En los inicios: represión a los trabajadores de Cresta Roja |
Al mismo tiempo sostuve, y sostengo, como lo
prueba la historia, que SIEMPRE es la violencia de arriba la que provoca
la violencia de abajo.
En estos 15 meses SE HA DESATADO UNA
VIOLENCIA INUSITADA CONTRA EL PUEBLO: robo a los más pobres para
enriquecer aún más a los poderosos; quiebra de la industria, de los pequeños y
medianos productores y comerciantes; brutal intento para desmantelar nuestros
avances en ciencia y tecnología, es decir de nuestro sueño de ser un país
soberano e plenamente independiente; despidos, suspensiones alimentando sin
piedad la angustia en cada hogar; burla abierta al Congreso y la Justicia, con
la complicidad de no pocos de sus integrantes, por lo que tenemos la tan cacareada
República en terapia intensiva.
El Dialogo |
También el abierto negacionismo sobre el
plan sistemático de exterminio dictatorial, y hace pocas horas, con el 2x1, la
provocaciones cortesana a las víctimas del genocidio, las mismas que asombraron
al mundo al no producir NINGÚN HECHO DE VENGANZA NI JUSTICIA POR MANO PROPIA EN
41 AÑOS, cuando otros pueblos se desangran en espirales de revanchas y contra
revanchas interminables.
Nadie pretenda confundir esta reflexión, o
llamado si se quiere, con una convocatoria al derrocamiento del gobierno, o la
subestimación de la democracia que hemos conquistado y defendido. Pero ganar
una elección no otorga derecho a violentar las reglas del juego democrático.
Mucho menos a saquear y hambrear al pueblo, a hipotecar la Patria para esta y
las futuras generaciones.
Son ellos quienes barren con derechos,
gasean y golpean trabajadores.
Son ellos quienes se preparan –se arman e
intentan disfrazar jurídicamente-- para
una escalada represiva metódica y planificada.
Quienes “lloran” y nos acusan de promover el
“Club del Helicóptero”, lamentan la autoinmolación del gobierno de la Alianza,
pero olvidan lo esencial: la democracia pudo recuperarse, pero la tragedia de
las vidas perdidas en la represión NO.
No queremos más presidentes que traicionan
el mandato popular y deben huir en helicóptero, pero mucho menos al pueblo
golpeado y fusilado en Plaza de Mayo en diciembre de 2001.
El movimiento popular, sin conducción
política unificada y fragmentado en mezquinas tiendas no debe caer en la
provocación, pero tampoco esperar pasivamente que barran con sus conquistas o
lo masacren impunemente.
El debate YA está planteado.
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