domingo, 22 de abril de 2012

Poner en tela de juicio




 Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar.

 Expresa, como es sabido, la acción de dudar de algo, dejarlo entre paréntesis, a la espera de examinar lo que se dice y someterlo a prueba.
Aunque nos viene de los tribunales, el dicho se remonta a la época de los caballeros medievales, y nada tiene que ver con la industria textil.
La tela que aquí se menciona –plural del latín telum, dardo palo de una valla– era la empalizada que en los torneos separaba a los rivales que combatían a caballo.
Algunas de esas lides se realizaban para someterse al llamado juicio de Dios, mediante el cual se dirimía un derecho. “Poner en tela de juicio” era, entonces, llevar a la palestra (un sinónimo de tela) muchos de los pleitos que, en los tiempos que corren habitualmente, se ventilarían en un juzgado.
Hoy en día la frase ha perdido su sabor guerrero. Al oírla, nadie piensa en lanzas ni cabalgaduras. En cuanto a los individuos que sistemáticamente ponen todo en tela de juicio, son desconfiados crónicos. Seres que llevan cuanto no les suena familiar a la palestra de la incredulidad y la sospecha.

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