sábado, 31 de julio de 2010

Cuba: el futuro de la revolucion


Pedro Campos, autor de este polémico artículo, es licenciado en Historia, fue diplomático, analista internacional y Jefe de Proyecto del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana. Sus ideas, que son las de un hombre jugado por el socialismo en Cuba, son discutibles, y deben ser discutidas. Demasiados dolores, y un etrepitoso fracaso, hemos sufrido por justificar todo (al menos yo), en aras del "no favorecer al enemigo".

Es común en los comentarios de los burócratas interesados en mantener el status quo y no cambiar nada de lo que debe ser cambiado, el “argumento” de que “mientras estemos siendo asediados por el imperialismo, no es momento para hacer críticas de fondo sobre la corrupción, el burocratismo y las desviaciones del proyecto libertario, democrático y socialista de la Revolución.

Según este tipo de planteamientos Fidel y Raúl se equivocaron al convocar las discusiones sobre el socialismo que queremos, mientras que el único beneficiario de estas discusiones sería el imperialismo. Para ellos, solo cuando desaparezcan las presiones imperialistas, podríamos discutir en Cuba sobre Socialismo, no ahora que burócratas, corruptos y oportunistas de toda laya están poniendo en peligro la continuidad de la Revolución.

De acuerdo con estos inveterados inmovilistas, nunca se podría discutir nuestros problemas, ni sobre socialismo, porque el imperialismo nunca nos va a dar esa tregua que sería condición para el debate. ¿O creen de verdad que el imperialismo le va a perdonar la vida a la Revolución, a sus necesarias transformaciones socialistas, la van a ayudar con inversiones, capital, etc., así de gratis? Ya se ha dicho en otras ocasiones: lo que hagan los imperialistas con Cuba solo será para tratar de evitar la construcción de la nueva sociedad socialista aquí.

Es precisamente al revés: la oposición al debate revolucionario, a la crítica revolucionaria, solo puede servir a los planes imperialistas y contrarrevolucionarios de destruir la revolución y evitar las transformaciones socialistas en Cuba. El objetivo estratégico de la política imperialista es evitar la construcción del socialismo en Cuba.

Revolucionarios contrarrevolucionarios

Entonces está muy claro que los que quieren obstruir el debate revolucionario en Cuba buscan los mismos fines que el imperialismo.

Simple: tratan de acallar la crítica revolucionaria contra el ala corrupta y burocratizada del Partido-Estado- Gobierno (PGE). Es imprescindible denunciar los manejos políticos de esa ala, para ayudar a los que realmente están dispuestos a hacer cambios a favor de la consolidación del socialismo, estén dentro o fuera de esas estructuras.

Los que tratan de evitar la crítica esconden además una concepción neoplattista de nuevo tipo, que subordina el avance de la revolución y el socialismo en Cuba a los intereses y beneplácitos de su enemigo histórico.

Desde luego con tales compañeros, tenemos serias diferencias de método, de momento, de enfoques pero eso no debe enfrentarnos, no debe convertirnos en contrarios, eso no debe ser usado sectariamente para impedir la participación de ellos en el debate necesario que ya está teniendo lugar en la sociedad cubana a pesar de la oposición de esos mismos círculos. Con ellos estamos dispuestos a debatir fraternalmente partiendo de que unos y otros queremos salvar la revolución y hacer avanzar el socialismo. Pero no. El sectarismo predominante en el poder lo impide.

Los partidarios del Socialismo Participativo y Democrático (SPD) no queremos imponer nada. Queremos que el pueblo, los comunistas, los revolucionarios conozcan estos puntos de vista que son amplios, se debatan y si lo creen inconvenientes que los rechacen. Se sabe: algunos temen ese debate, pues no han ocultado que sus ideas son “adictivas” como la cocaína.

El sectarismo predominante en el PGE impide la divulgación de estas ideas en Cuba en los medios oficiales y hasta ha expulsado de su trabajo y separado del Partido a compañeros por divulgar y exponer esos criterios.

¿Qué otro camino nos ha quedado que no sea divulgar nuestros puntos de vista donde sea posible? Y en verdad esta discusión es anterior incluso al discurso de Fidel en el 2005, ¿o se olvida que muchos revolucionarios plantearon cuestiones similares en los debates previos al IV Congreso de 1991? ¿Y qué pasó entonces? Como si nada se hubiera dicho por las bases.

La dirección histórica jugó un extraordinario papel en el proceso revolucionario. Nadie lo ha intentado negar desde las posiciones del SPD. Pero pretender ahora acusar de la eventual división del campo revolucionario y del eventual fracaso del socialismo en Cuba a los que quieren radicalizar la revolución y hacerla avanzar a las cotas democráticas, participativas y socialistas a donde no fueron capaces de llevarla los dirigentes históricos hasta ahora, es cuando menos irresponsable y demagógico.

Las mentes de los eventuales victimarios

El único culpable del desastre que ya está sufriendo el proceso revolucionario cubano es el sistema burocrático estatalista que muchos en la dirección histórica han sustentando como “socialista,” ahora se obstinan en continuar a pesar de todas las enseñanzas de la práctica revolucionaria del siglo XX y reprimen abierta y encubiertamente a quienes discrepamos y tratamos de aportar a favor del cambio hacia más socialismo.

Así se ha estado pagando a los revolucionarios que respondimos al llamado de Fidel y Raúl.

Si somos víctimas de agresiones indirectas y directas, no lo seremos porque tengamos sangre de mártires o suicidas como dicen algunos, sino porque la traición al socialismo ya se haya enseñoreado en las mentes de los eventuales victimarios.

Tampoco deben seguir insinuando que quienes defendemos las ideas del SPD, estamos “trabajando” para el enemigo: van a tener que probarlo ante un tribunal y por muchas trampas que nos pongan, fracasarían. Recuérdese que no empezamos ayer a luchar contra los enemigos del socialismo. Unos cuantos somos curtidos combatientes de la Revolución y algo hemos aprendido.

Sí, el poder lo puede todo, es verdad: incluso devorar a sus propios hijos, pero ya sabemos a dónde conduce ese empedrado camino y nadie serio en Cuba, en el mismo seno del Partido y el gobierno, donde somos bien conocidos, ni en el mundo, les va a creer aunque coloquen millones de dólares en nuestras casas, alijos de armas o paquetes de cocaina y presenten “pruebas documentales” sobre supuestas relaciones nuestras con eventuales emisarios del imperio.

Todo eso está gastado, como el argumento de que hacemos las mismas críticas que el imperialismo. El imperialismo puede estar manipulando algunas verdades que lo son independientemente de quien las diga, incluso pueden intentar usar algunas de nuestras críticas; pero las soluciones que ellos plantean a los mismos problemas que podemos estar planteando nosotros, no tienen nada que ver con nuestras propuestas. Simples tergiversaciones.

Repito ¿Quién se los va a creer? Podrán tratar de ignorarnos, hasta matarnos, pero jamás nuestras ideas serán aplastadas y si llegaran a intentar semejantes estupideces, solo conseguirían destruir la revolución en pocas horas.

Fidel es el único responsable de que así pensemos y actuemos.

Es claro. Con argumentos tales solo pretenden acallar la discusión, el debate que está teniendo lugar, las denuncias, los artículos como el del Dr. Esteban Morales.

Si el Partido-Gobierno-Estado quiere acabar con el debate revolucionario en la red, hay una forma sencilla: asuma el Congreso de la Nación por el que viene clamando el poeta comunista Félix Guerra desde hace un año o convoque una conferencia nacional con la participación de todos, sin sectarismos como hemos venido planteando y si quiere hasta invite a la oposición con la que negocian mediante la Iglesia Católica.

La gente ve muy mal que negocien con la oposición y el imperialismo a través de la Iglesia y al mismo tiempo traten de aislar a la izquierda, acallarla, reprimirla en múltiples formas. Algo que cuando menos parece algo “feo” a los ojos de todos, incluidos los propios enemigos de la Revolución que poco pueden confiar en materia de respeto a los derechos humanos en quienes siguen reprimiendo a sus propios compañeros de lucha.

La trampa de reprimir el debate

¿Expulsar a alguien de su trabajo por divulgar ideas socialistas, no es acaso una violación de sus derechos humanos y constitucionales?

¿No se dan cuenta que esas posiciones están impidiendo el avance de la Revolución, están tratando de acallar el debate necesario, están creando las condiciones para la plena restauración capitalista, están haciendo el juego a los que quieren evitar el avance del socialismo en Cuba?

No los voy a considerar por eso, enviados del imperio; pero sepan que esas posiciones son las que están sirviendo al imperialismo y a la contrarrevolución, no nuestras propuestas de cambios, que no pueden hacerse, si primero no se ha hecho la crítica revolucionaria, profunda y sincera de lo realizado.

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