Cómo se conquistó el pacto neocolonial
Alguien tan inteligente como el marxista peruano José Carlos Mariátegui –un marxista como no hemos tenido ni uno aquí salvo Milcíades Peña, pero mucho después– jamás consideró que humillaba a su patria (Perú) ni a la entera América latina por considerar que: “Enfocada sobre el plano de la historia mundial, la independencia sudamericana se presenta decidida por las necesidades del desarrollo de la civilización occidental o, mejor dicho, capitalista” (José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Ediciones El Andariego, Buenos Aires, 2005, p. 16). Y añade: “Mr. Canning, traductor y ejecutor fiel del interés de Inglaterra, consagraba (...) el derecho de estos pueblos a separarse de España y, anexamente, a organizarse republicana y democráticamente. A Mr. Canning, de otro lado, se habían adelantado prácticamente los banqueros de Londres que, con sus préstamos –no por usurarios menos oportunos y eficaces–, habían financiado la fundación de las nuevas repúblicas” (Ibid., p. 17). Pero hay quienes afirman que
Pero deseo agregar un par de elementos fundamentales. Dejo de lado los pasajes del Plan de Operaciones en que Moreno sugiere entregar la isla de Martín García a Inglaterra para que nos proteja o sus exultaciones sanguinarias (típicamente jacobinas) o sus elogios a la delación. Vamos a otra cosa. Moreno no tenía lo que tuvo Robespierre: una burguesía revolucionaria. Por consiguiente, todas sus brillantes ideas revolucionarias (la expropiación de las grandes fortunas, por citar una) giraban en el vacío. Tampoco era heredero de las Juntas españolas porque su Junta era una y no tenía arraigo popular. Esta figura que dibuja Moreno (la del ideólogo revolucionario sin clase social que en que apoyarse) será también la de Lenin: el revolucionario socialista sin proletariado urbano. Lenin tenía un problema muy simple: si quería hacer la revolución siguiendo las indicaciones de El Capital tenía que esperar 50 años. Que la burguesía se desarrollara y diera origen al proletariado revolucionario. Jamás. Ideó la teoría de la vanguardia. Una élite de intelectuales (que conocían las leyes del desarrollo histórico) formarían un partido de vanguardia y entregarían al proletariado la “ideología revolucionaria” evitando así el pasaje por la etapa capitalista. Esa sería la “dictadura del proletariado”, pero dirigida por una vanguardia que ejercería una tutela ideológica sobre ese proletariado modelando su conciencia revolucionaria y ahorrándole el pasaje por el infierno de la etapa capitalista. Todo esto tenía que terminar mal. El Partido de Vanguardia se convierte en Partido de
En suma, las “revoluciones” de América latina lo fueron –por completo– respecto de España. Había que expulsar a los godos de un continente que deseaba entrar en la modernidad capitalista. Desde esta perspectiva, la lucha fue a muerte y fue triunfal: el poder español se retiró. Fue derrotado –por el glorioso general Sucre en 1824 en la batalla de Ayacucho– el poder colonial al que estábamos sometidos. Se inicia, a partir de ahí, el pacto neocolonial. América latina se transforma en un continente de monocultivo para cubrir a bajos precios las necesidades de las industrias británicas. Inglaterra, taller del mundo, nos dará todas las mercancías que necesitemos. Pero esa es otra historia. Y no disminuye la grandeza de San Martín, que acaso vino al Plata en la corbeta George Canning para llevar a cabo esa y sólo esa tarea: echar a los godos, derrotar el atraso, abrir las puertas de la modernidad occidental. Acaso en Guayaquil –si Bolívar le confío sus sueños sobre la gran nación bolivariana– le dijo no, lo que yo vine a hacer a este continente ya está hecho. Y se fue. El resto es otra historia. La de
Respuesta de Israel Lotersztain
Master en Historia de
Feinmann: ¿Errores elementales para ver la historia o manipulación interpretativa?
El 18 de abril pasado, el filósofo, ensayista, guionista y conductor de televisión José Pablo Feinmann publicó en su habitual contratapa dominical de Página 12 un artículo titulado Cómo se conquistó el pacto neocolonial.
Resulta interesante comprobar cuántos errores casi elementales de información histórica básica comete Feinmann sobre historia argentina en la citada nota.
Para un intelectual que se precia de tal, resulta llamativo su nivel de improvisación y su desconocimiento, a menos que no se trate de ignorancia sino de intencionada manipulación interpretativa.
Veamos:
a) El centro de su interpretación sobre Mayo de 1810 es este: el reemplazo de una colonia, la española, por una nueva colonia: la dependiente de Inglaterra. Es que, según Feinmann, los terratenientes locales, los grandes poseedores de la riqueza, estaban ansiosos de exportar sus productos: trigo y carne, a todo el mundo, especialmente Inglaterra, y no vender (o comprar) al monopolio que imponía la corona española.
b) Claro que los hechos históricos se oponen tozudamente a esta interpretación. Los terratenientes argentinos en 1810 no exportaban "trigo y carne" como Feinmann indica. Trigo se importó hasta 1860, y se comenzó a exportar en serio recién en 1899, con la "revolución cerealera" que cambió
b) Menos aún se exportaba carne, salvo a partir de 1830 una cantidad ínfima, por sumas insignificantes, en tasajo (carne seca y salada) para esclavos de Brasil. Para vender carne al exterior fue necesario transformar el ganado de criollo a las razas inglesas, esperar que aparecieran los barcos frigoríficos, implantar las pasturas como alimento... Otros cien años mal calculados por Feinmann.
c) Lo interesante para analizar desde un punto de vista económico a Mayo de 1810 es recordar que el Virreinato casi no exportaba nada, sino que vivía fiscal y comercialmente de la plata proveniente del Alto Perú, que representaba el 90% del presupuesto y del movimiento económico de Buenos Aires. Y con esa zona (lo que hoy es Bolivia) se comerciaba desde aquí, y era precisamente la fuente casi exclusiva de su provisión de metálico. Debido a esta dependencia, en 1810
d) Los comerciantes porteños estaban por entonces divididos: los que habían lucrado con el monopolio querían seguir igual, y los apoyados por los ingleses querían comprarles a éstos y vender en el interior y en el Alto Perú. La "burguesía nacional" - una designación demasiado ridícula para 1810- quería hacer, como siempre, el negocio que pudiera, en una ciudad (insistamos en la idea) de casi absoluta miseria como era esta. Pero cuando se les cerró el Alto Perú se vieron en problemas: ya no tenían la plata boliviana indispensable para comerciar con los ingleses. Se había acabado el negocio que conocían. Y empezaron con desesperación a buscar otro.
e) Y es por ello que alrededor de 1825 aparece el negocio, muy primitivo, de comprar tierras, implantar en ellas vacas y obtener de las mismas cueros (y muy poco de tasajo y sebo) para exportar. Allí aparecen los terratenientes, pero las dificultades que enfrentaban eran grandes. El rinde era paupérrimo: una vaca cada 25 ó
La descripción del "pacto neocolonial" que Feinmann esgrime se complementa con la idea de que los banqueros ingleses nos prestarían a tasas usurarias y sobre todo que la oligarquía local impediría cualquier desarrollo industrial autónomo para seguir comprando a los británicos. Que nada de esto último realmente ocurrió -sino todo lo contrario- puede comprobarse simplemente leyendo los editoriales del Siglo XIX de
Y la mejor evidencia de su apoyo la constituye el hecho de que los aranceles de importación que lograba cualquier industria que se establecía localmente para protegerse de una competencia externa eran altísimos, como lo denunciaba furiosamente tan solo... la izquierda marxista de entonces, ya que esos aranceles de importación y precios más elevados los pagaban desproporcionadamente a sus ingresos los más pobres. En cuanto a los banqueros y su usura el default argentino de 1890, el más grande de la historia financiera mundial hasta ese momento y que se mantuvo por más de16 años y resuelto en quitas tremendas para los acreedores, demuestra que la desconfianza de estos hacia los tomadores de crédito locales y las consiguientes altas tasas que les pedían no carecía de alguna justificación...
Respuesta de Norberto Colominas
Periodista
¿Revolución o chirinada?
Al leer la nota de JPF publicada en la contratapa de Página 12 el domingo 18/4, un lector desprevenido puedo llegar a la conclusión de que en mayo de 1810 no pasó nada, o mejor dicho, no pasó nada de lo que todos los historiadores, aún con sus diferencias, dicen que pasó.
Con un sorprendente malabar histórico, el autor nos induce a pensar que un grupo de individuos iluminados (vanguardistas sin clase social detrás de ellos, como Lenin... ¿y por qué no como Firmenich?) dio un golpe de estado en la paupérrima aldea que era entonces Buenos Aires, derrocó al virrey y liberó el comercio con Inglaterra. Punto. Ninguna referencia a las profundas diferencias ideológicas, culturales y políticas que existían entre el poder criollo emergente y la corona española. Y, menos aún, ni un solo párrafo referido al proyecto revolucionario expuesto por Mariano Moreno en el Plan de Operaciones, esa viga maestra de la revolución. En suma, en 1810 hubo un solo cambio: se pasó del colonialismo con España al neocolonialismo con Gran Bretaña, para beneficio de los comerciantes locales. Todo lo demás pertenece al Billiken de izquierda.
En el proyecto que llevaron adelante desde Moreno a Rosas, pasando por Belgrano, Castelli, San Martín, Güemes, Artigas, Guido, Manuel Moreno, Dorrego y Pueyrredón, entre tantos otros,
Porque puestos a cuestionar la representatividad de los movimientos revolucionarios de cualquier época, ninguno quedaría en pie. ¿A quiénes representaban Rómulo y Remo, fundadores simbólicos de un imperio que duró 700 años? ¿Y a quien Espartaco, que promovió el primer alboroto al mando de 20 gladiadores? ¿A quién representaban el joven abogado George Washington, el primer Ho Chi Min, que andaba descalzo; el Mao de los primeros kilómetros de
¿En qué concepto de clase social mal aprendido ancla esa descalificación de
Si las revoluciones latinoamericanas del siglo XIX (americanistas, antiliberales, integradoras, inclusivas) se diluyeron en el tiempo, eso no le quita ni un ápice de gloria a quienes las iniciaron. Aunque la lista es muy larga, a modo de ejemplo citaremos a tres grandes protagonistas de esa época, ninguneados por la historiografía liberal, por razones fáciles de comprender, y curiosamente también por Feinmann. Me refiero al venezolano Francisco de Miranda, padre político de Simón Bolívar y primer articulador de
La paradoja sobre la que JPF debería reflexionar es que mientras el contrarrevolucionario Bernardino Rivadavia le dio su nombre a la principal avenida de Buenos Aires, el de Bernardo de Monteagudo, un revolucionario cabal, apenas sobrevive en una calle perdida de Parque de los Patricios. Y esa sí que es una cuestión de clase.
Que lindo que escribe Colominas! también sería lindo que se ocupe de su hija discapacitada. A veces me pregunto: cómo se llevará con la almohada? No la visita, no aporta dinero, no llama para ver cómo está. Nadra: Porqué cobijás en tu blog a semejante basura?
ResponderEliminarAl margen de los olvidos de su vida personal, sería lindo que citara sus fuentes.
ResponderEliminarEduardo
Hola Eduardo. Eso no es olvido. Se llama abandono de persona, irresponsabilidad, desamor, desinterés y muchas cosas más.
ResponderEliminarDebo recurrir a este método, porque hace 34 años que me hago cargo sola de mi hija que padece de parálisis cerebral y diabetes, y por las vías normales de reclamo no hay respuesta. Cambia de trabajo, se muda, si logro hablar o me miente o se enoja, etc.
Mi nombre es Liliana Costanzo soy la mamá de Ana Victoria, y no entré en el comentario anterior con mi dirección de mail porque me tienen "bloqueada".
Saludos
Liliana
Liliana, no te conozco, pero como habrás visto he dejado sin tocar sus comentarios a la nota anterior y actual de Colominas. Pero me parece que es abusar de mi buena fe, y si queres mi inocencia por admitir un arrebato. No tomo posición en lo personal, pero este es el punto final EN EL BLOG, pues es un lugar para volcar, y aún debatir ideas contradictorias, y no para dirimir las conflictos, y aún dramas familiares como el vuestro, por cierto tremendamente doloroso y diicil. Espero respetes mi blog como yo he respetado, quizà en exceso tu libertad para expresarte en lo que no coresponde, y sin contraparte.
ResponderEliminarAlberto Nadra
necesito seberlo es para el cole plisssssssssss
ResponderEliminarm dicen por favor las principals similitudes entre mariano moreno, bernardo de monteagudo y simon rodriguez..porfaaaaa!!!!
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