Tenía solo 25 años
cuando lo conocí. Yo, apenas cinco menos, que en aquellos años equivalían a un
siglo.
No fue fácil en el
arranque.
Él era orgulloso
dirigente de la JP. Yo, un no menos altivo militante de la Fede.
No teníamos dudas.
No era tiempos de
dudas, sino de liberación.
Junto a otros, con
distintos orígenes, pero similares convicciones, compartimos la construcción de
las Juventudes Políticas.
Algunos arrugaron.
Otros se quebraron.
Muchos redoblaron
la apuesta. Juan Carlos Dante Gullo fue uno de ellos.
La dictadura
secuestró y desapareció a su hermano y a madre, Ángela, en los días en que
reclamaba por la libertad del Canca, preso en Sierra Chica.
Era uno de nosotros.
Yo sigo siendo uno de ellos, los que no dejan de combatir.
Chau amigo, compañero de lucha.
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