viernes, 5 de agosto de 2011

Blindar la economía



Estados Unidos y la Unión Europea están siendo sometidos a la presión del endeudamiento. El gobierno de Barak Obama --que tiene una balanza comercial largamente deficitaria y compromisos que casi igualan a su PBI-- debe dos de cada cinco dólares que se deben en el mundo, pero es acreedor de tres de cada cinco dólares de deuda. En términos de poder, si la industria va para atrás y las finanzas para adelante, significa que en Washington gobiernan la especulación (Wall Street), los beneficiarios de la guerra (el aparato militar-industrial) y el petróleo.

El tembladeral de las bolsas ocurrido el jueves último expresa sobre todo dos cosas. Una, coyuntural: los inversores, ya sean privados o institucionales, no saben dónde poner su dinero a resguardo. Otra, estructural: el ciclo recesivo en el hemisferio norte puede prolongarse durante varios años si no se modifica la causa principal que ha generado esta situación, esto es, si las finanzas continúan gobernando el mundo en detrimento de la producción. Por cada dólar invertido en la industria hoy circulan veinte dólares de especulación.

Del otro lado del océano, en tanto, gana altura la crisis de las asimetrías, revelación de que la creación del euro fue un inmenso error, porque se trata de una moneda adecuada al desarrollo alcanzado por dos de los tres grandes de la Unión Europea (Alemania y Francia, ya que Inglaterra mantuvo la libra), pero totalmente inadecuada para el resto de los países miembros, incluidas potencias intermedias como Italia y España, que también padecen esa moneda común que nunca fue democrática. Los bancos alemanes y en menor medida los franceses son los más expuestos en las deudas de Grecia, Portugal o Irlanda. Un default podría derribarlos.

Un país no debe comprar más de lo que vende, ni contraer una deuda superior a sus ingresos. Los fundadores de la nación norteamericana ya sabían esto hace más de dos siglos. Sus herederos lo han olvidado.

En los países periféricos las cosas marchan mejor, aunque ninguno de ellos está exento de un coletazo. En el BRIC (Brasil, Rusia, India, China) y en los de rápido desarrollo en la última década (Sudáfrica, Australia, la Argentina) gobierna la renta industrial, en algunos casos asociada a la renta agraria y en otros a la financiera. En la Argentina y Brasil, con industrias y agros pujantes y bancos consolidados, conviven las tres rentas. Ninguno de estos países importa más de lo que exporta. Todos tienen superávit doble (comercial y fiscal), y esa es la clave de la estabilidad. En cambio, Estados Unidos y los endeudados de Europa tienen déficit doble.

Consecuentes con la defensa de los intereses minoritarios, los voceros del establishment acusan al gobierno nacional de aumentar el gasto de manera considerable, lo que efectivamente se verifica tanto en la redistribución de la riqueza (prestaciones diversas, haberes jubilatorios), en mayores partidas para salud, educación y tecnología, en subvenciones y en obras públicas. Pero no advierten (u ocultan) que es precisamente el aumento del gasto lo que permite sostener y aumentar el consumo, la producción y el empleo; lo que permite a las empresas obtener mayores tasas de ganancia.

Quizá la mejor lección que se puede sacar de la crisis financiera iniciada en 2008 (y ahora generalizada al conjunto de la economía) es que sólo hay un círculo virtuoso: el que se inicia con la inversión generadora de empleo, de mercancías, de consumo, de ganancias y otra vez de inversión. Todo lo demás son fantasías, como la de tener durante una década la misma moneda que Estados Unidos. El canto de sirena de la convertibilidad le costó al país (y a la gente) 3,5 millones de empleos y una enorme crisis a fines de 2001, de la que todavía se están reponiendo.

Esta percepción, nuestra propia experiencia y nuestro "modelo", del que reía el conservadorismo opositor cuando Cristina aconsejó a los Estados Unidos que "busquen un plan B", fue la base de sus contundentes definiciones de ayer. "Estamos ante el derrumbe del paradigma de los países desarrollados, y seguramente van a intentar trasladarnos la crisis a nosotros", advirtió, para proponer ". "No tenemos que enfriar la economía, sino recalentar las inversiones. Lo que tenemos que hacer --como charlaba el otro día con varios presidentes de la Unasur-- es blindar a la región, profundizando la integración local y regional".

No hay comentarios:

Publicar un comentario