martes, 12 de febrero de 2019

Daniel Santoro: un canalla amoral



Daniel Santoro, operador pago de Magneto, tiene una larga historia de violación de toda de ética periodística, que en estas horas vuelve a quedar en evidencia con la operación montada para extorsionar a un empresario, como es ya público y denunciado en la causa de las “fotocopias de cuadernos”.

La grabaciones de video y audio, así como los mensajes telefónicos que constan en la causa que lleva adelante el juez Alejo Ramos Padilla, muestran el mecanismo de plantar una falsa denuncia, publicarla en Clarín con la firma de Daniel Santoro, y –previamente avisado—la rápida actuación de oficio del fiscal Carlos Stornelli.

Hay virginales desmentidos del periodista militante (de Magneto) y su medio, cuando esta historia es conocida y repetida, sin ir más lejos un titular central de Clarín acusando, entre otros, a Máximo Kirchner y la ex ministra Nilda Garré de tener cuentas por más de u$s 80 millones en un banco de Delaware, con los correspondientes números de cuentas, lo que fue desmentido en forma oficial por el Departamento de Justicia de EE.UU. Claro, en una página interna del diario, largo tiempo después, Santoro publicó una confusa “aclaración”, en la que en realidad no se retractaba de nada.

Personalmente puedo dar fe de su amoralidad.

En octubre de 1990, en los difíciles días en que el que fuera mi partido se desgarraba internamente, fui entrevistado por muchos periodistas, entre ellos  Andrea Rodríguez, Edgard Mainhard, Andrés Sikirko, y Santoro, a los que brindé declaraciones públicas, y una opinión más general, pero reservada, pues aún no había decidido presentar mi renuncia al Comité Central del PC.

Santoro, el día 2 de ese mes, mostró cabalmente qué tipo de “profesional” y persona era y es.

Años después, en 2011, pude relatar públicamente lo que había denunciado  en voz alta, pero sin eco. Estas son, textualmente,  las (pocas) líneas que dedico al hecho, y al personajillo, en mi libro “Secretos en Rojo. Un militante entre dos siglos”,

 (…)
El entonces recientemente incorporado periodista de Clarín, Daniel Santoro –quien hoy pretende dictar cátedra de Ética Periodística– consignó la noticia, pero violando groseramente en su nota el off the record[1].

Cualquier periodista sabe lo que tantas veces le repetí a mis alumnos de la materia “Ética y Periodismo” en la Universidad de Palermo: es parte de la “ética”, de la conducta moralmente correcta del periodista, preservar las preferencias del entrevistado/fuente en relación a lo que  dice “en on” (sea información extra o sus datos personales, el periodista es libre de publicarlo) y lo que dice “en off” (cuando el entrevistado indica que cierta información, incluidos nombre y apellido se mantengan en secreto).
Se trata de un principio ético central, con justificaciones que van desde lo deontológico (teniendo en cuenta los intereses de quien de buena fe nos ha brindado información y nuestra promesa de no traicionarlo) hasta lo teleológico (teniendo en cuenta los intereses de la circulación de información entre, hacia y para los periodistas).
Ante mi renuncia al PC, todos los medios  lo respetaron, en la cobertura de aquel suceso (desde Página/12[2] hasta, nada menos, que Ámbito Financiero[3] y El Cronista Comercial[4]). Todos los medios, exceptuando el de Santoro, a quien en esa época, de seguro, le preocupaba más ascender en el escalafón, lo que logró con creces, que torturarse acerca de los valores..



[1] Daniel Santoro, El Poder sobre el dinero. Discusión en el PC sobre los fondos partidarios, Clarín, 2 de octubre de 1990.
[2] Página/12, Manotazos contra disidentes. La interna del PC, 2 de octubre de 1990.
[3] Edgard Mainhard, Crisis no ideológica en el PC: se robaron la caja, Ámbito Financiero, 2 de octubre de 1990.
[4] Andrés Sikirko, Amenazas y escándalo en el PC “por un puñado de dólares”. El Cronista, 2 de octubre de 1990.