La siguiente nota, enviada al diario Crítica el mismo día en que publicó la de Fernando Iglesias, jamás fue incluida por el matutino de Jorge Lanata. Libertad de prensa progresista...
En una descabellada cabalgata que parte en su familia comunista –de quien dice despreciar su olfato político, sin detenerse un segundo a considerar a sus miles de presos, torturados y asesinados (más de 100 de ellos sólo durante la última dictadura)—Fernando Iglesias nos sorprende al llegar a lo que “explica la fascinación de buena parte de mi familia y de la izquierda argentina por los Kirchner [Y] es que el kirchnerismo es una encarnación débil del estalinismo con su tradicional carga de populismo, nacionalismo e industrialismo”.
La nota, titulada “Putin, Stalin y los Kirchner” –que publica el 26/12/09 Critica de la Argentina– acumula una catarata de categorías incomprensibles para la gente común, omite pudorosamente que la división entre ideología en un sentido “débil” y otro “fuerte” pertenece a Norberto Bobbio, y termina con una conclusión aun más incomprensible, a este punto ya para cualquiera. En su opinión ese “estalinismo kirchnerista” fundamenta el acercamiento con Rusia que, en lugar de una racional política exterior de relaciones diversificadas y la búsqueda de mercados para nuestros productos en medio de la más formidable crisis económica en un siglo, es la concreción de un “escandaloso intento de hacer de la Argentina un paraíso para el lavado de dinero sucio, y en momentos de gran expansión de la mafia rusa”. Un argumento en el que coincide con el PCR, otra parte de la izquierda, que sugestivamente olvida nombrar, pese a que ella coincide con su furia antikirchnerista.
Esta adquisición de Elisa Carrió –junto a otras como Prat Gay, Olivera, Bullrich, Estenssoro— considera al estalinismo como “la más terrible pesadilla de la historia de la humanidad” cuando, si bien nefasto, incomparable con el nazismo y el fascismo. Su afirmación es ligeramente insultante para la inteligencia y el sentido común; pero no extraña, si su jefa espiritual ya ha comparado al ex presidente Kirchner con Hitler o “el gordo” Valor, y hasta le ha deseado a su esposa “una feliz viudez”. Calidad institucional, que le dicen.
Como no vamos a caer a semejante nivel, trataremos que el diputado intente recapacitar acerca de otras razones por la cual hombres y mujeres que, como en mi caso, provenimos de la izquierda tradicional apoyemos, más allá de cuestionamientos concretos y públicos, el proyecto nacional y popular que esta en marcha. Por ejemplo, recordar que de nada sirvió agitar que el voto femenino lo impulsó Alicia Moreau de Justo o las leyes sociales Alfredo Palacios y los comunistas, si cuando Eva y Juan Perón las hicieron realidad no estuvimos allí para apoyarlas y defenderlas juntos. Esto nos planteamos cuando un gobierno como el de Kirchner, y ahora Cristina Fernández, impone en la agenda y el debate temas por los que siempre hemos luchado, y que hace apenas unos años, en medio de la orgía menemista, parecían apenas tercas utopías.
Sin duda Iglesias prefiere abjurar de las mejores tradiciones de lucha de la izquierda argentina y optar por repetir y profundizar sus errores, dedicándose a la tarea de refundar una suerte de Unión Democrática, en lo que curiosamente coincide con algunos “kirchneristas” que pensaron --e insisten-- en que ello es hasta deseable, convencidos que agudizar las contradicciones y polarizar el enfrentamiento favorecería la homogeneización del campo popular y aislaría claramente al enemigo. Por el contrario, nosotros apostamos a impedir que nos vuelvan a dividir con falsas antinomias como entonces fueron Democracia o Fascismo por un lado, y Braden o Perón por el otro. En 1945 nos dividieron mal y no queremos que vuelvan a lograrlo, como en parte lo hicieron identificando al “campo” con la democracia y el desarrollo del país. En aquel momento histórico, buena parte de la izquierda y el progresismo, preocupado por las libertades democráticas y por algunos sectores derechistas que rodeaban a Perón perdieron de vista que el centro de su llamado estaba en las banderas de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica. Y con esta posición no se abrió paso a la Democracia y la República. Se ejerció una oposición sistemática que permitió que la hegemonizaran quienes terminaron masacrando al pueblo en la Plaza de Mayo. No querían libertad –como no la quieren ahora sus sucesores-- sino enfrentar el proceso de transformación y dignidad popular que se iniciaba. Y es nuestro deber contribuir para que esa historia no se repita. Pero tampoco aceptaremos ingenuamente que agitando las banderas del pueblo peronista vuelvan a vestirse con los ropajes del movimiento nacional los que entonces, y ahora, en realidad querían lo mismo que los liberales y los conservadores. No queremos de nuevo la Alianza Nacionalista de Queraltó y Kelly ni las Triple A de López Rega y Osinde, como no queremos a los que manejan sus territorios como feudos donde vale todo, desde los desarmaderos hasta el paco asesino. Esos no querían ni quieren Justicia Social ni una mejor Argentina.
Por nuestra parte, al menos no vamos a cometer los mismos errores y trabajaremos para evitar que muchos compañeros, con sobradas muestras de pertenecer al campo nacional y popular, queden nuevamente del lado de la antipatria. No despreciamos como lo hizo casi toda la izquierda y parte del movimiento nacional en los años 60 y 70 la “democracia formal”, tema al que la Presidenta dedicó una frase contundente, e ignorada por Iglesias, hace pocos meses. Pero no vamos a permitir que nos vendan una nueva cruzada contra el autoritarismo, para esconder el debate de fondo acerca de la distribución de la riqueza. Menos estos supuestos defensores de la Republica que en algunos casos fueron beneficiarios de las dictaduras de turno, como Macri o los Miguenz; sus expositores o difusores, como algunos autodenominados periodistas independientes; o aún ejecutores del remate y saqueo de los ’90, como la Bullrich, Ramón Puerta o Miguel Ángel Toma.
¿Qué lecciones de republicanismo nos puede enseñar esta gente?. Tampoco la señora Carrió o Fernando Iglesias quienes –pese al desastre del 2001—siguen pontificando desde el banquito de los impolutos que los problemas del país son de corrupción y moral, con el mismo libreto que sostuvo durante la Alianza. Claro que son problemas, pero no resuelven EL PROBLEMA: el modelo socioeconómico de renta, rapiña, entrega del país y expropiación de los salarios de los trabajadores. Si el diputado Iglesias quiere debatir acerca de la Constitución debatamos. Si quiere plantear la división de poderes y el papel del Congreso aquí estamos. Pero también queremos escucharlo reclamar por el cumplimiento de artículo 14 bis de la Constitución. La izquierda nacional y popular está aquí para debatir si ofrecen un mejor rumbo que el actual. Pero discutamos como se cumple TODA LA CONSTITUCIÓN: la salud para todos, la educación para todos, la vivienda para todos, el trabajo y el salario digno para todos, la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, cuya sola mención acaba de escandalizar al establishment. A ver si estos demócratas quieren discutir estos derechos garantizados por la Constitución. Nosotros si.
El apodo de Fernando Iglesias en el Congreso -como no podía ser de otra manera- es “Figuretti”, es la burla de los demás legisladores.
ResponderEliminarEn una profunda crítica realizada por Juan Terranova a uno de los libros de este “ensayista experto en globalización” según él mismo, dice entre otras cosas:
“Me costó terminar de leer Kirchner & yo. ¿Por qué? Porque la mezcla de arrogancia insolvente e ingenuidad política de Fernando Iglesias me superó. Una de dos: o es un cínico, o es un extraviado. Seguro, es un anacrónico. Si quieren una reseña, esperen sentados a que Ñ diga que el libro es fenomenal. No voy a resignar mis prejuicios y mis arrebatos porque un “especialista en globalización” me somete a semejante bodrio para imponerme los suyos. Como todo buen antiperonista, Iglesias es una gata flora extrema. Lo que hace, finalmente, es refritar viejas consignas para consumo fácil de la clase media antipolítica actualizadas a Kirchner…”
“Critica el corto placismo, el exitismo, los pactos secretos, el arribismo, poniendo a funcionar así toda la artillería de aquellos que rascándose la cabeza en un bar dicen: “Si en este país las cosas se hicieran bien, estaríamos mucho mejor”.
“Pero Iglesias no tiene el talento ni la precisión ni las herramientas dialécticas ni el curriculum para ponerse a la altura de este Presidente. Ni de ningún otro.”
No estoy para nada conforme con este gobierno, y pienso que el nivel del “presidente en ejercicio” es muy pobre, pero coincido con el crítico: el nivel de Fernando Iglesias, es peor. Por muy mal que baile tango, seguramente hubiese adquirido mejor fama como bailarín, que como político y escritor, actividades para las cuales evidentemente no está capacitado…
El único que puede salir en defensa de Fernando Iglesias… es él mismo…
Marcelo
El chanta de Fernando Iglesias, antes decía pavadas sentado en una silla del bar El Olmo, ahora las dice desde su banca de legislador nacional por la Coalición Cívica. Un auténtico caradura!!!!!!
ResponderEliminarAlejandro
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