El
avance de la crisis económica en Europa está provocando una severa reconversión
de la estructura productiva. Mientras que España está por llegar a los 5.700.000
desocupados (24.5 por ciento de la población activa), sus exportaciones crecen
al 16 por ciento anual y la productividad --que se explica más por la rebaja de
los salarios que por efecto de la tecnología—aumenta a razón de 6 por ciento
por año.
Es
evidente que las burguesías del viejo continente están utilizando la crisis
como palanca para la reconversión salarial, en primer término, y también tecnológica,
en busca de gran un salto de productividad.
La
consecuencia no sorprende: en el
promedio de la eurozona, el costo laboral por unidad producida se ha reducido
30 por ciento en el último quinquenio, mientras que el estado de bienestar (que
en 2007 era un tercio del gasto total europeo, incluido el de defensa) ha
retrocedido 25 por ciento (BCE). Estos datos muestran los objetivos de las
políticas de ajuste.
Por
el contrario, en Estados Unidos está ocurriendo un fenómeno inédito, puesto que
hay una oferta de 3 millones de puestos de trabajo que no puede ser aprovechada
por falta de capacitación específica. El cuadro indica que los salarios permanecen
estables y que la rentabilidad de las empresas es la más alta de los últimos
setenta años; sin embargo la inversión productiva sigue retraída (Wall Street
Journal).
En
resumen, si bien hay reconversión industrial y tecnológica, la economía no
crece, salvo de modo marginal. El sistema bancario estadounidense tiene casi 2
billones de dólares prestables, porque ha bajado la demanda de crédito. Sobran
dólares, faltan clientes, es decir que hay más ahorro, menos consumo y poca
inversión.
En
otro registro, la mitad de los desocupados de los EEUU pertenecen al área de la
construcción, el sector más castigado a partir de la crisis de 2008 y el que menos
se ha recompuesto. Desde 2010 la oferta inmobiliaria es 20 por ciento superior
a la demanda.
La
diferencia entre los salarios industriales de Estados Unidos y de China ha
bajado del 50 al 30 por ciento desde 2008, pero no por degradación de los
sueldos de los trabajadores norteamericanos sino por aumento de los asiáticos.
China, sobre todo, ha debido aumentar la capacidad de consumo de su mercado
interno para paliar la caída de sus exportaciones, que en 2011 ha hecho bajar el
crecimiento de su PBI del 10 al 7,5 por ciento.
Si
se mantiene este ritmo, en 2015 los salarios de ambas potencias estarán a la
par, pero con un gran salto adelante de la productividad estadounidense, basada
en la incorporación de novísimas tecnologías (digitalización masiva y
robotización a gran escala (Reserva Federal).
En
tanto, los salarios industriales que se pagan en el Mercosur son hoy 15 por
ciento más caros que los del Asia-Pacífico, pero con tendencia decreciente por la caída de la
exportación de manufacturas. Por el contrario, los altos precios de los granos
y de los alimentos en general han beneficiado a estas economías. Sudáfrica y
Australia completan el cuadro con resultados y razones similares (Norberto Colominas. 15.9.12)
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