aguer, llamaran poco menos que a la guerra santa contra el matrimonio homosexual. La iglesia está dispuesta a expulsar de sus filas a cualquier sacerdote que respalde esa ley, pero no a Von Wernick, probado torturador, ni a Grassi, acusado de abusar de menores en su fundación Felices los Niños. ¿Acaso una opinión es más grave que un crimen?

Y todavía es posible avanzar otro paso en la comprensión de lo que ocurre. El presidente de la Sociedad Rural tuvo la desfachatez de sacarle ferozmente el cuero al gobierno (como lo hace con sus vacas) y ningunear los evidentes logros de las políticas oficiales en nombre de esa extensión metafísica llamada “el campo”. Biolcatti es el mediocre sacerdote de un dios avaro, cuya religión le impide compartir con el resto del pueblo las ganancias extraordinarias de la soja. En la platea estaban Duhalde, de Narváez y Solá, los precandidatos del peronismo conservador bonaerense, que no le rebatieron ni un solo exabrupto. Y al final aplaudieron. Una foto histórica.

A la derecha argentina le cuesta innovar porque piensa con el bolsillo. Sin embargo se aproxima a una encrucijada difícil de resolver. Cuando el Partido Conservador que defendía sus intereses fue desfondado por la aparición de la Unión Cívica Radical, la oligarquía apeló al golpe de estado para que los centuriones la defendieran de los bárbaros. Lo hizo sistemáticamente entre 1930 y 1983. Cuando el partido militar fue volatizado por la suma de sus crímenes, el establishment, siempre sagaz, descubrió las enormes posibilidades del peronismo conservador, y lo adoptó. Para sorpresa de muchos Ménem fue abrazado por la familia Alsogaray, y para ignominia de todos él abrazó al almirante Rojas. Pero el PC se ha convertido en minoría, tanto que se le hará muy difícil ganar una elección. Ya se sabe que los radicales son poco confiables para el gran capital, que Macri parece estar a punto de caer en un lugar poco mullido y que la señora Carrió sigue haciendo lo posible para que nadie la elija. Y si obtiene un respetable porcentaje de los votos nacionales, es impredecible lo que decidirá Pino Solanas (y sus electores) en una eventual segunda vuelta. Así las cosas, ¿qué hacer? La compleja respuesta a este interrogante está poniendo nerviosa a mucha gente.

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