Notable, y valiente, nota de Jorge Norberto Elbaum, docente, investigador y Embajador Argentino ante la "Internacional Holocaust Remembrance Alliance" (IHRA), publicada en el número 53 (Abril de 2014) de la Revista Convergencia.
“La esencia de la razón no consiste en asegurar al hombre un fundamento y poderes, sino en cuestionarlo y en invitarlo a la justicia”
Emmanuel Levinas.
Emmanuel Levinas.
Muchas instituciones suelen pensarse a sí mismas desde la continuidad. Les resulta traumático asumir cambios porque creen que su historia depende de hacer siempre lo mismo. La forma que tienen las instituciones para convencer a los actores (por ejemplo a los dirigentes) para permanecer en un andarivel determinado es una especie de “lavado de cerebro” en el que se empiezan a prohibir comentarios o a censurar formas alternativas de pensar. Quienes han permanecido más tiempo al interior de DAIA han sido los encargados de “transmitir” el dogma temeroso, orientado a limpiar todo vestigio de pensamiento innovador.
Alguno de los temas tabú han sido –incluso desde la recuperación de la democracia en 1983--: el rol de la DAIA durante la dictadura militar, la independencia de Palestina, el “lugar” de los judíos de izquierda en la comunidad y la vinculación con los árabes y los islámicos.
El primero de ellos, ha sido repetidamente barrido “debajo de la alfombra” en nombre de consideraciones curiosas, en algunos casos, debido a los sutiles vasos comunicantes entre algunos empresarios comunitarios y los socios civiles de la dictadura. En otros casos por el temor intrínseco a ser asociados con algún remanente el judaísmo progresista, capaz de “poner en peligro” a la totalidad de la comunidad. Lo cierto es que 38 años después del fin de la masacre genocida implementada por la dictadura cívico-militar, la DAIA no ha realizado ningún acto oficial para analizar su posición con dicho periodo histórico. Más aún, muchos investigadores sociales que han estudiado la relación entre las instituciones comunitarias y la dictadura solo pueden hipotetizar dichas omisiones por lazos de empatía o por indiferencia frente a lo sucedido.
Alguno de los temas tabú han sido –incluso desde la recuperación de la democracia en 1983--: el rol de la DAIA durante la dictadura militar, la independencia de Palestina, el “lugar” de los judíos de izquierda en la comunidad y la vinculación con los árabes y los islámicos.
El primero de ellos, ha sido repetidamente barrido “debajo de la alfombra” en nombre de consideraciones curiosas, en algunos casos, debido a los sutiles vasos comunicantes entre algunos empresarios comunitarios y los socios civiles de la dictadura. En otros casos por el temor intrínseco a ser asociados con algún remanente el judaísmo progresista, capaz de “poner en peligro” a la totalidad de la comunidad. Lo cierto es que 38 años después del fin de la masacre genocida implementada por la dictadura cívico-militar, la DAIA no ha realizado ningún acto oficial para analizar su posición con dicho periodo histórico. Más aún, muchos investigadores sociales que han estudiado la relación entre las instituciones comunitarias y la dictadura solo pueden hipotetizar dichas omisiones por lazos de empatía o por indiferencia frente a lo sucedido.
Levin, dueño de La Veloz del Norte |
El resultado de esa serie de encuentros –luego de que se ensayara un primer documento de acuerdo-- fue la decisión, por parte del Consejo Directivo de la DAIA de continuar con el silencio , desaprobando un documento autocrítico elaborado en las reuniones entre el Director Ejecutivo y los integrantes de los Familiares de los Desaparecidos Judíos.
Amalia Polack,de la WIZO |
Nuevamente, como dos años tras, se sucedieron las reuniones entre el Director Ejecutivo y los miembros de los Familiares de Desaparecidos, quienes ya por ese entonces no entendían el manoseo al que estaban siendo sometidos, cuando la casi totalidad de las instituciones de la sociedad argentina habían hecho mención de sus propias falencias, complicidades, y/o incapacidades en referencia a los hechos sucedidos entre el 76 y el 83. Una segunda oportunidad para hacer público un documento similar sucedió a principios de la gestión de Julio Schlosser, a fines del año 2012 y principios del siguiente, momento en que se reiniciaron los contactos para –por fin— publicitar la verdad de lo sucedido: las omisiones, las indiferencias, los silencios e incluso las empatías de algunos referentes comunitarios con la dictadura miliar. Dicho “ajuste de cuentas” con el pasado había sido una promesa de campaña de quien se postulaba por entonces a Secretario General de la entidad, el abogado Jorge Knoblovitz
Este último ensayo concluyó con una nueva frustración, quizás más grave que la anterior, debido a la negativa anunciada por el propio secretario general, Knoblovitz, quien adujo “que no era momento para tal autocritica porque se ofenderían mucho los ex dirigentes comunitarios”, en la misma época que se comprometía públicamente a publicitar dicha autocrítica. Por segunda vez consecutiva, la parsimonia ambigua y el silenciamiento lograron –otra vez-- desaparecer a los desaparecidos. Se los escondió nuevamente en los pliegues de una memoria temerosa, en momentos –curiosamente—que toda la sociedad argentina rememora su presencia y reivindica la Memoria, la Verdad y la Justicia, como garantías del “Nunca Más” Las instituciones son conjunto de normas y de marcas en el tiempo. Esta mancha es una herida que permanece abierta y nos muestra la vergüenza de su dolor todavía punzante y vergonzante.
A principios de 2013, Sara Rus, sobreviviente de la Shoá, madre de Plaza de Mayo y mamá de Daniel, desaparecido de la Comisión Nacional de Energía Atómica, me miró a los ojos y me dijo: “luchamos hace casi 40 años. La lucha nunca termina.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario