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viernes, 6 de marzo de 2020

De la dictadura al macartismo y la infamia


    Hace muchos años que renuncié, pero todavía me rebela esa suerte de coronavirus antiPC que infecta a otros compañeros luchadores, y los lleva (repetida y casi obsesivamente) a insultar y difamar a ese partido y desconocer su lucha y heroísmo, ya que errores -y graves- cometieron todas las organizaciones revolucionarias, sin hablar de los partidos tradicionales.

    El “Negro Ponce de León” es un veterano integrante del PRT-ERP, represaliado por la dictadura, a quien respeté e intento seguir respetando pese a nuestras diferencias. Sin embargo, la memoria de mis camaradas martirizados y asesinados me obligó a responder a una nota suya en Facebook, la que intenté realizar con con un respeto que él no ejerció.
    En su muro del 3 de marzo pasado pueden leerse sus posts, y otras opiniones. Las que siguen son mis respuestas en ese mismo sitio y ese mismo día.

Post 1
    Respetado Negro, he leído con tristeza tus opiniones.
    También lamento que te hayan bloqueado: yo conozco tu trayectoria, tu compromiso, aunque hayamos tenido, y tengamos, profundas diferencias. Incluso tuvimos un encuentro contigo y Amílcar Santucho en la sede del Comité Central del Partido Comunista (PC), en los meses previos al XVI Congreso de ese partido, donde vuestra preocupación era que “ustedes (nosotros) no cometan ahora los mismos errores que nosotros cometimos en los 70”.

    Tu afirmación de que Fernando Nadra viajo a Francia con el genocida Videla (¡nada menos!) es totalmente falsa, como falsas son algunas acusaciones de los comentarios que siguieron a tu post, en general fundadas en los lugares comunes que sembró y siembra la derecha y la prensa canalla, pero muchos repiten.

    No voy a responder a cada una de ellas, tampoco a señalar la razón que hay en otras.

    He respondido una por una a las acusaciones -desde la “complicidad” con la dictadura hasta la supuesta “traición” al Che- en muchas notas y reportajes, y también en mi libro Secretos en Rojo. Un militante entre dos siglos, donde valoro el heroísmo de los comunistas en toda su historia, pero remarco lo que considero graves errores. Errores, es bueno señalar, que cometieron todas las organizaciones político militares, y te informo que el PC fue la primera de ellas, aunque no lo admita.

    Con tristeza, entonces, no solo por lo errado de las apreciaciones, sino porque de esta manera se persiste en ahondar en las divisiones del campo popular y estimular resentimientos, mientras el enemigo jamás falla, ni en el tipo de munición ni en la precisión de la mira.

Post 2
    Negro Ponce de León, lo que en mi anterior post era decepción y tristeza por tus falsas acusaciones, a las que respondí con esforzado respeto, se transforma en enojo ante tu ratificación de que “lo que dije lo sostengo”.

    Pese a que hace más de 30 años que renuncié al PC no puedo permitir que lastimes y ensucies la lucha de militantes y dirigentes, muchos de los cuales perdieron la vida, no solo en defensa de sus camaradas, sino de TUS compañeros. Fue el caso, Ponce de León, de la asesinada abogada de la Liga por los Derechos del Hombre (LADH), Teresa Israel, que no fue el único.

    Es infame tu afirmación de que “Fernando Nadra había viajado en una comitiva con el genocida Jorge Rafael Videla a Francia”, y si no fue una equivocación, ya que acabas de ratificarla, de esa manera, caés directamente en una provocación.

    Es una muestra de total ignorancia (en el mejor de los casos, y de mala fe en el peor de ellos) de lo que fue la lucha real durante la dictadura afirmar que el PC no contribuyó a la lucha por los presos, los desaparecidos y por los derechos humanos.

    Equivocado en su lamentable caracterización del régimen, y en muchos casos con absurdas diferenciaciones con otros luchadores por los derechos humanos, el PC y la FJC estuvieron presentes oficialmente en toda la resistencia obrera, estudiantil, barrial, o en la reconstrucción de las juventudes políticas y las iniciativas multipartidarias desde el mismo 25 de marzo de 1976.

    En el caso concreto de los derechos humanos, mucho antes del golpe cofundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH); ya en dictadura sus militantes estuvieron desde el inicio de Familiares y Desaparecidos por Razones Políticas, y es en el local de la LADH, fundada en 1937) donde comenzaron a reunirse, al igual que posteriormente lo hicieran las Madres del pañuelo blanco, aún antes de iniciar sus rondas en la Plaza.

    Cuando, en 1979, la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) llegó al país, fueron las investigaciones de la Inteligencia del PC las que permitieron revelar Centros Clandestinos de Detención y transformar el secuestro de la estudiante comunista Inés Ollero en “Caso testigo” que por primera vez prueba la existencia del Terrorismo de Estado en la argentina. De paso, te cuento que la delegación del PC que entregó las pruebas  a la CIDH fue encabezada por Fernando Nadra: este y otros documentos están disponibles en la información oficial de la comisión, y también puedes verificar conductas en los impactantes manuscritos de familiares y dirigentes en la colección de la Biblioteca Nacional, “Cartas de la dictadura”.

    No te detallo los otros frentes en los que peleó oficialmente el PC, y mucho menos la acción de contrainteligencia y contraataque que se desarrolló con los partidos hermanos del Cono Sur para enfrentar la Operación Cóndor. Si escupís tantas barbaridades acerca de sucesos que podrías haber investigado en soledad, es imposible que admitas los hechos casi legendarios en este aspecto.

    Rechazo una comparación de presos y muertos de cada fuerza durante la dictadura, mucho más  -pese a la inocultable diferencia-  a  tratar como números a tus compañeros y mis camaradas, pese a la abrumadora cifra de 1.500 comunistas presos, 500 secuestrados y 150 asesinados, entre ellos muchos miembros de comités regionales y locales, y del propio Comité Central del PC. Los datos duros echan por tierra tu intento de diferenciar las “bases” y “los funcionarios” que, por una vez, vos mismo admitís que contribuyeron a proteger o sacar del país a muchos perseguidos, sin importar su alineamiento.

    Es correcto que recuerdes a “…los desmemoriados que muchos ex militantes del Partido Comunista pasaron a ser militantes del PRT-ERP, de Montoneros, y de otras organizaciones guerrilleras”, pero el mismo esfuerzo deberías emprender vos mismo para no “olvidar”, como vos, el hecho de que muchos miembros del PRT-ERP, incluidos notorios dirigentes y oficiales, se afiliaron al PC con el retorno de la democracia.

    Como te dije en mi anterior post, pese a la tristeza por tus dichos, y ahora el enojo por tu ratificación, no encontrarás en estas líneas ninguna de las muchas críticas que tengo para hacer a los gruesos errores de tu organización, mucho menos usar adjetivos hirientes y despectivos como tú lo haces.

    No fue por nuestros errores que nos castigaron, y no seré yo quien agregue sal a las muchas heridas que la furia del enemigo descargó sobre mis camaradas y los tuyos.

miércoles, 4 de abril de 2012

La Militancia juvenil: de Lanusse a Cámpora; de Videla a Alfonsín

Un compañero acaba de publicar una foto de la primera marcha de las juventudes políticas: en 1982, cuando agonizaba la dictadura, fecha de la que en pocos días se cumplirán 30 años.

La imagen me sacude… Brotan furiosos, incontrolables, los recuerdos de aquellos jóvenes; muchos hace tiempo sonriéndonos o frunciéndonos el ceño “desde arriba”, según si nuestra vida se ha correspondido con el compromiso asumido en aquellos años de debates y acciones, donde todo –todo– se entregaba sin aspirar más que a ganar un futuro mejor para la Patria y nuestro pueblo.

Años, turbulentos, magníficos, aterradores, heroicos, irrepetibles.

La historia viene de antes de la foto que ilustra esta nota –la del recién nacido Movimiento Juventudes Políticas (MoJuPo)– y la evoco desde el corazón; sin apuntes, ni consultas, ni google...

Comienza en la década del 70 –meses después de que Lanusse se pusiera al frente de la Junta– cuando las juventudes de los partidos políticos populares –principalmente JP, FJC y JR– participaron de la llamada Marcha contra el Hambre: una batalla campal en las calles de Buenos Aires, convocada por la Intersindical (con Agustín Tosco a la cabeza), para repudiar a la dictadura. Dos años después, las juventudes volvieron a confluir para liberar a los presos en Devoto, luego del triunfo de Cámpora, aquella madrugada del 26 de mayo de 1973.

Hasta aquel momento la unidad –salvo en acciones concretas– de peronistas, radicales, comunistas, socialistas, intransigentes y democristianos era un imposible. Y mirada con más que mala cara por las dirigencias "adultas", en la mayoría de los casos, por temor, sectarismo y conservadorismo.

Con la llegada de la primavera camporista se produjo una explosión de masas a partir de las actividades de las JP Regionales. En conjunto con la Fede y otras fuerzas movilizaban entre 50 y 100 mil personas, como por ejemplo, para el repudio al golpe de Estado contra Salvador Allende, o las modificaciones al Código Penal durante el gobierno del propio Perón.

Los carteles conjuntos JP/FJC no son una casualidad, ni están armados a gusto del fotógrafo: expresan la voluntad de unidad acuñada en el trabajo de años –1971 a 1976–, cortado a sangre y fuego, primero, por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y luego con el recrudecimiento del terrorismo de Estado con la última dictadura.

Pocas semanas después de concretado el golpe, un grupo de dirigentes de las juventudes de los principales partidos (sectores de la diezmada JP, JR, FJC, socialistas –"unificados" y "auténticos"–, democristianos de izquierda y la firme presencia de la Juventud Intransigente – que convocó a muchos perseguidos y les dio cobijo político) comenzamos una "loca" (dados el momento y las condiciones) escalada de reuniones clandestinas o semipúblicas (algunas en embajadas, otras en locales partidarios), que tuvieron en algunos casos graves consecuencias para los que participamos, pero en las que se lograron plasmar pronunciamientos conjuntos: el repudio al plan económico de Martínez de Hoz; la adhesión a la Central Única de Trabajadores Argentinos (CUTA); la libertad de los presos y el esclarecimiento de la situación de los desaparecidos.

Esa coordinación de juventudes fue el núcleo dirigente del impulso al renacer de los reclamos de los jóvenes productores (como se evidenció en los Encuentros de la Juventud de la Federación Agraria con centenares de delegados); de los obreros, protagonistas de los trabajos "a tristeza" en las automotrices o en el ferrocarril; de las revistas estudiantiles de los colegios secundario –de las que llegaron a distribuirse 4.000 sólo en la Capital Federal; de la reorganización de los centros estudiantiles, enfrentando a Moyano Llerena; de la destacada resistencia al cierre de la Universidad de Luján; y de las actividades en los clubes de barrio.

En 1979, se constituyó la inusitada Confluencia Multisectorial Juvenil por la Paz en el Beagle –con León Gieco cantando “Solo le pido a Dios” en Vélez, en el acto de cierre– cuando las dictaduras nos pusieron al borde de la guerra.

Las juventudes también organizaron marchas conjuntas por San Cayetano, con el movimiento obrero (la CUTA, los 25, la CGT de Ubaldini) por "Pan, Paz y Trabajo", enfrentando la represión militar en minibatallas por todo el barrio de Liniers; la impresionante movilización con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con miles de personas desafiando los Falcon, las fotos y las amenazas, en Avenida de Mayo al 760. Se formularon miles de denuncias, luego de formar centenares de comités partidarios de "recepción de denuncia y apoyo a los familiares", y de que las juventudes políticas entregaran un documento conjunto y denuncias puntuales.

Ya antes, en 1978, se había constituido el Seminario Juvenil de la ADPH, que acuño la inmortal consigna-denuncia acerca de "el delito de ser joven", pues los estudios realizados en plena dictadura demostraron que más del 80% de los desaparecidos eran jóvenes; la mayoría trabajadores, seguidos por los estudiantes.

Fuerzas conjuntas de dirigentes juveniles acompañaron, asimismo, a las Madres en sus primeras movilizaciones, recibiendo los gases con los que inútilmente pretendieron ahogar a las mujeres del pañuelo blanco. Luego, la movilización de la CGT a la Plaza el 30 de marzo de 1982, las banderas por "Malvinas sí, dictadura no" – producto de la marcha acordada en decenas comités conformados con reclamos y banderas propias en colegios, universidades, barrios, que fueron los mismos que concurrieron a repudiar al régimen luego de la derrota.

Sólo este recorrido explica el renacer del MoJuPo en 1982. Con algunos personajes que ahora pueden parecer sacados de otra historia, pero que eran los más jóvenes que surgían tras seis años de combate cotidiano; de la lucha de otros centenares de jóvenes militantes y dirigentes. Éstos últimos entraron a la dictadura con al consigna "Liberación o Dependencia". La nueva generación relanzó el MoJuPo con esa misma bandera.

¿Era la apropiada? Son otras historias y requieren otras reflexiones. Hoy, ahora, sólo quiero recordar y saludar el casi desconocido heroísmo de la militancia cotidiana que compartimos en esos años terribles, sublimes, turbulentos, inolvidables, magníficos y aterradores. Irrepetibles.

Salud compañeros. A los que están y los que no están. A los que siguen adelante con las mismas convicciones, y aún a los que defeccionaron: yo los recuerdo a todos como eran. Como éramos. Más viejos; no necesariamente más sabios, pero con las convicciones intactas.