miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tanques de acero, "tanques" de papel


Aguda reflexion de Norberto Colominas acerca de la batalla por la construccion del imaginario popular a través de los medios.

Amén de su materialidad, la realidad social es una construcción intelectual, es decir una visión o representación que las personas construyen a partir de los hechos diversos que se producen a su alrededor y de los que tienen noticia. Esto plantea la batalla por la comunicación, ya que los medios son los principales "traductores" de lo real en el imaginario colectivo (en rigor, de una determinada representación de lo real con pretensiones de realidad excluyente).

La deformación de la realidad política y social que hoy producen los medios opositores es el correlato de la deformación del pasado, que en nuestro país construyó una historia monopólica, de clase, y la difundió por todos los medios educativos y comunicacionales a su disposición. Hoy pocas cosas son tan importantes como releer y reescribir la historia en todos los niveles, desde el Billiken hasta la Academia. Nos habilitan doscientos años de mentiras, ocultamientos y deformaciones.

En efecto, la historia oficial es el producto de la política oligárquica de la historia. Del mismo modo, la práctica monopólica de los medios de comunicación vigente hasta ahora tiene su fundamento en aquella política de la historia y constituye, a su vez, una política de construcción de la realidad al servicio de esos intereses específicos, a la vez concentrados y minoritarios, que hoy definimos con la palabra establishment y en el pasado con la palabra oloigarquía. El instrumento para modificar este estado de cosas es la nueva Ley de Servicios Audiovisuales. Con esa herramienta podremos elaborar una comprensión alternativa del presente.

La Ley de Medios le sustrae poder global a la oligarquía bicentenaria. Esto también explica las informaciones falsas y las desinformaciones groseras utilizadas para invalidar lo que antes se neutralizaba o se acallaba con el fusil en la sien. Pero en 1983 los tanques de acero se volatizaron junto con el Partido Militar y desde entonces el establishment defiende su bolsillo con otros tanques, los de papel. Ya en democracia, la corporación mediática ha ocupado el lugar que dejaron vacante las fuerzas armadas. Desde 1983 se viene librando la batalla por la democracia, a secas, pero desde 2003 se viene librando, además, la batalla por la calidad y el alcance social de la democracia.

Porque tres de cada cinco empresas generadoras de empleo son industrias; porque cuatro de cada cinco empresas del país son pymes que sólo venden en el mercado interno; porque en la Argentina las pymes aportan el 75% del empleo. Este país inclusivo y para todos nunca entró en los planes del establishment, ese que derrocó a tantos gobiernos populares, que monopolizó hasta ahora los medios de comunicación y que contó la historia desde el riñón de sus intereses.

Sucesivos golpes de estado al servicio de los monopolios nacionales y extranjeros voltearon gobiernos populares (Yrigoyen, Perón, Frondizi, Illia) y persistentes presiones cargaron en los 80 sobre el gobierno de Alfonsín y ahora sobre los Kirchner, en ambos casos para imposibilitar su consolidación. Es oportuno recordar que, antes de ser derrotados por los tanques, aquellos gobiernos populares fueron debilitados ante la opinión pública por los medios de comunicación. Por eso, una vez puestos a buen recaudo los tanques de acero, el resultado de la batalla por los tanques de papel resultará decisivo. Porque la historia la escriben los vencedores, es cierto, pero la pueden reescribir los pueblos cuando recuperan la soberanía.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Andar de capa caída


Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Hèctor Zimmerman, Editorial Aguilar.

La frase se explica por sí misma. Decimos que alguien anda de capa caída cuando se lo ve mustio, con el ánimo a la altura del zócalo. Muchos han tomado el dicho al pie de la letra y lo han atribuido a la época en que esa prenda era de uso habitual: a los hidalgos empobrecidos o que perdían el favor en la corte, se los veía, según esa interpretación, con la capa puesta al descuido, arrastrándola por el piso. Se trata, en realidad, de la deformación de una locución latina. En el Derecho Romano se denomina capitis diminutio a la pérdida parcial de los derechos civiles. A esa condición se llegaba por deudas, por enfermedad y, en el caso de las mujeres, al contraer matrimonio. En castellano se los llamó también derechos caídos. En boca de los legos, capitis pasó a ser capa y la locución quedó como “andar de capa caída”. Dar muestras de haber sufrido un bajón en la consideración social, hallarse con el humor a media asta. Una expresión que hoy se oye con gran frecuencia, aunque los antidrepresivos estén de moda. Y nadie lleve capa”.

martes, 21 de septiembre de 2010

Papel Prensa: II Audiencia en Diputados


En el Salón Auditorio del la Cámara de Diputados se realizó ayer la segunda jornada convocada por la Comisión de Comercio, que encabeza Juliana Di Tullio, para debatir sobre el proyecto de ley por el que se declara de interés público la fabricación, comercialización y distribución de pasta de celulosa y de papel para diarios; Papel Prensa SA. Me toco participar junto a destacados funcionarios, constitucionalistas, rectores y autoridades universitarias, periodistas, profesionales y estudiantes de Comunicacion. Este es el texto de mi intervencion oral, con algunos "retoques" de estilo.

En primer lugar, quiero agradecer a la Sra. Presidenta de la Comisión de Comercio, Juliana Di Tullio, y por su intermedio a los diputados presentes, la invitación y el espacio para debatir un tema de tanta trascendencia; pero no puedo dejar de lamentar ausencias, cuyos fundamentos no alcanzan a justificarlas.

Creo que la presencia de constitucionalistas, especialistas en Derecho a la Información y Teorías de la Comunicación, además de pequeños y medianos empresarios me exime de analizar desde esos puntos de vista el texto del proyecto de Ley del Ejecutivo, y me permite, en su lugar, reconstruir parcialmente, y desde un enfoque testimonial, de quien vivió esos años como periodista y militante, cómo se ha venido intentado manipular y desvirtuar la realidad del dominio del mercado de papel de diario por parte de Papel Prensa.

15 de abril de 1977. Recuerdo perfectamente el día que me permite reconstruir el inicio de la historia, pues cumplía 25 años. Era jefe de Redacción de la agencia cubana Prensa Latina en Buenos Aires, en nuestra oficina del piso 9 del Edificio SAFICO, Corrientes casi esquina San Martín, conocido entonces como “el de la prensa”; una especie de refugio, siquiera dentro de sus paredes, frente a la represión, fundamentalmente por la gran cantidad de corresponsales extranjeros que allí tenían su sede: más de 20, entre ellos de las agencias noticiosas ANSA, AFP, EFE, diarios como O Estado de Sao Pablo, y otros.

Ese día, con un actual editor de Clarín y el ex director de la revista Vamos (actualmente columnista de un programa televisivo conducido por quien entonces era redactor a sus ordenes, y hoy nos da permanentemente su palabra) comentábamos la muerte de Graiver; si lo había matado un grupo de tareas, o se trataba de un accidente. Ya sabíamos que se estaban robando todos sus bienes; entre ellos, Papel Prensa, que estaba pasando a manos de La Nación, Clarín, y la Razón, entonces del Ejército, junto con el Estado representado por la Junta Militar usurpadora. No hacía dos semanas que había sido secuestrado Edgardo Sajón, amigo y vocero del general Alejandro Agustín Lanusse, y quiero señalar el tema porque hay un aspecto que no he visto publicado en ningún medio ni en el insuficiente acceso que he tenido a la investigación. Lanusse siempre pensó que se trató de un mensaje hacia él por parte de alguna de las armas, pero lo cierto es que el 13 de mayo de 1985, en su testimonio en el Juicio a las Juntas, pudimos saber de boca del propio Lanusse que Videla, Viola, Massera y Saint Jean le confirmaron que ese “procedimiento por izquierda” (sic) tenia vinculación con la investigación que Camps y Echecolatz llevaban a cabo acerca de Graiver.

¿Por qué recuerdo esta conversación –en realidad mucho más que una anécdota pues es un testimonio– con quienes entonces eran mis amigos? Por dos razones.

La primera, porque me cuesta creer que sabiendo lo que sabemos, porque vivimos lo que vivimos, algunos se sorprendan con las revelaciones. Esto puede ser natural para quienes no tenían acceso a la información, pero nunca para los periodistas que trabajamos durante la dictadura; eran conversaciones de todos los días. Todos los días hablábamos de los secuestros y asesinatos, como el de Rodolfo Walsh, que había escrito su memorable “Carta a las Juntas” en el ANCLA, y que nos pasábamos de mano en mano, de piso en piso del edificio. Parte en estos comentarios eran otros actuales editores de Clarín y columnistas de La Nación; corresponsales como “Pajarito” García Lupo, o el “negro” José Maria Pasquín Durán, ambos de Inter Press Service, luego exiliado, o Isidoro Gilbert, de TASS. También con el francés Jean Pierre Bousquet (autor de “Las locas de la Plaza”), Horacio Finoli de France Press y Oscar Serrat, de Associated Press, luego secuestrado y liberado. Junto a ellos tres fui condenado a muerte.

La segunda razón por la que recuerdo aquella conversación es que resulta inexplicable ver a algunos de esos antiguos amigos defendiendo a los diarios cómplices de la dictadura. Y aún más inexplicable: levantando la bandera de la libertad de prensa contra la eventualidad de que la Justicia juzgue –simplemente juzgue y decida– si, además, fueron partícipes necesarios en delitos de lesa humanidad.

Todos tenemos necesidad de trabajar, pero la dignidad –ni que decir en democracia– nos marca una línea infranqueable, pasada la cual se la mancilla irremediablemente.

Son al menos lamentables los argumentos al estilo de “¿Por qué ahora?”, o “Esto se hace porque conviene a los Kirchner en su pelea con Clarín”.

El primero es sumamente gravoso para los mismos que lo formulan, ya que estuvieron personalmente –o a través de sus partidos– al mando del Estado durante estos años, cuando todos sabíamos y no se investigó. El segundo, no hace más que favorecer a quienes pretenden denostar, pues por la razón que fuera que lo hayan hecho, o lo estén haciendo, ¡bienvenido sea! Cómo bienvenido sea que se hayan retomado las banderas de la verdad y la justicia frente al terrorismo de Estado, cuando incluso muchos militantes habíamos perdido las esperanzas. Y vamos a ser más claros: algunos no tuvieron la fuerza o las condiciones; otros fueron cómplices. En el primer caso se ubica sin duda Raúl Alfonsín, que tuvo la grandeza de apoyar la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que él mismo impulsó acorralado por la presión militar, cuando afirmó, “yo no pude, pero ahora sí es el momento”. Pues bien ahora es el momento de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ahora es el momento de investigar el traspaso de Papel Prensa, ahora es el momento de la declaración de interés público de la regulación, de la fabricación y de la venta del papel para diarios.

En este proceso de tergiversación pude enredar hasta a los amigos más proclives a impulsar las medidas del gobierno, como los que participan en un muy conocido programa de la televisión pública, que invitó al periodista Robert Cox, y a mi juicio quedó prisionero del juego. Cox siempre fue un liberal, tan antifascista como anticomunista y anti “populista”, que se jugó valientemente durante la dictadura. En el programa repitió que “nunca vi tanta libertad de expresión en la Argentina como la que veo ahora”.

La jugada también le sale mal a Clarín, que, para buscar impacto transcribe (aquí les traje el recorte del diario) un artículo de Cox en su viejo Buenos Aires Herald. Se titula “¿La Argentina seguirá siendo democrática?”. Pero la noticia no es que al periodista inglés lo asuste la posibilidad de que el gobierno pueda querer quedarse con el diario, o que eventualmente se deslice “a la izquierda” y Argentina deje de ser una democracia. La noticia es que, en el mismo artículo, si buscamos con atención, encontramos los siguientes párrafos: “La adquisición de la mayoría de acciones de Papel Prensa por parte de Clarín, La Nación y La Razón (cuyas acciones fueron luego compradas por Clarín) junto con el Gobierno nacional fue algo en mi opinión muy deshonesto -entonces y ahora”. O más fuerte aún: “Durante más años de los que recuerdo, la sociedad de ambos diarios en asociación con el Estado fue ferozmente criticada (lastima que no nos enteramos…) por la mayoría de los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa como totalmente sin escrúpulos, y como una competencia injusta para los otros diarios argentinos. Recuerdo haber destacado durante una reunión de la SIP que en el caso de La Nación era como si el Vaticano decidiera abrir una clínica para abortos”. Nada menos.

Pues bien, ahora es el momento de investigar estos hechos que ni siquiera son originales. Rara vez la gran propiedad privada tuvo orígenes puros, siquiera limpios. Pero en este país el robo, por parte del gobierno de facto, de la propiedad privada que sacralizaba en sus discursos comenzó con una dictadura cívico-militar y fue llevado a sus últimas consecuencias con la última, la más brutal de la historia.

Empezó con Onganía, en sintonía con Blaquier y Arrieta, y el monopolio azucarero de Jujuy, para eliminar la competencia en la provincia de Tucumán, como denuncia el historiador Roberto Pucci en este libro que traje y pueden ver: Historia de la destrucción de una provincia. Tucumán, 1966. Comenzó con ingenios cerrados, otros robados a sus dueños, con miles de trabajadores en la calle, y la impunidad que abrió el camino a La Noche del Apagón, desatada sobre los propios trabajadores de Ledesma, durante la última dictadura. Han pasado casi 50 años. Hace 29 años la Corte Suprema de la Nación, en el fallo CAT, ordenó reparar a los despojados en la violación a la propiedad privada más increíble que tenga memoria la historia. Jamás se cumplió su sentencia, y no escuché a lo medios ni a muchos dirigentes reclamar –ya que tanto les preocupa el respeto a los poderes– que se cumpla el fallo de una Corte que el menemismo diezmó.

El Operativo Independencia cerró este capitulo. Y la impunidad alimentó las decenas, centenas de robos de casas, en secuestros y asesinatos; o de industrias, campos, bodegas, cuando el grado militar lo permitía. Papel Prensa es ahora el buque insignia de toda esta infamia.

Insisto que cómplices ya son; sus propias publicaciones los condenan. Dejemos que la Justicia decida si también son autores, o participes necesarios, de crímenes de lesa humanidad para adueñarse de la propiedad ajena, y obtener una posición dominante en el mercado de la palabra impresa, cuando –es bueno recordarlo- no existían Internet, las redes sociales ni medios alternativos. ¿Quién por qué puede oponerse a semejante propósito?

El monopolio creció con Papel Prensa. Clarín no era el diario de mayor tirada en 1977; ese lugar lo ocupaba Crónica. Personalmente, puedo dar testimonio, como ya lo han hecho y seguramente harán, empresarios Pyme de medios, de cómo dos periódicos que dirigí, con tiradas de 100 y 150.000 ejemplares, llegaron a gastar más del 60% del total de su costo en papel. Fue Julio Ramos, fundador de Ámbito Financiero –e insospechado de populista o estatista– el que en su libro, Los cerrojos de la prensa, de 1993, denunció que desde el surgimiento de Papel Prensa, ahogados por el monopolio, ya habían desaparecido 46 medios, cuenta que ya nadie lleva.

Esta posición dominante se multiplicó con la legislación menemista, que los convirtió en verdaderos grupos económicos diversificados, con un puntal en la comunicación, pero con fuertes intereses en la industria, en el agro y en otros sectores productivos.

Por eso, mientras la Justicia decide el aspecto penal, este Congreso tiene una obligación inexcusable: contribuir a garantizar el Derecho a la Información mediante la declaración de interés público y la regulación de la fabricación y comercialización del papel de diarios, hoy en manos de los mismos dueños de la empresa que lo produce.

Ningún país permite la acción impune de los monopolios. El proyecto del Ejecutivo es digno: con participación del Congreso, con mecanismos de propuestas consensuadas para las futuras normas. No dudo que será perfectible, pero es la hora del debate. Pero el debate sobre el cómo; jamás sobre el qué. Bastante deberemos esforzarnos para que se cumpla la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA) que aprobó este Congreso. Entre paréntesis, parece que no era la “ley de Medios”, como repetían para dar la idea que se avanzaba sobre el conjunto de la libertad de prensa; de lo contrario no estaríamos contemplando aspectos que hacen a los medios gráficos. ¿No era que ya no quedaba nada por hacer, se había avasallado a la libertad de expresión y a “los” medios?

Finalmente, y espero no haber excedido el plazo fijado por la Presidencia, para tranquilidad de algunos puedo asegurarles que no estamos a contramano del mundo. Desde Obama en Estados Unidos a Lula en Brasil, hay multitud de ejemplos de tensión del poder político y los grupos económicos, que tienen a sus heraldos de prensa como mascarones. No es “poder político” vs. “prensa”, como alguna vez pasó, o se dijo. Son intereses concretos que presionan, y aún desestabilizan, gobiernos en defensa de sus privilegios, y en los que los líderes elegidos democráticamente reclaman legislaciones firmes para garantizar el derecho a la información, como es el caso de la Argentina. La ley de SCA es un paso. El debate que damos hoy, sin duda, otro. Quizás, ya que no podemos hacer renacer las voces que acallaron con la mordaza del monopolio, podamos hace nacer nuevas, y multiplicarlas a lo largo y a lo ancho del país.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Al que quiera celeste, que le cueste


Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Héctor Zimmerman, Editorial Aguilar.

“Quién anhela obtener algo muy valioso debe estar dispuesto a afrontar su precio, por alto que éste sea. El dicho y su moraleja guardan estrecha relación con un mineral, el lapislázuli, que se extraer de unos pocos lugares de Oriente. Con él se fabricaba un bellísimo color azul, muy resistente a la acción del tiempo, que por su procedencia fue llamado azul de ultramar. La gran rareza del lapislázuli y el alto costo de su transporte hicieron que su valor fuera comparable al del oro. Cuando los papas y los grandes señores del renacimiento encargaban un cuadro, se estipulaba por contrato cuánta pintura de oro y cuánto azul de ultramar entrarían a la en la obra. Al mezclarse con blanco, ese precioso azul producía el celeste que originó la expresión. Pero existe también otra versión sobre ese origen, vinculada con la acepción religiosa de la palabra celeste, equivalente a celestial. En tal caso, serian los sacrificios realizados en la Tierra el precio de la Gloria en el Cielo. Ambas versiones no se contradicen. Y ninguna de las dos deja duda de que cueste y celeste riman con muy justa razón".

viernes, 17 de septiembre de 2010

Se nos fue Ariel Petrocelli


Ariel Petrocelli, una de las figuras del folclore nacional y autor de temas como la zamba "Para ir a buscarte", "Cuando tenga la tierra" y "Zamba del ángel", además de "El Antigal", composición con la que el artista rindió homenaje a los valiosos rastros de las civilizaciones índígenas que habitaron América antes de la conquista española, falleció hoy en Salta a los 73 años de edad. Estas son las palabras de otro grande, Julio Lacarra, escritas hace minutos.

Se ha ido otro hermano entrañable.

Animador insoslayable de nuestra canciòn popular a partir de su apariciòn en los años sesenta.
No olvidarè jamàs su apasionada poesìa en las vigilias cantoras que sostenìamos en La Peña de los Poetas, a fines de los sesenta y principios de los setenta en Cosquìn.
Ariel improvisaba sobre la vida de las estrellas, el fulgor de la savia en nuestras raìces, la misiòn sanadora del campesino, atravesada por su alucinada aficiòn al ajedrez, por esos dias.
Me tocò su emociòn y su inquieta bùsqueda de lo esencial.
! Salud ! Ariel. Seguro que te estàn dando la bienvenida el Chito Zeballos, Hamlet y Armando como siempre cantando y celebrando la vida.
Para ir a buscarte
he vestido de rojo mi guitarra
He colgado la estrella de mi canto
en el vèrtice màs sonoro de su boca
JULIO LACARRA

jueves, 16 de septiembre de 2010

La carta que el Grupo Clarin no esperaba, ni espera que se difunda


Textualmente reproduzco la carta, tal como fue enviada por los compañeros a muchso medios, pero por ahora, salvo algún blog, solo publicada en la página web Diario Sobre Diarios, a fines de la semana pasada.

"Sr. Director:

No es fácil ser un trabajador de prensa del multimedios.

Después de 11 años sin representación gremial de los trabajadores de prensa en Canal 13/TN, ocho compañeros fuimos elegidos delegados en diciembre de 2008. Por supuesto, lo habitual, desde ése momento quienes suscribimos esta carta tenemos prohibido el ingreso a la empresa.

No es fácil ser un trabajador de prensa del multimedios más poderoso de la Argentina. Por lo general los trabajadores no elegimos ni concebimos a nuestros patrones a nuestra imagen y semejanza.

Vimos desde adentro crecer la influencia y el peso del monopolio en la sociedad. Su avaro apetito de maximizar ganancias a costa de trabajadores despedidos o precarizados.

Sufrimos, hasta el límite de poner en riesgo nuestra propia salud, las presiones diarias para que ningún contenido quede fuera de control.

No es fácil ser un trabajador de prensa del multimedios y saber que de nuestros sueldos, fuera de todo parámetro convencional o paritario, dependen la alimentación, la salud y la educación de nuestras familias.

Sabemos y aprendimos con la experiencia que cuando confrontamos por un modelo distinto de periodismo y empresas periodísticas nos enfrentamos a directorios aliados de dictaduras militares. Las escalofriantes imágenes de connivencia casi familiar de la heredera del monopolio Ernestina Herrera de Noble con los dictadores Lanusse y Videla inaugurando Papel Prensa es de una violencia simbólica para muchos suficientemente “ejemplificadora” del lugar que deben ocupar los reclamos en éste tipo de empresa. Los compañeros periodistas desaparecidos, perseguidos o exiliados, son testimonios por demás elocuente.


“No es éste un lugar para libre pensadores”, reflexionaba a viva voz Carlos De Elía Gerente de Noticia de Canal 13. “Solo somos soldados” repiten sus capitanes en la redacción.

La mirada atenta de las cámaras de seguridad cubriendo todas las perspectivas posibles de una redacción sin ventanas y la policía privada recorriendo los pasillos, son recursos extremadamente eficaces para el control hasta de los deseos.

Como verán no es fácil ser un trabajador de prensa en el multimedios.

En una encuesta de opinión que realizamos entre más de 150 compañeros, y que fuera presentada como prueba en la justicia, algunos datos resultaron reveladores.

El 55% expresó que se siente a disgusto en la empresa y que percibe un clima laboral malo o muy malo. La abrumadora mayoría de un 97,5 % considera que el diálogo con la empresa no es bueno. El 91% siente que no hay instancias para opinar libremente. El 86% que recibe presiones injustificadas de sus jefes. El 40 % declara haber tenido problemas de ansiedad, estrés o depresión a causa del trabajo. Y casi la mitad dice haber tenido que recurrir a medicamentos contra esas mismas patologías.

No es fácil ser un trabajador de prensa del multimedios.

En los años 2007/8 después de mucho tiempo de silenciamiento obligado y esfuerzos “clandestinos”, nos atrevimos a denunciar las condiciones laborales que sufríamos. La total indiferencia al convenio colectivo de trabajo. La falta absoluta de respeto al Estatuto del Periodista. La falta de libertad de sindicalización. La reincorporación de los compañeros despedidos. Todas condiciones que abonan la idea de que el multimedios es un territorio desprovisto de derechos constitucionales solo comparable a la Argentina del terrorismo de estado.

Y la respuesta a nuestros reclamos no tardó en llegar. Repatriaron a la Gerencia de Recursos Humanos de Artear S.A. a un viejo conocido de los trabajadores, el licenciado Ángel Franco Cosentino, el mismo que echó a cientos de compañeros allanando el camino para que Clarín se alzara con Canal 13 en los 90. Carrera que continuó con despidos injustificados y persecutorios en Canal 9 y América.

No es fácil trabajar en el multimedios sobre todo si la decisión es organizarse junto a otros compañeros. Quince de nosotros fuimos despedidos o castigados por éste intento organizativo.

En nuestro caso, desde el día 1º de diciembre de 2008, después de más de 10 años de trabajo, la empresa nos impide el ingreso por haber sido elegidos delegados de los trabajadores de prensa.

Aun recordamos cuando, 24 horas antes de las elecciones gremiales, el licenciado Ángel Franco Cosentino amenazaba que, como nosotros, las urnas “NO ENTRATRÍAN” a la empresa. Finalmente, pese a estas maniobras, 104 compañeros eligieron una comisión interna después de once años sin representación sindical.

El 7 de julio de 2010, ya son varios los fallos en el mismo sentido, la Justicia vuelve a condenar a la demandada Arte Radiotelevisivo Argentino (ARTEAR) S.A. a reinstalarnos en nuestros puestos de trabajo y al pago inmediato de nuestros salarios, por cuanto “(…) los despidos fueron nulos (…) productos de actos ilícitos”.

No permitir la organización gremial de los trabajadores es atacar la libertad de expresión.

No reconocer los fallos de la justicia es creerse un poder superior al estado mismo.

No es fácil ser trabajador de prensa del multimedios, mucho más difícil aún, ser un trabajador organizado con opiniones independiente.

¿Cuántas comisiones internas de delegados fueron despedidas sin titubeos? Por supuesto que recordamos la lucha de los compañeros del diario Clarín por organizarse y permanecer, con ellos aprendimos.

En junio de 2008 en un acto por demás pletórico de anuncios, realizado en un estudio del canal, el Gerente de Noticia Carlos De Elía anunciaba la fusión técnica de Cablevisión y Multicanal como la coronación del exitoso e irreversible proceso de concentración de empresas, cuyo origen fue, ahora queda claro, el saqueo de la dictadura militar y las privatizaciones menemistas. Más de 250 canales, anunciaba como parte de guerra, forman esta extensa red de “Periodismo Independiente”. Para su control se recurriría a una nueva gerencia que se haría cargo de la “necesaria homogenización de contenidos” que “como el General Roca, en el buen sentido” explicó, correrían las fronteras de la comunicación en la Argentina.

Dos años después asistimos al debate de la nueva Ley de Servicios y Medios Audiovisuales que tira por tierra aquella ley de la dictadura que diera marco legal a la monopolización de los medios de comunicación y el manejo discrecional de los contenidos.

Para los trabajadores la monopolización significó menos ocupación y más trabajadores precarizados. Menos periodistas y más periodistas silenciados.

Por eso la Ley de la democracia no puede ser objeto de chantaje para los trabajadores.

Democratización de los medios de información, pluralidad, libertad de expresión, defensa de las fuentes de trabajo, aplicación de las convenciones colectivas y el Estatuto del Periodista, paritarias libres con trabajadores organizados, son caras de una misma moneda.

Porque no es fácil ser trabajador de prensa del multimedios afirmamos que ningún trabajador puede ser despedido o extorsionado. Nos merecemos dar la batalla por un trabajo digno, por más libertad de expresión, por más y mejor democracia.

Ricardo Junghanns y Marcelo Moreira
Delegados de los Trabajadores de Prensa de Canal 13/TN
Ciudad de Buenos Aires"

martes, 14 de septiembre de 2010

Subsidiando al capital (cuentito elemental)



Parece que los reencuentros, y el debate ideológico va subiendo de temperatura. Federico Soñe, otro amigo, intelectual pero sobre todo viejo luchador, me acerca estas reflexiones, duras, pero imprescindibles a mi juicio. No todas son flores, compañeros. Y necesitamos reflexionar a fondo para darnos objetivos y propuestas.

Días atrás los capitalistas que venden electricidad salieron a explicar que "toda la luz de una casa un día entero cuesta menos que un alfajor". Inmediatamente saltó el coro de almas bellas preguntándose cómo podía ser eso. Programas radiales, noticieros televisivos, diarios , revistas y páginas virtuales, es decir todo el dispositivo de degradación cultural, toda la industria de la lobotización masiva se encargó de arrojar sobre el mundo de los argentinos uno de los sintagmas más repetidos de la ideológica burguesa: subsidiar a los pobres está bien (por algo son pobres, pobrecitos) pero subsidiar a los pudientes es un despropósito.
Hasta el bueno de Zlotogwiazda, en el último número de la revista Veintitrés se atreve a preguntar "¿qué pasaría si el Gobierno invitara a las personas que reciben subsidios sin mérito de necesidad a renunciar voluntariamente al beneficio?".
Todo este devaneo sobre merecimientos e injusticias ,sobre pobres y ricos no hace más que ocultar lo que la ideología dominante no puede reconocer, esto es, que al único que se subsidia es al capital
, que los recursos tienen como objeto aumentar la masa de plusvalor obtenida. Dicho con sus palabras, los subsidios forman parte de los mecanismos para mejorar la competitividad de la industria argentina, al igual que el dólar alto (cada vez menos) y que la diferenciación del tipo de cambio vía retenciones.
Veamos un poco, el boleto de tren cuesta 1,05 pesos, pero el costo es de 4,8 pesos, es decir que por cada pasajero el Estado paga un subsidio de 3,75. Podríamos seguir con el colectivo el subte, el gas, la electricidad, pero con esto es suficiente.
La sección cuarta de Das Kapital lleva como título "La producción del plusvalor relativo" .En ella Karl Marx explica cómo se puede aumentar la producción de plusvalor, esto es el plustrabajo, la parte de la jornada de trabajo que el laburante dedica por entero al capitalista. Si con una parte de la jornada se pagó el valor de la fuerza de trabajo con la otra se genera plusvalor. Si el salario se paga con dos horas de trabajo, las otras seis pertenecen por entero a la valorización del capital. ¿Cómo hacer para que el tiempo de valorización del capital sea mayor, para que el plustrabajo se incremente por sobre el trabajo necesario para reproducir la fuerza de trabajo? Pues bien hay dos formas, que en lugar de ocho horas se trabaje diez o doce, o que las horas que se necesitan para pagar el salario en lugar de dos se reduzcan a una o a menos aún
La forma clásica de este último proceso es el aumento social de la productividad del trabajo. El tiempo de trabajo necesario disminuye porque con una hora o menos de trabajo la fuerza de trabajo paga su valor, es decir obtiene los medios socialmente necesarios para su reproducción. O dicho más sencillamente si antes se necesitan dos horas de trabajo para pagar el salario, el avance de la productividad reduce ese tiempo a una hora o a 10 minutos.
Claro que existen dos formas más. Una que se pague un salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo, es decir que se pague una miseria. Otra que una parte del salario no lo pague el capital sino el conjunto de los sociedad. Esto último es exactamente lo que hacen los subsidios.
Si el trabajador debe pagar el tren a su costo, le saldría 125 pesos por mes, con subsidio le sale 27. Se necesita seguir explicando algo más para que se entienda que esto no se lo ahorra el trabajador sino el capital .
El llamado modelo productivo combinó tres formas de aumentos del plusvalor. El absoluto, vía el incremento del tiempo de trabajo a raíz de los bajos salarios iniciales, la disminución del salario por debajo de su valor, vía una devaluación que produjo un empobrecimiento masivo de los argentinos, y los subsidios al transporte y la energía, que al abaratarlos permitía que el salario (que es un costo para el capital) no tuviera que hacer frente a estos gastos y en consecuencia abaratar la fuerza de trabajo.
Abaratar la mercancía para abaratar al obrero mismo, una fórmula vieja.
Pero al capital también se lo subsidia en forma directa. En el caso de la energía eléctrica y para hablar solo del capital industrial digamos que 110 mil industrias de consumo no electrointensivo reciben subsidios por 2.900 millones al año y que 2.700 industrias electointensivas reciben 1600 millones anuales.
¿Cuántos alfajores se compran con la energía que le regalan a la planta fabril del señor Ratazzi?
Una pregunta que por estos días no se escuchó.

lunes, 13 de septiembre de 2010

El mito del viento de cola II


Ampliacion de la nota de los economistas Enrique Aschieri y Demían Dalle, destrozando varios mitos liberals en relacion a salarios, desarrollo y exportaciones, que publicamos el 31 de agosto pasado.

Afirmar que el proceso de crecimiento argentino se debe a la decisión política del Gobierno y no a un mero viento externo a favor –el mito del viento de cola– implica, al mismo tiempo, desmentir a quienes postulan que cuando los precios del mercado mundial de las exportaciones argentinas bajen a un nivel supuestamente “normal”, se llevarán puesto el crecimiento alcanzado. Advierten que los términos del intercambio favorables –precios de las exportaciones versus precios de las importaciones– originaron un ingreso que financió un desalentador “populismo”. Y concluyen: como no hay mercado interno, la única salida es una política de exportación.

Esta postura omite que el valor agregado exportado es función directa del potencial de mercado doméstico y que, por ende, la contracción del mercado doméstico con vistas a la exportación atenta contra el valor de esas mismas exportaciones. Podemos entonces plantear y responder la pregunta en boca de muchos y que hace al verdadero núcleo de la cuestión: ¿cómo se puede compatibilizar un aumento del consumo necesario para sostener la demanda efectiva, incentivando la inversión, con la necesidad de una contracción del consumo para dejar margen a la inversión, fuente del crecimiento y el desarrollo?

Efectivamente, es un dilema. Pero un dilema que muchas economías han resuelto. No parecen creerlo así muchos estudiosos. Refiriéndose a las características de la división internacional del trabajo e invocando el teorema de la dotación de factores de la producción, sugieren que los países desarrollados esquivaron ese dilema. Como son naciones intensivas en capital, pudieron compatibilizar las necesidades de desarrollo con la exigencia de un mercado de consumo creciente. Esa intensidad de capital, dicen, tornó al trabajo más productivo y escaso, aumentó su remuneración –en consecuencia los salarios reales– y se logró incrementar el nivel de vida de los habitantes, al tiempo que se preservó el equilibrio macroeconómico. Pero existe un problema fundamental con este tipo de razonamiento.

El problema no está en la constatación de una correlación positiva en las variables enumeradas, sino que radica en la determinación del orden de causa y efecto. Lo que demuestra la historia, por caso la de Estados Unidos, es que, contrariamente a la secuencia establecida por estos estudiosos, han sido los altos salarios de los obreros norteamericanos lo que, sumado a la baja calificación de los mismos, generó incentivos a la mecanización y a la consecuente industrialización, a los fines de poder “soportar” ese costo diferencial del factor trabajo. Esos mismos altos salarios supusieron la existencia de un mercado próspero y en expansión que atrajo capitales e inversión. Los salarios no eran altos porque el trabajo fuera escaso, sino porque la decisión política así lo estableció. Esa decisión obligó a “saltar la cuerda” y a desarrollarse. El caso estadounidense es paradigmático en la resolución del dilema planteado.

Esto debería ser recordado por todos aquellos que en nuestro país, con el pretexto de la supuesta necesidad de lograr incentivos extraordinarios para la inversión, recomiendan la contracción de nuestro mercado, el estancamiento de los salarios y la salida exportadora. Si pretenden mayor inversión para desenvolver un proceso de desarrollo caracterizado por la tendencia creciente a la mecanización y la industrialización, ¿cómo esperan, utilizando la misma lógica implícita en la teoría de la dotación de factores, que pueda desatarse ese proceso con un precio del factor trabajo relativamente bajo al precio del factor capital? Cuanto más bajo es el precio del factor trabajo –salario– más caro es el precio relativo del capital y, por ende, lejos de fomentarse la mecanización y la industrialización, se fomenta el proceso contrario que conduce al subdesarrollo.

Lo cierto es que el comercio exterior y la consecuente consideración de las variables fundamentales que lo representan (exportaciones, importaciones, balanza comercial, de cuenta corriente, de capital, etc.) “giran en torno” del “eje de gravitación” constituido por el proceso de desarrollo nacional. En el orden de causalidad, aunque exista verdadera retroalimentación, es el desarrollo económico el que hace al comercio mundial y no a la inversa. El Gobierno viene sorteando el dilema. Que tenga que hacerlo mejor no quita lo bailado. No luce racional oponerse con argumentos débiles que, en función de su gratuidad, soplan como fuertísimos viento de proa.


domingo, 12 de septiembre de 2010

Actuar por izquierda


Seguimos con nuestra selección dominical de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Hèctor Zimmerman, Editorial Aguilar.

"Cuando se lleva a cabo determinado acto pasando por alto las normas legítimas, es común decir que se trata de algo 'hecho por izquierda'. Sabido es que la mano izquierda ha tenido siempre mala reputación, tal vez por ser la mano inhábil en la mayoría de las personas. Por esa misma razón ha quedado ligada a una serie de supersticiones. Para los griegos, por ejemplo, el vuelo de una bandada de pájaros a la izquierda de quien consultaba el cielo constituía pésimo augurio. Se supone asimismo que ese es el lado favorito del diablo; quien derrama sal conjura los posibles males arrojando un puñado sobre el hombro correspondiente al lugar del demonio. La palabra siniestro, heredada del latín, tomó en español el alcance de funesto. Y, como sustantivo, equivale a incendio o a otras catástrofes naturales. Tales connotaciones obligaron a buscar términos de reemplazo, y el vascuence proporcionó dos: zurda e izquierda. Pero ni aun así el lado del corazón ha recobrado la inocencia. 'Hacer algo por izquierda' conlleva hoy entre nosotros la idea de una trampa: exhibir la derecha, mientras con la otra se hace pasar de contrabando algo ilegítimo".

sábado, 11 de septiembre de 2010

Cantantes y poetas



Ruben Furman, gran periodista y amigo de los años de furia y fuego, acaba de enviarme una deliciosa nota sobre el 99 aniversario de Nelly Omar. El que se la pierde, pierde.

Nelly Omar, la más peronista de las cantantes de tango, cumplió ayer 99 años y con tal motivo hizo un roadshow por diferentes canales de la tele. Como se sabe, ella es la famosa "Malena" que "canta el tango como ninguna/y en cada verso pone su corazón". Es que fue la amante de Homero Manzi y su gran musa. Se dice, y ella misma lo hizo, que Manzi nunca quiso abandonar a su mujer y al final ella lo despachó. Ahora, acaso porque ya no se acuerde bien de todo, sólo admite que de Manzi la deslumbraba su talento, y que la relación no paso de eso. Porque ella -aclara con cierto pudor- era una mujer casada, aunque tambien cuente que su matrimonio duró apenas dos meses porque habia sido un error...

En el programa "Café las palabras" de canal 26 que conduce el "gordo" Valdés (Eduardo, jefe de gabinete de Bielsa en Cancillería) contó anoche un detalle imperdible del tango "Sur". Ocurre que esa frase memorable que dice "las calles y las lunas suburbanas/ y tu amor en la ventana/todo ha muerto, ya lo se", tambié fue escrita para ella. "Homero jamás tuvo las llaves de mi casa, me tenia que tocar la ventana para que yo le abriera", confesó. Los conductores: Valdés, Jorge Coscia y Sschushein quedaron extasiados por la revelación.

El gordo es buena persona (trabajé para él circa 1985/86, en plena renovación peronista) y está casado con una psicoanalista. Babeada con su hallazgo de haberle preguntado a esa anciana lúcida por sus amores que son historia. Ella siguió contando: a rey muerto, rey puesto. Tras la muerte de Manzi, en 1952, fue pareja de Anibal Cufré, uno de los mas grande locutores de la radio en la época de oro de los 40 y 50, cuya fama no tendría parangon en la actualidad. "Con el estuve ocho años", confesó Nelly Omar mientras entraba en un cono de pena. "Tengo mucho dolor adentro". Balbuceó.

"Pero usted no sólo tiene una vida vivida sino que es amada por su pueblo", intentó componer el gordo. "Querido, de qué me sirve que me ame mi pueblo. Yo quisiera que me ame uno solo de esos hombres y que yo lo pudiera amar a él", le replicó dignamente la señora, cuya fama no llega a superarla. Digo que es hora de que no solo la admiremos por cantar todavía con entonación perfecta su repertorio levemente facho y naif. ¡Reverenciémosla!.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Invitacion de Silvio Rodriguez



Creo que la Revolución Cubana dignificó a nuestro país y a los cubanos. Y que el Gobierno Revolucionario ha sido el mejor gobierno de nuestra Historia.

Sí: antes de la Revolución La Habana estaba mucho más pintada, los baches eran raros y uno caminaba calles y calles de tiendas llenas e iluminadas. Pero ¿quiénes compraban en aquellas tiendas? ¿Quiénes podían caminar con verdadera libertad por aquellas calles? Por supuesto, los que "tenían con qué" en sus bolsillos. Los demás, a ver vidrieras y a soñar, como mi madre, como nuestra familia, como la mayoría de las familias cubanas. Por aquellas avenidas fabulosas sólo se paseaban los “ciudadanos respetables”, bien considerados en primer lugar por su aspecto. Los harapientos, los mendigos, casi todos negros, tenían que hacer rodeos, porque cuando un policía los veía en alguna calle “decente”, a palos los sacaban de allí.

Esto lo vi con mis propios ojos de niño de 7 u 8 años y lo estuve viendo hasta que cumplí 12, cuando triunfó la Revolución.

En la esquina de mi casa había dos bares, en uno de ellos, a veces, en vez de cenar, nos tomábamos un batido. En varias ocasiones pasaron marines, cayéndose de borrachos, buscando prostitutas y metiéndose con las mujeres del barrio. A un joven vecino nuestro, que salió a defender a su hermana, lo tiraron al suelo, y cuando llegó la policía ¿con quién creen que cargaron? ¿Con los abusadores? Pues no. A patadas por los fondillos se llevaron a aquel joven universitario que, lógicamente, después se destacaba en las tánganas estudiantiles.

Ahí están las fotos de un marine meando, sentado en la cabeza de la estatua de Martí, en el Parque Central de nuestra Capital.

Eso era Cuba, antes del 59. Al menos así eran las calles de la Centrohabana que yo viví a diario, las del barrio de San Leopoldo, colindante con Dragones y Cayo Hueso. Ahora están destruidas, me desgarra pasar por allí porque es como ver las ruinas de mi propia infancia. Lo canto en “Trovador antiguo”. ¿Cómo pudimos llegar a semejante deterioro? Por muchas razones. Mucha culpa nuestra por no haber visto los árboles, embelesados con el bosque, pero culpa también de los que quieren que regresen los marines a vejar la cabeza de Martí.

Estoy de acuerdo en revertir los errores, en desterrar el autoritarismo y en construir una democracia socialista sólida, eficiente, con un funcionamiento siempre perfectible, que se garantice a sí misma. Me niego a renunciar a los derechos fundamentales que la Revolución conquistó para el pueblo. Antes que nada, dignidad y soberanía, y asimismo salud, educación, cultura y una vejez honorable para todos. Quisiera no tener que enterarme de lo que pasa en mi país por la prensa de afuera, cuyos enfoques aportan no poca confusión. Quisiera que mejoraran muchas cosas que he dicho y otras que no.

Pero, por encima de todo, no quiero que regrese aquella ignominia, aquella miseria, aquella falsedad de partidos políticos que cuando tomaban el poder le entregaban el país al mejor postor. Todo aquello sucedía al tibio amparo de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Constitución de 1940. La experiencia pre-revolucionaria cubana y la de muchos otros países demuestra lo que importan los derechos humanos en las democracias representativas.

Muchos de los que hoy atacan la Revolución, fueron educados por ella. Profesionales emigrados, que comparan forzadamente las condiciones ideales de “la culta Europa”, con la hostigada Cuba. Otros, más viejos, quizá algúna vez llegaron a "ser algo" gracias a la Revolución y hoy se pavonean como ideólogos pro capitalistas, estudiosos de Leyes e Historia, disfrazados de humildes obreros. Personalmente, no soporto a los "cambiacasacas" fervorosos; esos arrepentidos, con sus cursitos de marxismo y todo, que eran más papistas que el Papa y ahora son su propio reverso. No les deseo mal, a nadie se lo deseo, pero tanta inconsistencia me revuelve.

La Revolución, como Prometeo (le debo una canción con ese nombre), iluminó a los olvidados. Porque en vez de decirle al pueblo: cree, le dijo: lee. Por eso, como al héroe mitológico, quieren hacerle pagar su osadía, atándola a una remota cumbre donde un buitre (o un águila imperial) le devore eternamente las entrañas. Yo no niego los errores y los voluntarismos, pero no sé olvidar la vocación de pueblo de la Revolución, frente a agresiones que han usado todas las armas para herir y matar, así como los más poderosos y sofisticados medios de difusión (y distorsión) de ideas.

Jamás he dicho que el bloqueo tiene toda la culpa de nuestras desgracias. Pero la existencia del bloqueo no nos ha dado nunca la oportunidad de medirnos a nosotros mismos.

A mí me gustaría morir con las responsabilidades de nuestras desdichas bien claritas.

Por eso invito a todos los que aman a Cuba y desean la dignidad de los cubanos, a gritar conmigo ahora, mañana, en todas partes: ¡Abajo el bloqueo!

Silvio Rodriguez, trovador, La Habana, 10 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

"A troche y moche"


Cumplimos nuestra promesa y va la segunda edición de los domingos de Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, de Hector Zimmerman, Editorial Aguilar.

"Esta vieja expresión española, que actualemnte se emplea para significar sin medida ni orden, proviene del lenguaje de los leñadores. Trochar equivale según el diccionario a 'romper con violencia el tronco, tallo o ramas de un arbol u otra planta; mochar o desmochar es quitar la parte superior de algo dejándolo mocho. La combinación de ambas torpezas arruina la mejor de las arboledas ya que impide que los ejemplares vuelvan a crecer o los deja malheridos y deformes. La primitiva idea de entrar o hachar sin consideración, repartiendo golpes a diestro y sinistro, se extendió a a cualquier acto realizado en forma análoga. El nuevo rico que malgasta cualquier suma en cualquier cosa, el enloquecido que la emprende a trompadas contra cuanto se le pone delante, son buenos ejemplos de esta práctica del despilfarro y el destrozo. 'A troche y moche' constituye la más perfecta síntesis de la vida antiecológica".