martes, 27 de julio de 2010

Carlos Blaquier y Ledesma II: historia de horrores y negocios


Francamente indignante el reportaje que La Nacion, domingo 25 de julio publica al Presidente de Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, y que lamentablemente todavia no ha producido el impacto que debería haber disparado entre el peronismo kirchnerista, la izquierda y el movimiento de Derechos Humanos. El personaje, con 82 años de militancia en el privilegio y el campo antipopular, dice cosas como que "En este país, a todo el que tiene guita lo ataca la zurda", para descalificar las acusaciones de la responsabilidad de su empresa en la represion dictatorial, en particular "La Noche del Apagón". De paso, califica de "fascista" a Juan Perón. Una tibia, y aún si fuera calurosa, valoracion de la politica industrialista del actual gobierno no oculta la infamia, el crimen y la explotación.

La empresa Ledesma fue cómplice de la dictadura cívico-militar. La noche del 20 de Julio de 1976 (conocida como "la noche del Apagón") la usina de Libertador General San Martín (Dpto. de Ledesma. Jujuy) corta el suministro eléctrico, mientras policías, gendarmes, militares y capataces de Ledesma comienzan a allanar y saquear viviendas de los pueblos de Lib. Gral. San Martín y Calilegua. 400 trabajadores, estudiantes y profesionales son llevados a los galpones de mantenimiento del ingenio azucarero, donde permanecieron días y meses atados y encapuchados. Tras las torturas e interrogatorios, algunos son liberados, otros son enviados a comisarías o cuarteles militares, otros aparecen en cárceles de distintas provincias. Treinta compañeros permanecen desaparecidos. La foto que ilustra este post corresponde a una condena de los familiares de esas víctimas. Roberto Pucci, historiador, autor del libro Tucumán 1966-Historia de la destrucción de una provincia, escribió la siguiente nota de imprescindible lectura para ver la trama entre los negocios, la persecución y el terrorismo de Estado en la Argentina, incluído el perpetrado contra la "sacrosanta" propiedad privada
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La novedad de que la corporación del Ingenio Ledesma ha desembarcado en la actividad azucarera de la provincia de Tucumán debe ser considerada con precaución, por no decir con cierta alarma, puesto que los tucumanos deben saber que todo su poderío actual se edificó a partir de su estrecha asociación con las dictaduras militares de 1966 y 1976.
Su propietario y presidente reescribe ahora su trayectoria y presenta al Ledesma como una víctima más de la salvaje agresión desatada contra Tucumán por la dictadura militar de Onganía, que liquidó once ingenios (el 40 por ciento de las fábricas), eliminó de la actividad a unos 11.000 pequeños cañeros, lanzó a la desocupación a unos 50.000 familias y obligó a 250.000 tucumanos a un penoso exilio interior, apiñados en las villas miseria de Buenos Aires.
La verdad, por el contrario, es que Herminio Arrieta y Carlos Blaquier integraron los cenáculos cívico-militares que planearon aquellos golpes de Estado y la destrucción de Tucumán y, mediante la liquidación de ingenios como el Esperanza, el Santa Ana y otros (gestionados entonces por cooperativas mixtas de cañeros, obreros y el estado provincial), se apoderaron de la parte del león del mercado azucarero gracias a los decretos-leyes impuestos por Jorge Salimei, Adalbert Krieger Vasena y otros funcionarios de aquella dictadura.
El ingenio Mercedes fue adquirido por Herminio Arrieta con el fin de clausurarlo, medida que tomó en 1967 a pesar de ser el único ingenio tucumano que recibía aumentos de cupos, mientras el resto era cerrado por la fuerza o sufría recortes y padecía la asfixia crediticia del poder central.
Tras la muerte de su suegro, Carlos Blaquier fue un activo conspirador y propagandista de la dictadura del llamado “Proceso”, predicando contra el liberalismo y la democracia, a la que despreciaba con el nombre de “votocracia”. En aquellos oscuros años, el ingenio Ledesma fue cómplice del secuestro y desaparición de decenas de sus obreros y empleados, en la llamada “Noche del Apagón” de julio de 1976, acción por la que Carlos Blaquier se encuentra inculpado hoy ante la justicia federal.
La historia no admite reescrituras infinitas.

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