Ella, los guerreros y después...
Imperdible nota --poniendole historia, humanidad e ironía a la paradoja de la batalla cotidiana en nuestra profesión-- de Armando Vidal, decano del los periodistas paralmentarios, gran pluma y mejor amigo, con quien la vida nos juntó, uniendo culturas tan diferentes.
Estuvieron juntos y ahora están separados,
lucharon sin divisiones contra dictaduras y a casi treinta años de
democracia, entre aciertos y errores del Gobierno y campañas de los
medios, están en bandos enfrentados. Son los periodistas
políticos veteranos, gente de talento y pelea.
El
interesante debate entre periodistas políticos con historia, cuyo eje
es el gobierno de Cristina, crece día a día por ser una gestión más
peronista que la de Néstor y porque ella parece complacerse en dar de
comer a las fieras. Cuando estaba enojado, Perón, desde el balcón, hacía lo mismo..
Periodistas como Jorge Lanata o los jóvenes de Clarín, Página /12 o Tiempo Argentino,
por citar algunos, son una parte diferenciada de la misma pelea pero en
otra categoría. Ellos son las plumas de la democracia, los nacidos al
oficio después del 83, a diferencia de esos veteranos de mil batallas,
dichas en un sentido figurado y, en algunos casos, en el otro sentido,
también.
No vamos hacer nombres de esos
compañeros, nombres todos conocidos por las viejas y nuevas
generaciones, muchos de ellos amigos hoy alejados entre sí pero que
guardan lazos inalterables del pasado y no sólo por los años de Videla,
sino también por los de Onganía y más lejos aún. Hasta podría decirse
que todos son hijos del ´55.
No hace tanto un
cumpleaños de un querido y respetado periodista reflejado en otro lugar
de esta misma página con el cariño que se merece, reunió a buena parte
de colegas, hijos del mismo partido que trascendió al muro pero que
ahora están tan divididos que no pudieron compartir en plena libertad
interior la alegría del encuentro. Se reconocieron, se saludaron pero se
ubicaron en sus respectivos bandos, lo cual obligó al homenajeado a
repartir su atención entre los unos y los otros. Unos están con el
gobierno y otros en contra, igual que en el ´46.
El domingo 30 de septiembre, Orlando Barone –el vete de 6,7,8- invitaba a encontrar una explicación acerca del cambio de periodistas progres que
hoy aparecen en la vereda de enfrente, honesto planteo que lo incluía a
él por haber realizado la misma parábola en sentido contrario, si bien
su cambio fue dejando sus pistas con anterioridad a su irrupción en las
pantallas de Canal 7. Lo prueba su paso como columnista por el programa
radial matutino de Víctor Hugo Morales, el oriental argentinizado de
ineludible mención en este partido en el que él está jugando muy bien de
defensor. Y por amor a la camiseta, la contraria de Clarín, diario que no lee pero que le quita el sueño. Primero fue Barone, después, con la ley de Medios, fue Morales.
Las plumas de Clarín
vienen de lejos, son muy profesionales y siempre procurarán en el
Gobierno el corte que permita despellejarlo. No fue así en otros
tiempos, con Néstor, sin ir más lejos; es así con Cristina y por la ley
de medios. Y más si les dejan la pelota picando en el área a quienes, al
margen de Héctor Magnetto, no creen realmente en la honestidad en todo
sentido del kirchnerismo.
El último domingo, uno
de esos grandes guerreros recibió del frente contrario una mención
de tono intimista y con un afecto implícito acerca de un dardo de su
autoría que había hecho blanco en Cristina al concederle a sus dichos
comparativos en Harvard como propios “de una señora gorda”. Y como contó
alguna vez Ramón La Cruz que luego de sus inolvidables peleas con Abel
Cachazú en los siempre colmados Luna Park de la época “nos bañábamos
juntos y nos íbamos a comer”, aquí el viejo guerrero y más influyente
aliado de Cristina le habló al otro como “mi viejo compañero en la
guerrilla peronista”.
Los periodistas de la
generación de los setenta están discutiendo por Cristina y por lo que
viene después, especialmente después de ciertas agitaciones cuarteleras.
Unos y otros saben que Perón fue más Perón después del ´55. Y que a
cada gobierno peronista sucedió el desastre. Lo novedoso de esa
discusión es que por primera vez está como parte y no como relato el propio diario de Noble, nacido en 1945, igual que el peronismo.
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