El
balance
Culmina el 2012 con desaceleración de la
economía y crecimiento de los precios (inflación), afectando más a los sectores
vulnerables de la sociedad, producto de magros ingresos percibidos, sea por
salario o por subsidios.
En el cuadro de beneficiarios con grandes
ganancias aparecen los bancos, el sector de mayor rentabilidad en el mundo
empresario. Completan el cuadro de ganadores el sector extractivo, con la
minería y la soja principalmente, producto de precios internacionales en alza
(promedio del año) y ampliación de la esfera productiva. También el sector
automotriz, la siderurgia y metalurgia puede hacer balance positivo, aún con la
merma respecto al récord del 2011.
Todos los sectores productivos mencionados
asocian sus resultados a la inserción global subordinada (exportadora), pese a
la crisis mundial. Los pronósticos a fines del 2011 anticipaban un año de bajo
o nulo crecimiento. La ausencia de estadísticas confiables no permite
identificar con certeza el nivel de caída del producto en el país, siendo el
principal dato la pérdida neta de empleos, por primera vez en la década.
La desaceleración supone menor producto e
ingreso y por la tanto, agudiza la disputa por su apropiación. Eso explica la
presión patronal y de la política económica por intentar frenar la demanda de
mejores ingresos de los trabajadores empleados y los perceptores de planes
sociales. Además, la inflación contribuyó a deteriorar la capacidad de compra
del ingreso de la mayoría de la población. El resultado es un crecimiento de la
conflictividad laboral y territorial, puesta de manifiesto en grandes
movilizaciones sobre el final del año.
Esa situación de merma en la capacidad de
generar riqueza de la economía en la Argentina tiene impacto en las cuentas nacionales
(el registro de la economía). Así se puede percibir un menor consumo, una baja
en la inversión y menores resultados del intercambio comercial con el mundo.
Por el lado del consumo y la inversión, el
esfuerzo continuó por el lado del sector público, limitado por restricciones
estructurales definidas por el agotamiento del superávit fiscal que acompañó la
gestión gubernamental en la década transcurrida.
El 2012 es el año que registra modificaciones
en los regímenes tributarios provinciales (impuesto inmobiliario, rural y
urbano; patentes, sellos, otros) para mejorar la ecuación de ingresos propios
ante los problemas de financiamiento, tanto como el regreso de los estados
provinciales al mercado de deuda, con alto costo de intereses e hipoteca de las
finanzas provinciales, anticipando problemas en el futuro cercano.
Las restricciones externas por menor saldo
comercial y fuga de capitales, determinaron que se profundizaran algunas
medidas sobre la disponibilidad de las divisas (monedas externas) que se anticiparon
al final del 2011. Es importante en ese sentido la férrea administración sobre
las divisas, restringiendo su utilización para el Estado, especialmente en el
sostenimiento de la política de cancelación de la deuda, y aquellas actividades
del sector privado que fueran imprescindibles en las relaciones con el
exterior.
Así comprobamos como las reservas
internacionales se redujeron de los 47.000 millones de dólares a fines del 2011 a los 43.000 millones
de fines del 2012. En paralelo surgieron cotizaciones de las divisas muy por
encima del precio establecido oficialmente, algo que impacto en cierta franja
de productos importados que se comercializan en el mercado interno, afectando
capacidad de gasto de consumidores.
La novedad del 2012 fue la expropiación
parcial de YPF, ampliamente aceptada por la sociedad. Las razones de la medida
se encuentran en el déficit energético, del orden de los 10.000 millones de
dólares por año entre 2011 y 2012, esperando reproducir la situación en el 2013
y quizá los próximos años. La gestión estatal se concentró este año en acercar
socios con tecnología para la extracción de hidrocarburos no convencionales, el
fracking, altamente depredador y contaminante, destacando los acuerdos con
Chevron (EEUU) y el grupo Bridas (nacional asociado a capitales chinos). La
actividad también transitó por la búsqueda de financiamiento a pequeños
inversores, y principalmente a dependencias del Estado, especialmente ANSES.
La
perspectiva
La economía en Argentina estará condicionada
por la evolución de la crisis mundial del capitalismo, especialmente por la de
los principales socios comerciales: China y Brasil.
El gigante asiático es gran comprador de soja
y en los últimos tiempos discontinuó compras masivas y privilegió el uso de su
stock para inducir reducción de precios. Es una incógnita el impacto que pueda
generar respecto del ingreso de divisas y el estimulo a la producción.
Por su parte, el Brasil crece muy lentamente,
y una evolución más favorable estimulará la producción industrial de nuestro
país, especialmente de automotores, el sector más dinámico del ensamblado
local.
Además, en el vínculo con el exterior pesará
el déficit energético, lo que insumirá cuantiosas divisas para la importación.
Seguirá siendo una incógnita el ingreso de inversores asociados a YPF, del
mismo modo que el financiamiento externo adecuado para los planes de producción
de la petrolera de gestión estatal.
El sector externo continuará ocupando la
agenda por las negociaciones asociadas al endeudamiento, siendo previsible una
mayor carga financiera la potencial reapertura del canje y las negociaciones
con el Club de Paris. El FMI intentará condicionar la política económica local,
vía monitoreo de las cuentas públicas o por lo menos observando la metodología
del organismo oficial de estadísticas.
En una mirada más local, el acento estará en
la capacidad de sostener la expansión del nivel de actividad y el empleo, luego
de un año de escaso crecimiento y de pérdidas, por primera vez en la década, de
puestos de trabajo.
Para ello se promoverán políticas activas del
Estado Nacional en el sector productivo y financiero, intentando inducir que
los bancos canalicen sus depósitos en créditos a la producción, especialmente
de pymes.
Un problema puede presentarse desde el consumo,
por el impacto de la inflación en los sectores de menores ingresos y el intento
renovado de amenguar la demanda de actualización de ingresos, sea por salarios
o por subsidios. El conflicto social agudizado resulta esperable en ese
escenario.
El angostamiento de la disponibilidad de
recursos fiscales puede limitar el gasto y la inversión pública, dificultando
la necesaria ecuación inversora en el PBI ante la falencia inversionista del
sector privado.
En síntesis, los problemas externos e internos
sumados en un año electoral, incidirán en la disputa social por el ingreso y la
riqueza.
Corolario
La propaganda oficial se sustenta en los datos
del crecimiento económico desde el 2003, que en rigor comenzó en el segundo
semestre del 2002. Los años 2009 y 2012 son la excepción, y en general se
asoció el tema a la crisis mundial.
En realidad, con crecimiento o no, siempre
está la crisis, puesto que se crece por la crisis y se decrece, también por la
crisis.
Los precios de las comodities (soja u oro)
crecen por la crisis y eso impacta en el crecimiento argentino. La recesión
europea, o la desaceleración china y brasileña generan disminución de compras
externas de productos argentinos y por eso la crisis gesta la desaceleración
local.
Es complejo pero es así, la crisis propicia el
ciclo de crecimiento o el contrario. Es que la Argentina es parte del
sistema capitalista y como tal participa de la crisis capitalista en curso.
El interrogante es si la sociedad argentina
está condenada a surfear en la crisis capitalista o si puede pensar más allá
del capitalismo.
Esto requiere de un sujeto social y político
que luche por políticas anticapitalistas y antiimperialistas, algo necesario y
posible por lo que vale la pena luchar, y es el camino elegido por pueblos que
buscan su independencia en la región Nuestramericana, desde el socialismo
cubano, al socialismo siglo XXI propuesto por venezolanos o el socialismo
comunitario sustentado por bolivianos.
Como el próximo es un año electoral, el debate
político concentrará buena parte de la discusión civilizatoria en la Argentina y en ese
sentido parece pertinente discutir el rumbo del país.
El gobierno defenderá su “modelo” de un
“capitalismo serio o normal”, contra el “anarco capitalismo” tal como definió
oportunamente la Presidenta.
La oposición sistémica, pro capitalista
insistirá en las recetas del aperturismo neoliberal y el “libre comercio” en
tiempos de transnacionalización.
¿Será posible que emerja una propuesta
alternativa, más allá del sostenimiento del orden capitalista?
Ese es nuestro horizonte cuando formulamos los
deseos de felicidades para el 2013. Julio Gambina (Doctor en Cienias Sociales de la UBA. Titular de Economìa Política en la Universidad de Rosario. Presidente de FISYP).
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