Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar.
En el año 390 a.C, un jefe galo llamado Breno inflingió una seria derrota a los romanos, y sus hordas se apoderaron de la capital. Sólo el Capitolio resistió durante siete meses. Por fin los sitiados acordaron pagar un rescate que consistía en colmar de monedas de oro el plato de una gran balanza. No bien empezaron a cargar el oro, los romanos advirtieron que las pesas eran falsas y que con ellas el tributo resultaba mucho mayor. Reclamaron, pero Breno, por toda respuesta, lo aumentó todavía más arrojando su enorme espada entre las pesas. Su única justificación fue un grito “¡Ay de los vencidos!”. Y los romanos tuvieron que someterse a las razones de la fuerza. Breno era sin duda un bárbaro. Pero era también un individuo realista. Cualquiera que haya sufrido una derrota, aunque sea deportiva, sabe que no hay compasión para quien pierde. O ve perder a su equipo favorito.
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