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domingo, 22 de junio de 2014

Julio, Rocco, y la eterna presencia de Silvio Frondizi

Silvio Frondizi: a 40 años, el rayo que no cesa.

Estábamos protagonizando las primeras protestas estudiantiles que renacieron después de un tiempo de “absoluto” silencio que impuso la dictadura de Onganía hasta 1969 (…) Aún me conmueve la tímida sonrisa cómplice de otro amigo de entonces: Julio Frondizi, hijo del inolvidable Silvio –asesinado por la “Triple A” el 27 de septiembre de 1974—cuando, un marea de cintas negras en los sacos azules de los varones y en los guardapolvos blancos de las chicas invadió los colegios de la ciudad: “Bello, Cabral, los vamos a vengar”.
Estábamos pariendo los ’70.
Alberto Nadra, Secretos en Rojo. Un militante entre dos siglos, Página 112, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2012.

Esa amistad es de hierro. Casi cuarenta años no lograron siquiera mellar la amistad que construimos en las aulas del Colegio Nacional Mariano Moreno, el mismo en el que se graduó Silvio. No volví a ver a Julio desde que despedimos a su padre, con miles de argentinos y una furiosa represión policial del siniestro comisario Alberto Villar,  jefe de la policía de Isabel Martínez, quien no vaciló en secuestrar los féretros.  Años después de la retirada de la dictadura pudimos retomar contacto, que no hemos abandonado, pese a que sólo logramos ejercerlo mediante cartas, y ahora veloces mails.

Tal vez por eso el impacto del bello discurso de su hijo, Rocco, en el “Salón Rojo” (ninguno más adecuado) rindiendo homenaje a su abuelo, el 18 de junio, en la Facultad de Derecho de la UBA, la misma en la que estudié, y en la que logró su título Silvio Frondizi.

“De niño, mi abuelo era para mí era una foto sobre la mesita de luz de mi nonna Laia (“Pura”) cuando yo iba a visitarla en su casa en el barrio romano de Ponte Milvio.
Era la voz quebrada por el llanto en los recuerdos de los parientes, un clavel rojo sobre el escritorio de mi padre el 27 de septiembre, aniversario de su muerte.
Eran los gestos de respeto cuando, de niño, conocía casualmente argentinos y ellos estrechaban mi mano conmovidos cuando sabían que mi apellido era Frondizi.
Pero fue de grande que comprendí de verdad quien fue este hombre audaz que supo oponerse con la fuerza de sus ideas a las injusticias.
No quisiera referirme a su vida, tan dignamente descrita en el libro “Defensores del pueblo”, ni a su carrera académica y política, como tampoco a los textos que han traducido su pensamiento profundamente revolucionario.
Él fue, sobre todo,+ un abogado y defensor de los derechos humanos, audaz acusador de un régimen de abusos y torturas y pagó con su vida sus denuncias.
Su pensamiento de emancipación humana, su teoría del autogobierno, su aporte a las ideas marxistas, pero sobretodo su continua defensa de los prisioneros políticos, hicieron de él un grande.

Presidía el acto la decana de la facultad, Mónica Pinto, y en visita oficial Catiuscia Marini presidente de la Región de Umbría, Italia, tierra de origen de los Frondizi, rama que crece en Buggio. Marini destacó la trayectoria de Silvio, el defensor de presos políticos, el que se negó al exilio pese a la cárcel y las amenazas, principalmente al impacto de su aporte teórico e intelectual a la cultura universal, anunciando un “Plan de Rescate” de sus obras para difundir en Italia, algo que algunos pequeños, muy pequeños académicos y funcionarios todavía no han hecho. Pasada la furia dictatorial que destrozó su biblioteca y prohibió sus libros, en su Patria jamás se reeditaron las obras del brillante marxista.

Más que una asignatura pendiente, un aplazo vergonzante para la democracia argentina.

El aporte intelectual de Silvio sólo pude valorarlo con el tiempo. En aquellos años cuando acompañando a Julio visitaba su casa en Almagro, Cangallo al 4.000, quise –mucho-- al gran ser humano,  que me  contó de su respeto por mi padre, y me brindó su sincero afecto cuando mi dogmatismo no me permitía escuchar mucho más que mis "verdades". El me ayudó con paciencia a escuchar otras, junto al cariño de Silvia y Julio, mi "hermano mayor", según su permanente ostentación del par de meses que separaron nuestro nacimiento.

Luego, recuerdo las desesperadas acciones para lograr su aparición con vida luego de su secuestro por un comando dirigido por el subcomisario Juan Ramón Morales y el subinspector Rodolfo Almirón Sena, ambos bajo las órdenes del máximo responsable de este grupo paramilitar, el entonces Ministro de Bienestar Social, José López Rega, funcionario preferido de Isabel Martínez, que todavía debe rendir cuentas por esos centenares de crímenes.  Silvio fue secuestrado de su domicilio, a cuadras del Parque Centenario y a plena luz de del día, para luego acribillarlo con saña y cobardía (52 disparos por la espalda) en los bosques de Ezeiza. Previamente, al intentar evitar el secuestro, también fue asesinado su yerno, Luis Ángel Mendiburu, esposo de Silvia, quien era ingeniero, profesor de la UTN y militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP). Julio, impotente pero lejos de paralizarse, disparó con una 22 a la patota de metralletas, FAL y 9 mm. Inutilizó uno de los tres vehículos en que se desplazaban, abandonado a las pocas cuadras.

Recién en los ’80 pude descubrir que interpretación y recreación del marxismo fue, quizá, una de las más originales y críticas de Latinoamérica, profundamente revolucionaria, con unas sólida base humanista, con la vista puesta en un hombre total y principalmente libre, fruto de un socialismo no burocrático ni dogmático, un socialismo autogestionario, como nunca se ha logrado, aún, en la historia de la humanidad.  Aún conservo la que pienso su mayor obra, La Realidad Argentina, tapa en letras negras sobre blanco y rojo. Silvio mismo me la entregó. La guardé como el regalo de un luchador querido, la leí mucho después con la avidez del que busca respuestas a los desengaños y nuevos interrogantes que jamás imaginó.

Rocco siguió con sus palabras.

Su vida pública de abogado, político y docente fue siempre de militancia proyectada hacia la construcción del socialismo.
Silvio Frondizi aspiraba a la emancipación del género humano en una visión global que comienza ya desde la Revolución Francesa.
Para él, la función del intelectual era educar a las masas y elevarlas constantemente a la cultura.
Para mi abuelo el camino hacia la realización personal, no era una búsqueda aislada sino que una lucha colectiva.
A esto se debe la responsabilidad que él atribuía a los intelectuales para trasformar la sociedad, democratizando la cultura, permitiendo el acceso a todos a la universidad sin banalizar el conocimiento, metiendo en grado que obreros y burguesía tuviesen las mismas oportunidades, creando así una nueva generación de intelectuales, un “hombre nuevo”.
Algunos consideraban ingenuo su optimismo sobre el poder de las ideas, la fuerza de los argumentos de la razón, pero él fue toda su vida un ejemplo vivo de sus ideales de maestro.
Por lo tanto yo, su nieto, ahora me inclino frente al maestro que supo mantenerse vivo después de la muerte a través de sus ideas que hasta hoy están vigentes, es por esto que en esta ceremonia deposito a nombre de mi familia, una vez más, una manzana, la manzana que mi padre Julio dejó sobre su féretro en 1974 en señal de su amor por él.

Si, una manzana. Roja de sangre y combate. En el formal pupitre del salón académico.  Pero no una manzana cualquiera.  Repito, estoy dispuesto a repetirlo mil veces: “…deposito a nombre de mi familia, una vez más, una manzana, la manzana que mi padre Julio dejó sobre su féretro en 1974 en señal de su amor por él.

Ni el homenaje ni sus palabras, ni la de la Presidente de la región de Umbría se publicaron en ningún medio argentino. Es difícil creerlo pero así es. Dicen que nunca es triste la verdad. Yo creo que sí.
Con Rocco. Tambén con Julio, Silvio, "Pura"...


Suelo escabullirme de los saludos finales, pero este no fue el caso. Me levanté apenas concluido el acto pues en el rostro de Rocco veía, al menos una parte de la imagen de nuestros años con Julio, en el rostro de su hijo.

Jamás imaginé que en ese gesto me ganaría un cross, pero al corazón. Le comenté que Julio siempre me saluda como mi “hermano mayor” y le respondo como “hermano menor”. Para mi sorpresa lo sabía. Me miró y con la misma sonrisa tímida de aquel Julio que conocí, Rocco me miró y sólo dijo cinco palabras que ya no olvidaré mientras viva: "Entonces tengo que llamarte tío"
¿Qué más?

jueves, 2 de enero de 2014

EEUU amenaza a Latinoamérica con 36 bases militares


Las 36 bases militares de Estados Unidos instaladas en América Latina y el Caribe son una amenaza para la paz, las democracias, la soberana e independencia de nuestras patrias.

   Si además, cuenta con embajadas, con la Agencia de Seguridad Nacional con la CIA, DEA, USAID y el Comando Sur como puntas de lanza para experimentar, usar y abusar de una serie de estrategias y doctrinas para recuperar su dominio total en esta parte del continente americano, se podrá deducir que sus objetivos de dominación pretenden en el futuro inmediato, la explotación de los recursos naturales y de las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad que necesitará el imperio para lanzarse a la dominación global. 

   Obama resultó un espejismo o un fraude gigantesco para millares de seres humanos que en todo el mundo creyeron que iba a ser el hombre que propiciaría cambios profundos en la administración de Estados Unidos, y en sus relaciones con las demás naciones de la tierra. Muchos creían que se avecinaba una era de paz fundamentada en el respeto a los pueblos y naciones y sus derechos inalienables.

   Pese al apuro en otorgarle el Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, pronto se convirtió en el Señor de la Guerra a pesar de haber reconocido el descalabro en Irak y en Afganistán que coadyuvan a consolidar la conciencia de la derrota en los círculos militares, financieros y políticos de las derechas republicanas de Tea Party y de las derechas liberaloides de los demócratas que claman por la recomposición del imperio.

   CISPAL decía: “Con la pretensión de satisfacer a unos y otros, Obama ha desarrollado su propia visión del sistema internacional que ya no domina como antes, al tiempo que ha diseñado su política exterior junto a una doctrina para el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos bajo la teoría de la “guerra limitada” y light footprint o pista ligera para América Latina y el Caribe que ya fue probada con fracasos y éxitos en Medio Oriente y África, se decía en un documento elaborado por el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.

   Agregaba que con esa nueva estrategia, el Ministerio de la Guerra de Estados Unidos comúnmente conocido como Pentágono, pretende involucrar directamente a las fuerzas armadas y policiales de cada país o nación-Estado, para que hagan el trabajo sucio en materia de represión de los movimientos sociales y populares con la consiguiente violación de los derechos humanos y libertades públicas, todo en defensa de los intereses económicos o políticos de la Casa Blanca. Se supone que con el uso de esa estrategia, Washington podrá reducir los gastos financieros que serían muy elevados si los intervencionismos guerreristas son directos con el uso de la fuerza militar.

   Para que “pista ligera” funcione, el Pentágono, el South Command, la CIA, la DEA y la totalidad de las agencias de la NSA, por sus siglas en inglés, deberán penetrar profundamente en las fuerzas armadas y policiales de cada nación a las que entregarán armas y equipos nada sofisticados o en desuso para que, contentos con los nuevos juguetes bélicos, los usen en contra de sus propios pueblos. Además, se incrementarán las ofertas de becas, cursos, seminarios, visitas pagadas para oficiales y tropas. En otras palabras, pista ligera es la reedición de la Escuela de Las Américas en cada país. Recuérdese que en esa Escuela de las Américas “formaron” a los dictadores, torturadores, a los expertos en desaparición forzada de personas y en ejecuciones extrajudiciales.

   La “cooperación” eficaz de las fuerzas armadas nacionales y de los cuerpos policiales en la ejecución de los planes del Pentágono se fundamenta en un largo y tradicional servilismo de militares y policías que se convirtieron en ejércitos de ocupación adentro de sus patrias. Las bases militares instaladas en suelo latinoamericano y caribeño y las embajadas yanquis han sido y son sitios seguros para la incubación de golpes de Estado y las consiguientes dictaduras que han significado sangre, muerte y dolor para millares y millares de personas y horrenda humillación y pérdida de soberanías para nuestras patrias.

   El periodista y analista David Brooks, en Contrainjerencia, al referirse a un reciente informe del Pentágono, señalaba que ese documento destaca que, como en casi todo rubro, el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitación y organizar ejércitos.

   Añadía que las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos están presentes cada vez más en América Latina para tareas de capacitación y de recaudación de inteligencia y otras misiones militares que, con otros programas de asistencia estadounidense a la región, se realizan bajo el rubro del viejo esquema de la lucha antinarcóticos, a pesar de los llamados por un cambio en las políticas antinarcóticos, concluye un nuevo informe sobre la asistencia de seguridad estadounidense en el hemisferio.

   El informe publicado por tres centros de investigación y análisis –Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEF), Centro para políticas Internacionales (CIP) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) que mantienen un banco de datos conjunto sobre programas de asistencia estadounidense a América Latina– registra que aunque el nivel de asistencia estadounidense se ha reducido a uno de los más bajos en una década, lo preocupante es un mayor énfasis en relaciones militares menos transparentes y la sordera ante el creciente coro a favor de repensar las políticas prohibicionistas sobre las drogas por todo el hemisferio.

   En gran medida, lo que viene ocurriendo no se refleja en los grandes presupuestos, sino que bien encubierto por un velo de misterio, deslucidos informes ante el Congreso y el público, y una migración del manejo de programas el Departamento de Estado hacia el Departamento de Defensa, subraya el informe, Hora de escuchar: tendencias en asistencia de seguridad de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe.

   Más aún, el informe indica que a lo largo de los últimos años Estados Unidos ha ampliado su participación directa en operaciones antidrogas en el hemisferio occidental, sobre todo en América Central.

   El informe destaca que el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitar y organizar ejércitos. Tales misiones cumplen funciones que van más allá de la mera provisión de entrenamiento. Ellas permiten que las unidades de Fuerzas Especiales se familiaricen con el terreno, la cultura y los oficiales claves en países donde algún día podrían operar, indica el informe. Agrega que también permiten que el personal estadounidense reúna información confidencial sobre sus países anfitriones.

   También hay programas para establecer más unidades militares y policiales especializadas y otras fuerzas de élite que son capacitadas y operan con la supervisión de Estados Unidos y se vuelven un mecanismo de bajo costo para mantener la presencia e influencia de Estados Unidos en la guerra contra las drogas, que devino en un pretexto para mantener la presencia militar en la región.

   Además hay otros equipos, como las Unidades de Investigación Confidencial o SIU, grupos ultrasecretos de agentes élite de la región bajo supervisión de la DEA y la CIA, operando en varios países, incluyendo recientemente México. De hecho, la DEA cuenta con más oficiales en México que en cualquiera de sus otros puestos en el extranjero.

   El informe también destaca el papel cada vez más amplio de Colombia en la capacitación y asistencia, así como la exportación de su modelo, a otros países latinoamericanos en el contexto de la lucha antinarcóticos, incluido México, donde Colombia ha participado en la capacitación de miles de policías mexicanos.

   Según David Brooks, el informe también incluye datos por región y países de la asistencia militar y policial estadounidense a América Latina y el Caribe desde 1996 a la programada para 2014. México recibió 44.8 millones en 2006, cifra que se multiplicó más de 10 veces para alcanzar 508 millones en 2010, 166 millones en 2012, 154 en 2013 y 127 millones en 2014.

   El académico colombiano Renán Vega Cantor, en un ensayo sobre la geopolítica de dominación de Estados Unidos se refiere a la importancia geoestratégica de las bases militares de Estados Unidos en el mundo y particularmente en nuestros territorios.

   Afirma que el capitalismo de nuestros días requiere materiales y energía más que en cualquier otro momento de su historia, como resultado del aumento del consumo a nivel mundial, a medida que se extiende la lógica capitalista de producción y derroche, porque la generalización del american way of life requiere de un flujo constante de petróleo y materiales, para asegurar la producción de mercancías que satisfagan los deseos hedonistas, artificialmente creados, de cientos de millones de seres humanos en todo el planeta.

   Para producir automóviles, aviones, tanques de guerra, computadores, celulares, neveras, televisores y miles de mercancías se precisa de una cantidad ingente de metales y otros recursos minerales. Entre estos se incluyen los metales corrientes y conocidos, así como los metales raros. Hierro, cobre, zinc, plata, cromo, cobalto, berilio, manganeso, litio, molibdeno, platino titanio, tungsteno, son algunos de los metales más importantes en la producción capitalista de hoy. Un ejemplo ayuda a visualizar la importancia de esos metales: para producir el turborreactor de un avión se usa un 39% de metales corrientes y el resto consta de titanio (35%), cromo (13%), cobalto (11%), niobio (1%) y tántalo (1%)].

La savia del capitalismo
Para mantener el nivel de producción y consumo del capitalismo se requiere asegurar fuentes de abastecimiento de recursos materiales y energéticos, los cuales se encuentran concentrados en unas pocas zonas del planeta, y no precisamente en los Estados Unidos, Japón o la Unión Europea, que tienen déficits estructurales tanto en petróleo como en minerales estratégicos. En términos de minerales, algunos datos ilustran la dependencia externa de los Estados Unidos: “Entre el 100 y el 90% del manganeso, cromo y cobalto, 75% del estaño, y 61 % del cobre, níquel y zinc que consumen, 35% de hierro y entre 16 y 12% de la bauxita y plomo que requieren. Europa depende en un 99 a 85% de la importación de estos minerales, con excepción del zinc, del que depende en un 74% de importaciones del extranjero”. Lo significativo estriba en que en conjunto América Latina y el Caribe suministran a los Estados Unidos el 66% de aluminio, el 40% del cobre, el 50% del níquel (Diez Canseco, 2007).

   En el escenario de esa guerra mundial por los recursos, América Latina es uno de los principales campos de batalla, porque suministra el 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesitan los Estados Unidos. Además, los pueblos de la América Latina y caribeña habitan un territorio en el que se encuentra el 25% de los bosques y el 40% de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entrañas el 27% del carbón, el 24% del petróleo, el 8 % del gas y el 5% del uranio. Y sus cuencas acuíferas contienen el 35% de la potencia hidroenergética mundial.

   En estos momentos ha vuelto a cobrar importancia el esquema colonial de división internacional del trabajo, que se basa en la explotación minera, de tipo intensivo y depredador, de los países de América Latina. Esto ha implicado que compañías multinacionales provenientes de Canadá, Europa, China, se hayan apoderado, como en los viejos tiempos de la colonia, de grandes porciones territoriales del continente, donde se encuentran yacimientos minerales. La búsqueda insaciable de minerales metálicos y no metálicos ha llevado a que en estos países se implanten multinacionales extractivas, lo que ha generado un boom coyuntural que ha elevado los precios de esos minerales.

   Incluso, se están explotando minerales que no tienen mucha utilidad práctica en términos productivos, como el oro, en torno al cual se ha desatado también otro boom inesperado. Esto está relacionado con la inestabilidad del dólar y la búsqueda de sucedáneos seguros, y qué mejor que el oro, aunque su explotación tenga consecuencias funestas para los países de América Latina, que lo poseen en las entrañas de sus cordilleras o de sus ríos.

   El autor destaca que cuando se habla de la importancia geopolítica y geoeconómica de Sudamérica, no hay que perder de vista que el imperialismo estadounidense está pensando en términos mundiales al considerar las reservas de recursos naturales y energéticos. Así, en el 2003, el llamado Informe Cheney, o Política Nacional de Energía (NEP),postuló la obligatoriedad de dominar las fuentes más importantes de petróleo en todo el mundo y recalcó como prelación estratégica el control del petróleo que se encuentra fuera del Golfo Pérsico, en particular en tres zonas: la región andina (Colombia y Venezuela, en especial), la costa occidental del continente africano (Angola, Guinea Ecuatorial, Malí y Nigeria) y la cuenca del Mar Caspio (Azerbaiján y Kazajistán).

   En la actualidad, cuando Estados Unidos libra lo que denomina la “guerra contra el terrorismo”, un eufemismo para ocultar la guerra mundial por los recursos, existe una integración plena entre la política contrainsurgente y la protección del petróleo, como sucede de manera concreta en Colombia. En 2002, el Departamento de Estado había dicho al respecto:

La pérdida de ganancias, debido a ataques guerrilleros, obstaculiza seriamente al gobierno de Colombia en la satisfacción de las necesidades sociales, políticas y de seguridad nacionales”. Por ello, determinó apoyar la seguridad de los oleoductos, principalmente el de Caño Limón-Coveñas y para eso Estados Unidos “fortalecerá al gobierno de Colombia en su capacidad para proteger una parte vital de su infraestructura energética” (Klare, 2004).

   El analista Michael Klare decía en forma premonitoria en el 2004 al comentar el involucramiento petrolero militar de Estados Unidos en Colombia:
Se supone que los instructores estadounidenses asignados a esta misión se atienen a su papel de entrenamiento y apoyo. Pero hay indicios de que el personal militar estadounidense ha acompañado a las tropas colombianas en operaciones de combate contra las guerrillas. El entrenamiento ocurre “durante misiones militares y de inteligencia reales”, reveló el US News and World Report en febrero de 2003. Lentamente, Estados Unidos se convierte en parte de la principal campaña contrainsurgente en Colombia, con todos los signos de una guerra prolongada (ibíd.).

   En ese mismo sentido, el Plan Cheney enfatizaba la importancia del petróleo de América Latina, puesto que Venezuela es el tercer proveedor Mundial, México el cuarto y Colombia el séptimo, recomendando incluso la ampliación del suministro de México y Venezuela (Klare, 2013).

   Las declaraciones de políticos, militares y empresarios de los Estados Unidos sirven para sopesar la magnitud de la guerra por el control de los recursos. Sólo a manera de ilustración, Ralph Peters, mayor retirado del ejército de los Estados Unidos, afirmó en Armed Forces Journal, (una revista mensual para oficiales y dirigentes de la comunidad militar de EE.UU.) en agosto de 2006:
No habrá paz. En cualquier momento dado durante el resto de nuestras vidas, habrá múltiples conflictos en formas mutantes en todo el globo. Los conflictos violentos dominarán los titulares, pero las luchas culturales y económicas serán más constantes y, en última instancia, más decisivas. El rol de facto de las fuerzas armadas de USA será mantener la seguridad del mundo para nuestra economía y que se mantenga abierta a nuestro ataque cultural. Con esos objetivos, mataremos una cantidad considerable de gente (Mosaddeq Ahmed, 2006).
En otra parte de su ensayo, el autor sostiene que los estrategas del imperialismo estadounidense implementaron una visión del mundo que se basa en determinar si los países son o no obedientes a los dictados de Washington y a su proyecto de dominación mundial, presentado en público con el nombre de globalización. Uno de estos estrategas, Thomas Barnett, diseñó el Nuevo Mapa del Pentágono, en el cual se divide al mundo en tres regiones, aunque de ellas en verdad importen dos. Por una parte está el centro, conformado por los países capitalistas desarrollados, con Estados fuertes; luego están los países eslabón, que se constituyen en zonas de amortiguamiento y de disciplinamiento del tercer grupo, los países “brecha”, donde se encuentran los Estados fallidos y las zonas de peligro para el nuevo orden mundial y sobre los cuales se debe desplegar una labor de vigilancia y control por parte de los Estados Unidos, con el fin de consolidar un sistema verdaderamente globalizado, incondicional y proclive a la dominación y explotación abanderadas por Washington y sus compañías multinacionales (cf. Ceceña, 2004).

   Dicho de otra forma, el mundo está dividido en dos bandos: un sector crítico, conformado por Estados fallidos que amenazan la seguridad internacional a la que se denomina la “brecha no integrada”, la cual está conformada por países de Centro América y el Caribe, la región andina de Sudamérica, que se extiende por casi todo África (menos Sudáfrica), Europa oriental, el Medio Oriente (excluyendo a Israel), Asia Central, Indochina, Indonesia y Filipinas; la otra zona, formada por lo que se denomina el “núcleo operante de la globalización”, del que forman parte Estados Unidos, Canadá, Chile, Europa Occidental, China, Japón, India, Australia. Los territorios no enganchados se convierten en un peligro, deben ser sujetos por los primeros, y ponen en cuestión la seguridad del Occidente. Por ello, tienen que ser integrados a la fuerza, porque “si un país pierde ante la globalización o si rechaza buena parte de los beneficios que esta ofrece, existe una probabilidad considerablemente alta de que en algún momento los Estados Unidos enviarán sus tropas a intervenir en este país” (Schmitt, 2009).

   Llama la atención que esta gran zona de conflictos y turbulencias corresponda a los lugares donde se encuentran las mayores reservas de recursos materiales y energéticos. La intervención de Estados Unidos en esta gran zona del mundo se hace a nombre de mantener la gobernabilidad, con lo cual se oculta el interés estratégico de asegurarse el dominio de esos recursos naturales, imprescindibles para el funcionamiento del capitalismo, así como el mantenimiento de la explotación de importantes contingentes de fuerza de trabajo, a bajo costo o en términos casi gratuitos: una condición indispensable para el mantenimiento y la reproducción del capitalismo a escala mundial. Adicionalmente, esos territorios no solamente se deben dominar por sus recursos, sino también porque allí también existen movimientos de resistencia y rebelión, donde se esbozan otras propuestas alternativas al capitalismo, que en el “nuevo orden mundial” no se pueden tolerar (cf. Ceceña, 2004).

   Al referirse a la guerra de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe, Vega Cantor afirma que Estados Unidos, como un imperialismo en crisis, apuesta a la guerra como una forma de mantener su debilitada hegemonía. Esa guerra combina las acciones bélicas convencionales, como se ha mostrado en Iraq y Afganistán, con el combate irregular, sobre todo en aquellos lugares donde su objetivo es derribar a los que concibe como enemigos de su seguridad nacional, porque impulsan proyectos independientes y porque poseen recursos estratégicos que necesita con urgencia para mantener su despilfarrador modo de vida.

Un millar de bases militares estadounidenses
   Para mantener el dudoso poderío militar, Estados Unidos ha instalado alrededor de un millar de bases militares en todo el mundo. Solo en América Latina y el Caribe posee 36 bases militares, pero con exactitud no se conoce la cantidad de bases que posee, aunque según un inventario oficial elaborado por el Pentágono, en el 2008, Estados Unidos tenía 865 bases en 46 países, en los cuales desplegaba unos 200 mil soldados. Sin embargo, algunos de los que han estudiado con detalle el asunto sostienen que el número total de bases es de unas 1.250, distribuidas en más de 100 países del mundo. La dificultar para precisar su número estriba en que en las cifras oficiales no se consideran las bases que se han instalado en Afganistán e Iraq, territorios actualmente invadidos por los Estados Unidos.


   En América Latina, Estados Unidos cuenta en estos momentos con un total de 36 bases oficialmente reconocidas, incluyendo a las colombianas, y a las cuales deben agregarse otras que nunca se mencionan, pero que en la práctica operan, como tres que hay en el Perú. Esas bases son las siguientes: en América Central, se encuentran la base de Comalapa en el Salvador, la de Soto-Cano (o Palmerola) en Honduras, desde donde se planeó el golpe contra el presidente Zelalla, en Costa Rica está la base de Liberia, que dejo de funcionar un tiempo pero que volvió a operar recientemente. En América del Sur operan en Perú tres bases de las que poco se habla; en Paraguay está la base militar Mariscal Estigarribia, localizada en el Chaco, con capacidad para alojar a 20 mil soldados y se encuentra situada en un lugar estratégico, cerca de la triple frontera y al acuífero Guaraní, la reserva de agua dulce más grande del mundo; en el Caribe, existen bases en Cuba, la de Guantánamo, usada como centro de tortura; en Aruba, la base militar Reina Beatriz y en Curaçao la de Hatos. A este listado deben agregarse las 7 bases reconocidas en Colombia, cifra que es mayor, y las que se instalaran en Panamá (cf. Modak, 2009).

¿Cómo podría definirse una base militar? De manera simple puede decirse que es un lugar en donde un ejército entrena, prepara y almacena sus maquinarías de guerra. Se puede hablar, según sus funciones específicas, de cuatro tipos de bases militares: aéreas, terrestres, navales y de comunicación y vigilancia. Como el imperialismo estadounidense ve a la superficie terrestre como un inmenso campo de batalla, las bases o instalaciones militares de diversa naturaleza están repartidas en una rejilla de mando dividida en cinco unidades espaciales y cuatro unidades especiales (Comandos o Combatientes Unificados). Cada unidad está situada bajo el mando de un general. La superficie terrestre está entonces considerada como un vasto campo de batalla que puede ser patrullado o vigilado constantemente a partir de estas bases (Dufour, 2007).

   Chalmers Johnson señaló que, durante el gobierno de Bush, se diseñó la estrategia de actuar contra los “Estados Canalla”, que forman un arco de inestabilidad mundial que va desde la zona andina (Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia), atraviesa el norte de África, pasando por el oriente próximo hasta llegar a Filipinas e Indonesia. Este arco de inestabilidad coincide con lo que se denomina el “anillo del petróleo”, que se encuentra en gran medida en lo que antes se conocía como Tercer Mundo. Según Johnson, “el militarismo y el imperialismo son hermanos siameses unidos por la cadera… Cada uno se desarrolla con el otro. En otro tiempo, se podía trazar la extensión del imperio contando las colonias. La versión estadounidense de las colonias son las bases militares…” (Johnson, 2004).

   El establecimiento de bases militares en todo el mundo, en zonas vitales desde el punto de vista económico y político, demuestra que se han ampliado las estrategias, porque ya no se trata solamente de las clásicas intervenciones que operan desde afuera para derrocar a un régimen considerado enemigo por parte de los Estados Unidos, como ha sucedido en Iraq y Afganistán. Ahora se trata de tomar posesión del territorio de un país de manera directa para contar con una fuerza militar activa que funciona en forma autónoma y con una gran capacidad operativa y en el ramo de la inteligencia. Para hacerlo posible, Estados Unidos usa sofisticada tecnología y despliega una impresionante capacidad de hacer daño a países y a territorios localizados en cualquier lugar del planeta (cf. Ruiz Tirado, 2009).

   La difusión de los intereses económicos y financieros del imperialismo hasta el último rincón del planeta, requiere de un respaldo militar, que se expresa en poder de fuego y en movilidad. Poder de fuego para doblegar brutalmente a sus oponentes, como Estados Unidos lo viene haciendo desde la invasión a Panamá en diciembre de 1989, y a la que han seguido las apocalípticas guerras en el Golfo Pérsico, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán. No es casual el mismo nombre que se le ha dado a algunas de esas campañas (Conmoción y Pavor, Tormenta del Desierto) y que los voceros más cínicos de los Estados Unidos hayan dicho que cada una de esas guerras tenía la finalidad de hacer regresar a los países agredidos a la edad de piedra. Movilidad para poderse desplazar de manera rápida de las bases militares hacia los teatros de guerra, o en otros términos, desplegar la potencia militar sin restricciones en cualquier lugar de la tierra.

   En este sentido, Estados Unidos dispone en la actualidad del más sofisticado y terrorífico poderío militar que se ha erigido en la historia de la humanidad, que se despliega por mar, aire y tierra. Tiene barcos de guerra, portaaviones y submarinos en todos los océanos del mundo, desde donde despegan cientos de aviones para bombardear objetivos situados a cientos e incluso miles de kilómetros de distancia. Para que todo esto sea posible es indispensable contar con una red mundial de bases militares, distribuida en todos los continentes. Esas bases se encuentran desplegadas en zonas en las que hay ejes de transporte rápido, en donde se recoge información mundial, para espiar y vigilar a sus adversarios. Esto permite disponer de una red comunicacional interconectada con aviones, ferrocarriles, carros de combate, barcos, submarinos, que cuentan con una infraestructura física vital para su funcionamiento, mediante el control de aeropuertos, puertos fluviales y marítimos, carreteras, autopistas y centrales de telecomunicaciones.

   De una importancia similar a las bases militares son los portaaviones, desde donde se realizan intervenciones rápidas. Estados Unidos cuenta en la actualidad con 12 portaaviones desplegados por todos los mares del mundo. En torno a cada portaviones se constituye un grupo, esto es, una flota en la que van buques y submarinos, que lo protegen de eventuales ataques aéreos y submarinos: “Los portaviones forman la base de una enorme capacidad ofensiva aérea sin equivalente. Cada portaviones transporta 50 aviones capaces de llevar a cabo entre 90 y 170 ataques al día en función de la misión. Cada grupo contiene también 2 cruceros lanza misiles. Para tener capacidad de ataque terrestre, estos grupos son completados con tropas y vehículos anfibios” (McEjércitos, 2007).

   En estas condiciones, la importancia militar de las bases instaladas en Colombia –de hecho, todo su territorio– está relacionada con la estrategia de movilidad de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en el centro, el sur de América y en el Caribe. De manera un poco más precisa, el imperialismo estadounidense ha propuesto cuatro modelos de posicionamiento militar en nuestro continente: bases de gran tamaño, tipo Guantánamo, en donde hay instalaciones militares completas, ocupadas en forma permanente por efectivos militares y sus familias; bases de tamaño medio, como la de Palmerola, que cuenta con amplias instalaciones que están ocupadas por un personal que se renueva cada semestre; bases pequeñas, bautizadas con el eufemismo de Cooperative Security Locations (CSL), “localidades de seguridad cooperativa”, como las de Curazao o Comalapa, en donde hay poco personal, pero tienen una importante capacidad operativa en materia de telecomunicaciones y de información, la cual es transmitida a territorio de los Estados Unidos; las bases micro, son sitios de transito que se usan para permitir el avituallamiento de los aviones, los que luego despegan hacia sus objetivos, como ejemplo de lo cual puede mencionarse la base de Iquitos, en el Perú (cf. Herren, 2009)
(…)
   Gobiernos surgidos de esa manera son incondicionales a sus políticas, sumisos aceptan la instalación de bases militares en nuestros países, sin importarles que sean violatorias de la soberanía nacional y sirvan para agredir a los vecinos o a pueblos de otros continentes.

   Los primeros en sufrir la humillación fueron Puerto Rico y Cuba, esta última con la base de Guantánamo, que hoy en día sirve de cárcel para los prisioneros acusados de terrorismo y que han sido secuestrados en diversos países. Quienes tienen la desgracia de llegar allí reciben trato de enemigo y no tienen derecho alguno, ni siquiera el de la legítima defensa. La tortura es ejercida abiertamente, sin que muchos gobiernos y organismos internacionales se atrevan a condenarla públicamente. Es una afrenta a la comunidad internacional y una mancha indeleble que jamás podrá borrar la “injusticia Norteamericana”.

   Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar.

El caso colombiano
   Así, en la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el   continente, ocupando posiciones estratégicas en la región. El pretexto: la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
   El caso colombiano es muy esclarecedor. El presidente Álvaro Uribe Vélez (2008-2010), le entregó todo el territorio nacional a los halcones de la guerra. Se reconoce la existencia de 7 bases militares, pero en realidad hay doce y los Estados Unidos disponen de permiso para usar, en caso “necesario” todos los puertos y aeropuertos del país con fines bélicos.

   Colombia quedó cubierta militarmente, pero las operaciones militares no son solo para Colombia. La base de Palanquero ha sido modernizada para recibir aviones de guerra de última generación, con capacidad de operar en toda la parte sur del continente, controlar el océano Atlántico e intervenir en países africanos.

   A lo anterior hay que sumarle el despliegue de la Cuarta Flota y entonces nos encontramos con que los EE.UU. actúan amenazadoramente para disuadir o intervenir en cualquier nación del continente con una supremacía absoluta y con una velocidad asombrosa. En minutos pueden desembarcar miles de soldados en cualquiera de las bases en Colombia. Sus avanzadas están en posición. Disponen de inteligencia estratégica táctica y sobre objetivos militares a ser aniquilados o neutralizados.

   Colombia tiene la fuerza militar más numerosa de América del Sur, 500 mil soldados hombres y mujeres entrenados para la guerra, con armamento moderno, aviones de combate, Drones equipados con mecanismos de espionaje de la más alta tecnología, satélites con sensores que detectan luz, calor, humo y presencia de seres humanos; disponen de equipos de fotografía que pueden captar a una persona a muchos de kilómetros de distancia. Con la particularidad que esta tecnología es manejada directamente por personal estadounidense y en muchas de esas bases hay lugares en los que está restringido el acceso al personal de nacionalidad colombiana.

   En Colombia la vida civil se ha militarizado. Los gerentes, administradores, funcionarios públicos, profesionales independientes, han recibido formación militar y grados militares, que los acreditan como capitanes, mayores o coroneles de la reserva que en un momento dado pueden entrar a dar órdenes a militares de menor rango.

   En muchas áreas del país los asesores y personal militar estadounidense, circula libremente. Es indigno y antipatriótico ver como militares colombianos se acostumbran a realizar operaciones bajo sus órdenes. Son varios los casos reportados de pilotos norteamericanos que han muerto en accidentes o al ser derribados sus aviones por la guerrilla.

   Ninguna de estas noticias trasciende a la prensa por el cerco informativo que se ejerce sobre el tema.

   Igual está pasando por todo el continente. Las oligarquías en el poder alineados con esta política ni se molestan, ni critican, ni denuncian la instalación de bases en Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Haití, Puerto Rico, Bolivia, Brasil y otras.

   Ha sido un trabajo lento, pero seguro; ningún país está en capacidad de responder militarmente al imperio, pero sí de obligarlo a salir de su territorio como lo hizo Rafael Correa con la Base de Manta, en el Ecuador. Esto demuestra que mientras haya gobiernos democráticos y pueblos erguidos, el imperio no las tiene todas consigo.

   El despertar de nuestra América es innegable, hoy contamos con gobiernos patrióticos que levantan las banderas de la dignidad y el antiimperialismo, la movilización y la protesta social crecen cada vez más y entre sus consignas aparece la lucha contra el Imperio, el capitalismo, el neoliberalismo; por la autodeterminación de los pueblos, la defensa de la soberanía nacional y el repudio a la presencia militar yanqui en el continente; consignas que todos los revolucionarios, demócratas y patriotas estamos obligados a agitar para que prendan en la conciencia popular y así hacer abortar los planes de dominación continental

   Tarea urgente y necesaria es organizar una campaña simultánea en todos los países de América Latina y el Caribe contra las base norteamericanas. ¡Fuera las bases militares estadounidenses de nuestro continente!

   Por otra parte cabe reiterar que Estados Unidos ha sido fiel a la divisa imperial y maquiavélica: “Divide y reinarás”. Boicoteó, con la ayuda y colaboración cipaya del colombiano general Santander, el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador Simón Bolívar con el propósito de unir a las repúblicas latinoamericanas en una sola patria grande y fuerte que sea capaz de enfrentar al monstruo del norte.

   Históricamente la práctica del divisionismo ha sido eficaz para los intereses geopolíticos de Estados Unidos, razón suficiente para que los procesos integracionistas sean el blanco de la Casa Blanca, que bien sabe aprovechar las múltiples dificultades y contradicciones internas de los gobernantes provenientes generalmente de las derechas oligárquicas aliadas incondicionales del imperio y usufructuarias del sistema capitalista que permite la extrema explotación del capital sobre el trabajo.

   Golpes de Estado como los casos de Honduras y el Paraguay han sido propiciados por Estados Unidos para impedir la vinculación efectiva de Honduras al ALBA y del Paraguay para provocar fisuras en la Unasur.

   “En ese propósito de torpedear dicha integración, en la que participan países de la zona andina como Venezuela, Ecuador y Bolivia, el régimen colombiano juega un papel de primer orden, como ya lo ha demostrado fehacientemente.

   La implantación de las bases militares en Colombia también está relacionada de manera directa con la decisión del gobierno de los Estados Unidos, y de sus lacayos de América del Sur, de oponerse a los gobiernos nacionalistas que han surgido en varios países de la región en los últimos años. Sobre el particular, un documento de mayo de 2009 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos enfatiza la importancia de la base de Palanquero, en el centro de Colombia, al recalcar que nos da una oportunidad única para las operaciones de espectro completo en una subregión crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos antiestadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales (Blair, s/a).

   Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latinoamericana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar.


   Todos los pueblos de América Latina y el Caribe podrían marchar junto ante el imperativo histórico que demanda la expulsión de las 36 bases militares diseminadas por el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región.  

sábado, 13 de octubre de 2012

Venezuela y Nuestramérica

El triunfo electoral de Hugo Chávez en las recientes elecciones presidenciales en Venezuela habilita un debate sobre los cambios económicos, su rumbo y sus beneficiarios.
Quedó muy claro en la campaña electoral y en el balance del resultado, las opiniones favorables al rumbo de la revolución bolivariana y sus críticas, incluso más allá de Venezuela. Casi podemos mencionar al episodio como un acontecimiento mundial. No daba lo mismo para unos y para otros el resultado.
La derrota del chavismo hubiese representado una esperanza para las clases dominantes locales, regionales y mundiales para reencauzar a Venezuela y su petróleo en la lógica de acumulación y de dominación imperialista. Enfatizo en ello porque aún vendiendo petróleo a EEUU en grandes cantidades, el régimen actual de Caracas no se subordina a la lógica de dominación global de EEUU, más bien la confronta.
Por el contrario, el triunfo bolivariano otorga nuevos aires al rumbo por los cambios en la región. El pasado 12 de octubre, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, denunciando aquel 12 de octubre de 1492 trajo a cuento la realidad del presente y señaló que hoy “tener relaciones con la Embajada de Estados Unidos es como una caca”. La réplica del poder mundial no se hizo esperar, adentro y afuera de Bolivia.
Del cambio político al cambio económico
Es que Nuestramérica en proceso de “cambio político” necesita, además de consolidarlo (en el sentido que afirman estas elecciones venezolanas), avanzar en el “cambio económico”, sea el Socialismo del Siglo XXI propuesto por Venezuela, o el Socialismo Comunitario sustentado desde Bolivia.
No se trata solo de decisiones nacionales de esos países, sino de la capacidad de la región por liquidar la herencia neoliberal de la institucionalidad gestada en los años 80 y 90. Claro que algunos imaginan que se puede criticar y enfrentar al neoliberalismo desde el capitalismo. Es parte de las ilusiones que sostienen la independencia dentro del capitalismo.
Tanto Venezuela como Bolivia se proponen el tránsito del capitalismo al socialismo, cada uno con sus adjetivos, que reportan a su historia y tradiciones, pero coincidentes en el rumbo de la transición al socialismo.
Ello supone desarmar los vínculos estructurales del orden social vigente, al interior de los países y en el vínculo con el resto, lo que impacta en el proceso de integración regional.
Recientemente Ecuador ha sido demandado por el CIADI a cumplir con una sentencia ante la demanda de una transnacional. Una cosa será la lucha solitaria desde el Ecuador ante el CIADI, o la activa solidaridad de los países de la región.
Tanto Bolivia, Venezuela, como Ecuador se retiraron del CIADI, además, Brasil nunca firmó el protocolo de adhesión, con lo que surge el interrogante sobre la legitimidad que le otorgan a ese ámbito de la dominación otros países, los que continúan subordinados a la lógica de defensa de las transnacionales que opera en el CIADI y su mentor el Banco Mundial.
Se trata de organizar la transición en dos carriles simultáneos, el nacional y el regional, como forma de discutir y disputar desde la región el orden mundial.
A nivel nacional se precisa desarticular el poder de las transnacionales, orgánicamente articuladas con el poder económico local, sea el tradicional oligárquico, como el burgués moderno, o el especulativo.
Es curioso, por ejemplo para el caso argentino el fortalecimiento del sector bancario, con excedentes que lo alejan de la crisis del 2001 y lo proyectan en el presente como uno de los emprendimientos con mayor rentabilidad. ¿De dónde sale esa renta? ¿No estará asociado al usurario margen entre tasas pasivas y activas, cuantiosos costos de los servicios a usuarios del sistema bancario?
En rigor, solo responde a la lógica de la ganancia en el capitalismo, y la creciente bancarización más que favorecer al usuario del servicio financiero es una forma de extensión del negocio bancario.
Convengamos que transitar el cambio económico supone enfrentarse con el poder local y mundial. No es ni será sencillo enfrentar a ese poder, pero la primera decisión es asumir el costo del enfrentamiento, lo que requiere generar en consenso social para las transformaciones. Hace falta construir un sujeto económico para esa tarea, y la autoconciencia de ese sujeto para la transición.
Aprender de las experiencias
La experiencia boliviana puede ayudar en la región. Su concepción constitucional de economía plural evidencia la presencia de distintas formas de organizar la economía, vía empresa privada capitalista, pública estatal, comunitaria y social cooperativa; pudiendo encarar procesos mixtos.
La hegemonía actual en la economía boliviana es la capitalista, pero el análisis de los presupuestos públicos de los últimos años, en la gestión de Evo Morales, da cuenta de una tendencia al crecimiento del sector estatal, incursionando en la creación y el fortalecimiento de empresas públicas. Es cierto que no siempre con los mejores resultados, pero puede contarse a favor del proceso boliviano la escasa tradición del Estado en la estructuración de empresas productivas o de servicios.
El objetivo explicitado por el gobierno plurinacional es modificar la hegemonía en la economía plural, lo que supone aplicar políticas favorables al desarrollos del sector estatal, del comunitario y del social cooperativo, desestimulando la lógica de privilegio al sector capitalista.
Un problema en Bolivia, tal como en otros países de la región, es la tentación de una inserción internacional mediante la venta de recursos naturales. En la agenda patriótica formulada por el presidente boliviano en agosto pasado se enfatiza en la necesidad de superar la primarización de la economía, vía industrialización de los recursos naturales[1].
Esa agenda se complementa con la superación de la extrema pobreza, la seguridad alimentaria con soberanía, la satisfacción universal de los servicios sociales para el conjunto de la población, y el desarrollo tecnológico, imprescindible para el proceso de emancipación.
La disputa es grande en ese proceso y el propio sector empresarial hegemónico demanda ser parte de la discusión de la agenda sustentada hacia el 2025, el año del bicentenario de Bolivia.[2]
Toda la región debe estudiar los procesos de cambio, especialmente aquellos con mayor disposición a confrontar con las hegemónicas relaciones sociales de producción capitalistas.
Lo definitorio es el sujeto económico
Ello supone el desafío por construir sujeto, por el socialismo comunitario en Bolivia, y con la especificidad que suponga cada construcción nacional, pero completando el acumulado en sujeto político popular con sujetos actuando en el proceso económico, y especialmente productivo. En el caso boliviano son los indígenas, originarios y campesinos, los trabajadores, los cooperativistas, los micro y pequeños, medianos y grandes empresarios asociados al proyecto transformador.
Tal como hemos sugerido en varias ocasiones, e insistiremos hasta el cansancio, las preguntas que se nos imponen para la transición apuntan a responder: ¿Qué, quién, cómo, y para quién producir?
Ese es el debate en Nuestramérica, en un mundo en crisis, cuando el FMI acaba de publicar sus perspectivas económicas para el 2013[3], rebajando las proyecciones del 2012 y del 2013 “de 3,2 por ciento en 2012 para ALC
(un 0,6 por ciento por debajo de lo proyectado en abril) y de 4 por ciento en 2013”. En el informe mundial se muestran tendencias de menor crecimiento para EEUU, Japón y especialmente Europa.
¿Tiene que continuar nuestra región produciendo para ese mundo capitalista en crisis, o generar las condiciones para una ruptura en el plano de la economía y la producción?
Así como afirmamos la necesidad del cambio político al económico, esa orientación también debe constituir el desafío de la integración. Es muy destacable el avance de Unasur y Celac, pero están desafiados en la actualidad a constituirse en mecanismos de articulación productiva para contribuir a la transición de la hegemonía capitalista hacia un nuevo orden.
Claro que hay que ser conscientes que en la región anidan proyectos diferenciados, incluso contradictorios. Por eso enfatizamos en la importancia del triunfo democrático para un nuevo periodo de gobierno de Hugo Chávez y su proyecto de revolución bolivariana por el socialismo (Julio Gambina)

lunes, 31 de enero de 2011

La crisis entre Davos y Egipto



Polémica nota de Julio Gambina, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. ¡Bienvenido el debate hacia el futuro!

Con más de treinta jefes de Estado y de Gobierno, funcionarios de 90 países y un conjunto de grandes empresarios, asesores e influyentes periodistas e intelectuales del poder económico mundial tomaron parte del cónclave del Foro Económico Mundial, más conocido como el Foro de Davos, que desde 1971, regularmente, pasan revista a la situación mundial y pretenden fijar línea sobre las políticas a seguir.

En simultáneo al cónclave del poder, miles de manifestantes poblaron de resistencia las calles de varios países del norte de África y medio oriente, haciendo evidente el sufrimiento de los pueblos por el ejercicio del orden capitalista. La represión y muerte de decenas de manifestantes es la respuesta de los gobiernos y el saldo hasta ahora. Aún fuera del temario, la rebelión popular se coló en las discusiones del poder económico mundial.

Unos 2.500 participantes se concentraron en Davos para discutir “Los enfoques comunes para la nueva realidad”. Esa “nueva realidad” era pensada como superación de la crisis, ante los datos del crecimiento de la economía estadounidense (2,9% para el 2010, luego del -2,6 del 2009)[1], pero en el mismo momento de la reunión estalló la rebelión popular en Túnez, Yemen y especialmente Egipto, país paradigmático para el mundo capitalista, especialmente EEUU que lo asiste con fondos por 1.500 millones de dólares anuales. Por ello adquirió otra relevancia en el cónclave de los poderosos, el análisis del aumento de los precios de los productos básicos, y el tema de la deuda soberana en alusión a la continuidad de la crisis mundial.

El tema del aumento de los alimentos es clave para pensar la revuelta en Egipto, gran importador de alimentos, especialmente de trigo. Egipto es un importante comprador de trigo a la Argentina. La hambruna es la reversa del alza de los precios y si estos estimulan nuevas burbujas de especulación, en paralelo no deben sorprender los impactos regresivos sobre buena parte de la población mundial. No es sorpresa la movilización popular cuando el hambre se instala en forma generalizada. Hambre y represión por un lado, y del otro suba del oro, las comodities, alimentos y los bonos para refugio de inversores interesados en la ganancia y no en los 1.020 millones de hambrientos según la FAO.

La cuestión de la deuda externa preocupa, especialmente cuando EEUU acaba de superar los 14 billones de dólares de su deuda pública y privada, siendo la pública de 3,5 billones de dólares, superando ampliamente el problema históricamente concebido para los países del sur del mundo (en desarrollo), que en conjunto acumulan una deuda pública de 1,4 billones de dólares[2].

Un monto que representa el 10% de la deuda total de EEUU. El endeudamiento público estadounidense supera dos veces y medio el de los países en desarrollo. La mitad de la deuda total de EEUU fue asumida en los últimos seis años, tres de los cuales han sido en situación de crisis evidente.

Hoy la deuda es problema por los elevados niveles que se registran en los países capitalistas desarrollados. Francia solamente acusa una deuda pública de 1,2 billones de dólares, casi similar a la totalidad del mundo en desarrollo. Mientras en América Latina, la deuda total, pública y privada representa el 22% del PBI, para Gran Bretaña es el 400%, Portugal el 263%, España el 169%, Grecia 168%, Alemania 148%, EEUU 100% e Irlanda el 979%. Convengamos que los principales acreedores de esos países son los bancos transnacionales, quienes aceleradamente, como en los 80, en tiempos de la crisis de la deuda latinoamericana, están generando condiciones para transferir el costo del quebranto hacia los trabajadores y lo pueblos de esos países y del mundo. Son los temas que preocuparon al poder económico en DAVOS.

Deuda, capitalismo y crisis son tres categorías para explicar la política del poder mundial, del curso contemporáneo del capitalismo actual. La consigna del no pago se resignifica para los pueblos del mundo, contra el régimen del capital y su chantaje del endeudamiento, ayer contra el sur del mundo y hoy en el norte. Es parte de un programa a sostener junto al impuesto al movimiento internacional de capitales y el rechazo al conjunto de estrategias de liberalización (tratados de libre comercio, tratados bilaterales de inversión, los paraísos fiscales, y otras formas de defensa de las inversiones extranjeras), tanto como el desarme de la estructura financiera comandada por los organismos internacionales, especialmente el FMI y el Banco Mundial.

Hace falta una nueva arquitectura financiera y económica sustentada desde el sur, lo que supone discutir el patrón de cambio mundial y terminar con la hegemonía del dólar y las pretendidas sustituciones del euro o de la moneda que sea en función del capital y el régimen de explotación.

China en la mira de Davos

Otro de los temas en que se concentró la atención en Suiza fue conocer de cerca la realidad de países llamados emergentes, especialmente China e India, que pese a la crisis mantienen elevados niveles de crecimiento y son destino principal de las inversiones capitalistas a escala global.

La situación China fue explicada por la más numerosa delegación del cónclave, y remitió a la política de modernización y oportunidades para las inversiones y el mercado inmobiliario chino. China ya es el segundo PBI del mundo, que con sus 5,5 billones de dólares expresa un tercio respecto del registro estadounidense y superando a Japón y Alemania en el podio de las cuatro mayores economías del mundo.

Muchos escucharon las argumentaciones chinas, al tiempo que presionaron a los participantes chinos para flexibilizar las políticas de ese país, especialmente referidas a las presiones del G7 para una apreciación del Yuan, con vistas a mejorar las balanzas comerciales de las principales potencias capitalistas en crisis con China.

El papel del gigante asiático no se vincula solo con la economía mundial, sino que crecientemente pesa en la escena política. Es un tema trascendente para el poder mundial, pero también para quién piense en términos alternativos, incluso más allá del debate sobre el “modelo chino”, si socialista ó en tránsito al capitalismo, o directamente capitalismo de Estado.

No resulta menor la persistencia de la apropiación de la renta del suelo, la propiedad estatal sobre los medios de producción y la planificación estatal, no solo de la economía. Se trata de un tema estratégico en la disputa del poder mundial.

China es crecientemente importante para la Argentina, siendo ya el segundo socio comercial después de Brasil, y con un peso en ascenso en las inversiones externas directas que se registran en los últimos años.

Hace poco se conoció la compra del 50% del paquete accionario de BRIDAS por parte de una transnacional china. Fue una inversión por 3.100 millones de dólares. Se conocen inversiones diversas en nuestro país: para explotar gas en Tierra del Fuego; minería en las provincias cuyanas y del norte; la compra de tierras para producción agrícola, especialmente soja, producto del cual China es principal comprador.

Vale la mención sobre China ante la recepción en estos días en nuestro país de la Presidente del Brasil, la primera salida al exterior de Dilma Rousseff desde la llegada al gobierno.

Han sido crecientes las relaciones entre Brasil y Argentina en el último tiempo y son importantes las expectativas de acciones conjuntas, incluso entre ambos y la potencia asiática, una cuestión estratégica de las relaciones internacionales en un momento de crisis de la economía mundial y de disputa del orden mundial.

Pero existen interrogantes sobre estas relaciones.

¿El nuevo poder de países como China o Brasil, se jugará en la disputa de poder al interior del G20, con hegemonía plena de los países capitalistas desarrollados, especialmente de EEUU, pese a la crisis? ¿Puede pensarse en otro tipo de integración, que privilegie la relación Sur-Sur? ¿Qué puede hacer Argentina en este sentido con sus dos socios económicos principales? ¿Qué lecturas realizar a 10 años de la revuelta argentina y en momentos del levantamiento egipcio? ¿Se salió de la crisis, o el crecimiento de las principales economías augura nuevos problemas para los países dependientes en el capitalismo mundial?

Nuestra hipótesis apunta a señalar las contradicciones de la situación mundial, con persistencia de la crisis y señales concretas, especialmente de movilizaciones populares (en Bolivia contra el aumento del combustible y en Egipto contra el régimen de Mubarak y la asistencia estadounidense) para pensar en términos de alternativas al capitalismo. El socialismo vuelve a ser una posibilidad para construir otras relacione sociales.

Modestas expectativas desde el poder económico

En el Foro de Davos[3] intentaron trazar el rumbo político del capitalismo contemporáneo con ciertas prevenciones, pues el mismo fundador y presidente del FEM, Klaus Schwab, afirma que se abre "una era de modestia"[4], anunciando una pobre superación de la crisis, con bajos niveles de crecimiento (un 2,9% informado por EEUU para el 2010).

Un primer interrogante es si resulta correcto hablar de “nueva era” cuando aún sobrevive la situación de crisis de la economía mundial, donde el desempleo creciente continúa sido el efecto inmediato y evidente que sufren los sectores más desprotegidos en el capitalismo mundial. En EEUU el desempleo no baja del 10% y en España superó el 20%. Sin considerar la agresión y ofensiva que se mantiene sobre los recursos naturales, situación que agrava los peligros ambientales y afectan a recursos estratégicos como el agua y la tierra.

La crisis del “modelo productivo y de desarrollo” subsiste y es grave para pensar en términos de “nueva era”. La revuelta en los países árabes y el medio oriente da cuenta de situaciones que no siempre consideran los analistas del poder económico. Aludo al hartazgo de los pueblos a sus condiciones de vida, aunque no queden claras las alternativas económicas y políticas, generando por cierto un desafío para el pensamiento y la práctica por la emancipación.

El principal ejecutivo del Foro de Davos, Klaus Schwab, agrega que "En esta nueva realidad, somos nosotros, las víctimas colectivas, las que deben hacer el futuro más seguro. Y como ni los gobiernos ni las empresas solos podrán superar la complejidad de los desafíos globales, la frontera entre economía y política se va a hacer aún más pequeña"[5].

Es muy curioso cómo se incluye a los victimarios, a los responsables de la crisis entre las víctimas. ¿Quiénes son los responsables de las políticas que llevaron a la crisis, sino el propio sistema financiero y económico internacional presente en Davos desde 1971? ¿Quién empujó y empuja la liberalización de la economía, sino los partícipes habituales de Davos desde sus posiciones de poder?

Más interesante aún resulta la reflexión que alude al vínculo entre economía y política, especialmente para pensar en la respuesta a Davos que provendrá la próxima semana desde DAKAR, cuando se reúna del 6 al 11 de febrero de 2011, la contra cara del FEM, el Foro Social Mundial (FSM), cuya consigna por otro mundo posible se mantiene como realidad y desafío. Es la señal que proviene de África y del oriente medio, aunque no se conozca exactamente el rumbo futuro de superación.

Aquel “que se vayan todos” vuelve a reaparecer en el escenario político y económico global. El desafío está en la construcción de alternativas, que supone nuevos cursos para el pensamiento y la acción emancipatoria.

Nuevos modos y formas de producción y apropiación de la naturaleza, donde el buen vivir de las comunidades andinas nos ofrecen posibilidades para pensar en nuevos tiempos, pero sobre todo, nuevas formas de pensar el agrupamiento social con perfil y objetivo político para la emancipación y transformación social. Los renovados intentos de democratizar la economía y la sociedad venezolana con mecanismos de poder popular, especialmente de los trabajadores en la gestión empresaria son estímulos para pensar el nuevo tiempo. El ejemplo persistente del proyecto revolucionario en Cuba es también referencia, especialmente en tiempos de renovación sustentada en un gran debate y movilización d la población cubana.

La alusión andina, por Bolivia o Ecuador, como la referencia a Venezuela y Cuba son atinentes para discutir los límites de unos procesos complejos, especialmente en el sur de América, pero también en otros países de la región, que formulan un discurso anti neoliberal sin sustanciar cambios profundos en la estructura económico social capitalista. El problema es el límite que se establece para la constitución de sujetos por la emancipación. Es un debate cotidiano en la política de nuestros países y también parte esencial de la discusión en el movimiento de movimientos, el FSM.

¿Es posible ir más allá de lo real existente? Se puede superar el posibilismo de que la realidad “es lo que hay”, como único imaginario posible. América Latina es un gran laboratorio para pensar al respecto, si se tiene la mira en las demandas de los pueblos por renovar y revolucionar las relaciones sociales, en la economía y en la política.



[1] Son datos del Departamento de Comercio de EEUU, leídos en el sitio de internet el 30-01-11: http://www.bea.gov/index.htm

[2] Los datos sobre deuda externa están sacados de Eric Toussaint. Crisis Global. Del Norte al Sur del planeta: la deuda en todos sus estados. Presentación para Conferencia en Quito el 27 de enero de 2011, en la sede del Banco Central de Ecuador.

[3] Amplia información sobre discursos y debates en: http://www.weforum.org/

[4] El Foro Económico Mundial de Davos debate el nuevo escenario tras la mayor crisis desde 1930. En ámbito.com del miércoles 26 de enero de 2011 y consultado el 30 de enero de 2011 en: http://www.ambito.com/noticia.asp?id=565509

[5] Ib.