sábado, 9 de junio de 2018

A 100 años de la Reforma Universitaria: Fernando Nadra y la bandera nazi


  En su juventud, Fernando fue un muy popular y querido dirigente estudiantil, primero de la Federación de Estudiantes Secundarios de Tucumán, su provincia natal,  luego secretario general de la FUA y  presidente de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), ciudad donde trabó relación y amistad con la principal figura de la Reforma Universitaria de 1918, el mítico Deodoro Roca, en cuyo funeral lo despidió en nombre de la organización estudiantil.

  De aquellos tiempos, surge este relato periodístico, de un hecho casi desconocido de la lucha contra el nazifascismo en la Argentina:

  Según relata Bernardo Kleiner en su interesante y documentado libro "Veinte años de movimiento estudiantil reformista" (Editorial Platina, Buenos Aires 1964), el 20 de junio de 1941, Día de la Bandera, justo dos días antes de la invasión hitleriana a la Unión Soviética, un grupo de estudiantes, acompañados por numerosos obreros, reclamó del consulado alemán en Córdoba, con oficinas en la Avenida Colón, que la bandera argentina flameara en sus balcones.

   Ante la negativa germana, los estudiantes organizaron varios actos relámpago. Cuando se aglomeró el público al grito de "abajo el nazismo, viva la bandera argentina", un dirigente de la Federación Universitaria de Córdoba se encaramó al mástil a varios metros de altura. Y, ante la expectativa general y la amenaza armada de los burócratas del consulado, el estudiante arrancó la bandera nazi haciéndola pedazos, en medio de la clamorosa ovación de los asistentes, quienes realizaron luego una combativa manifestación por las calles de la ciudad.

   Los diarios La Voz del Interior de Córdoba y La Nación de Buenos Aires, diarios de derecha que entonces coqueteaban con las "potencias anticomunistas", no ocultaron su indignación por el "ingrato episodio". Y El Pampero, rotativo nazi que estaba directamente financiado por el embajador alemán Von Thermann, rugió: "Fueron atacados consulados de países amigos".

   La Alemania nazi protestó entonces con una reclamación diplomática, presionando al gobierno de Ramón S. Castillo (de claras simpatías por el fascismo) para que intervenga la provincia mediterránea. El periódico local Córdoba describió el episodio de este modo:
   "... el joven estudiante que había subido y que alcanzó un extremo de la bandera nazi, se colgó de ésta y sin soltarla saltó a la acera. El peso del cuerpo hizo que el asta de la bandera se quebrara cayendo todo al suelo, donde fue recogida por los manifestantes que en aquel mismo momento la destrozaron...".
   Los pedazos de la bandera nazi fueron disputados por los asistentes al acto; obreros y estudiantes los guardaron como verdaderos trofeos de la lucha antifascista.

   Casi inmediatamente se desató una ola de antisemitismo feroz en todo el país. "Los usureros judíos y el marxismo internacional no nos van a impedir que la Argentina mantenga relaciones con aquellos países que están luchando bravamente contra el comunismo apátrida", rezaba un volante profusamente distribuido por la Legión Nacionalista en la ciudad de Buenos Aires y que terminaba de este modo: "¡Viva la patria! Abajo el judaísmo y el comunismo, fuentes de miseria y esclavitud!".
   Resulta curioso que, pese a la masiva participación judía en los movimientos antifascistas, el joven que protagonizara aquella acción ante el consulado alemán en Córdoba no fuera judío sino de origen árabe. Se trataba de Fernando Nadra que, luego, sería uno de los dirigentes más conocidos del Partido Comunista Argentino…
   A raíz de su arriesgada acción en Córdoba, Nadra fue procesado y detenido junto a otros veinticuatro estudiantes reformistas "en virtud del estado de sitio" implantado en todo el país para "ahogar las crecientes manifestaciones del pueblo contra el fascismo y la guerra", de acuerdo al libro de Kleiner.