Bajo este titular, Félix Justiniano Mothe, reconocido periodista en la provincia, publica en
Primera Fuente, el portal de los
trabajadores de prensa de Tucumán, esta entrevista realizada durante mi visita
a San Miguel, con motivo de la presentación de “Secretos en Rojo. Un militante entre dos
siglos”. En un primer tramo, Mothe
entremezcla sus planteos con mis reflexiones, y en el segundo publica sus
preguntas directas, seguidas de mis contestaciones. A continuación la nota.
El autor, Alberto Nadra, es un
típico setentista. Nacido un 12 de abril de 1952. Hombre sereno,
seguro, de hablar cadencioso. Tiene una sólida formación política, marxista.
Memorioso. Ha recorrido un largo camino en la militancia, hijo del célebre
Fernando Nadra, dirigente de altísimo nivel del Partido Comunista Argentino.
Ser comunista antes que
nada es sentir una profunda sensibilidad ante la injusticia y los dolores que
sufre el ser humano. Proponerse firmemente a hacer algo para cambiar. A partir
de esta idea básica, el hombre empieza a pensar el cómo. De ahí vienen las
teorías, las ideas, las formas.
Entre las muchas dudas que
nos ocupan preguntamos sobre la relación del PC con Moscú.
Visto desde hoy uno dice:
parece una tontería seguir a Moscú y no discutir nada. En algunos casos
podríamos decir ¡qué tontería! porque en cierta manera nosotros partíamos de la
base de que había un conocimiento, superior, -no una inteligencia- de todo lo
que estaba pasando en el mundo que permitía definir lo que era más importante
para la revolución mundial en determinada coyuntura. Pero resulta que la vida
nos enseñó que ante todo la Unión Soviética era un conjunto de repúblicas que,
junto a sus acciones de solidaridad concreta, priorizaba sus intereses
nacionales por sobre los otros y cometimos un error muy grande: delegar esa
interpretación de la realidad mundial en un centro internacional del que no
participábamos. Dejar de lado el análisis latinoamericano, argentino con
herramientas, con teorías, con visiones que tuvieran que ver con nuestros
propios orígenes, con nuestra propia cultura con los aportes de Bolívar, Monteagudo,
Martí, posteriormente Ugarte, Mariátegui o Mella, bueno todo eso fue muy
subestimado, sin embargo hubo aportes fundamentales para la comprensión de las
particularidades latinoamericanas de un eventual proceso revolucionario por el
socialismo.
Hablar hoy del PC cuya
presencia está diluida por otras fuerzas que han ocupado un lugar más destacado
parecía que era un tema desactualizado pero Nadra cree que tiene absoluta vigencia, no tiene nada
que ver con el pasado sino con el presente. Mi generación -de los 60 y de los
70- de mucha lucha, desde el punto de vista de exponer las diferencias para
buscar la unidad, se caracterizó por un profundo sectarismo en la posición de
cada uno de nosotros. No solo los comunistas también los peronistas y los
radicales tuvieron una importante dosis de soberbia, un gran verticalismo, que
si uno vuelve a bucear, después, cuando retorna la democracia y como se van
comportando los que entonces éramos jóvenes: esos errores se reiteran, e
incluso implican a las nuevas generaciones de militantes.
Cuando se refiere al
futuro dice que se han dado pasos positivos. En
cualquier proceso de cambio en la Argentina, así sea dentro del capitalismo
-como quiere este gobierno- se requiere aprender de esos errores para entender
al otro. La izquierda le puede aportar al peronismo su visión del mundo, sus análisis que son
patrimonio de los que tuvieron una formación y militancia marxista y, a su vez,
los peronistas nos aportan una visión de lo nacional, de las figuras
latinoamericanas de la que nosotros carecimos o fuimos insuficientes en su comprensión.
Pero todos, absolutamente todos, los grandes movimientos populares en la
Argentina tienen algo que aportar. Si nosotros no construimos esa pluralidad en
esta etapa del movimiento nacional y
popular el concepto de movimiento se vacía, se reduce y es incapaz de defender
un proceso de política más o menos interesante.
La escisión del PC cuando
se separa el PCR (Partido Comunista Revolucionario) en 1967 muestra de qué modo
la cosmovisión ha generado una ruptura.
El motivo real en la gran
división que se plantea en América Latina fue no tanto la Revolución Cubana
sino su “repercusión”. La decisión del Partido Comunista Cubano de exportar la
revolución con un enfoque internacionalista, fue algo equivocado: se creía que
era posible producir y exportar la revolución en otros países con una receta
determinada. En ese sentido, el PCR, que tenía en sus principios una postura
pro Guevara –que había muerto y fracasado con el foquismo en Bolivia-, se hizo maoísta.
El PCR se va vaciando, se va distanciando de los cubanos, se hace pro chino y
después finalmente termina lopezreguista, en la época final de Isabel. Hoy
tiene una posición bastante compleja frente a los procesos políticos: es un
grupo de provocación política como se ha visto en la Corriente Clasista y
Combativa, en el PTP o en el mismo movimiento estudiantil, y aquí en Tucumán lo
han sufrido bastante en estos últimos acontecimientos.
¿Cómo es el futuro hoy del
Partido Comunista?
No tiene futuro. Creo que
el Partido Comunista no es hoy como lo conocimos los que creímos en él. Eso no
quiere decir que el concepto de socialismo o el ideal comunista como una
perspectiva de sociedad no puedan tener vigencia.
¿Es posible un cambio
dentro del capitalismo?
Sigo creyendo que es
posible y necesaria una sociedad que no sea capitalista porque el capitalismo
ha demostrado a través de 200 años de historia que es absolutamente incapaz de
resolver uno solo de los problemas humanos: se llame alimentación, se llame
salud, se llame vivienda, se llame ecología y, al contrario, los ha agravado.
Estamos en el momento que la humanidad produce la mayor cantidad de riqueza de
su historia, pero donde la mayor cantidad de bienes que produce la sociedad
mundial la usufructúan los grupos privilegiados, mientras los postergados, los
excluidos del sistema, son cada vez más.
¿Cómo se maneja la
riqueza?
Los viejos teóricos decían
que la producción de la riqueza de los países y en el mundo es social, es decir la creamos entre todos, pero la apropiación es privada. En tanto no
resolvamos esta contradicción de fondo no podremos lograr cambios profundos en
beneficio de nuestros pueblos. Por supuesto que hay que buscar el modo de tener
mejores salarios porque los precios se los comen, mejores leyes sociales, y para
eso hay que seguir luchando. Pero el hambre, la miseria, la desnutrición no van
a desaparecer porque el volumen de la renta, que se apropian estos sectores de
privilegio no lo permite. Es inmensamente desproporcionado e impide que la
sociedad se desarrolle en su conjunto y mucho menos que se desarrolle en forma
igualitaria.
¿En qué estás hoy?
Estoy trabajando
intensamente en un movimiento que con un enfoque pluralista, al margen de sus
pertenencias y estructuras, aúne a militantes de los 60, 70 y a muchos jóvenes
que agrupen en una idea. Por ahora es virtual, nos comunicamos por medio de un
sitio web que supera los 8.000 seguidores, pero
ya empezamos a hacer cosas concretas en Buenos Aires: se llama “La Che”.
Es muy difícil hacer política sin dinero. Lamentablemente no cuento con esos
recursos.
¿Por qué se llama “La
Che”?
No es porque pensemos que
hay que reivindicar el foquismo o la lucha armada en este momento, pero sí a
Guevara en su convicción de lograr una sociedad realmente justa y humana. Diría
que para algunas cuestiones del presente -aún en el socialismo- el suyo fue un combate irrenunciable contra
toda forma de burocracia, contra toda forma de corrupción. Para las nuevas
generaciones y para los viejos militantes son conceptos ineludibles, que hay
que retomar. Pienso que hay que dejar de lado la soberbia, el verticalismo y otros
lamentables defectos que adquirimos en aquellos años de lucha a todo o nada. Porque
el Che no sólo fue dirigente de un proceso revolucionario, sino que, luego, enfrentó
el esquema burocrático soviético, replanteó la construcción de la economía, él
decía que no quería un comunismo económico, que quería un comunismo humanista. Fue
absolutamente confrontativo con las incipientes e importantes formas de
burocracia y de corrupción que se empezaban a dar en las estructuras de
gobierno en Cuba.
¿Qué incidencia tiene en
la cultura del PC, el verticalismo de Stalin o de Guevara?
Nosotros repetimos ese
verticalismo, pero diferenciemos Stalin de Guevara. Esas “crueles” decisiones
que le adjudican, Guevara las toma en momentos críticos en que la Revolución
podía ser aplastada, donde todavía no estaba asegurado el triunfo y había que demostrar
si eras algo nuevo en la vida cubana o era lo viejo disfrazado de nuevo. A los
fusilados de su propia columna, quienes habían violado a jóvenes de la zona, los fusiló inmediatamente y era lo que había
que hacer. Si no les demostraba a los campesinos que no era más de lo mismo,
que no era otro soldado, con otro uniforme que venía a aprovecharte de ellos,
robarle la hacienda y la comida y a violarle a las hijas: perdía. Si esas
medidas no se tomaban no se hubiera volcado la población como se volcó a favor
de esa lucha. En el caso de Stalin, pasado
el momento más crítico de la revolución que es la guerra civil entre Blancos y
Rojos, con el apoyo y la invasión de 14 ejércitos extranjeros, entre ellos
EEUU; derrotada la intentona del capitalismo mundial para aplastar la revolución no hay justificación
alguna para que en función del crecimiento económico se ejecuten decisiones de
una crueldad y una injusticia inadmisible, al menos para quienes pretenden construir
una sociedad más justa y humana. Por eso es que uno no puede aceptar esa
experiencia.
¿Cómo se vinculan estas
experiencias?
Debo decirte que en se
puede ver un hilo conductor, que a su vez se aplica a los partidos que como el argentino,
por ejemplo. Hasta el arribo a la democracia en 1983 teníamos casi 70 años de
existencia de los cuales solamente 8 fueron vividos fuera de la
clandestinidad, y siempre como una suma
de los pequeños períodos legales. En
todos los demás, fuimos proscriptos y perseguidos por gobiernos militares, pero
también por gobiernos civiles electos.
Se creó lo que en la literatura política se llamó “el síndrome de la fortaleza sitiada”. Es
decir: cualquier muestra de que hay divisiones entre nosotros puede ser vista
como debilidad, aprovechada para que
avancen para destruirte, y lo digo literalmente. Además de los ejemplos que
analizamos, significó la liquidación de la revolución como en Alemania, donde Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht,
fueron brutalmente golpeados y
asesinados; las masacres obreras y
campesinas en los países capitalistas; ser derrotados como en Chile y en otros
lugares del planeta. Entonces uno se forma en el concepto, absolutamente
fundado, de que permanentemente está en
peligro, jaqueado. La Unión Soviética excluida económicamente, atacada,
invadida. Cuba bloqueada, amenazada, invadida. Nosotros, y tantos
revolucionarios en el mundo, presos o
asesinados simplemente por plantear nuestras ideas.
¿Cómo incide?
Genera un espíritu de
bloque que es bueno para auto defenderse como estructura y a la militancia, pero,
que a su vez, al interior de la organización, genera cuestiones que facilitan
errores e injusticias. El verticalismo, el orden de mando ¡se hace esto!, un
concepto casi de guerra y no se discute, lo dijo la dirección y se acabó. Todo
eso nace como una forma de defensa y capacidad férrea de respuesta, pero después
se va naturalizando y queda instalado cuando ya desapareció el peligro o no es
tan grande, siendo difícil ya adecuarlo a los cambios, porque la cultura de la
organización ya quedó impregnada con ese sello.
¿Cómo ven el futuro?
Acá lo que se discute son
alternativas capitalistas o burguesas, lo digo en forma descriptiva, no
valorativa, y añado que estamos ante el serio peligro que se reduzcan a dos:
una más conservadora, y otra menos
conservadora. Yo creo que en estos años dimos pasos indiscutibles para superar
la tragedia del neoliberalismo, del neoconservadorismo el remate del país que
produjo el menemismo y que la Alianza no hizo absolutamente nada por superar. Son
importantes los logros en reinstalar, y en casos avanzar en la definición del
rol central del Estado; en las paritarias y la discusión salarial; en la
recuperación del ahorro nacional, y el ajuste pautado de los haberes
jubilatorios, vilmente entregado a las AFJP. O la política de Derechos Humanos
que es un tema impuesto políticamente a la sociedad a la que lamentablemente no le interesaba. Aún
los militantes ya habíamos perdido toda esperanza de que se retomara la
búsqueda de la Verdad, se haga Justicia, se honre la Memoria. Lo cierto es que
hoy tenemos presos 400 asesinos, ex militares, mientras prosiguen las megacausas, tanto la de Arsenales hoy en Tucumán, como hace pocos meses la de La Perla en
Córdoba, o las que se están desarrollando en todos los otros lugares del país.
Eso demuestra que fue posible, pero que fue impuesto políticamente: no hubo
nadie que lo exigió, no hubo huelgas, no hubo movilizaciones masivas. Pocos
mantenían la llama encendida, con pocas esperanzas. Valoro la decisión política
que implicó barrer con la impunidad de Menem. Valoro la posición
latinoamericanista, el enfoque del UNASUR, el ubicar a los enemigos por fuera
de las fronteras del bloque regional. Hay otras que me parecen lamentables: la
ley antiterrorista, los focos de corrupción o ineficiencia, las reformas al
Código Civil que espero se reviertan en Diputados, el oscuro acuerdo con Chevrón.
En este caso, no porque uno no piense que no haya que explotar yacimientos. La
posición de los ecologistas, aparentemente ingenuos, en realidad está
defendiendo intereses también, y bueno, con ese concepto purista tendríamos que
volver al arco y la flecha porque todo contamina. Pero son decisiones que
afectarán a generaciones, y es necesario
adoptarlas con un estudio serio del impacto ambiental, un estudio serio sobre
la rentabilidad media de las empresas de ese tipo y no darle más que lo que les
corresponde. Bueno yo lo que veo positivo lo apoyo, y le pongo el cuerpo, y lo
que veo negativo lo critico, que es la posición de los referentes de “La Che”.
¿Cómo ves la lucha?
Dentro de este gobierno
veo esa lucha y hay que forzar para un lado o forzar para el otro. La ausencia
de un movimiento político-social claramente definido como de avanzada hace muy difícil empujar,
ayudar a profundizar en un sentido nacional
y popular e incluso, para algunos, no pocos que se subieron al tren mucho
después de su arranque, si no te proclamás kirchnerista pasas a ser sospechoso.
Una parte de los que se ubican en la oposición solo hablan en el vacío, o para lograr impacto
mediático, mientras la derecha sí presiona, y actúa, para ir hacia atrás. Las propuestas de los principales dirigentes
que se presentan como supuesta alternativa son, en realidad, las viejas recetas
neoconservadoras del pasado. Éste es el gran desafío que tenemos en esta
coyuntura.
¿Cuál es la verdadera
cuestión?
Lo que quieren es volver a
la vieja y hambreadora política económica, a los viejos enfoques y con la misma política
de entrega del patrimonio, de
endeudamiento de la patria. Volver a barrer, ahora en democracia, con todas las
fuerzas y figuras que apuestan al avance
de un país industrial, independiente, con una justa distribución de
la riqueza, en el que el pueblo tenga una mejora clara y sostenida en su
calidad de vida.
¿Cuál es la herencia que
te deja Fernando Nadra?
Mi padre me deja una gran
herencia, que no es en dinero por
supuesto. Una de mis tías cuando lo despedía dijo: “Fernando nació rico para
morir pobre, pobre por su propia decisión”. Y, en una familia árabe, donde el
hermano mayor es tan importante, y se alejó del camino tradicional, esas
palabras me impactaron muy fuertemente. Te diría que mi padre me dejó, primero
el acercamiento a los grandes valores de justicia, igualdad, libertad y solidaridad entre los pueblos y
los seres humanos, y segundo la firmeza con que incorporó esas ideas. Todos
estos grandes ideales se expresaban para nosotros en el PC, pero que al margen
del partido comunista, y de mi alejamiento, son los ideales de fondo y no renuncio a
ninguno de ellos. Me dejó el respeto a la persuasión, que siempre buscaba, su
entusiasmo y entrega sin límites. Mi padre, con una cultura impactante, jamás
jugó a lucirla, sino que era cálido y
profundo para explicar las cosas que nosotros, sus camaradas o el hombre y la mujer
de la calle lo entendieran. Mi padre
tenía una tremenda sensibilidad con su familia. Estaba pendiente de nuestros
problemas pese a las persecuciones, o la cárcel, que lo obligaban a ausentarse y todas las
cosas que le pasaban y nos pasaban, y a
su vez tenía una profunda solidaridad hacia el otro aunque no sea comunista ni
familiar. Mi padre muere el 22 de agosto de 1995. ¡Qué día! ¿No?
Que tal Alberto, termine de leer Tus Secretos en Rojo, y en tus notas pasaron muchas pinceladas de recuerdos de largas charlas de mi adolescencia con mi padre y su militancia en el PC desde el año 1948 hasta la década del setenta. Siempre me comentaba muchas anécdotas de su amigo entrañable , el flaco Canelles. Entiendo todo tu dolor y maxime cuando tu familia perdió tanto lo material como humano. Mi padre cuando murió en el año 1996, bastante joven (65 años), nunca renegó de sus ideales por un mundo mas justo, nunca me lo dijo pero yo intuia su dolor por la derrota del polo socialista por graves errores propios mas que del enemigo. Un gran abrazo y hasta la victoria siempre. Horacio Ortiz.
ResponderEliminarHoracio, muchas gracias por el comentario, y por traerme el el recuerdo de tu padre, que en parte es el mío y el de Leonor, mi mujer, que lo recuerda perfectamente. De los dos, un gran abrazo y, efectivamente, HLVS.
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