La publicación en nuestro país del volumen “Argentina y la guerra civil española. La voz
de los intelectuales”, originalmente editado por Calambur, Madrid, 2012, forma parte de un colosal proyecto de
investigación que, bajo la dirección del profesor británico Niall Binns, prevé
la compilación de 19 tomos en los que, mediante la radiografía de los campos
literarios de otros tantos países latinoamericanos, se rastreen las resonancias
provocadas sobre los mismos por el episodio bélico del 36.
En este volumen puede leerse una breve
semblanza de Fernando Nadra, anticipo de la reproducción de un poema de su
autoría, escrito a sus apenas veinte años, y publicado dos años después.
Textual, del libro de Binns:
FERNANDO
NADRA
(Tucumán, 1916-Buenos Aires, 1995)
Fernando Nadra llegó a
la política en su primera juventud. Encarcelado por primera vez a los 14 años,
como dirigente estudiantil en la toma del Colegio Nacional Mitre, sería más
tarde presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Tucumán y luego
presidente de la Federación Universitaria Argentina. En 1938 publicó su libro “Visión de Cumbre”, que incluye “Canto a
la mujer ibera”. Nadra se afilió al comunismo en 1939 y seguiría siendo uno de
los grandes dirigentes e intelectuales del Partido hasta presentar su renuncia,
en medio de una agria polémica, en 1990.
“Canto a la mujer ibera”
(Claridad, 329, septiembre de 1938)
Sordos huracanes,
desencadenados,
azotan a
España:
Tumulto
de un pueblo,
revuelto
y airado,
que su
voz levanta.
Y el
mutismo grave,
que estruja
protestas,
filtrando
amenazas,
rasga en
estampido
de
guerra, el estruendo
de las
clarinadas.
En la
inacabable
serie de
eclosiones
que
hilvanan la Historia,
la Mujer
Hispana,
Que
sembrando amores
cubrióse
de gloria;
con el
dulce gesto
de su
alma de madre,
surge en
esta brega,
y, entre
embates,
recibe el
bautismo
de las
epopeyas.
Santidad
profana
de
heroicas doncellas
que una
era inauguran,
donde los
Derechos
y las
Libertadas,
su yugo
sacuden.
La sangre
de aquellas
mujeres de
Arabia,
corre en
vuestras venas;
mujer que
a la grupa
de su
hombre, templaba
su fe en
la pelea;
que el
tosco mendrugo
para
vuestros hijos,
defendéis
audaces,
con la
misma furia
que el
sustento buscan
las
hembras salvajes;
que entre
los escombros
y los
peñascales:
sobre
Gudarrama,
vertís
vuestra sangre,
rojas
poluciones
fecundando
España:
que
dejando el arma,
bajo el
nombre humilde
de
hermana enfermera,
lleváis
la esperanza,
para
aquellos ojos
que la
muerte ciega.
Para
aquellos ojos
de padre
o de hermano:
de novio;
así fueran
de un desconocido;
pero
siempre un héroe
de la
España Nueva.
Mujer
española,
“llena
eres de gracia”,
de gloria
eres llena;
libertad
eterna
reclama
tu sangre
tiñendo
la tierra.
Mujer
española,
“llena
eres de gracia”,
de gloria
eres llena;
contrae
el mañana,
con tus
sacrificios,
impagable
deuda.
Mujer
española,
como una
apoteosis
a tu
heroica enseña,
la
Humanidad grata,
rumbo
hacia tu puerto
despliega
sus velas.
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