Un breve post que
publiqué el domingo 21/6 en Facebook provocó, además de numerosas
respuestas al pie, un conjunto de mensajes privados que respondí por la misma vía
en los casos que hallé fraternales disidencias totales o parciales.
Porque creo que
sirve para avanzar en el análisis político colectivo, quiero compartir tres puntualizaciones
acerca del uso del “nosotros”, que varios compañeros emplean sin especificar
el alcance que otorgan al pronombre, aunque siempre en oposición a un menos
impreciso “ellos”.
1) El
"nosotros", en tanto refiere al necesariamente amplio frente
electoral construido para derrotar al macrismo, no acompaña iniciativas como,
solo a título de ejemplo, investigar el endeudamiento externo, gravar en forma regular
a las grandes fortunas y patrimonios, reformar el sistema judicial y la legislación
financiera, reducir la jornada laboral o contar con un sistema de medios
propio. En su seno, en relación a estas propuestas, no faltan “ellos” notables.
2) El
"nosotros" en tanto núcleo dentro del FdT que sí promueve algunas,
o incluso todas esas medidas, sin embargo, no comparte, como no lo compartió o
no entendió entre 2003 y 2015, la necesidad de promover núcleos de poder
popular en el territorio, fábricas y casas de estudio para movilizar organizadamente desde ahí en
defensa de lo que se logra y de lo que se reclama.
3) El
"nosotros" de los que, a la vez, promovemos esas medidas y creemos
que los procesos progresivos se definen con protagonismo popular,
construyendo poder desde abajo, no somos convocados ni integramos las estructuras
gubernamentales, como tampoco (salvo alguna aislada excepción) las integramos en
el pasado.
Lo que por comodidad de lenguaje se denomina el kirchnerismo aún no ha
encarado siquiera, y menos saldado, el debate acerca de por qué se perdió el
gobierno en 2015.
Creo, entonces,
que es necesario precisar a qué nos referimos en cada ocasión que se dice “nosotros”.
Si se trata de la
tercera acepción, hemos dejado constancia que (con desacuerdos y aún si ser
escuchados en fundadas advertencias) hemos apoyado sin vacilar el rumbo general
desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, para después denunciar el
peligro de restauración conservadora a pesar de la risita sobradora de algunos compañeros.
Intentamos impedir el subestimado avance del neoliberalismo macrista, no
dudamos en enfrentarlo desde el inicio de su perniciosa gestión, ni en militar
el triunfo del FdT, la amplísima alianza electoral que fue necesaria para
derrotarlo.
Al mismo tiempo, desde
este “nosotros” somos comprensivos y responsables, pero no tibios ni obsecuentes,
como sí lo fueron tantos que en el pasado entraron, salieron y ahora volvieron
a entrar en puestos destacados de los últimos gobiernos de raíz popular: en las
definiciones y en la acción tratamos de señalar las diferencias, alertamos
acerca de lo que se hace mal, se encara tímidamente o directamente no se intenta,
en el camino de imponer el bienestar general por sobre la resistencia tan activa
como desestabilizadora del privilegio minoritario pero poderoso, así como la de
sus carapintadas mediáticos.
Los acuerdos superestructurales,
las buenas decisiones y su correcta fundamentación inciden en la lucha política,
pero no la definen, pues se trata siempre de una pulseada de intereses,
donde “ellos” tienen el mayor poder. Lo que suma para definir a favor es la relación
de fuerza alcanzada por el campo popular, y en ella los interese intereses de las
grandes mayorías solo prevalecen cuando se asientan en la conciencia de los
objetivos y la organización colectiva para lograrlos.
tal cual
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