“¡Alerta!, viene marchando el Cromañón ferroviario. No es un presagio, sino una certeza. Debemos estar atentos, alertas, despiertos, sin espantarnos, reconociendo que estamos bajo la influencia del planeta Cromañón que irradia muerte”, Juan Carlos Cena, 16 de enero de 2005.
Escribo estas líneas al calor de la información de la aparición del cuerpo de Lucas. Muerto nº 51, su rostro, repetido en las pantallas, pone historia, vida y muerte al horror de todos aquellos muertos y heridos en Once el pasado miércoles 22. No fue un accidente ni un imponderable. El “Cromañón ferroviario” es el resultado de la desidia, la falta de control estatal (especialmente dolorosa para quienes apoyamos el proceso de cambios iniciado en 2003, siempre con casi nulo eco donde se toman las decisiones), y el funcionamiento aceitado de un mecanismo de corrupción. Hay responsables.
Las palabras que siguen a estos párrafos, no me pertenecen. Son parte de un trabajo de Juan Carlos Cena, con las demoledoras conclusiones de este profundo conocedor del ferrocarril, a casi medio siglo desde que empezó su trabajo en los talleres, y aún hoy es técnico e investigador. Fue Secretario General del Personal Técnico de Dirección de Ferrocarriles y es autor de los libros: El Ferrocidio, Ferroviarios: Sinfonía de Acero y Lucha, El Guardapalabras, entre otros.
Lo conocí de la mano de mi suegro, Jorge Canelles –dirigente del Cordobazo, junto a Agustín Tosco y Elpidio Torres. Jorge venía de la izquierda tradicional y era el referente sindical del gremio de la construcción. Cena, de la Resistencia Peronista con las persecuciones de la Libertadora, del plan Coninntes y de tantas épocas oscuras, hasta la infamia de 1976. Muchos de esos episodios los encontraron juntos. Eran amigos y, a la sombra de esos relatos, se coló mi afecto.
Él tiene la palabra. Con la demoledora contundencia de las convicciones y los hechos.
Todos los días, como una constante, ocurren accidentes en el transporte ferroviario Suburbano ocultados celosamente por las empresas concesionarias y la CNRT. Sí, hay desidia, complicidad, improvisación, falta de personal, de mantenimiento en las unidades de inversión. Todo como consecuencia de la falta de políticas de Estado para el Transporte.
A consecuencia de ello, las unidades, o sea los coches de pasajeros, no reciben el adecuado, por no decir ningún, mantenimiento preventivo en los depósitos. Revisación de ejes, rodamientos (llantas y sus perfiles), suspensión, frenos, sistema eléctrico; y en las vías: señales, semáforos, conservación y renovación y así.
Hay un desprecio y una insensibilidad manifiesta hacia los pasajeros. Los trenes del F.C. Sarmiento están plagados de falencias técnicas y el peligro es latente. Todos los otros recorridos del T.B.A., están llenos de anomalías. T.B.A. es una de las empresas dedicadas al transporte, de la familia Cirigliano.
La crisis en el universo ferroviario es integral. Tanto en los trenes suburbanos, cargas y en los de cartón de pasajeros de larga distancia inaugurados con una gran pompa K. Abarca todo. No hay rincón donde ella, la crisis, no esté presente. Pero hay crisis de finitud, el de este sistema perverso de las concesiones ferroviarias. Todo este sistema concesionarista va camino al colapso. Los accidentes de trenes fueron moneda corriente durante todo el 2005 hasta la fecha. ¿Podemos inferir que el gobierno nacional continúa subsidiando los accidentes ferroviarios? Desde el año 2005 venimos denunciando desde el Mo.Na.Re.FA que se avecinaba un tiempo ferroviario plagado de accidentes.
Por otro lado, decíamos que la Gerencia de Seguridad en el Transporte, que depende de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, publicó una estadística donde reflejaba que en el área metropolitana durante el 2003, fallecieron un total de 389 personas y 1064 resultaron heridas de gravedad. En los últimos 7 años, cerca de 14.000 muertos.
Cifras reveladas por el propio Secretario de Transporte que manifiesta: ‘La Argentina tiene un record importante de muertes en ferrocarriles: más de 400 por año’. Lo que no dice es por qué ocurren esos accidentes. Las cifras son demostrativas y hay que compararlas cuando los ferrocarriles estaban en manos del Estado. Veríamos como los ferrocarriles del Estado tenían sumo cuidado en las cuestiones de seguridad. Acá en el periodo privatista todas esas normas de seguridad se anularon, como así los sistemas de controles.
Las cifras son palmarias y hay que compararlas cuando los ferrocarriles estaban en manos del Estado. Veríamos como los ferrocarriles del Estado tenían sumo cuidado en las cuestiones de seguridad. Acá en el periodo privatista todas esas normas de seguridad fueron anuladas por los concesionarios, como así los sistemas de controles, con anuencia de la Secretaria de Transporte.
La CNRT es la responsable del control integral de los modos de transporte, en este caso el ferroviario, es el órgano de control del Estado.
La inoperancia de la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) es patética. Pero es para preguntarse si ¿es inoperancia o complicidad manifiesta? ¿Cómo es posible que se les hayan renovado, a estas empresas concesionarias, los subsidios?¿Cómo es posible que sigan ocurriendo accidentes por cuestiones de mantenimiento preventivo en todo el material rodante, vías y señalamiento?
En casi todas las líneas de trenes los sistemas de suspensión están vencidos, el bamboleo de los coches obedece al mal estado de las vías que no se les hacen la renovación o el cambio de durmientes y afirmación de balasto (piedras) en forma permanente, lo mismo que el sistema lateral de la suspensión.
En el sistema eléctrico de trenes suburbanos que toma la alta tensión, (electricidad) del llamado tercer riel, no tiene la protección suficiente, las maderas que cubren ese tercer riel están podridas, no han recibido el baño de creosotado o aceite para su conservación, algunas rehuídas, otras ausentes...
El Poder Ejecutivo Nacional ¿no sabe de las falencias graves de esas concesionarias en las prestaciones y en las violaciones de los contratos?
El ex Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino era claro: ‘Hace bastante tiempo que el Estado está en condiciones de rescindir las concesiones de la empresa Metropolitano, pues estamos ante una concesión cuya ejecución está llena de incumplimientos desde hace ya varios años’.
El accidente ocurrido en la Estación Once es producto del colapso de los ferrocarriles concesionados. La falla de los frenos es cosa corriente en ese ramal. Más de una vez los conductores conducen un tren con fallas en los frenos por las deficiencias en el compresor. Dan la alarma y le dicen desde Control que continúe que el mecánico está en la estación Tal. Pues no está y así con la otra.
La cuestión de todos los accidentes debemos enmarcarla en la ausencia de políticas de Estado para el transporte. No hay políticas de Estado de este gobierno diseñadas para el control de transporte en general, pero en este caso el ferroviario. Nunca se diseñó una política nacional de transporte, ni este gobierno ni los anteriores.
Sólo se han favorecido al autotransporte automotor sin políticas y al transporte de pasajeros ferroviarios como un negocio a través de los subsidios. Las fallas técnicas son a consecuencia por esa falta de políticas de transporte. No hay controles preventivos, ni fiscalización sobre las obras comprometidas. No hay mejoras. Se viajaba como ganado, ahora es peor. Es suicida embarcarse. Los que viajan son pasajeros con necesidades serias de trabajo, seres llenos de valentías en busca del jornal. La empresa TBA y el gobierno, en este caso, deslizan un comentario perverso de que el conductor se durmió. Deslizamiento siniestro para eludir responsabilidades. Los sindicatos guardaron un silencio cómplice. Hoy se rasgan las vestiduras.
Los usuarios del ferrocarril deben escuchar y actuar reclamando junto a los trabajadores ferroviarios que sí lo hacen. Las vidas que transportan los trabajadores ferroviarios, a diario, son una responsabilidad, pero la responsabilidad principal es de la empresa que usufructúa la concesión, donde el Estado les da un subsidio para que efectúen una prestación de acuerdo al contrato que debe ser correcta.
Subsidio que ronda aproximadamente en 4,5 millones diarios de pesos. La misma cifra que decían cuando demonizaban al sistema ferroviario por deficitario, con la diferencia que corrían todos los trenes de pasajeros por el territorio nacional, funcionaban los 37 talleres, 40 policlínicos, trabajaban 85.000 trabajadores, hoy existen 1.200 pueblos fantasmas y los accidentes tuvieron el nivel más bajo de su historia.
Ferroviarios y usuarios deben actuar juntos, para contrarrestar la perversidad de la especulación que realiza el concesionario para que su política de lucro sea floreciente.
Podemos cuantificar que por la ausencia del ferrocarril hemos pasado de la Accidentologia a la Siniestralidad por la cantidad de accidentes y muertes en las rutas y en las mismas redes ferroviarias.
Como primera medida este gobierno le debe quitar la concesión al TBA. Es la concesionaria junto ALL de carga tiene la carga más grande de accidentes.
Debe además de revisar todos los contratos de concesión, para que luego vuelvan al Estado. El gobierno debe rescatar a los ferrocarriles con los inventarios en mano para comprobar verificando que nos dejaron.
Los ferrocarriles deben volver a manos del Estado Nacional. Se debe terminar con las políticas concesionaristas. Los ferrocarriles en el mundo son estatales. Acá triunfaron las políticas tatcherianas, políticas que fracasaron en su propio territorio. Los ferrocarriles ingleses regresaron al Estado.
Es deber, de todo Estado, reconstruir los ferrocarriles. Reconstruirlos, es reconstruir a la nación. No hay reconstrucción nacional posible sin la fuerte presencia del ferrocarril, para que integre de nuevo el país, que beneficie a las economías regionales, que restablezca la conexión perdida entre pueblos y regiones, y para que en todos los pueblos abandonados retornen a la vida.
No es cierto que no hay otro plan para los ferrocarriles y el transporte, quienes dicen eso son los que nada saben, intelectuales, economistas y los gatopardos que algo saben y se callan, esperando ser convocados a la danza de los acomodos, y aquellos que desguazaron las empresas del estado. Nadie habla del tema ferroviario y del transporte, porque hay que decirlo, no saben, no conocen y no pueden hacer un curso acelerado. El colonialismo fabrica colonizados.
Porque para hacer posible, la recuperación de los ferrocarriles para la nación, lo nacional debe unirse a lo popular y lo democrático. Y lo popular y democrático no puede realizarse sin la independencia nacional.