miércoles, 28 de octubre de 2009

Junto a Saramago


Mi amigo Federico Soñez acaba de mandarme esta más que interesante, y contundente, reflexión sobre el ataque masivo al que esta siendo sometido el brillante portugues, claro que con un titulo un poco más incisivo: "Junto a Saramago y contra e dios inmoral conocido como Yahvé/Elohim, o ¿què significa el respeto a la diversidad".

Los dichos del Premio Nóbel José Saramago, al presentar su nueva novela, han despertado una ola condenatoria de fanáticos creyentes al punto de solicitar, así lo hizo el eurodiputado Mario David, que abandone "lo más rápido posible" su ciudadanía portuguesa.
¿Qué dijo Saramago? Pues que el Dios de la Biblia no era alguien de fiar, que es "cruel, mala persona y vengativo". Muy delicado estuvo, sin dudas, el maestro portugués. Ciertamente se trata de un dios guerrero tribal , construido en base a antiguos relatos provenientes de Sumer, Babilonia, Egipto y Persia, que actúa como un asesino genocida , un déspota patriarcal que ejerce su dominio criminal alejado de cualquier tipo de consideración moral.
En la Biblia, libro que Saramago califica como catálogo de crueldades, se pueden leer cosas así:
"Yahavé tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de espada a todos sus varones; las mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, los tomarás como botín. Comerás los despojos de tus enemigos que Yahavé tu Dios te ha entregado.
Así has de tratar a todas las ciudades muy alejadas de ti, que no son de las ciudades de estas naciones. En cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahavé tu Dios te da en herencia, no dejarás nada con vida, sino que los consagrarás al anatema a hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, como te ha mandado Yahavé tu Dios"
(Deuteronomio 20, 13-17)
"Yahavé habló a Moisés en las estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, y le dijo:
Habla a los israelitas y diles:
cuando paséis el Jordán hacia el país de Canaán arrojaréis delante de vosotros a todos los habitantes del país. Destruiréis todas sus imágenes pintadas, destruiréis sus estatuas de fundición, saquearéis todos sus altos. Os apoderaréis de la tierra y habitaréis en ella, pues os doy a vosotros todo el país en propiedad
"(Números 33 ,50-53)
Si no entendemos todos estos dichos como revelaciones divinas, sino como expresiones de los valores de la Edad de Hierro y de las costumbres patriarcales, si los entendemos como intentos discursivos por justificar invasiones, violaciones y matanzas, si las consideramos como equivalentes a las masacres en honor a Anat, por ejemplo, como efectivamente deben ser considerados, no nos pueden causar perplejidad.
Entonces no podemos coincidir con Jung, cuando dice que "la ausencia de moralidad humana en Yahavé es un obstáculo que no puede ser pasado por alto". Claro, hay ausencia de moralidad si lo consideramos desde la moral moderna fundada en razones, o desde la ética de las antiguas culturas pacíficas del neolítico y primeros tiempos del paleolítico, que rendían culto a la diosa y no se dedicaban a invasiones, guerras ni genocidios.
Yahavé el es nombre de uno de los típicos dioses del cielo que poblaban el universo guerrero de la tribus nómades que, en sucesivas invasiones, aniquilaron la antigua cultura pacífica de la vieja Europa o del cercano oriente. Los mitos de estos pueblos se repiten y entrecruzan. Como la mayoría no se dedica al estudio de los antiguos relatos míticos desconoce el tramado de estas historias y le adjudica a la Biblia originalidades que no tiene. Por ejemplo que hay dos versiones anteriores del diluvio universal, una sumeria y otra babilónica y que el Génesis adquiere su configuración directamente del mito sumerio.
En un largo proceso histórico aquella diosa madre del paleolítico/neolítico, cuyos rastros encontramos en la Madre Tierra de los pueblos originarios y su cosmovisión respetuosa de la naturaleza, fue reemplazada por estos dioses masculinos, celestiales y violentos que propician la destrucción y el dominio. La diosa madre, en cambio, inspira una percepción de universo como totalidad viva y sagrada, en la que la humanidad, la tierra y la vida toda, participan armónicamente como sus hijos.
Esta cultura que duró milenios comenzó a ser destruida en la vieja Europa por la invasión de los pueblos kurgánicos hace 6500 años. Pero no solo en Europa se encuentra aquella cultura pacífica de la diosa, también la encontramos en oriente próximo. Sin embargo, al oeste de la Mesopotamia hay un vasto desierto muy diferente de los valles fértiles. De allí surgieron las tribus semitas con sus sucesivas oleadas de invasiones. Semitas son los acadios que se establecieron en el norte de Sumer y que se hicieron también con el control de las ciudades del sur bajo el reinado de Sargón hace 4300 años. Semitas son los amorreos babilónicos y los cananeos , que a su vez fueron conquistados por otra tribu semita, los hebreos, quienes a su vez sucumbieron bajo los asirios.
Los dioses de los semitas habitaban en las nubes y sobre las cumbres de las montañas y arrojaban truenos como los dioses arios, otro de los pueblos guerreros adoradores de estos dioses genocidas.
Las ciencias modernas nos permiten conocer cada vez más estas culturas y documentar afirmaciones como las que hasta aquí se han venido haciendo.
¿Por qué entonces cuando Saramago dice que Yahavé es cruel, lo hostigan de mil maneras? ¿Acaso en una sociedad democrática, respetuosa de la diversidad, nadie puede decir que ese dios , en los propios relatos que lo construyen, está presentado como un asesino serial? ¿Respetar la diversidad significa acaso respetar solo las religiones monoteístas, o solo las posturas religiosas?
Por supuesto la inmensa mayoría de los creyentes no cree en ese dios tribal.¿ Pero cuantos si creen en él y se sienten justificados a invadir territorios o a matar infieles? ¿ Acaso no encuentran justificativos en la Biblia, ese "manual de malas costumbres" como dice Saramago, o en el Corán, ese otro compilado de crímenes y barbarie?
¿Por qué cuando uno dice estas cosas, prontamente se le advierte que no debe herir sentimientos? ¿Acaso la celebración de la diversidad significa el silenciamiento de quienes creemos que Yahavé es apenas un dios tribal de la edad de hierro?
Si el mundo democrático les asegura a los monoteístas el derecho a proclamar y difundir sus creencias, igualmente asegura a Saramago y a los que pensamos parecido a él , el derecho a proclamar y difundir nuestros conocimientos y creencias.
Respetar la diversidad, es respetar la creencia en Yahavé, pero también respetar las creencias de quienes no tenemos nada que ver con ese déspota maniático ni con sus crueldades.


2 comentarios:

  1. Yo creo que si Jesucristo nos presenta y proclama a YHWH como el Padre y Dios de Amor todopoderoso que definitivamente "no se parece al de el antiguo testamento" es porque la biblia es un compilado de simbolos,codigos y signos que no se pueden leer literalmente, Jescristo difundia la palabra de ese Dios Yahve, que es el mismo del antiguo testamento, y creo con todo respeto a Saramago (que es un gran escritor), que la biblia habla sobre lo mas universal que es la verdad, y la verdad es terrible, claro que no maneja una moral puesto que no trata sobre asuntos sociales sino aspectos mas profundos como la ruptura y ambiciones humanas, de eso tratan esos texto que aqui mencionan, no de destruccion a la vida sino a todo un sistema que se deviene con el tiempo, de esos que subyugan con el poder y que son los reales destructores de la humanidad, inclyendo politica y religion, sin omitir a ninguno, y... pues... para entender si hay que pensar con el don de la fe, y eso se ve ya en las ultimas vibraciones del ser. Es mi humilde opinion.

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  2. La verdad es que es muy interesante lo que planteás. Como creyente que soy es algo que suelo plantearme a menudo. De hecho, creo que en los ámbitos religiosos deberían plantearse mucho más estas posturas, que en definitiva ayudan a reelaborar la manera de creer y aceptar la verdad del amor.
    En definitiva creo de manera similar al comentarista anterior, que el mensaje de Jesús se opone a esa concepción de dios maniático y sediento de venganza que prevalecía en el pueblo hebreo, y de alguna forma deroga sus leyes en base a la ley única del Amor.

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