Satisfacción de La Naciòn a solo 90 dìas del golpe que alentó |
Como
para abrir el intercambio, [Fernando] Nadra, con todo desparpajo, me
pregunto si los compañeros que llevaron a cabo la “Batalla de David” en Monte
Chingolo, estaban “drogados”. Fue como una puñalada artera y evidentemente
apuntaba a provocarnos y a dar por concluida la entrevista [...] Con ese
escenario se desenvolvió la reunión y logramos superar el mal momento y la
evidente conducta provocadora de Fernando. Salimos de ese lugar con una
sensación de gran alivio. Habíamos sorteado, satisfactoriamente, un obstáculo.
Manuel Justo Gaggero, Un
viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXXII). Revista Inventario 22, mayo de 2015.
Con
una inocultable dosis de cinismo y verdad en partes iguales, un historiador afirmó
que “La gente, las sociedades, construyen
su pasado igual que las personas. Se acuerdan y se olvidan de lo que quieren”.
Vale para “la gente”; no para dirigentes políticos que
se han jugado la vida por la revolución. Podemos equivocarnos –¡y vaya si lo
hemos hecho!–, pero no podemos mentir a sabiendas, como dolorosamente vengo
ratificando que lo hace Manuel Gaggero en escritos y definiciones durante los
últimos años.
Aunque nos hemos encontrado pocas veces, le tuve respeto
y mantuve un trato cordial con Gaggero –director del diario El Mundo (prohibido por Isabel Martínez,
junto con La Calle) y de la revista Nuevo Hombre–, lo que nunca opacó nuestras
profundas diferencias políticas, las que al tenor del balance que hace en la
pequeña cita del extenso artículo citado al comienzo, mantenemos casi intactas.
Ello pese a los años transcurridos y a que yo renuncié a mi partido (el
Comunista) hace 26 años, y él mucho antes abandonó el PRT/ERP, ahora
inexistente. Tampoco hemos coincidido en estos 12 años, durante los cuales no
pudo encontrar nada rescatable en la gestión de Néstor y Cristina Kirchner, tal vez más por su antiperonismo que por una caracterizaciòn clasista.
No pretendo en esta nota retomar el debate sobre entre
la relación entre el PC y las otras organizaciones políticas revolucionarias de
los años 70 (algo en lo que me extiendo en mi libro SECRETOS EN ROJO. Un militante entre dos siglos), a cuyos combatientes
respeto –de hecho, cuento a muchos de ellos entre mis mejores amigos.
Respeto también, pues me corresponde opinar pero
NO juzgar, porque pese a los errores cometidos, todos le pusimos el cuerpo, la
libertad y la vida a las equivocaciones.
Esta nota surge porque, pese a ese respeto general,
no puedo consentir con silencio las canalladas personales de esta nota de Gaggero,
aunque hoy
–pese a viejos pergaminos, que fue quemando su propia vida-- sea un
personaje menor; un marginal entre sus propios ex compañeros.
Sólo algunas puntualizaciones:
1) Es raro que recuerde detalles y frases del
encuentro al que alude en el fragmento citado, pero olvide otros, como el realizado
en la sede del periódico Qué Pasa, recuperada
la democracia, cuando, en apariencia, muy emocionado agradeció públicamente la
ayuda que el PC "y particularmente Fernando Nadra" brindaron a los
perseguidos durante la dictadura.
Recuerdo la sorpresa de otro antiguo militante del
PRT, presente en la reunión, ante las palabras de Gaggero, quien en los
pasillos de El Mundo, durante los ’70,
resolvía los problemas “ideológicos” echando periodistas, y mostraba un obsesivo
macartismo. “Según él [por Gaggero],
ustedes los del PC eran los ‘zurdos de cartón’, ‘estalinos’, y ‘homoizquierdistas’" me comentó con cierta ironía.
2) A propósito de la reunión relatada, Gaggero
también afirma, a modo de queja, que defendió comunistas detenidos por la ley
17.401, de “Represión del Comunismo”. Si sucedió, lo que no me consta, es una poco
noble factura para pasarle a un partido cuyos abogados cumplieron esa tarea con
cientos, y miles de militantes de todo origen durante su historia; o bien en
forma directa, o bien, a través de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre,
institución de la que él solía reírse por su tarea, auxiliar, de “llevarle
sanguchitos a los presos”.
No recuerda, por ejemplo, que fue un comunista –el
dirigente local Elvio Ángel Bell– el “representante” de la familia Santucho en
la cárcel de Trelew, encargado de mantener las relaciones entre Roberto y sus
seres queridos, y también con su organización. Por esta relación, Bell fue detenido
después de la masacre de 22 de agosto de 1972 y secuestrado por un grupo de
tareas en pleno centro de la ciudad. Permanece desaparecido desde el 5 de
noviembre de 1976.
3) Aunque lo calle, Gaggero, cómo cualquier
dirigente de esa época, también sabe que, al momento de aquella reunión, TODOS
los comunistas del país –así como la mayoría de los luchadores de todos los
sectores– vivíamos esa fuerte indignación ante el intento de copamiento del Batallón
de Arsenales Domingo Viejobueno por el ERP, la noche del 23 de diciembre de
1975.
Además del dolor por la muerte de 62 combatientes –30
de ellos asesinados luego de ser tomados prisioneros– esa indignación tenía otras
dos fuentes.
Por un lado, la acción se realizó pese a que la dirección
del ERP sabía que había sido delatada por un agente de inteligencia del
Ejército: Jesús El Oso Ranier, un ex miembro de las FAP, que
había desertado en febrero, y luego fue condenado y fusilado por la organización.
En particular el PC se lo había advertido a la dirigencia del ERP, la UCR
comentaba en sus locales que la guerrilla “hará algo en el sur del Gran Buenos
Aires”, y hasta los corresponsales extranjeros esperaban que ese día pasara “algo
en Monte Chingolo”.
Por otro, hacía un año que los comunistas veníamos repitiendo,
casi en soledad, acerca del peligro de un nuevo golpe de Estado fascista, y estábamos
convencidos que los sucesos habían fortalecido la posición de quienes bregaban
por ejecutarlo, lo que se concretó apenas 90 días después.
Pero además, aunque jamás se difundió públicamente –lo
revelo aquí por primera vez– la dirección
del PC también sabía que dos conscriptos afiliados a la Fede habían caído bajo
las balas de los atacantes, mientras cumplían órdenes expresas del partido de
no disparar si había ataques de las organizaciones armadas.
4) Conocí bastante mejor que él a Fernando Nadra,
tan temperamental en lo cotidiano como contenido y diplomático en las
relaciones políticas, de las que era el responsable en el PC. Las palabras que
Gaggero pone en su boca no existieron ni pudieron haber existido. No se
condicen con su carácter; mucho menos expresadas a modo de “saludo”, como se
las presenta.
Yo tenía en esos años cierta inclinación por la acción
directa, especialmente ante los asesinatos de la Alianza Anticomunista
Argentina (AAA). Fue mi viejo el que puso paños fríos: antes, durante y después de
los hechos trágicos vividos. Mantuvo una actitud muy crítica, pero siempre racional
y sensata, y nunca dejó de promover el comportamiento solidario con las
organizaciones guerrilleras.
5) Gaggero no puede ignorar, aún después de 40 años,
que inmediatamente acaecido el ataque al Regimiento de Monte Chingolo, el Partido
Comunista armó su propia logística en la zona, y brindó ayuda médica y de
inteligencia, basada en una red de soldados, vecinos y oficiales propios, con
alto entrenamiento. Cuando se pudo, se salvaron vidas. Cuando no, se pasó información
precisa al ERP sobre los heridos detenidos en los centros de salud. La coordinación
se realizó entre Benito Urteaga, por el ERP, y Oscar “Cacho” Antinori, una
leyenda del frente militar del PC. El equipo médico propio estuvo bajo el mando
de Abraham Isaías Kohan, destacado profesional del Hospital de Clínicas, y oficial médico
de rango en la estructura militar del PC.
6) Finalmente –ya que en la nota Gaggero ubica la conversación
dentro de los contactos con otros partidos y figuras para la conformación de un
frente amplio, y la entrevista por el PC en último lugar y por la única razón de
que “no podíamos prescindir de
esta fuerza política en cualquier armado frentista por la representación que
ostentaba del socialismo real” (en buen romance: simplemente por su relación con
la Unión Soviética y demás países socialistas)–, le informo que Fernando Nadra y Roberto Santucho ya habían
conversado, extensamente y varios meses antes, sobre el lanzamiento de lo que sería
el FAS en una entrevista secreta, realizada en una casa provista por mi primo
Eduardo Serrano Nadra, miembro del PRT/ERP, secuestrado y asesinado durante la
dictadura. El objetivo de Santucho con el FAS era reparar lo que consideraba un “grueso error
político” de la etapa previa: no hacer frentes ni alianzas y juntarse sólo con
"organizaciones hermanas".
No fue la primera reunión que mantuvieron ambos
líderes, pero sí la última de muchas, ya que unos meses después –el 19 de julio
de 1976– Santucho cayó en combate con el Ejército, en Villa Martelli.
Seguramente Macri y la restauración conservadora
deben solazarse con el tono que opiniones como las de Gaggero imponen al
necesario debate de ideas sobre una época clave para redefinir cualquier estrategia
de transformaciones revolucionarias en la Argentina.
Lo lamento.
No ha surgido de mí. Depende del autor pedir las
disculpas correspondientes por los agravios y mentiras, pues eso en nada afectará
la firmeza o endeblez de sus otros argumentos.