En ocasión de la aparición de una nueva edición de su libro “Secretos en Rojo” nuestra revista realizó este reportaje a Alberto Nadra, quien fue por muchos años dirigente del la FJC y del Partido Comunista, un periodista militante o un militante que se hizo periodista. El libro y el reportaje resultan no solo interesantes sino que estimulan un debate sobre el rol del PC en la historia del siglo XX, y sobre el papel de los que se sienten comunistas en la actualidad.
La barraca ¿Porque secretos y no un análisis del comunismo argentino?
Alberto Nadra: Podría decirte que hubo una razón editorial, lo que es cierto, pero solo una parte de la verdad. Hay dos razones que fundamentan el enfoque. Una política y otra emocional, ambas entrelazadas. Políticamente, no creo que los protagonistas de una etapa tan álgida del PC estemos en condiciones –ni de objetividad ni teóricas– de encarar semejante proyecto. Si, de aportar nuestro conocimiento y documentación, entre ellos secretos jamás revelados, hasta ahora, como la caracterización de organización político-militar del PC; la influencia del “aparato” financiero en las decisiones políticas; acciones como la primera guerrilla en la Argentina, en Chaco, sobre el inicio de la década del 40; las operaciones militares contra los objetivos nazis; la relación con “El Che”; el papel de los comunistas argentinos en la contraofensiva frente al genocida “Plan Cóndor “ de las dictaduras latinoamericanas, financiado y estimulado por EEUU y la CIA. Emocionalmente, pues no hubiera podido dar un paso más –y creo que los dados son importantes—sin mayores consecuencias que las que irremediablemente tuve.
Lb: ¿Por qué no hay un estudio o libro integral sobre la historia del PC?
AN: En parte por lo que señalo antes. Los secretos, por razones que tienen que ver más con una historia de persecución y miles de presos y asesinados, que por ocultamiento político, que también lo hubo y lo hay. Sin testimonios y documentación como la ofrecida en el libro, historiadores de gran valor han especulado sin base cierta sobre la posición del PC ante la lucha armada, para dar un ejemplo. Pero no por su responsabilidad. Por otro lado, creo que la “cultura dominante” y hegemónica no busca profundizar en el conocimiento, mucho menos obtener lecciones históricas del proceso de creación y decadencia de los partidos comunistas, pues en definitiva aportarían a la tarea inconclusa de liberar a la humanidad del depredador y criminal sistema capitalista. Argentina no está al margen.
Lb: ¿Podía sobrevivir el PC si no objetaba su línea durante la dictadura y comenzaba el viraje?
AN: Claro que podía sobrevivir, de hecho sobrevivió después del XVI Congreso, pero en ningún caso sería el que soñábamos. Tal vez lo habría hecho “formalmente” en mejores condiciones: por un lado manteniendo los cuadros y militantes históricos, que jamás hubieran renunciado a su compromiso (hablo de su compromiso político, no por cargos, aún equivocados y doloridos), por el otro incorporando por la puerta principal y expulsando, o perdiendo por la de atrás, como siempre ha ocurrido en el PC. Pero no hubiera sido el partido necesario para contribuir, con su acción y el aporte de la cultura marxista, al plural movimiento nacional y popular.
Lb: ¿Podía sostenerse si se realizaba el viraje y una apertura del debate militante?
AN: Sí. Pero, más allá de la brutal repercusión que vendría, y vino, de la caída de la frustrada experiencia socialista a nivel mundial, el viraje no fue tal. Murió cuando se le impuso el engañoso añadido “en unidad”, al igual que el pretendido debate. Siempre luché por la unidad del partido, pero no al precio de negociar –y ceder en toda la línea– con lo peor del viejo aparato, burocrático, dogmático y hasta represor. Se mantuvo intacta la dirección de la estructura financiera, como intocados los testaferros (luego beneficiados por el remate del remanente dirigencial), y la militar en manos de quienes fueron penetrados por la contrainteligencia de las FFAA, los que jamás se hicieron cargo de sus fallas y errores. El debate, pues, se redujo a desplazar militantes y cuadros que no coincidían con este enfoque maniqueo, y en muchos casos con una trayectoria que aunaba, no solo lucha, sino fuertes cuestionamientos a métodos y decisiones políticas. Los famosos compañeros “con dudas”, o que “no entienden la línea”, fueron arrollados por los viejos comisarios políticos de las sagradas escrituras estalinistas, convertidos en profetas del viraje supuestamente democratizador y revolucionario.
Lb: ¿El viraje fue solo la decisión de un grupo de dirigentes que llamas el “núcleo del viraje” o responde a tendencias políticas que se fueron formando a lo largo de años?
AN: Por supuesto que lo segundo. Nunca un grupo inspirado, bien o mal intencionado, puede generar un fenómeno de las enormes proporciones que tuvo el intento de viraje, finalmente frustrado. Eso sí, el “núcleo” fue el impulsor, y sus ideas centrales iniciales, eran mucho más simples, y se fueron modificando, en parte por el aporte de la participación de la militancia, en parte por el oportunismo pésimamente entendido de quién presentamos como su figura pública. El primer impulso, en 1983, tenía como casi único objetivo la desburocratización y democratización interna del partido. Al comienzo fue encarado con honestidad y franqueza, obligando a incorporar la autocrítica de la posición pública asumida durante la dictadura, pero al mismo tiempo destacando el heroísmo de militantes y la mayoría de los dirigentes, entrega que no provino de actos individuales, sino de la decisión partidaria, a pesar de ciertos personajes, que sin duda existieron. Por otra parte, el debate acerca del peronismo era necesario, y siempre existió en forma larvada dentro del partido. Sin embargo, el delirio de confundir el país y el continente de los años finales del siglo XX con los posteriores a la Revolución Cubana, fue un desesperado intento por disfrazar con una pátina revolucionaria la decisión de no producir los cambios en la estructura. En definitiva, en la primera etapa se avanzó en corregir la histórica deformación de la relación dialéctica entre política e ideología, pero jamás se intentó --al contrario se impidió-- la existente entre metodología y política. El “aparato”, con la complicidad de algunos de nosotros, se defendió, liquidando por igual, aunque cada uno en su momento, a quienes se denominaron “ghurkas” o “dinosaurios”, y finalmente al propio Partido.
Lb: En un PC muy fiel a los movimientos del PCUS, ¿influyó el lanzamiento por Gorbachov de la Perestroika?
AN: Ese es un punto que nos enorgullece particularmente a quienes formamos parte de ese bello, pero tristemente frustrado intento. El llamado “núcleo del viraje” solidificó a fines de 1983, luego de la derrota electoral, posiciones que teníamos hace tiempo. Gorbachov inicia su gestión en 1985, cuando el partido argentino ya estaba en movimiento, y poco después redactábamos las Tesis para el XVI Congreso, que se realizaría en 1986. La Perestroika y laGlasnost, son posteriores.
Gráficamente te diría que no tuvo ninguna influencia en la concepción, pero para el parto, diría que con fórceps, y la viabilidad del Congreso fueron, tal vez, decisivas las fisuras y la neutralización del enfoque monolítico del movimiento comunista internacional y del propio PCUS.
Lb: Y por otro lado, ¿qué influencia tuvo el acercamiento a otras tendencias de la izquierda argentina que derivó en el nacimiento de Izquierda Unida?
AN: Desde la década del 70, tanto el Partido como la FJC salieron de su histórico aislamiento de las fuerzas políticas y formaron la Comisión de Relaciones Políticas, en el primer caso dirigida por Fernando Nadra. El “Grupo de los 8 partidos”, que en 1973 inauguró el deshielo de la oposición con Perón; las primera Juventudes Políticas; y las relaciones con la máxima conducción de Montoneros y el ERP, fueron algunos hechos que mostraron un cambio radical del PC. Luego la Multipartidaria y la reconstrucción de las Juventudes Políticas, acompañada con la coordinación de las luchas antidictatoriales, en el plano juvenil, no así en el adulto. Al inaugurarse el proceso democrático, y luego con el “viraje” se profundizaron las relaciones con los otros agrupamientos de la izquierda argentina. No considero ni al FREPU (Frente del Pueblo) ni posteriormente a Izquierda Unida, ambas con base en la confluencia electoral de comunistas y trotskistas, como las experiencias más positivas para la unidad de la izquierda. Para mi ese lugar lo ocupa, y muy lejos, el FRAL (Frente Amplio de Liberación), con el acto en la cancha de Atlanta como jalón simbólico, donde compartimos el escenario compañeros provenientes de Montoneros, ERP, el Partido Intransigente, socialistas, democristianos de izquierda, humanistas y maoístas, junto a los valerosos militares del CEMIDA, o el Movimiento Judío por los Derechos Humanos, entre otros. Todos en pleno proceso de reconstrucción de distintas organizaciones. El diario “Sur” fue creado por la dirección del PC para afianzar ese proceso, y al liquidarlo, simbólicamente liquidó ese inédito y prometedor camino en la argentina. Eran los días en que, paradójicamente, se desataba una forzada e impúdica utilización de la imagen de El CHE.
Lb: ¿Con respecto a las tendencias internas del PC solo era entre los miembros del “núcleo del viraje” y el aparato, o se pueden distinguir una complejidad de corrientes algunas más o menos reformistas, tendencias más o menos conservadoras y otras situadas en una búsqueda por izquierda?
AN: Comparto la segunda interpretación, aunque a la luz de lo que te explicaba anteriormente.
Lb: ¿La debilidad del actual PC es una derivación de las formas que tomo el viraje y que vos señalas en el libro, o son el costo de las políticas previas oportunistas de derecha, de incomprensión del peronismo y de la posición frente a la última dictadura militar?
AN: Ninguna de esas causas abarca un fenómeno tan complejo, aunque ambas forman parte de la explicación. Si sólo lo explicara la posición frente a la dictadura, por ejemplo no se entendería la debilidad, y en casos desaparición, de todos pero todos, los partidos comunistas del mundo, aunque en distinto grado. Tampoco el numéricamente potente resurgir del PC luego de la dictadura.
Por su parte, la incomprensión del peronismo marcó la debilidad histórica del PC, sobre todo en el seno de la clase obrera, supuestamente su ámbito natural. Pero eso se produjo desde 1945, cuando Perón lo ofreció formar parte del Gobierno, y el sectarismo y las heridas de la recién culminada II Guerra Mundial lo impidieron. Luego el anticomunismo y la represión fueron terribles, pese a lo cual el PC disolvió sus propios sindicatos se incorporó a los armados por el gobierno, luego intentó un apoyo crítico y, pese a las mentiras de algunos historiadores revisionistas, llamó a al general a entregar armas al pueblo para resistir el golpe de 1955. En el período posterior, en muchos casos compartiendo luchas y cárcel con los peronistas de la Resistencia, o en momentos históricos como el Cordobazo, o el periodo de va de Cámpora al golpe, el PC no sólo no se debilitó, se fortaleció.
Lb: ¿Cómo explicas que tanto el PC, el PC Congreso Extraordinario (PCCE), varias corrientes de origen comunista que convergieron en el Frente Grande (FG), y parte de la diáspora del partido comunista estén hoy en el kirchnerismo?
AN: En general podría decirse que es la siembra partidaria de muchos años de formación en la unidad de acción con el peronismo combativo. Sin embargo, son casos distintos. El PC está sin brújula. Hasta 2003 reivindicó el “Frente de Liberación Nacional y Social” como opuesto a “la cultura del Frente Democrático Nacional”, supuestamente sin vocación de poder y a la cola de la burguesía. Ahora acompaña el actual gobierno, y hasta dirigentes cuestionados, con una suerte de contrato de adhesión, sin acuerdos programáticos. El apoyo del PCCE, con respeto pero total franqueza, creo que tiene su base en los sectores que, como sana reacción al antiperonismo siempre vigente en el antiguo PC, se volcaron a un seguidismo también sin acuerdos programáticos de ningún tipo, similar al que nos llevó al apoyo a burócratas sindicales y políticos, como Lúder o Herminio Iglesias. Valoro su apoyo al actual gobierno popular, pero no puedo compartir ese tinte de seguimiento incondicional, cargado de elogiosos adjetivos, cuando a los marxistas corresponde ayudar al proceso marcando logros, pero a la vez errores e insuficiencias, lo que es necesario superar para llevarlo al éxito, que es siempre más igualdad, cada vez más justicia. Los sectores que convergieron en el FG, y otros, entiendo que, claro que muy oportunamente, tomaron todo lo positivo que marcamos, y le añadieron una experiencia de años con el hoy kirchnerismo, no solo de militancia , sino de gestión del Estado, tanto Legislativo, Ejecutivo, como Judicial. No pretendo juzgar, reflexiono rápidamente ante tu pregunta. A todos nos caben, hoy, las mismas responsabilidades.
Lb: En tu libro reivindicas a las Juventudes Políticas de los 70, y luego haces una mención del Mojupo de los 80 y la primavera democrática ¿no te parece que hay un vacío sobre esta última experiencia y los caminos que tomaron cada uno de sus componentes para entender mejor la actualidad?
AN: Las Juventudes Políticas Argentinas (JPA) son una de las experiencias más trascendentes en el camino de la unidad juvenil por la liberación nacional y social de nuestra Patria, injustamente ignorada, o aún ocultada por la historia escrita, tanto testimonial como académica. El MOJUPO es el resultado final de los esfuerzos por reconstruirlas durante la dictadura, pero surgido en 1983 con una dependencia de las direcciones oficiales de los partidos tradicionales, sobre todo de sus pretensiones hegemónicas, de sus miedos y limitaciones, que las JPA en conjunto no aceptaron nunca. Imposible explicarte en pocas palabras un proceso de casi 20 años, y desconocido por las mayorías. Pero en estas, y otras, diferencias esta la base para responder más extensamente a tu pregunta.
Archivo fotográfico Hasenberg-Quaretti. Gentileza Mónica Hasenberg |
Lb: ¿El espacio político del PC fue ocupado por la izquierda trotskista o son espacios políticos y electorales diferentes? ¿Existe la posibilidad de una izquierda fuerte que combine el pensamiento marxista revolucionario y las raíces nacionales de las luchas populares o seguirán solo expresiones marginales o la diáspora dentro del FPV?
AN: El trotskismo ocupa parte, sólo parte, del importante espacio vacío que dejó el PC en el movimiento sindical, y en algunas barriadas populares. Agitando banderas rojas sin significado alguno, sin la “mochila” de casi un siglo de anticomunismo del imperio y sus socios locales, su mensaje seduce algunos sectores. Pero el trotskismo local, que no es expresión del pensamiento de Trotsky, tiene en su lógica sectaria y dogmática, liquidacionista de las mismas luchas que utiliza, la semilla de su permanente división. Políticamente no es marxista, y menos marxista revolucionario, y no ocupa siquiera aproximadamente el lugar del antiguo PC.
Como vos decís, una izquierda fuerte, que combine el pensamiento marxista revolucionario y los otros componentes de la cultura nacional popular, como el yrigoyenismo y el peronismo combativo, es posible porque es necesaria para defender este proceso iniciado en 2003. Esa izquierda existe, pero dispersa sin conformación orgánica. Estos años se avanzo de todas maneras, con enormes dificultades, pero creo que es obligatoria su constitución si realmente pretendemos lograr la Segunda y definitiva Independencia. Lograr na Patria con plena Justicia Social sin apropiación privada por unos pocos de la riqueza que creamos con el trabajo de todos. El sistema económico-social que tendrá no tiene sello, y llevará el nombre que la vida inspire. Pero, cuidado, ese objetivo requiere que, ahora, sin dudas metafísicas sobre las herramientas, derrotemos el intento de restauración conservadora en octubre, para defender las conquistas de estos años, e ir por más. Siempre por más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario