Julio Gambina, Presidente de la FISYP e integrante del Comité Directivo de CLACSO, plantea un enfoque que enlaza la política local e internacional, en relación a la crisis mundial del capitalismo. Las próximas cumbres en México y Brasil.
Mientras en la Argentina se procesan tensiones
políticas por la evolución de la economía, sea por la desaceleración económica,
el precio del dólar o la demanda de sectores movilizados, especialmente los
trabajadores agrupados en la CTA, que esta semana concentraron la protesta en
reclamo de salario mínimo por 5.000 pesos mensuales, las asignaciones
familiares con criterio universal y la previsión social en el reclamo histórico
del 82% sobre el ingreso de los activos; en el mundo se manifiestan esas
tensiones en la discusión sobre el rumbo político ante la continuidad de una
profunda y duradera crisis de la economía mundial que empezó a hacerse visible
en torno del 2007 y 2008, es decir, hace ya un lustro, y sin horizonte de
culminación en el corto plazo.
El epicentro ahora está en España, la cuarta
economía de la zona euro, luego de Alemania, Francia e Italia; donde el rescate
bancario que acaba de decidirse alcanza a los 100.000 millones de euros, unos
125.000 millones de dólares. Ello supone un ajuste fiscal enorme para cancelar
ese préstamo en los próximos años, proceso a cargo de un gobierno afín a las
políticas de austeridad. Solo resta conocer la respuesta de la sociedad,
especialmente de los más vulnerables, en una situación que registra un 25% de
desempleo y un 45% de desocupación juvenil. Lo que importa es la respuesta
política, precisamente porque España respondió ante la crisis con un giro a la
derecha: el actual gobierno de Rajoy y el Partido Popular.
La reflexión es interesante porque la lectura
política de la crisis parecía inclinarse a la derecha, con la incorporación de
partidos fascistas al parlamento griego; o la inclusión de tecnócratas
ajustadores y por el rumbo de la austeridad en los gobiernos de Grecia e
Italia. La dinámica política con la masividad de indignados y protestas
sociales en Europa parece indicar un vuelco de la situación, luego de la
presidenciales francesas y especialmente en las próximas elecciones griegas,
donde una inesperada votación hacia una “izquierda radical” puede modificar el
escenario, y no solo porque la izquierda gane una elección, sino porque reabre
el debate sobre Grecia en la Unión Europea y el mantenimiento del euro bajo
otras condiciones. Hasta ahora, solo había lugar para el destierro de Grecia
asociado a la salida del acuerdo monetario. Ahora se discute el propio euro, la
hegemonía alemana y francesa. La izquierda griega no acepta el chantaje y el
destierro, sino que discute la lógica de los acuerdos macroeconómicos del euro
y la unidad de Europa.
En fin, la tesis que sostenemos es que la política
interviene en el rumbo de la economía europea y mundial, a tal punto que en
EEUU se discute la posible renovación del mandato presidencial de Obama en
función de la continuidad del elevado desempleo y la baja respuesta de la
economía estadounidense a los estímulos para el crecimiento y la superación de
la crisis.
Son temas de interés para la Argentina, amenazada
por las tendencias recesivas de la economía mundial, que afectan la demanda de
producción local y que se manifiesta en cesantías y suspensiones en algunos
sectores claves de la industria, especialmente en el sector del automotor y
sidero metalúrgico. Son cuestiones que estarán en el centro de la atención en
las próximas semanas, con dos reuniones que concitan el interés mundial sobre
la crisis. Una será la reunión del G20 en Los Cabos, México; y la otra en Río
de Janeiro, Brasil, a propósito de Río+20, para un balance de dos décadas de contaminación
desde la cumbre de la tierra en 1992. Argentina, Brasil y México participan del
cónclave del G20 y los tres expresan el mayor desarrollo capitalista de la
región latinoamericana, el que se pone en cuestión en el debate sobre el modelo
productivo en el cónclave mundial en la ciudad carioca.
La
crisis es mundial, y como la política es nacional, sirve cuestionarse las
alianzas políticas y sociales que en cada país procesan las diferentes
tensiones políticas. ¿Qué reclamos y demandas atender con prioridad? ¿La vos de
las cacerolas por el acceso al dólar? ¿La defensa de los ingresos populares
demandada en las calles, negociaciones paritarias, junto al reclamo de aquellos
que pretenden actualizar subsidios o ingresos previsionales? La política
económica no satisface todas y cada una de las demandas. Siempre supone
beneficiarios y perjudicados.
La continuidad de la crisis requiere se aliente
una iniciativa política que resuelva demandas económicas y construya sujetos
para objetar y transformar la realidad del modelo productivo capitalista que
condena a la depredación de la naturaleza y la superexplotación de la fuerza de
trabajo.
Es un debate que se transitará en las ocasiones de los próximos
cónclaves mundiales, en México y en Brasil.
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