sábado, 30 de mayo de 2020

Mimi




    Peronista ella, comunista yo, nos vimos por última vez a principios de 1974, en una marcha de las Juventudes Políticas contra aquellas reformas represivas al Código Penal.

    Entonces, apenas cruzamos una mirada, un gesto de reconocimiento en medio de las corridas y los gases lacrimógenos descargados en la represión policial.

    Hoy, una foto carnet, típica de los primeros DNI, publicada por el compañero Alejandro Ángel Salvagno Olmedo me devuelve, distorsionada, su imagen con la escueta información:

María Ángela Elena Gassmann de Crea. 31 años. Secuestrada-desaparecida el 30 de mayo de 1978 conjuntamente con Marta Alicia Caneda en la localidad de florida, zona norte del GBA. Integrante de la columna oeste de Montoneros en la provincia de Buenos Aires”.

    Una y otra vez busco relatos, fotos, cualquier testimonio que supere la frialdad de esos datos, algo que rescate algo de su vitalidad y compromiso.

    No los encuentro, aunque logro un inesperado encuentro virtual con su hermano Augusto, quien me revela su alias, "Mara", Jefa de Subunidad del Ejército Montonero, apresada violentamente en la casa de Marta Caneda, entonces  compañera de Augusto, y me estremece al relatar que el secuestro incluyó a la hija de Mimí, de apenas cuatro años, que apareció a los dos meses en San Martin, y hoy es médica como lo fue su madre.

    Luego, para el y para mí, apenas la abrumadora certeza de su asesinato en el Centro Clandestino de Detención que funcionó en la Unidad Penitenciaria N.º 9 de La Plata.

    Se juntan piezas del tenebroso rompecabezas, pero me encuentro muy lejos de la imagen que guardo de ella en mi memoria, de aquellos años de amores y pasiones urgentes: una bella médica de 24 años, en un febrero de 1971 en el Chile de Salvador Allende.

    En mi caso, apenas en primer año de Sociología, había partido de Buenos Aires al frente del segundo contingente de la Brigada Santiago Pampillón, convocada por la Federación Universitaria Argentina (FUA) para realizar trabajos voluntarios, solidarios con el proceso iniciado en noviembre de 1970.

   Cientos de jóvenes de todas las geografías del país, conformábamos un inédito arcoíris de matices políticos e ideológicos: formidables seres humanos con claras convicciones y, en ese momento, la decisión de aportar al “camino chileno al socialismo”.

    Corría el mes de febrero, y apenas unas semanas antes, la llegada del primer contingente de la brigada había logrado un fuerte impacto de ese lado de la cordillera, en una experiencia de inmensa riqueza, furiosamente atacada por la derecha entonces, pero todavía ignorada totalmente en la historia escrita de aquellos años.

   Mimí -siempre para mí fue Mimí- no viajó con nosotros, sino que se incorporó al grupo de la mano de “Luba”, el inolvidable encargado de cuidar la seguridad de la Brigada por parte de los camaradas chilenos.

    Pasamos unos pocos días en Santiago y el contingente que yo coordinaba se repartió en cinco “minibrigadas” que partieron a distintos puntos del país hermano. Con Mimí y dos socialistas nos incorporamos a una a cargo de “Lucho”, con quien viajamos a Gualleco, un pequeño pueblito en la Región de Maule. Nos acompañaban jóvenes chilenos de varias de las fuerzas de la Unidad Popular y también dos bolivianos vinculados al Ejército de Liberación Nacional (ELN).

    Única mujer en este grupo, la voluntad de “la doctora” dejó en el camino a varios en los trabajos de alfabetización o construcción y salió (literalmente) mucho mejor parada que yo del viaje que juntos realizamos a una localidad campesina perdida en los cerros, situada a un día de viaje a caballo.

    En medio de una “trilla a yegua suelta” nos esperaban la desconfianza de los pobladores, entre los cuales el Partido Nacional –y la derecha de la DC– había sembrado el terror pues, decían, veníamos a “socializar tierra y propiedades”, incluidos (¡nada menos!) los animales.


    Allí “Mimí” se arremangó para separar la paja del grano de cereal. Juntos afrontamos un aluvión de todo tipo de guisos, carbonaras, pantrucas y caldillos, con sopaipillas a modo de pan, y en la fiesta de cierre, que también fue de despedida, fue ella el que salvó el honor argentino al animarse a la cueca, pañuelo en mano.

    Fue la gracia y la sonrisa de esa bonaerense de 9 de Julio, la que despejó el camino, enterró sospechas, abrió oídos -y corazones- a nuestro trabajo.

    Semanas después volvimos a Santiago, una corta visita a Valparaíso, esa multicolor “ciudad colgada de los cerros” y surcada por escaleras para, en mi caso, emprender el regreso a Buenos Aires.

    El relato de la experiencia de quienes fuimos brigadistas hace casi 50 años, sigue siendo una asignatura pendiente en la reconstrucción de la memoria histórica de una generación y de la Patria Grande.

   Hoy, en estas líneas es, también la reivindicación de una vida, pues por la vida luchó María Ángela Elena Gassman, Mimí, generoso legado para los pueblos de ambos países en la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.



lunes, 25 de mayo de 2020

"Pajarito" y El Descamisado



Le tuve un gran afecto a “Pajarito”, alimentado por su generosa personalidad pese a la diferencia generacional, en la vida y en la profesión.

Ella no me privó de sus atrapantes relatos -era un inagotable archivo andante, de hechos y detalladas biografías- ni de su aliento solidario mientras durante toda la dictadura formé parte de la corresponsalía argentina de Prensa Latina, agencia que Rogelio García Lupo fundó junto a Masetti, García Márquez y Walsh, luego del triunfo de la Revolución Cubana, en 1959.

Su “ultima primicia” me la dio en agosto de 2011. En un encuentro de tantos, le comenté que mis hijas (Yamilé y Giselle) estaban terminando una investigación que luego terminaría en la publicación de su libro Montoneros, Ideología y Política en El Descamisado.

Si dudarlo, les reveló algo que jamás había hecho público, y que ellas incluyeron en el libro: el, que no pertenecía a la organización, había sido el autor de la nota central del primer número del mítico semanario, el 22 de mayo de 1973, sobre el fin de la dictadura: “Chau milicos” fue el titular central, en fondo rojo sobre la “P” y la “V” del “Perón vuelve”.

En realidad, desplegando parte de su profundo conocimiento de las “internas” militares, García Lupo lo había titulado “Chau Caballería”, en alusión a la entonces poderosa arma del Ejército, de la cual formaba parte el general Alejandro Agustín Lanusse, tercer mandamás del golpe de 1966. La nota aportaba a la comprensión del complejo cuadro que se abría con el gobierno de Héctor Cámpora, aunque la redacción optó por el menos preciso, pero más abarcativo, “Chau milicos”.


Curioso, la amplia bibliografía acerca de aquel período, y particularmente de la revista, no ha recogido este dato trascendente.


viernes, 20 de marzo de 2020

Amadeo



    Toda mi vida he sido “bostero”, hincha de Boca como mi padre y mis hermanos.

    Allá por los 60 jugaba en la calle, en los baldíos, en Palermo o en la arena playera, en cualquier espacio conquistado para patear la pelota.

    Siempre al arco.

    Había pocos modelos, pero uno excluyente: Amadeo, y era de River.

    En Boca había un gigante llamado Roma, un gran atajador.

    Pero Amadeo era de otro planeta.

    En épocas de arqueros pegados a la raya, Carrizo era un jugador de campo más, y de los buenos. Impecable para cerrar, casi infalible para cortar por arriba, absolutamente único en el pase rápido, al pie de mediocampistas o delanteros.

    Nadie lo hacía antes de él. Ni en Argentina ni en el mundo.

    Mirándolo jugar -sí, iba a verlo jugar, no había “entrenadores de arqueros" en aquellos años- aprendí todo lo que llegué a saber. Jugué para el Colegio Mariano Moreno en los Intercolegiales de aquellos años y casi -el porqué del casi es otra historia- formo parte de las inferiores de River.

    ¿River? Si. Eran otros tiempos. Otro país. Otro mundo.

    Tiempos -como los actuales- de “cargar” al equipo rival, de “gastarnos” entre los hinchas y las hinchadas, frente a frente en las tribunas, pero con una diferencia difícil de imaginar para los que no los vivieron: cuando un equipo argentino jugaba en el exterior, todos hinchábamos por él.

    Hoy es difícil de creer, pero grité como pocas veces el gol del “Chango” Cárdenas al Celtic de Escocia, en la final Intercontinental de 1967, que ganó Racing; como un año antes sufrí con la derrota de River frente a Peñarol, en la final de la Libertadores en Chile.

    Y no era el único.

    La pequeñez de algunos -incluidos no pocos riverplatenses- responsabilizaron al gran Amadeo de esa derrota (por bajar la pelota con el pecho, supuesta “sobrada” que hoy hace cualquier arquero como parte del juego) con la misma ingratitud y ensañamiento con la que lo responsabilizaron del “desastre” de nuestra selección nacional en el Mundial de Suecia”, en 1958.

    El triunfalismo y el análisis fácil no son novedades de los periodistas deportivos, aunque en esa época los había muy grandes, de fina prosa y contundentes palabras.

    Es bueno recordarlo, cuando seguramente hoy abunde el elogio fácil, realizado con fríos datos de archivo, con ninguna memoria de los dolores que sufrió un grande entre los grandes, parte de la historia de River, pero sobre todo del fútbol argentino y mundial.

    Parte de nuestra propia historia, de quienes en esos años gritábamos goles de nuestro equipo, y de cualquier equipo argentino en tierra extranjera, (casi) con la misma energía con la que como luchábamos contra las dictaduras y por otra Argentina.

viernes, 6 de marzo de 2020

De la dictadura al macartismo y la infamia


    Hace muchos años que renuncié, pero todavía me rebela esa suerte de coronavirus antiPC que infecta a otros compañeros luchadores, y los lleva (repetida y casi obsesivamente) a insultar y difamar a ese partido y desconocer su lucha y heroísmo, ya que errores -y graves- cometieron todas las organizaciones revolucionarias, sin hablar de los partidos tradicionales.

    El “Negro Ponce de León” es un veterano integrante del PRT-ERP, represaliado por la dictadura, a quien respeté e intento seguir respetando pese a nuestras diferencias. Sin embargo, la memoria de mis camaradas martirizados y asesinados me obligó a responder a una nota suya en Facebook, la que intenté realizar con con un respeto que él no ejerció.
    En su muro del 3 de marzo pasado pueden leerse sus posts, y otras opiniones. Las que siguen son mis respuestas en ese mismo sitio y ese mismo día.

Post 1
    Respetado Negro, he leído con tristeza tus opiniones.
    También lamento que te hayan bloqueado: yo conozco tu trayectoria, tu compromiso, aunque hayamos tenido, y tengamos, profundas diferencias. Incluso tuvimos un encuentro contigo y Amílcar Santucho en la sede del Comité Central del Partido Comunista (PC), en los meses previos al XVI Congreso de ese partido, donde vuestra preocupación era que “ustedes (nosotros) no cometan ahora los mismos errores que nosotros cometimos en los 70”.

    Tu afirmación de que Fernando Nadra viajo a Francia con el genocida Videla (¡nada menos!) es totalmente falsa, como falsas son algunas acusaciones de los comentarios que siguieron a tu post, en general fundadas en los lugares comunes que sembró y siembra la derecha y la prensa canalla, pero muchos repiten.

    No voy a responder a cada una de ellas, tampoco a señalar la razón que hay en otras.

    He respondido una por una a las acusaciones -desde la “complicidad” con la dictadura hasta la supuesta “traición” al Che- en muchas notas y reportajes, y también en mi libro Secretos en Rojo. Un militante entre dos siglos, donde valoro el heroísmo de los comunistas en toda su historia, pero remarco lo que considero graves errores. Errores, es bueno señalar, que cometieron todas las organizaciones político militares, y te informo que el PC fue la primera de ellas, aunque no lo admita.

    Con tristeza, entonces, no solo por lo errado de las apreciaciones, sino porque de esta manera se persiste en ahondar en las divisiones del campo popular y estimular resentimientos, mientras el enemigo jamás falla, ni en el tipo de munición ni en la precisión de la mira.

Post 2
    Negro Ponce de León, lo que en mi anterior post era decepción y tristeza por tus falsas acusaciones, a las que respondí con esforzado respeto, se transforma en enojo ante tu ratificación de que “lo que dije lo sostengo”.

    Pese a que hace más de 30 años que renuncié al PC no puedo permitir que lastimes y ensucies la lucha de militantes y dirigentes, muchos de los cuales perdieron la vida, no solo en defensa de sus camaradas, sino de TUS compañeros. Fue el caso, Ponce de León, de la asesinada abogada de la Liga por los Derechos del Hombre (LADH), Teresa Israel, que no fue el único.

    Es infame tu afirmación de que “Fernando Nadra había viajado en una comitiva con el genocida Jorge Rafael Videla a Francia”, y si no fue una equivocación, ya que acabas de ratificarla, de esa manera, caés directamente en una provocación.

    Es una muestra de total ignorancia (en el mejor de los casos, y de mala fe en el peor de ellos) de lo que fue la lucha real durante la dictadura afirmar que el PC no contribuyó a la lucha por los presos, los desaparecidos y por los derechos humanos.

    Equivocado en su lamentable caracterización del régimen, y en muchos casos con absurdas diferenciaciones con otros luchadores por los derechos humanos, el PC y la FJC estuvieron presentes oficialmente en toda la resistencia obrera, estudiantil, barrial, o en la reconstrucción de las juventudes políticas y las iniciativas multipartidarias desde el mismo 25 de marzo de 1976.

    En el caso concreto de los derechos humanos, mucho antes del golpe cofundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH); ya en dictadura sus militantes estuvieron desde el inicio de Familiares y Desaparecidos por Razones Políticas, y es en el local de la LADH, fundada en 1937) donde comenzaron a reunirse, al igual que posteriormente lo hicieran las Madres del pañuelo blanco, aún antes de iniciar sus rondas en la Plaza.

    Cuando, en 1979, la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) llegó al país, fueron las investigaciones de la Inteligencia del PC las que permitieron revelar Centros Clandestinos de Detención y transformar el secuestro de la estudiante comunista Inés Ollero en “Caso testigo” que por primera vez prueba la existencia del Terrorismo de Estado en la argentina. De paso, te cuento que la delegación del PC que entregó las pruebas  a la CIDH fue encabezada por Fernando Nadra: este y otros documentos están disponibles en la información oficial de la comisión, y también puedes verificar conductas en los impactantes manuscritos de familiares y dirigentes en la colección de la Biblioteca Nacional, “Cartas de la dictadura”.

    No te detallo los otros frentes en los que peleó oficialmente el PC, y mucho menos la acción de contrainteligencia y contraataque que se desarrolló con los partidos hermanos del Cono Sur para enfrentar la Operación Cóndor. Si escupís tantas barbaridades acerca de sucesos que podrías haber investigado en soledad, es imposible que admitas los hechos casi legendarios en este aspecto.

    Rechazo una comparación de presos y muertos de cada fuerza durante la dictadura, mucho más  -pese a la inocultable diferencia-  a  tratar como números a tus compañeros y mis camaradas, pese a la abrumadora cifra de 1.500 comunistas presos, 500 secuestrados y 150 asesinados, entre ellos muchos miembros de comités regionales y locales, y del propio Comité Central del PC. Los datos duros echan por tierra tu intento de diferenciar las “bases” y “los funcionarios” que, por una vez, vos mismo admitís que contribuyeron a proteger o sacar del país a muchos perseguidos, sin importar su alineamiento.

    Es correcto que recuerdes a “…los desmemoriados que muchos ex militantes del Partido Comunista pasaron a ser militantes del PRT-ERP, de Montoneros, y de otras organizaciones guerrilleras”, pero el mismo esfuerzo deberías emprender vos mismo para no “olvidar”, como vos, el hecho de que muchos miembros del PRT-ERP, incluidos notorios dirigentes y oficiales, se afiliaron al PC con el retorno de la democracia.

    Como te dije en mi anterior post, pese a la tristeza por tus dichos, y ahora el enojo por tu ratificación, no encontrarás en estas líneas ninguna de las muchas críticas que tengo para hacer a los gruesos errores de tu organización, mucho menos usar adjetivos hirientes y despectivos como tú lo haces.

    No fue por nuestros errores que nos castigaron, y no seré yo quien agregue sal a las muchas heridas que la furia del enemigo descargó sobre mis camaradas y los tuyos.

lunes, 17 de febrero de 2020

Preguntas


    
    
    Respeto a los compañeros que desde el campo popular opinan que hay que callar opiniones y propuestas diferenciadas de las medidas que adopta (o NO adopta) el gobierno que votamos, y critican a los que las hacemos para ajustar el rumbo o confrontar con las presiones y el lobby del privilegio.

    Los respeto, pero opino que es una posición equivocada y perjudicial, como lo fue ante cada gobierno de origen nacional y popular que sufrió la presión, el ataque y la desestabilización por parte del poder real.

    No pretendo extenderme en esta ocasión, mucho menos teorizar, pero pregunto solo en términos prácticos, como una invitación a la reflexión:

ü  Las patronales rurales, desde sus cómodos sillones, siguen estimulando a la protesta y el corte de rutas a los productores, que aceptan pagar las retenciones en lugar de los grandes exportadores. ¿No reclamamos -así sea para que el gobierno pueda decir que la de ellos no es la única opinión de la ciudadanía- que se les aumenten luego de cuatro años de macrismo donde sextuplicaron sus ganancias, mientras no podemos pagar un haber digno a miles de jubilados?
ü  Los bancos presionan para evitar que se les aplique cualquier medida que reduzca (reduzca un poco, nada de perjudicarse) sus fenomenales ganancias con el macrismo. ¿No reclamamos que -así sea para que el gobierno pueda decir que la de ellos no es la única opinión de la ciudadanía- se redirija parte de esas ganancias a mejorar jubilaciones, pensiones, etc.?
ü  Las petroleras, las energéticas, las mineras, ¿no deberían hacer su “aporte” para los más postergados, aunque no sea tal, sino un mínimo límite a sus ganancias fuera de toda regla de “mercado”?
ü  ¿Aceptamos un falso concepto de “solidaridad” por el que los trabajadores, o los jubilados, que ganan un poco más deben ayudar a los que bordean o padecen el hambre? ¿O exigimos los fondos provengan de los que han vaciado el país?
ü  ¿Realmente los compañeros crean que callando se gana, o se conserva, “masa crítica” para llevar adelante la reconstrucción de un país arrasado?
ü  ¿Dejamos que muchos ciudadanos honestos -junto con los que no lo son- protesten frente a la miseria y las privaciones, y le carguen las culpas a nuestro gobierno, en lugar de al privilegio?
ü  ¿O, con adversarios concretos, con objetivos claros, mediante propuestas y reclamos fundados, buscamos crear núcleos de poder popular para aportar lo nuestro, y confrontar a los primeros?

    Incluso no se trata de que el gobierno tome todos y cada uno de los reclamos, ubique con nombre y apellido a cada sector del privilegio. No siempre al mando del Estado se puede mostrar una postura de confrontación permanente con sectores de poder, ni solo con su voluntad e iniciativa intentar cambiar la correlación de fuerzas.

    El Gobierno no. Pero nosotros sí, y es la mejor manera de ayudarlo y defenderlo. De acumular fuerza organizada en el campo nacional y popular. Sin restar apoyo alguno al rumbo general, pero dándole elementos para resistir la presión neoconservadora, equilibrar los tantos y construir futuro.

jueves, 26 de diciembre de 2019

15 días de Gobierno: Amanece, que no es poco



     En el marco de una necesaria, aunque, por ahora, muy desigual batalla cultural, ofrezco algunas reflexiones acerca de los primeros pasos del gobierno de Alberto Fernández. En particular, analizaré las primeras medidas del gobierno para responder la pregunta crucial de quién paga la crisis, quiénes son los “ganadores” y los “perdedores” de estas medidas.

          Desde sectores opuestos, hay dos enfoques para la respuesta a este interrogante que no dudo en que deberían descartarse.
     Un extremo es el de los medios hegemónicos, que apoyan las descarnadas recetas neoliberales del macrismo y sectores de ideologías afines, pero que critican las medidas del gobierno “por izquierda”, con una fingida sensibilidad ante el drama social. Estos sectores –que vienen protegiendo las superganancias de los grandes exportadores de granos y callando sobre la necesidad de gravar las que se llevan los bancos o las empresas energéticas, mineras y petroleras– “descubren”, de la noche a la mañana, que el pueblo sufre con los ajustes y que destinar fondos al pago de la deuda externa resta recursos a la salud, la vivienda, la educación, la lucha contra la pobreza.
     El otro enfoque que debe descartarse es el del trotskismo, que simplifica esquemáticamente datos ciertos, con propuestas para la acción incapaces de orientar con éxito la acción concreta, en este momento histórico y con la identidad y convicciones que los trabajadores, y la población en general, tienen en la Argentina de hoy.

     Una primera respuesta al interrogante de quienes ganan y quienes pierden con las medidas gubernamentales se basa en dos ejes:
Uno, el rumbo general de las medidas del gobierno responde a las promesas electorales de socorrer a los millones de argentinos que el macrismo ha sumado a la pobreza, muchos de ellos directamente condenados al hambre y la más completa desprotección estatal.
     Otro, la falta de recursos se está cubriendo sólo parcialmente con el aporte de los que más tienen, los que se beneficiaron de la brutal transferencia de recursos que les fueron arrebatados a los trabajadores y sectores más vulnerables en los últimos cuatro años, pese a que –lejos de perder– lograron importantes ganancias entre 2003 y 2015.

¿Por qué decimos que el rumbo general responde a las promesas electorales?
     Es así, en la medida en la que suponen una presencia sólida del Estado en la asistencia de los sectores más golpeados por la crisis, además de que favorecen la recuperación del consumo y una eventual reactivación productiva. Entre otras que apuntan a ese objetivo pueden citarse:
  • Plan contra el hambre
  • En relación con los jubilados, se aplicó el aumento correspondiente a diciembre, la devolución de parte del IVA en compra de alimentos y una compensación de $ 10.000 en dos pagos para los que cobran la mínima, que será de $2.000 en el caso de la AUH.
  • Es falso que se congelan los haberes. El beneficio, que alcanza al 70% del total, no llega a devolver la dignidad, ya que, sólo para recuperar los ya insuficientes niveles de 2015, debería ser del 100%. Sin embargo, es un paso para reacomodar toda la escala, la que recibirá incrementos trimestrales -eran semestrales- hasta la aprobación de una nueva fórmula de movilidad.
  • Se postergaron hasta abril las cuotas del primer trimestre de los créditos Argenta y se redujeron 12 puntos porcentuales sus tasas de interés. Esta medida supone un importante alivio para los casi cuatro millones de “damnificados" por estos préstamos usurarios que el anterior gobierno, todos jubilados, pensionados y beneficiarios de ayudas sociales.
  • Habrá aumento salarial a privados y estatales, a cuenta de paritarias, para las que se fijará un monto o porcentaje mínimo, por debajo del cual no podrá acordar ningún gremio, y todos podrán convenirlo por encima sí. Es otra mentira impuesta que se suspenden las paritarias.
  • Ya se congelaron las tarifas de electricidad y gas, un punto clave en la desdolarización de la economía. Tampoco se aplicarán los aumentos otorgados por Macri para enero, una bomba de tiempo a estallar en 2020.
  • Se recupera la gratuidad de los medicamentos para 2 millones de jubilados, hay una reducción mínima del total, y se controlarán los aumentos de los que consume toda la población.
  • Un porcentaje fijo de los fondos de algunos de los nuevos impuestos sancionados irá directamente para financiar el PAMI.
  • Aquellos empresarios que pretendan despedir sin causa a trabajadores incorporados antes del 23 de diciembre deberán pagar doble indemnización.
  • Se reglamentarán beneficios para las Pymes -principal fuente de empleo y de abastecimiento del mercado interno- más de 20.000 de las cuales ya desparecieron, y otras 700.000 se encuentran en situación crítica: moratoria de sus deudas con el Estado, condonación de multas, intereses y extinción de la acción penal.

¿Por qué entendemos que la falta de recursos se está cubriendo sólo parcialmente con el aporte de los que más tienen?
     Para responder, se impone analizar otras decisiones del gobierno y, también, la falta de otras que considero que serían necesarias para superar la difícil coyuntura socio-económica en la que nos encontramos.
    No dudo en valorar el incremento de la alícuota de Bienes Personales, particularmente en el exterior, en donde se han fugado una parte significativa de las fortunas amasadas en el país, y blanqueadas por Cambiemos.
     Es evidente la justeza del congelamiento de las tarifas de servicios públicos por 180 días, lapso en el que se definirá un criterio razonable para su actualización. El compromiso es poner fin a la dolarización que permitió fabulosas ganancias para las empresas, y el empobrecimiento de los usuarios, sin inversiones que permitieran mejorar las prestaciones.
     Sin embargo, cuesta entender la inexistencia de medidas para que los bancos tributen por las ganancias que obtuvieron (y siguen obteniendo) a través de la “timba” con los bonos y letras del Estado, gracias a las políticas de la gestión macrista. Estas les permitieron tomar dinero del Estado (dinero proveniente de los impuestos y los aportes de todos los argentinos) con tasas de interés astronómicas, pero sin riesgo alguno. Todavía esperamos por una Ley de Entidades Financieras que finalmente reemplace a la de la dictadura”.
     La cacareada angustia cerealera encubre que, gracias a la devaluación y la baja de derechos de exportación, durante la era Macri, el sector agropecuario aumentó sus ingresos en un 607%. Si descontamos la inflación de este porcentaje, advertimos que las ganancias de estos sectores se duplicaron en los últimos cuatro años, especialmente, en el caso de los grandes exportadores, que deberían aportar más y mejor.
     Cabe preguntarse si es el apremio de lograr inversiones que aporten divisas al país fundamenta la reducción de las retenciones a las petroleras o no modificar las de las mineras. La angustiante búsqueda de dólares no puede servir como excusa para lo injustificable: darle vía libre al glifosato y a las fumigaciones, tener un Secretario de Minería vinculado a la Barrick Gold o un acuerdo de Cambiemos con el justicialismo de Mendoza que permitirá la contaminación de la megaminería.

¿De qué solidaridad hablamos cuando hablamos de solidaridad?
     El hecho de que no se esté gravando a estos nudos del privilegio y la depredación es doblemente preocupante si se tiene en cuenta el concepto de solidaridad que ofrecen algunos funcionarios.
    Al igual que durante la gestión del Frente para la Victoria, se argumenta que debe haber solidaridad entre los propios trabajadores, en lugar de fomentar esa solidaridad entre los sectores más privilegiados por el uso y el abuso de su propiedad del capital y aquellos que solo tienen para ofrecer su fuerza de trabajo.
     En aquel entonces, se respondió con ese deformado concepto de solidaridad a los reclamos gremiales por el porcentaje del salario confiscado a los trabajadores en concepto de impuesto a ganancias inexistentes.
Incluso cuando no están afectados en lo particular, los trabajadores pueden ser solidarios en la defensa de los derechos, como cuando paran para apoyar y dar fuerza al reclamo de otros sectores, o mediante su aporte voluntario a los sistemas gremiales de salud.
Sin embargo, no debería exigírseles, como “solidaridad”, resignar su salario por una indebida imposición estatal. Esta es una trampa conceptual, o de clase, que suplanta el análisis, y las medidas, de fondo que son necesarias. En otras palabras, en lugar de pedirles demagógicamente a los trabajadores que más ganan –desde un camionero hasta un funcionario público- que disminuyan sus salarios y jubilaciones, el salario del resto de los trabajadores debería elevarse proporcionalmente. El objetivo no puede ser, como reclaman algunos, que un legislador gane como un docente, sino de que sea el docente el que -en escala- gane como el legislador.
La fuente de recaudación para esta elevación proporcional de todos los salarios debería ser obtenida con gravámenes a estos otros sectores que venimos mencionando (mineras, petroleras, bancos y otros sectores de mayor capacidad contributiva) que no están tocados por las medidas anunciadas.
     Si los recursos para salir de la crisis no salen de los sectores que, realmente, han ganado más, sino de aquellos, entre los trabajadores, que tienen un poco más –si, por ejemplo, se posterga la recuperación de las jubilaciones medias mientras no se grava a los grandes grupos económicos–, las mejores intenciones dejan el camino libre para que prenda la indignación.
     Fuera de un encuadre de verdadera solidaridad –de los que más han ganado y tienen recursos de capital hacia los que más ha golpeado la crisis y solo tienen su trabajo–, cualquier convocatoria a un “sacrificio” es abstracta e injusta. Favorece a los ya favorecidos y no termina de contribuir al progreso de toda la porción de la sociedad que lo necesita.

     En el debate legislativo de la “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Pública”, vuelve a plantearse un cuestionamiento (seudo) “republicano”, ante una delegación de poderes, expresamente permitida por el Art. 76 de nuestra Constitución, pero que la oposición que se autotitula constitucionalista llegó a calificar de “cesarista”.
     Es la misma oposición que “constitucionalistamente” avaló a Macri cuando se apropió de la facultad legislativa y modificó inconstitucionalmente leyes por medio de un decreto, o la que calló ante su intento frustrado para designar, también por decreto, dos jueces de la Corte Suprema.
     Lo que sucede ahora es completamente diferente, ya que el Ejecutivo le pide al Parlamento que le delegue atribuciones, en los términos fijados por la Constitución y al solo efecto de enfrentar la emergencia. En concreto, le solicita atribuciones para negociar una mejora en los condicionamientos impuestos por la deuda externa que contrajo Cambiemos. Sí, la misma con la que ese gobierno nos hipotecó sin consultar a diputados o senadores y en abierta violación de la Constitución Nacional.
     Ante el pedido de facultades para mejorar la hipoteca externa que nos dejan, la respuesta del PRO, sus radicales aliados, y la gran prensa endeudadora, es “denunciar” que los 88 artículos de la ley y los anuncios redistributivos, constituyen “señales” para el FMI, el cumplimiento de un plan presuntamente ya pactado.
     Si cabe alguna discusión seria acerca de la deuda externa es, en todo caso, acerca de si es cierto que no hay otra salida que desangrarnos para pagar esa hipoteca usuraria, en gran parte, ilegal, que esteriliza cualquier esfuerzo de reconstrucción. Pero de eso no se habló desde los bloques mayoritarios en el Congreso, ni motiva reflexión alguna en los diarios.
     En 2018, el Ejecutivo, con silencio del oficialismo parlamentario y de la propia Justicia, produjo la mayor delegación de poderes que recuerde la historia, y a manos de un poder extraterritorial: cedieron la soberanía argentina y dejaron en manos del FMI el dictado de nuestra política económica y social.
     Ellos, precisamente ellos, ahora lloran por la Republica, cuando avasallaron la Justicia y vulneraron derechos al echar, en forma arbitraria, a trabajadores estatales, legislativos y periodistas sin hablar de la violación del 14 bis de la CN.
     Otro “fuerte” cuestionamiento opositor lo despertó el sinceramiento de la Emergencia (Art. 1 de la ley) en distintas áreas, cuestionamiento que encubre el intento de disimular la situación catastrófica en que dejaron el país.
     Estos cuestionamientos también eluden el fondo de la cuestión: la ley se diferencia de la gestión anterior por dos puntos centrales: desdolarizar la economía y reemplazar el ajuste por la Emergencia con el fin de adoptar medidas y reasignar partidas para encarar circunstancias extremas, en algunos casos, y dramáticas en otros.
    Las cifras oficiales acerca de la situación del país ponen en evidencia emergencias extremas y otras emergencias que pueden considerarse dramáticas. En el primer grupo tenemos a la emergencia económica, a la financiera, a la tarifaria y a la previsional. En el segundo la sanitaria, social, la educativa y la habitacional.

Conclusión
     Este primer balance no es inocente ni neutral. Amanece, que no es poco, aunque hay nubes y tormentas sobre nosotros.
     La fuerte presión para incidir sobre el rumbo del gobierno va desde reclamos para alinear nuestra política exterior con la de EE. UU a críticas con la mágica reaparición de la palabra “ajuste”, por parte de medios que la ocultaron cuatro años bajo la piadosa denominación de “austeridad” mientras cuestionaban el “gradualismo” del saqueo. Las presiones también incluyen notas de opinión con el tono de virginidad vulnerada de supuestos defensores de la Constitución (que la ignoran en su artículo 14 bis) y promotores de la Republica (que solo la entienden en su formalidad y, aun así, la vulneran).
     El tiempo que se viene es un tiempo de disputa por la conciencia popular, en el que la feroz ofensiva del privilegio debe ser enfrentada sin disimular cuestionamientos a cualquier decisión que afecte el rumbo de recuperación emprendido, a todo aquello que debilite o divida el campo nacional y popular.
      No dudo que arrancamos muy detrás de donde quedamos en 2015: entonces se trataba de avanzar, mientras que, ahora, de recuperar lo arrebatado para retomar el camino.
     Confío en dos conceptos/brújula para guiarnos en estos tiempos difíciles.
     Uno de ellos es determinar sobre quien se busca cargar el peso principal de la crisis, que hasta ahora pagaron los trabajadores. El otro –que fue fatalmente subestimado entre 203/2015, e insuficientemente impulsado en la resistencia frente al neoliberalismo– es promover la más amplia militancia con pensamiento crítico como base de la construcción de núcleos de poder popular desde todos los sectores sociales, las barriadas, los lugares de trabajo y estudio. Esta es la clave para enfrentar la reacción de los grupos de poder concentrados en la epopeya de reconstruir la Patria.
Alberto Nadra

lunes, 2 de diciembre de 2019

La Primera Linea en Chile

    

    
    En la Primera Línea para proteger a los manifestantes contra Piñera y el modelo neoliberal.
    Escudos caseros para frenar la brutal represión de Carabineros. Al lado, los que abastecen con proyectiles para frenar la agresión, y los que lo hacen de líquido antigases (10% bicarbonato en cada litro de agua).
    Más atrás, pero casi pegados, los compañeros pendientes de los arrestos, para intentar el rescate, protegidos con los que dificultan la visión de los carabineros con rayos láser.
    Esta es la “Primea Línea”, junto a la cual apoyan equipos primeros auxilios o de alimentación, para afrontar las 50 largas jornadas que ya lleva la resistencia.
    Recuerdo las bolitas de rulemanes el alambre que de calle a calle se elevaba para derribar a los cosacos y sus caballos en el Cordobazo, o los “compañeros felinos” que lanzados enloquecían a los perros de las patotas policiales, las hondas de David que triplicaban el alcance de proyectiles. Y tantas otras que recorrieron de Azo a Azo la Argentina de los 60/70.
    Nada se ha perdido cuando de defender el justo reclamo popular se trata, ante y hoy vuelven las mejores tradiciones de autodefensa de masas, reciclada, actualizada y modernizada por la creatividad popular.
    Acompaño estas líneas con una notable crónica que pude chequear y confirmar con mis veteranos compañeros chilenos. Aquellos que nos recibieron cuando fuimos brigadistas al Chile de Salvador Allende, los que resistieron a Pinochet, los camaradas con los que coordinamos acciones para enfrentar al Plan Cóndor.

    Estamos con ustedes compañeros, y aquí repudiamos a los profetas mediáticos locales del neoliberalismo, los que se escandalizan ante la ineludible respuesta organizada y disimulan las decenas de muertos y los más de 2.200 heridos, entre ellos lxs 209 jóvenes que cegaron por haber abierto sus ojos.


Esta es la nota del sitio "Desinformémonos":
    La primera línea de las marchas en la capital chilena se ha convertido en el emblema de las movilizaciones. Con todo en contra, la conforman las y los héroes de la protesta. En los medios de comunicación los llaman vándalos, vagos, delincuentes. Adentro de la marcha les aplauden, los vitorean, casi los alzan en hombros. Existen.
    Son cientos de hombres y mujeres, jóvenes en su mayoría, que enfrentan a los carabineros todos los días. Se colocan en los puntos estratégicos para impedir que los gases lacrimógenos, los disparos de municiones y los chorros de agua con químicos lleguen al resto de la movilización pacífica. Son las y los guardianes de las decenas de miles de personas que llevan más de 40 días protestando en las calles contra un sistema que los excluye.

    La esquina de Ramón Corvalán con la calle Carabineros de Chile es uno de los campos de la desigual batalla. Piedras contra tanquetas desde las que disparan municiones que han dejado tuertas a más de 200 personas, o bombas lacrimógenas o los vehículos conocidos como guanacos que disparan chorros de agua con químicos lacerantes que dejan ardiendo la piel por días. Chile es experto en este tipo de miserias.
    Las noches son un hervidero. De un lado grupos de jóvenes quiebran el pavimento con mazos para dotar de piedras a la primera línea. Hileras de chicos con costales de pedazos de concreto atraviesan las calles y se las dejan a quienes repelen los ataques frontales de los carabineros. “Gracias hermanos”, se escucha desde la refriega y el humo. Y es que sí, la primera batalla que se ganó fue contra el individualismo y el ego, aquí todo es colectivo.
    Decenas, cientos de personas esperan a los manifestantes que corren con los ojos llorosos. “¡Agua con bicarbonato! ¡Agua con bicarbonato!”, gritan. Y los demás se acercan para que les rocíen el rostro, les digan palabras de aliento, los socorran. Por cada persona lesionada se acercan cuatro o cinco de inmediato. Es el desborde.
     Al oscurecer se juntan manifestantes frente a los guanacos y tanquetas y los desconciertan con la luz verde de cientos de rayos láser en los parabrisas. El espectáculo de luz y sonido inunda la calle. El guanaco retrocede. Los muchachos gritan de júbilo.
    De pronto la infantería carabinera se despliega a pie. Parapetada en los vehículos recibe la orden de atacar y corren detrás de los jóvenes y de todo el que se encuentran a su paso. Golpean y patean a todo el que se les atraviese, detienen a alguno y sus compañeros tratan de rescatarlo en una batalla cuerpo a cuerpo. A veces lo consiguen. Otras el chico o chica pasa a engrosar las filas en las comisarías. Se habla ya de más de 17 mil detenidos en 40 días de protestas.

    A la primera línea llega Claudia Aranda, reportera y activista de tiempo completo. Durante nuestro encuentro recibe por whatsapp la imagen del ultrasonido de su próximo nieto. Está feliz. Hace 40 días lo dejó todo y se fue a vivir a una casa okupa para mantenerse disponible todo el tiempo. “La tía del agua”, le dicen sus miles de nuevos sobrinos en las calles. “¡Hidrátense cabros!”, les grita con su bidón de cinco litros en la mano. En su mochila carga el láser para cuando toca desorientar a los carabineros, y su libreta y cámara, para sus crónicas.
    En otra esquina del escenario grupos de jóvenes intentan tumbar un semáforo. Lo jalan con un lazo para arrancarlo del concreto y formar con el poste una barricada. Decenas de esquinas ya no tienen semáforo, por lo que otro grupo de voluntarios dirige el tránsito, recibiendo como pago el sonido del claxon de los automovilistas que lo mismo le regalan una botella de agua o algo para comer.
    Decenas de médicos, enfermeros y psicólogos cubren los puntos de salud. Llegan aquí luego de largas jornadas de trabajo en hospitales públicos y privados, y durante horas atienden a los heridos de la revuelta. Al parecer, dicen, cada vez le ponen químicos más agresivos al agua que avientan los carabineros, pues en los últimos días los chicos llegan con quemaduras severas de la piel.
    Una joven que trabaja como productora de eventos es ahora la encargada de la logística en el centro de salud. Recibe y clasifica las bolsas de donaciones de la gente: tapabocas, analgésicos, vendas, sueros y un sinfín de artículos que se amontonan a un costado. La solidaridad, por ahora, es más grande que la emergencia.
    En la primera fila los jóvenes se protegen con escudos hechos con láminas arrancadas de cortinas de tiendas, con tapas de tambos, con lo que tengan. Son unos gladiadores. Hay hombres y mujeres “bombers” cuya misión es “ahogar” las bombas lacrimógenas con garrafas de agua con bicarbonato y sosa caustica. Se llevan la peor parte, pues sus pulmones se llenan de tóxicos. El aplauso de sus compañeros es el único pago por cada bomba desactivada.

    En la manifestación no se pasa hambre. Y menos en la primera línea, pues se organizan ollas comunes y se reparten gratos en carritos recuperados del supermercado. Lentejas y papas nunca faltan. A veces llegan contingentes de ciclistas con ayuda, otras veces son ellos los que la necesitan.
    ¿Qué pasaría si no existiera esta primera línea? Hace unos día intentó llegar a la Plaza de la Dignidad, antes conocida como Plaza Italia, el centro neurálgico de las movilizaciones, una marcha organizada por maestras de kínder, y contra ellas arremetió la policía con gases lacrimógenos. La primera línea sirve para que ellas y muchas como ellas puedan acceder a la plaza y manifestarse pacíficamente.
    Las resorteras y bayonetas improvisadas son las armas de la primera línea. Barricadas de piedras, láminas, llantas, todo lo que sirva para obstaculizar el paso de los carabineros, cuya misión es cada tanto romper esa línea, atravesar las barricadas a como dé lugar e ir tras los manifestantes. Más de 40 días después la mecánica es clara. Rompen la línea, los jóvenes salen disparados, se dispersan y luego retoman sus lugares. Hasta el nuevo ataque. Y así.
    “¡Encerrona! ¡Encerrona!”, gritan cuando vienen los guanacos de los dos lados. No hay mucho que hacer más que agacharse y protegerse con los cuerpos. Se avisan igual cuando uno de ellos con un cóctel molotov está a punto de arrojarlo. “¡Mecha, mecha!”, gritan para que sus compañeros abran cancha. La bomba artesanal vuela por los aires y cae cerca de los carabineros. El júbilo se expande, pues eso les da un tiempo para acercarse a los carabineros y continuar el combate con piedra.
    La batalla es organizada. Unos enfrentan, otros hacen barricadas, otros juntan pertrechos, unos llevan comida y agua, y otros atienden las heridas. Todo para que el resto de la movilización contra un sistema que los privó de lo más elemental pueda caminar sin muchos tropiezos.
    En medio del ataque no falta la batucada o un saxofonista que se acerca con “El derecho de vivir en paz” e inunda con sus notas el ambiente. Anochece y los bloqueos se van apagando. Por semioscuras calles aparecen grupos de carabineros patrullando. Y de entre las sombras, como fantasmas, se escuchan los gritos: ¡Milicos de mierda! ¡Cabros de mierda! ¡Asesinos! Una chica con una enorme piedra en la mano pasa junto a la hilera de carabineros. Los insulta de frente con la piedra escondida. Los carabineros se siguen. Y ella también.