jueves, 17 de abril de 2014

La crisis económica desnuda las asimetrías


En el teatro del mundo, una troupe de actores conocidos representa una obra vieja, más antigua que el Shylock de Shakespeare, aquel famoso prestamista de El Mercader de Venecia: países endeudados hasta la asfixia, planes de ajuste, empresas en quiebra, consumos en retroceso, empleos que se vaporizan,  inversores con miedo.
La obra se llama “Crónica de una recesión anunciada”. Para salir de ella habría que emplear todos los recursos que hoy sostienen el estado de bienestar (un millón de millones de euros) y aún así es probable que falte dinero. Un ejemplo: Sólo Grecia debe 330 mil millones de euros, un tercio de ese total. Y los países infectados son Portugal, Irlanda, España e Italia, en tanto que Francia y Alemania ya muestran síntomas de desaceleración de sus economías. Gran Bretaña (que mantuvo la libra esterlina) ya entró en recesión.

El director del Banco Central Europeo, el francés Claude Trichet, lo dijo sin eufemismos: “No se pueden emplear los recursos de la seguridad social para resolver la crisis”. Pero si no es así, ¿cómo?

La solución no llegará por la vía de la búsqueda del equilibrio fiscal, ni menos aún por la imposición de severos planes de ajuste con el sello del FMI. Por el contrario, esas medidas producirán más recesión. Y si con dineros públicos los gobiernos de Europa deciden salvar a alguien, será a los bancos acreedores, no al pueblo griego ni a las economías deficitarias. Las exigencias de Maastricht fueron pensadas para las economías de Alemania y Francia, no para las de Grecia y Portugal.

China también ve cómo se desacelera su economía, y aunque todavía puede mostrar un crecimiento notable (7,4 por ciento del PBI en el primer trimestre del año), las cifras oficiales de Beijing indican una reducción tendencial de sus exportaciones, destino que correrán también sus importaciones, si no en el corto, en el mediano plazo.
Los herederos de Deng Xiao Ping pueden apelar, no obstante, a la ampliación de su ya enorme mercado interno, compensando así la reducción de sus ventas al exterior.  Unos 500 millones de campesinos aún viven en una economía de subsistencia. Ese es su potencial. No obstante deberá controlar la inflación, pinchar la burbuja inmobiliaria y aceptar una reducción importante de las inversiones extranjeras. 

En América del Sur, Brasil --bajo la conducción de Dilma Rouseff y el padrinazgo de Lula-- decidió levantar el pie del acelerador antes de chocar contra el muro de la crisis. Para ello encareció las tasas de interés y aceleró la apreciación del real a niveles desconocidos. Su crecimiento durante este año será de la mitad de lo que fue en 2013. Otra herramienta que aún puede utilizar Brasil son sucesivas devaluaciones competitivas que encarezcan la importación y abaraten sus ventas, porque un real caro trabajará a favor de la recesión.

En medio de tantas incógnitas, la continuidad de Cristina Fernández de Kirchner hasta diciembre de 2015 garantiza la continuidad de ciertas políticas que serán determinantes para enfrentar el mundo que viene.
La relación con el socio mayor del Mercosur probablemente ingrese en tiempos difíciles, con turbulencias que exigirán un fuerte monitoreo sectorial para evitar impactos negativos en la actividad y el empleo. El enfriamiento brasileño y un tipo de cambio bilateral menos favorable harán más difícil venderle a Brasil, en especial bienes con valor agregado, a la vez que aumentarán las presiones de las importaciones brasileñas sobre el mercado nacional.

El mundo avanza inexorablemente hacia una recesión global. Si bien la Argentina no está aislada ni --mucho menos-- blindada,  tiene sin embargo algunas defensas importantes, como una situación fiscal y de deuda externa manejables, y dispone de mucho armamento contracíclico. En ese camino serán decisivas la continuidad del consumo privado y la defensa del empleo. El resto lo hará la suerte de las economías china y brasileña, que en buena medida dependerán de sí mismas, sobre todo la primera,  y la evolución del precio de las commodities, que sigue en ascenso. Norberto Colominas

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