Héctor Valle es economista y, desde 2004, preside el Fondo Nacional de la Artes (FNA). No forma parte del Gabinete, ni se lo puede considerar miembro del "equipo económico". Pero varias de las medidas que adoptó o anunció el Gobierno en las últimas semanas, o aun las que esbozó recientemente la presidenta Cristina Kirchner al disertar ante empresarios, llevan su impronta, dice textualmente un matutino nada oficial en un reciente reportaje que vale leer con atención.
Algunas de esas medidas, como la normativa que les quita a mineras (total) y petroleras (parcial) el privilegio para evitar liquidar las divisas generadas por sus exportaciones en el país, la llevan de manera casi explícita.
Después de todo hace años que, desde la tribuna que se reservó en la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) -y compartió por casi tres décadas con la actual presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont-, venía reclamando que a mineras y petroleras les alcancen las generales de la ley al alertar sobre los "desafíos del sector externo" y la necesidad de buscar recursos para la "estratégica caja del Banco Central".
-¿Cómo explica que, con un sistema de tipo de cambio administrado, hayamos llegado a esta situación de corrida?
-Estructuralmente, porque hay bancos y empresas internacionales que están demandando y girando al exterior bastantes más dólares que el año pasado. ¿Por qué lo hacen? Porque acá les ha ido muy bien y allá muy mal, y tienen a sus casas matrices exigiendo la remisión. Y porque esto se dio en el marco de una tendencia a la reducción del superávit comercial, en parte derivada de un lógico incremento en las importaciones, por el mayor nivel de actividad local, y en parte derivada de otras cosas...
-¿Qué otras cosas?
-Acá fueron creciendo más que proporcional y sospechosamente los precios unitarios de los bienes intermedios, como el acero, el petróleo, los semicomponentes, las partes y piezas de automóviles, porque tenemos un sector industrial fuertemente desintegrado con un balance comercial muy negativo, pero también porque hay que estar más atentos.
-¿A qué se refiere?
-¿Cómo sé yo que los precios con los que establece sus relaciones comerciales una empresa transnacional, que tiene una fábrica acá, otra en México y otra en Alemania, son los de mercado? En qué medida eso no puede estar fomentando la sobrefacturación de exportaciones. Hay que poner el ojo en el valor de las importaciones.
-Pero en los últimos meses se sumaron a la demanda de dólares los minoristas...
-Es cierto... (piensa). Digamos que se combinó una punción transnacional por tomar dólares con una oferta de divisas menor a la esperada, y que eso creó un empuje hacia el dólar al que se unió uno de los sectores premiados por la actual política económica, que es la clase media y media-alta, siempre propensa a ahorrar en esa moneda. Una vez que cambiaron el auto, compraron un departamento para el hijo y un plasma más empezaron a comprar dólares porque, en términos relativos, están baratos.
-¿Pide una devaluación?
-En términos relativos. Hoy tenemos una situación paradojal: desde el punto de vista del comercio, si uno compara con el real o cualquier cesta de monedas, el peso todavía es competitivo. Comercialmente no hay razón para devaluar. Además, devaluar supone un impacto inflacionario que no se va a poder ocultar, una caída en el salario real y un perjuicio para el Estado que necesitará más pesos para comprar los dólares que demanda el pago de la deuda.
-¿Recomienda no devaluar?
-Lo ideal sería poder manejarse con un sistema de tipos de cambio reales mixto, que combine valor nominal, estímulos fiscales, estímulos a la exportación por puertos patagónicos. etc, etc. Pero hoy, con esta expectativa devaluatoria, no se puede hacer porque la alimentaría. Por eso es clave que el Gobierno gane la batalla del dólar.
-Entonces considera oportunas las medidas de control del mercado cambiario..
-Tal vez debieron tomarse en septiembre, cuando cambió la corriente en la plaza. Pero van en la dirección correcta.
-Pese a los problemas generados a muchas personas y empresas...
-Quien tenga todos sus papeles en regla no debería tener problemas.
-Pero los tiene. Son incontables los testimonios...
-Es probable que hayan sido desprolijas y, seguramente, sean objeto de numerosas correcciones. Pero el dato más importante es que el Gobierno volvió a demostrar que no le tiembla la mano para adoptar medidas, adecuadas, porque atienden el problema del deterioro de la cuenta de capital, y necesarias para superar este clima de histeria cambiaria.
-Es el problema de fondo, ¿no? El deterioro del balance de pagos.
-Según mis estimaciones, si el Gobierno no hacía nada, el año que viene teníamos un agujero de 3000 a 4000 millones de dólares. Con la decisión de que las petroleras y mineras liquiden todo acá, algo por lo que venía bregando desde hace más de dos años (por esa vía se nos fueron US$ 27.000 millones en diez años), sumás de 2500 a 3000 millones. Ayuda, pero no alcanza...
-¿Qué falta?
-Creo que tiene que venir una discusión seria sobre el giro de utilidades de las transnacionales. El año pasado se fueron US$ 8000 millones por ese concepto, y este año van unos US$ 5500 millones.
-Pero usted mismo acaba de reconocer que tienen una natural presión de sus casas matrices para hacer esos giros.
-Es cierto, pero habría que dosificarlos.
-Chile reduce impuestos a empresas extranjeras que aceptan reinvertir sus utilidades allí. ¿Sería un método a imitar?
-No creo. Acá ya tienen suficientes estímulos: casi todos tienen mercados cautivos o trabajan en condiciones oligopólicas; casi todos tienen promociones regionales o sectoriales. ¿Qué más les vamos a dar?
-¿Pide que impidan esas remesas?
-No, pero hay que conseguir que las multinacionales, sin sentir vulnerados sus derechos, acepten dejar aquí una parte importante de sus utilidades. Porque vamos camino a movernos por un desfiladero más estrecho.
-¿Llegó el tiempo de políticas más activas?
-En todos los aspectos. Hay que tener una política más fina con Brasil, en el desarrollo del sector agropecuario. Pasada la euforia de la primera etapa viene otra de lo que podríamos llamar 'sintonía fina', donde tendremos un crecimiento algo menor de la economía pero todavía alto comparado con la media internacional.
-¿Por el agotamiento del modelo o por las limitaciones que impone la situación internacional?
-Por ambas. El 2012 es el último año de grandes pagos de la deuda, porque de 2013 a 2015 los pagos son muy bajos. Hay que pagar el cupón (herencia del amigo Lavagna), en un contexto de reducción en el superávit comercial, por lo que se necesitan dólares. Ahí caben dos opciones: la que alientan mis amigos del neoliberalismo, que es volver a endeudarse, o ver cómo me arreglo cortando este chorreo de dólares. La primera la conocemos y no sirve. La Argentina es como un alcohólico en recuperación y aparecen los cantos de sirena de la City ofreciéndole una copa. La segunda exige buen manejo y recrear las condiciones que nos permitieron la experiencia de 2009, cuando pudimos porque, además, estamos en un barrio complicado para hacer política económica, pero es la única viable.
-¿Qué quiere decir con lo de 'barrio complicado'?
-Mire, vamos a hacer un oleoducto muy importante con Brasil pero, como lo financia el Bndes, ellos exigen que hasta el último tornillo que se use en la obra sea brasileño. Y como nosotros no tenemos armados esquemas de financiamiento de ese tipo vamos a tener que aceptar esas reglas de juego que, en definitiva, son inadecuadas para nuestro mercado interno.
-Probablemente pasaría igual si el socio no fuera Brasil...
-Pero es Brasil, que es un socio complicado y pasa un momento complicado por atarse a las metas de inflación, un esquema cuya esencia es subir las tasas de interés y frenar la actividad. Ellos, que son un mercado natural para nuestras exportaciones industriales, tienen un problema con sus importaciones de China. Ya crecen un punto menos de lo que esperaban con una inflación un punto y medio más alta de lo que esperaban; una tasa de interés todavía alta en dólares y una propensión a revaluar su moneda.
-¿Condiciona?
-Son datos que exigen entrar en una zona de activismo de la política económica que, por suerte, parece haberse iniciado. También, por suerte, se va reconociendo que la estructura de la soja es una bendición que debemos saber aprovechar. Pero es probable que haya que avanzar en medidas con el comercio de granos o la necesidad de plantear la reforma de la carta Orgánica del BCRA para terminar con esta falacia de que sólo debe ocuparse de preservar el valor de la moneda. Va a haber mucha gente que se a enojar y será inevitable, porque la economía no es cuestión de suma cero ni tan sencilla como se la presenta cuando, omitiendo lo que pasa en el mundo o la conducta de las multinacionales.